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dos que tuve en Manila, un ensayo de arreglo al sistema natural de la citada Flora con ampliaciones sacadas de las obras del mismo género de las Indias holandesa é inglesa, que creo, aunque defectuoso é incompleto en extremo como hubiera salido, podia haber sido de alguna utilidad, por lo menos como guia en las herborizaciones Tal es el estado de conocimientos fitográficos en el Archipiélago. Como único libro existe uno imperfecto, anticuado y cuyas dos ediciones se han agotado ya, es decir, del cual sólo á una feliz casualidad es debido proporcionarse un ejemplar.

El Ingeniero destinado al servicio del ramo en Filipinas debe suponerse que posee conocimientos de organografía ó morfología, de fisiología y de taxonomía generales, pero de fitografía sólo especiales, ó sea los de la vegetacion forestal de Europa y de las plantas herbáceas características, hallándose en disposicion de clasificar corrientemente cualquiera fanerógama europea que se le presente-exceptuando, como es natural, especies críticassiempre que tenga á mano Floras bien dispuestas y completas. Que no se puede esperar de él un conocimiento de los árboles, futuro objeto de su estudio, es óbvio, porque en parte alguna se le han proporcionado los elementos necesarios para adquirirlo, pues apénas si le habrá sido posible ver en los jardines botánicos plantas que le den una ligera idea de las nuevas formas bajo las cuales el reino vegetal se le vá á presentar.

Sin libros que le guien en el laberinto que le espera, se embarca temeroso, pensando en los medios de suplir con Floras de países vecinos la falta que nota para poder

desempeñar con acierto su cometido. Desembarca unas horas en la isla de Ceylan, donde de improviso desplega la naturaleza ante sus ojos las formas tropicales en todo su esplendor. Aprovecha, como es natural, henchido de entusiasmo, su corta estancia para recorrer las plantaciones inmediatas á Punta de Gáles que embalsaman el aire con la aroma de los caneleros; penetra en los magníficos cocales, en donde por primera vez vé varios árboles, que encontrará más adelante en Filipinas: como el árbol del pan (1), la bonga (2), algunos Ficus, la papaya (3), los plátanos (4), etc., y su temor crece de punto. ¡Si pudiera quedarse un mes en Ceylan! Allí cuenta con el auxilio de las obras fitográficas inglesas, y averiguaria los nombres de tanto desconocido, se iniciaria, por lo ménos, algo en la Flora tropical y pisaria despues con pié más seguro los montes filipinos. Pero el dia pasa en breve y tiene que dejar la isla, siempre con sentimiento por su incomparable belleza. Toca en Singapore, y al echar pié á tierra los grotescos pandanos con sus raíces, que levantan los troncos en alto, le salen al encuentro. En la rápida carrera del desembarcadero á la ciudad nueva vé por las portezuelas del cajon, que tal parece el coche que le conduce volando, árboles desconocidos todos, de hojas oscuras y brillantes, enteras y elípticas las más, de troncos lisos como satinados y arbustos de pintadas flores, y por fin, uno que conoce y que con profu

(1) Artocarpues incisa.
(2) Areca Catechu.
(3) Carica Papaya.
(4) Muse paradisiaca.

sion forma matas á veces de tres y cuatro metros, una Lantana de esas que tanto abundan en los jardines del litoral del Mediterráneo y tan cultivadas se ven en macetas por todas partes. Esta, con alguna Datura en la playa, fué todo lo que conocí á primera vista. En la explanada, donde parará probablemente el detestable vehículo, hay un verdadero coloso, un Ficus (si no me engaño el indica) con gigantescas raíces aéreas, que se asemejan á otros tantos troncos. Una detencion de algunos dias en Singapore le es provechosa. En el jardin botánico, sitio más bien de recreo que de estudio, tiene ocasion de trabar conocimiento con bastantes tipos de familias intertropicales. A cada paso que dá nota la insuficiencia de sus conocimientos botánicos y la necesidad de adquirirlos más

extensos.

No se me olvidará fácilmente el quid pro quo que allí sufrí al ver algunas casuarinas tomándolas buenamente por pinos del tipo del tada, pero al arrancar una rama, noté las articulaciones de las que me parecieron agujas. Al llegar á Manila, pocos árboles, por desgracia, se ofrecen á sus investigaciones. La desnudez de la capital de Filipinas forma desconsolador contraste con la hermosura y frondosidad de los parques, jardines y paseos de Singapore, tan inferior á ella en importancia. Los talisais ó alınendros (1), en los últimos con algunos bambús, los sampaloc (2), madrecacaos (3), y otras diversas legumi

(1) Terminalia mauritiana. Lam. 6 latifolia?

(2) Tamarindus Indica L.

(3) Galedupa Pungam B1,

nosas; las hermosas Ponsetias (1), que con sus encendidas brácteas aparecen como árboles de fuego, dando un sorprendente aspecto á parte de la elegante calzada de San Miguel; las bongas (2), los camunings (3), sampaguita (4), diferentes Panax, Dracenas y Justicias en los jardines—parques puede decirse no existen en Manila forman el tipo de la vegetacion. A la magnificencia de Ceylan y Singapore han sucedido árboles mezquinos, hasta comparados con los de los paseos de Madrid, excepcion hecha de algunos tamarindos, mangas (5), y. varios soberbios grupos de bambúes que se hallan en los arrabales extremos. El europeo que no salga de la capital en Filipinas menguada idea se forma de la vegetacion de los trópicos.

Llegan las primeras excursiones, esperadas con ansiedad por el Ingeniero, que desea iniciarse en el conocimiento de la vegetacion leñosa, y entonces es cuando se le presentan imponentes las dificultades de la empresa, y echa de ménos una obra en donde poder estudiar. Aun cuando contára con medios análogos á los que están á su disposicion en la Península, el trabajo sería de mucha mayor dificultad: los rigores del clima, los obstáculos materiales que se oponen á recorrer los montes con algun descanso en todas direcciones, la casi imposibilidad de excursionar á pié, que es el medio más instructivo para el

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naturalista, el número de especies leñosas incomparablemente mayor, la humedad excesiva, que viene á dificultar la conservacion de los ejemplares no siendo raro que el colector vea perdido el fruto de una penosa jornada, son todas circunstancias desfavorables á la breve adquisicion de los datos deseados.

El Ingeniero de distrito en Filipinas difícilmente podria nunca dedicarse á estos estudios con el desahogo necesario, del modo que en un principio se requiere, es decir, como se necesita hasta que halle en una obra fitográfica enumeradas y descritas ya las plantas forestales de cada provincia, y trate sólo de indicar nuevas localidades, ó añadir algunas noticias sobre la biologia de cada especie. En sus salidas no puede llevar exclusivamente el objeto de hacer un estudio de la vegetacion; vá á un fin determinado por algun asunto administrativo concreto, no le es dado transportar un arsenal de naturalista con todo lo necesario para la conservacion de los objetos recolectados; hasta el mismo carácter con que debe revestirse para el logro de su principal fin es un obstáculo para sus investigaciones. En efecto, es éste ó un deslinde, ó una visita á los puntos donde se ejecutan cortas y de acopio de las maderas, ó el reconocimiento de una localidad, que le interesa de momento conocer para evacuar algun informe. En todos estos casos necesita conservar un gran ascendiente sobre el indígena, es preciso que se presente á los gobernadorcillos y principalías de los pueblos con el carácter de Ingeniero, evitando toda familiaridad. Distinto debe ser su proceder para el estudio de la vegetacion; al hacerlo se vé precisado á tener un roce más ín

á los

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