Crisalidas ...: (poesías)

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Imp. y Lit. de J. Fajardo, 1914 - 200 páginas
 

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Página 21 - En las rimas del bardo errante flamea el sacro fuego del sol de Oriente; deja que, al son del arpa, tu nombre c'ante, porque beses siquiera su mustia frente.. .. Sobre un lecho adormida de perlas finas te arrullan de los bosques las auras suaves, velan tus sueños de oro castas ondinas, te murmuran mil trovas parleras aves.
Página 23 - recoger las conchas que el mar arroja. Son dulces y mimosas como las hadas, rutilan en su rostro ojos traviesos, y hay caricias eternas en sus miradas, y hay un fuego divino que arde en sus besos. Asidas de la mano, suelto el cabello, cruzan nuestras praderas siempre inmarchitas, ostentando en su grácil flexible cuello perfumados collares de sampaguitas. Y
Página 23 - paz de los bosques, en donde vuela el céfiro de Mayo vertiendo olores, con los ritmos dolientes de una vihuela mezclan la voz sin mancha de sus amores. ¡Patria! ¡Patria bendita, ramo de flores que besan con sus ondas los roncos mares!. Ya que fuiste la cuna de mis amores, ¡oh! sé también la tumba de mis pesares. 6 Noviembre 1898.
Página 21 - A FILIPINAS Virgen de la Malasia, ramo de flores -que argentan con su espuma los roncos mares: tuyos son mis suspiros y mis amores, tuyo el ritmo tembloso de mis cantares. Ya está tu sien radiante, libre de abrojos; ya,
Página 22 - libar la ambrosía de los pensiles. Desde la agreste cumbre suelta, hervorosa, su penacho de linfas la catarata: en él dibuja el iris su franja hermosa que el lago en sus cristales después retrata. Por tu atmósfera virgen, urna de aromas, donde sus róseos labios la aurora imprime,
Página 176 - calor de la siesta filipina, calor de corazón, calor de fragua, en que hierve en la copa cristalina, con temblores estuosos, hasta el agua! Una suave molicie que alucina irrumpe en nuestra carne, y la cabeza, como agobiada de sopor, se inclina florecida de rosas de pereza. Hay como una decadencia en las pupilas húmedas de pasión, y mientras
Página 94 - que cierre las llagas del pecho, que borre las penas mortales. Si quieres que nazcan al paso de tu alma, las rosas celestes, acoge el dolor del ocaso y zurce las míseras vestes. Bien sabes que es noble y es santo
Página 20 - ¿Y qué brazo mejor que el brazo hermano para sostén de la bandera santa? Ese la salvaría del pantano, como la salva ahora y la levanta. ¡Alcémosla!... ¡Que llegue hasta los cielos, que ondee y que restalle muy arriba, que cubra con su gloria nuestros duelos y que mantenga la esperanza
Página 39 - tu sombra dicen cuentos y cariños nuestras musas de negrísimo cabello y alma ingenua como el alma de los niños. Si tus hojas, bajo el ala de la brisa, dan al aire de la noche madrigales, no hay un labio que no enflore una sonrisa ni una fuente que no
Página 91 - es para tí mi canción, canción que viene de lejos como eco de antiguo amor, temblorosa, palpitante y olorosa á tradición, para abrir sus alas candidas bajo el oro de aquel sol que nos metiste en el alma con el fuego de tu voz y

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