Cantos del trovador: colección de leyendas y tradiciones históricas

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Ortigosa y Reigon, 1851 - 331 páginas
 

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Página xviii - Miradero, por el Cambrón y Visagra, confuso tropel de gente del Tajo a la Vega baja. Vienen delante don Pedro de Alarcón, Iván de Vargas, su hija Inés, los escribanos, los corchetes y los guardias; y detrás monjes, hidalgos, mozas, chicos y canalla. Otra turba de curiosos en la vega les aguarda, cada cual comentariando el caso según le cuadra.
Página 319 - ¡Señor!, yo te conozco, mi cora[zón te adora: mi espíritu de hinojos ante tus [pies está; pero mi lengua calla, porque mi [lengua ignora los cánticos que llegan al grande [Jehová. Palomas de los valles, prestad[me vuestro arrullo; prestadme, claras fuentes, vuestro [gentil rumor; prestadme, amenos bosques, vues[tro feliz murmullo; y cantaré a par vuestro la gloria [del Señor.
Página 6 - Mi voz, mi corazón, mi fantasía la gloria cantan de la patria mía. Venid, yo no hollaré con mis cantares del pueblo en que he nacido la creencia, respetaré su ley y sus altares; en su desgracia a par que en su opulencia celebraré su fuerza o sus azares, y, fiel ministro de la gaya ciencia, levantaré mi voz consoladora sobre las ruinas en que España llora.
Página xv - Una mujer en tal punto, en faz de grande aflicción, rojos de llorar los ojos, ronca de gemir la voz, suelto el cabello y el manto, tomó plaza en el salón diciendo a gritos: — Justicia, jueces, justicia, señor!
Página xvii - Reinó un profundo silencio de sorpresa y de pavor, y Diego bajó los ojos de vergüenza y confusión. Un instante con los jueces don Pedro en secreto habló, y levantóse diciendo con respetuosa voz : — La ley es ley para todos, tu testigo es el mejor, mas para tales testigos no hay más tribunal que Dios. Haremos... lo que sepamos; escribano, al caer el sol al CRISTO que está en la Vega tomaréis declaración.
Página xviii - Los plebeyos de reojo le miran de entre las capas, los chicos al uniforme y las mozas a la cara. Llegado el gobernador y gente que le acompaña, entraron todos al claustro que iglesia y patio separa. Encendieron ante el CRISTO cuatro cirios y una lámpara, y de hinojos un momento le rezaron en voz baja. Está el CRISTO de la Vega la cruz en tierra posada, los pies...
Página xviii - Melena desmelenada, El sombrero guarnecido Con cuatro lazos de plata, Un pie delante del otro, Y el puño en el de la espada. Los plebeyos de reojo Le miran de entre las capas: Los chicos, al uniforme, Y las mozas, a la cara. Llegado el gobernador Y gente que le acompaña Entraron todos al claustro Que iglesia y patio separa. Encendieron ante el Cristo Cuatro cirios y una lámpara, Y de hinojos un momento Le rezaron en voz baja.
Página 5 - ... turbios días y las lentas horas, sin que alguna ilusión de breve instante del alma el sueño fugitiva encante. Pero yo, que he pasado entre ilusiones, sueños de oro y de luz mi dulce vida, no os dejaré dormir en los salones donde al placer la soledad convida; ni esperar, revolviendo los tizones, al yerto amigo o la falaz querida, sin que más esperanza os alimente que ir contando las horas tristemente.
Página 288 - Violento late el corazón de Acuña: Cuando su mano el pectoral empuña, Fué un acero tal vez lo que buscó. ¡Padilla! sin cesar suena en su labio, Y un ¡ay! le sigue y el prelado llora, Y es el audaz prelado que en Zamora /Santiago y libertad!
Página 6 - Yo soy el trovador que vaga errante : si son de vuestro parque estos linderos no me dejéis pasar, mandad que cante, que yo sé de los bravos caballeros la dama ingrata y la cautiva amante, la cita oculta y los combates fieros con que a cabo llevaron sus empresas por hermosas esclavas y princesas.

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