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cuenta. El veinte y cinco señala el año de nuestro Redentor mil y ciento ochenta y siete.

ñalar el tiempo deste Santo, ninguna duda hay sino | tro años en el de la muerte de este caballero, como poque es muy antiguo, y de gran veneracion en España, | dria parecer á alguno: pues la una y la otra es una como parecerá por los muchos y muy autorizados testimonios que se siguen. En el monasterio de san Prudencio, tienen escritura de la infanta doña Mencía, hija del rey don García de Navarra, hermano del rey de Castilla, don Fernando el Primero, del año de nuestro Redentor mil y cincuenta y siete, en que da al monasterio de san Prudencio mucho de su hacienda, y manda mas para despues de muerta. Todo en reverencia y honra de Dios y de la Sacratísima Virgen María y de san Prudencio, cuyo cuerpo dice está allí sepultado. Consta por esta escritura, como ya entonces en reverencia del Santo, y con su advocacion, se habia edificado allí monasterio, dejándose el título de san Vincencio que antes habia.

El rey don Sancho, hermano desta infanta, el año mil y sesenta y cuatro, y el siguiente hace grandes donaciones en dos escrituras al mismo monasterio, todo en honra del Santo, y con decir como está allí sepultado su santo cuerpo. En estas dos escrituras es de notar que hay mencion en las firmas y testigos de caballerizo, de boticario, botiller, copero y despensero del rey, llamados allí stabularius, boticarius, botilarius, pincerna y affertor. Botiller y boticario parece todo uno.

Hay tambien privilegio en el monasterio del emperador don Alonso, hijo de doña Urraca, dado en Toledo el año de nuestro Redentor mil y ciento y cuarenta y cinco, donde da en cambio una villa al monasterio de san Prudencio, donde dice está el cuerpo del dicho Santo.

Despues de todo esto el año de nuestro Redentor mil y ciento y ochenta y uno, don Diego Jimenez, Señor de los Cameros, estando en Jubera, á los veinte y siete de agosto fundó y dotó mas de propósito el monasterio de san Prudencio, con decir tambien en su escritura como el Santo está allí sepultado. Fué este caballero padre de don Rodrigo Diaz de los Cameros, y de Alvar Diaz de los Cameros, que se hallaron en la batalla de las Navas con el rey don Alonso el Nono. Hase de entender, que habiendo ántes allí en san Prudencio monasterio de monges de san Benito, este caballero lo da en esta escritura á los monges de Cister. Púdolo hacer por estar el monasterio en su tierra, y ser él patron dél. Y así vemos en Galicia y Asturias algunos monasterios dados así á la órden de Cister, siendo ántos de san Benito. Está encerrado don Diego Jimenez en la capilla mayor del monasterio, y tiene esculpidos en la tumba de piedra estos tres epitafios, cada uno por sí.

Didacus in Christo mundo transfertur ab isto.
Carnem petra tegit, spiritus alta petit.

Militis invicti lapis hic tegit ossa beata.
Didacus hic quidem erit, si quis de nomine querit.
Pace Deo charus, belli certamine clarus.
Hostibus invictus quoties petit ictibus ictus.
Indicio justus, fandi ratione venustus.
Ingenio gratus claro de sanguine natus.
Bis sex centena cum monade bis duodena.
Mortuus est mensis Kalendas quarto Novembris.
Virtus del ei divina sinum requiei.

Obiit Didacus Ximenez miles illustrissimus era millessima ducentessima vicessima quinta, quarto Kalendas Novembris. Anima ejus requiescat in pace. Amen.

En la prosa y en el verso no hay diferencia de cua

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Entiéndese tambien en cuanta veneracion fueron siempre tenidas las reliquias deste glorioso Santo por los reyes y personas de grande autoridad, pues habiendo sido siempre, como ahora tambien es, el monasterio de Sahagun cosa tan principal y tan insigne entre todos los de España, se trujeron allí sus reliquias, para encerrarlas con otras muchas y muy preciosas en el altar mayor el dia de su consagracion. Así se refiere en el letrero que está esculpido en un poste de la iglesia, cerca del crucero, al lado del evangelio. Dice ast: Hujus altaris consecratio facta est à Domino Ferdinando bonæ memoriæ Asturicensi episcopo in honorem santi Benedicti. Præsentibus episcopis Petro Civitatensi, et Adefonso Auriensi. Infra quod sunt reliquæ de sepulchro Sanctisimæ Mariæ, et Sanctorum martyrum Claudii et Victorici, et Sancti Prudentii. Adefonso Rege catholico regnante in Toleto, et Ioanne Abbate ecclesiam sanctorum martyrum Facundi et Primitivi gubernante. Anno ab incarnatione Domini. M.CLXXXIII VII. Id. Aprilis.

En castellano dice: Hízose la consagracion deste Altar por el señor Fernando de buena memoria, obispo de Astorga, á honra de san Benito, estando presentes los obispos Pedro, de ciudad Rodrigo, y Alonso, de Orense. Debajo dél están reliquias del sepulcro de la Santísima Virgen María, y de los santos mártires Claudio y Victorico, y de san Prudencio. Reinando en Toledo el católico rey don Alonso, y gobernando el abad Juan la iglesia de los santos mártires Facundo y Primitivo, el año de la Encarnacion del Señor mil y ciento y ochenta y tres, á los siete dias de Abril. El rey que se nombra es don Alonso el Nono, que venció la batalla de las Navas. Y es mucho de notar cómo le intitulan católico, y yo no he visto nombrar católico expresamente a ningun rey de España, sino á este señor aquí, desde don Alonso el Cotólico, yerno del rey don Pelayo. Aunque he visto algunos privilegios de nuestros reyes antes deste tiempo, que en general comienzan con decir. Cosa es de reyes católicos honrar las iglesias, etc.

Todo esto he puesto para que se entien la de cuán antiguo era muy estinado y venerado este Santo. Tambien lo es ahora, concurriendo en su festividad á los veinte y ocho de abril á su monasterio muchas procesiones de la comarca. Entre ellas es muy insigne y mas principal la de la ciudad de Logroño, que la tiene votada de tiempo 'muy antiguo, y vienen en ella personas principales de la iglesia y del ayuntamiento. Y la fiesta se guarda en todo el obispado.

Mas aun queda todavía otra dificultad, de dónde está ahora su bendito cuerpo del Santo. Porque en el real monasterio de santa María de Najara afirman tenerlo, por haberlo traido allí el rey don Garefa, su fundador, con otras muchas reliquias, y por testimonio desto muestran una tabla de bronce antigua

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La verdad se manifiesta con los privilegios que se han puesto, pues siendo el rey don Sancho, y la infanta doña Mencia, hijas del rey don García, fundador del monasterio de Najara, dicen despues de muerto su padre. que el cuerpo del Santo está en su monasterio, y no lo podian decir si su padre lo hubiera traido al de Najara. Y lo que los versos de allí dicen tiene lugar por haberse traido alguna buena cantidad de las santas reliquias, como es muy verisimil que el rey don García las haria traer, para enriquecer con tal tesoro aquel real monasterio de su fundacion, como trujo tambien otras muchas reliquias. Y habemos de tener siempre en la memoria aquel santo pundonor, de que muchas veces he dicho, hablando de cuerpos santos, con que se precian en diversos lugares de tenerlos, con tener buena parte de sus reliquias (1). Y tuvo mucha razon Juan Molano, en sus muy diligentes y prudentísimos presupuestos del martirologio, de amonestar la templanza en reprehender por esto á los que así santamente se glorian de tener cuerpos santos. Y en el monasterio de san Prudencio

(1) En el cap. último.

hay escrituras de todos los tiempos de adelante, donde se dice estar allí el santo cuerpo. Sin esto ha sucedido en nuestros tiempos un insigne milagro, que manifiestamente lo confirma. Cuando el año de mil y quinientos y veinte y uno, los franceses entraron hasta cercar á Logroño, el abad san Prudencio, temiendo los enemigos que ya estaban tan cerca, quiso sacar el bendito cuerpo para esconderlo mas léjos. Húbolo de dejar, porque de ninguna manera pudo sacar su mula del distrito del monasterio, con grande espanto de muchos que se hallaron presentes, y dejaron testificado el milagro, tomándose sus dichos en pública forma delante escribano. Así hubo de volver los santos huesos á su cueva, donde están en una rica arca sobre el altar.

Florian de Ocampo hace mencion en su historia de otro san Prudencio (1), y dice fué obispo de Garray, donde estuvo antiguamente Numancia, como en su lu→ gar se ha dicho. Mas de este Santo yo no puedo decir mas, por no haber visto jamás nombrarlo, sino en este autor.

(1) Lib. I, cap. G.

CAPÍTULO J.

LIBRO XII.

El principio del reino de Recaredo. La conversion de los godos à la fé católica: los casamientos del rey; y la descendencia de la reina Clodosinda su mujer.

Alegre cosa es y de mucho gozo comenzar y proseguir en este libro postrero la cosa mas próspera y dichosa que a España en esta sazon le pudo suceder. Parece que al fin de mi trabajo le estaba guardado este premio de escribir de nuestra tierra cosas de mucho gusto y verdadera alegría. Tales eran sin duda para mí que las escribo, y para los que la leyeren: pues se ha de contar la singular merced que por este tiempo hizo nuestro Señor a España en reducirla toda á su fé verdarera, sacándola del error arriano en que estaba. La sangre del glorioso mártir san Ermenegildo parece hervia (como dice nuestro proverbio castellano) en el pecho de su hermano el rey Recaredo: y mas verdaderamente clamaba delante Dios, pidiendo este sumo bien para su tierra. Él tambien fué servido (como lo consideraba san Gregorio (1), hablando del santo Prín cipe), que aquel grano de trigo muerto y sembrado diese fruto de vida espiritual para toda su tierra. Ayudó tambien mucho entrar Recaredo en el reinado con tan buen principio, como fué tener para su consejo y gobierno en él á los santos hermanos sus tios Leandro y Fulgencio, que ningun otro mayor cuidado tenian que de reducir al rey y al reino á la fé católica. Y pusieron tanta diligencia en esto, que á los diez meses primeros de Recaredo ya lo tenian acabado. El Abad dice, que ya cuando llegó este tiempo el rey era católico: y que tratando de ahí adelante mas con blandura

(1) Es san Gregorio Turonense, citado tambien mas abajo. B. TOMO II.

que con rigor, mas con dulces palabras que con ferocidad de imperio con los obispos y sacerdotes de los arrianos, los persuadió se convirtiesen. Desta manera en breve tiempo todos los godos y los suevos fueron con mucha paz reducidos á ia unidad de la Iglesia, ganando en esto este buen príncipe mayor y mas glorioso triunfo que todos los grandes que en la guerra despues alcanzó. Y aunque su afabilidad natural y apacibles pláticas, que san Isidoro mucho celebra, le ayudaron en gran manera para todo esto: mas, como el mismo Santo encarece, la benignidad y buena gracia de su rostro y semblante fué la que mas le valió para acabar este hecho. Ésta, dice el Doctor glorioso, que era en este rey cosa tan insigne y señalada, que bastaba para que los malos con solo mirarle le amasen. Gosvinda, su madrastra de Recaredo, tambien se convirtió ahora dejando su error. Y esta seria la causa por qué el rey hizo (como el arzobispo Turonense escribe) su amistad y alianza con ella, y la tuvo en lugar de madre y por tal la acataba. Mas la conversion desta reina fué fingida, como presto parecerá. El Arzobispo prosigue muy largo los razonamientos que Recaredo hizo á los obispos, proponiéndoles las razones que confirman nuestra santa fé católica contra Arrio, y trayéndoles à la memoria los milagros del tiempo de su padre, que hemos contado (1). El mismo afirma, que en la Narbonense fué dificultosa la conversion, por haber allá un obispo llamado Athaloco, tan perverso y obstinado, que vulgarmente le llamaban Arrio. Y así cuando vió que la conversion de los godos pasaba adelante sin que él pudiese resistirla, se murió de pesar. Tambien hay mencion deste mal obispo en Paulo, el diácono de Mérida, aunque en su libro se nombra Vitálogo; y dice que dos condes Granista y Bilde

(1) En el lib. 2, c. 68.

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gerno intentaron allí mover la guerra á los católicos, dando la muerte y martirio á muchos dellos. Mas presto fueron vencidos y castigados por los capitanes de Recaredo. Y aunque este santo negocio se acabó asi tan presto, no se hizo el concilio para concluirlo y asentarlo del todo hasta tres años adelante, por guerras y otros estorbos, que, como veremos, intervinieron.

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Cuando el rey Recaredo comenzó á reinar ya era casado con la reina Badda, ó á lo ménos por estos primeros años era su mujer, como presto se verá: mas della no se puede saber de qué nacion, ni cuya hija fuese. Y porque en diversos matrimonios deste rey hubo grandes trances y sucedieron algunas cosas notables, que darán claridad á la historia, será necesario contarlo todo mas de propósito, recogiéndolo del arzobispo Gregorio, que lo pone en sus libros muy esparcido. El rey Leuvigildo algunos años antes habia pedido para este su hijo Recaredo á la infanta Ringunda, hija del rey Chilperico de Francia, y de la reina Fredegunda su mujer. Despues de algunas embaja- | das de una parte y de otra, y muchos tratos de conciertos, al fin el francés se la prometió, y enviábala acá con grandes riquezas y acompañamiento. Mas viniendo en el camino sucedió la muerte del rey su padre, y ella no pasó de Tolosa, ni se efectuó este casamiento. Entonces pienso yo que casó Leuvigildo á su hijo con esta reina Badda, que ahora vivia el cuarto año deste rey. Y debió morirse luego: porque Recaredo (como el Turonense muy à la larga trata) pidió | poco despues de sus primeros años de reinado al rey Childeberto de Francia por mujer á Clodosinda su hermana, hija del rey Sigiberto, y hermana de la princesa Ingunda, mujer que fué del santo mártir Ermenegildo. Childeberto no se la quiso conceder hasta que hizo grandes salvas, que no habia sido parte en la muerte de su hermano ni de su mujer Ingunda. Demás desto dió diez mil sueldos por la paz con Childeberto, que queria mover la guerra en venganza de la muerte de su hermana y de su marido. Y esta es la paz en que dijimos se mudó súbito la guerra que este rey Childeberto habia comenzado contra Recaredo. En los conciertos de esta paz le sacó la reina Bruniquilda á Recaredo dos lugares en la Narbonesa, Hamados Jubiniaco y Corneliano. Éstos poseyó algunos años, hasta que por cierta ocasion, que despues parecerá, se volvieron à la corona de España. Y este casamiento y conciertos de paz mucho despues fueron, como en Gregorio Turonense parece, aunque cuenta las cosas algunas veces tan confusas en el orden que no se puede tomar dél entera claridad en el tiempo. Y el de Valclara no hizo mencion desto. La historia general no pone este casamiento hasta el seteno año de Recaredo: y esto viene bien con lo que vivió la reina Badda. Y el durar tanto como le duraron á Recaredo las guerras con éste y los otros reyes de Francia, lo confirma mucho. Mas aunque el casamiento fué cosa de mas adelante, yo lo quise poner luego aquí por quitar la confusion á quien supiese de todos estos matrimonios. Y porque así éstos como, todos los que sucedieron desde las dos hijas del rey Atanagildo, andan muy revueltos por los parentescos, y por la similitud de los nombres de los reyes de Francia y de las mismas mujeres, de manera que no tienen claridad, me pareció necesario poner aquí bien aclarado y recogido todo lo que á esto pertenece, como lo escribe muy derramado el arzobispo de Turs, que vi

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via en este tiempo, y lo' vió todo, y dél tomaron todos lus otros historiadores franceses.

La descendencia de las dos hijas del rey Alanagildo, y los casamientos que dellas para nuestros reyes procedieron.

El rey Atanagildo fué casado con Gosvinda, de quien no se escribe quién es ni de qué nacion. Tuvo della dos hijas Galsvinda y Bruniquilda, y quedando viuda de Atanagildo, Gosvinda se casó con el rey Leuvigildo, que tenia ya de otro matrimonio los dos hijos Ermenegildo y Recaredo, como ya se ha dicho.

Bruniquilda, hija segunda del rey Atanagildo y de la reina Gosvinda, casó con el rey Sigiberto de una parte de Francia, hijo del rey Clotario ó Clodoveo, que partió el reino entre sus hijos.

Destos rey Sigiberto y reina Bruniquilda fueron hijos el rey Childeberto y las dos princesas, Ingunda, que casó con el príncipejsan Ermenegildo, y Clodesinda, que al fin casó con el rey Recaredo. De manera, que los dos hermanos casaron con dos hermanas, y Bruniquilda fué suegra de ambos, y de ambos tambien fué cuñado el rey Childeberto. Y como Gosvinda es madrastra de los dos príncipes, así tambien es abuela de sus mujeres.

Esta reina Clodosinda fué segunda ó tercera mujer de Recaredo, pues fué casado primero con la reina Badda, y la reina Clodosinda primero habia sido prometida al rey Antarico de los longobardos en Italia.

Ántes destos dos matrimonios de Recaredo se habia pedido para él la infanta Ringunda, hija del rey Chilperico de otra parte de Francia, y de la reina Fredegunda, su mujer ó su amiga. Era el rey Chilperico hermano de Sigiberto, y así era tambien nieto de las dos princesas que acá casaron. Con este rey Chilperico casó Galsvinda, hija mayor del rey Atanagildo y de la reina Gosvinda, y hermana de Bruniquilda. Este rey Chilperico tenia antes desto otra mujer ó amiga, llamada Fredegunda, como decíamos; y por órden desta su combleza fué ahogada Galsvinda, siendo hallada muerta una mañana en la cama, sin quedar hijo ninguno della.

Y porque Gunterhamno, rey de otra parte de Francia, era asimismo hermano de Chilperico y Sigiberto era tambien tio del rey Childeberto, y de las dos princesas que casaron acá, y de la que nunca llegó á ca

sarse.

Todo esto conviene tener en la memoria, para no confundirse en esta parte de la coronica: y para ponerlo junto como convenia, no fué posible dejar de anticipar, ayuntando aquí algunas cosas de las que sucedieron despues.

Este año primero de Recaredo es, como ya queda visto, el quinientos y ochenta y seis de nuestro Redentor, conforme á la razon que de la cuenta se dió al fin del libro pasado. Era todavía sumo pontifice san Pelagio, segundo deste nombre, en quien dejamos atrás.

CAPÍTULO II.

El rey ensalzó las iglesias, alcanzó grandes victorias de los franceses, y escap de algunas conjuraciones que se ordenaron contra él.

Celebra san Isidoro entre las otras grandes virtudes

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de Recaredo su mucha liberalidad, que junta con la mo hombre de su casa y crianza. Todo lo demás atrireligion y respeto del cielo, le hizo restituir luego á las buye Paulo á milagro. Afirma que no pudo Witerico iglesias todo lo que en la hacienda y preeminencias su sacar la espada de la vaina dos o tres veces que tiró padre les habia quitado: y añade el Abad, que fundó❘ della. Y aunque algunos de los conjurados por señas y de nuevo por este tiempo algunas iglesias y monaste- palabras secretas le animaban á que acabase el hecho, rios. Tambien restituyó á los suyos gran suma de ha- acometiendo de nuevo á desenvainar su espada, siemcienda, que su padre tiránicamente les habia confisca pre la halló tan firme como si estuviera clavada con la do. En fin, en todo procuraba hacerse tanto amar, co- vaina. Desta manera se impidió aquel dia la cruel ejemo su padre habia querido hacerse temer. Estando ocu- cucion. Sunna tomó nuevo consejo. Venia cerca una pado en esto y en la conversion de los suyos, le entró fiesta, en que el arzobispo, acabada la misa, habia de por la Narbonesa un grueso ejército francés, con un ge- salir con todo el pueblo en procesion de la ciudad á lạ neral llamado Desiderio. Era capitan del rey Gunter- iglesia de santa Eulalia. Determinaron, pues, los conhamno; mas no hizo esta jornada por su mandado, si- jurados hacer este dia la fiera matanza, tomando la no por respetos particulares, que el arzobispo de Turs gente en descuido y ocupada en su devocion. Para maseñala, aunque todos redundaban en complacer al rey yor encubierta y disimulacion ordenaron que al missu amo, y aplacarle, creyendo le tenia ofendido. Los mo tiempo de la procesion saliesen de la ciudad alguque por Recaredo tenían la guarda y gobierno de aque- nos carros cargados de espadas y otras armas, tan enlla provincia, cuyos nombres no se ponen, le dieron la cubiertas y escondidas, que pareciese llevaban sacos batalla á Desiderio, y desbaratándole, quedó muerto de trigo. Tomando éstas, de súbito habian de dar soen el campo con gran multitud de los suyos. Esto es bre la gente desapercebida. No quiso Dios que pasase del Abad así en breve. El arzobispo con alguna mas adelante esta maldad: y compungido Witerico con el particularidad escribe, que al principio Desiderio lle-milagro de no haber podido sacar la espada, vino á vaba de vencida en la pelea á los godos y ellos forzados | Mausona, y confesándole su pecado, le descubrió tamse retiraron á la ciudad de Carcasona, cerca de la cual bien lo que se aparejaba de hacer. El arzobispo cuando se peleaba. Y siguiendo el vencedor á los que se le querian lo supo, dando gracias a nuestro Señor por el cuidado escapar, salieron los de dentro de la ciudad, y matá- que tenia de amparar los suyos, deteniendo en su casa ronle á él y á todos los suyos, con librarse muy pocos. disimuladamente á Witerico, como él tambien lo peEste autor pone esta jornada antes de la muerte de Leu- dia, avisó luego á Claudio de todo lo que sabia. Él con vigildo. Yo sigo al de Valclara, que va señalando los gran prudencia se satisfizo de la verdad; y sin nadie años con mucha particularidad uno tras otro, y pone sentirselo armó muchos de los suyos, con que en breesta victoria en el primero deste rey: ve prendió los condes y los otros principales, y al obispo con ellos y los que se pusieron en defensa fueron muertos en la brega. Todo esto así proveido, Claudio avisó al rey de lo que hasta entonces habia hecho, pidiéndole mandase lo que de ahí adelante debia hacer. El rey Recaredo por su sentencia mandó enviar presos y muy aberrojados á diversos lugares los principales de la conjuracion, privándolos de sus cargos, y confiscándoles todos sus bienes. Del obispo mandó, que si quisiese convertirse y ser católico, aceptase su penitencia, pareciendo digna de perdon. Mas si esto no quisiese hacer, saliese desterrado de toda España. El, perseverando en su error, se pasó en África. A Witerico se le dió el perdon. Y tambien se le dió á otro llamado Vacrila, porque se acogió á la iglesia de santa Eulalia; mas fué con dejarlo por siervo en ella. Esto escribe así Paulo desta conjuracion, sin decir que fuese contra el rey: mas entiéndese bien claro como era contra él, pues querian matar su general y sus fieles vasallos de la tierra. Tampoco nombra Paulo á Segga, ni bace mencion en particular de ningun castigo que en los demás se hiciese. Y por haber sido tan insigne la clemencia que el rey usó en perdonar á todos los culpados, tengo por cierto se le labró una moneda de oro que yo he visto, y tiene de la una parte el rostro y el nombre del rey, y de la otra dicen las letras: EMERITA PIVS. Y en castellano. Piadoso con Mérida.

En el segundo año, quinientos y ochenta y siete del Nacimiento, tuvo Recaredo sosiego de parte de sus enemigos, mas mucho levantamiento de los suyos. Un obispo, llamado Sunna, conjuró contra el rey, con otro por nombre Segga, que debía ser seglar. Éstos fueron las cabezas: mas hubo otros algunos que los siguieron. Fué descubierto su mal tratado ántes que llegase á ningun efecto: y no lo pudiendo ellos negar, el obispo fué desterrado, y á Segga se le cortaron las manos, y se le dió la provincia de Galicia por destierro. Así pasa en breve el Abad lo desta conjuracion. El diácono de Mérida Paulo la cuenta mas á la larga en la vida del arzobispo Mausona, como cosa que pasó en aquella ciudad. Este obispo Sunna era arriano, y por tal lo envió Leuvigildo á Mérida, cuando desterró de allí á Mausona. Despues que volvió Mausona, ya cuando ahora los godos eran católicos, este mał obispo perseverando en su mal error, determinó llevarlo adelante, y matar al arzobispo, y al capitan general Claudio, caballero muy valiente y de grandes virtudes, que tenia el gobierno de la tierra; y lo mismo ordenaba se hiciese de todos los católicos que le quisiesen resistir. Este su mal propósito comunicó el obispo con otros muchos principales, condes y gobernadores de algunas ciudades, ricos y poderosos; y señaladamente con un caballero mancebɔ, llamado Witerico, que fué despues rey de los godos, y ahora se criaba en casa de Claudio. Para comenzar á poner en efecto su malvado designio, el obispo Sunna disimuladamente, so color de comedimiento, envió a decir al arzobispo que lo queria ir á visitar. Y tenia determinado llevar entonces consigo á Witerico, para que diese súbito sobre Mausona, y lo matase. El arzobispo, que no andaba sin recelo, y tambien inspirado de Dios, quiso que cuando el obispo viniese, Claudio estuviese con él. Vino, pues, Sunna acompañado de todos los conjurados; y Witerico se puso á las espaldas de Claudio, co

Mayor peligro tuvo el rey de otra conjuracion, en que se juntó otro obispo Udila ó Uldida con la reina Gosvinda, su madrastra. Trataban de matar á Recaredo, por verle católico, y ser la reina todavía tan perversa arriana, aunque solapada debajo la ficcion de haberse convertido, pues (lo que abominan los oidos y tiemblan las carnes oyéndolo) cuando se le daba el Santísimo Sacramento, lo volvia luego á echar de la boca. Descubierta la conjuracion con todas estas maldades, el obispo Udila fué condenado, y la reina

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enemiga perpetua de los católicos, acabó entonces la tando eonformes las voluntades de los godos y suevos, vida que estas son las palabras con que concluye el la union de la fé católica quiso asentarla y confirmarde Valclara este hecho, sin declarar mas cosa alguna la, con profesarla él en público, y hacer que todos la del castigo. Ya era esto el tercer año de Recaredo, y confesasen. Deseaba tambien proveer y ordenar todo quinientos y ochenta y ocho de nuestro Redentor. Este lo que para la buena conservacion y aumento de la mismo año el rey de Francia Gunterhamno, que nues- verdadera religion en España convenia, con dar tamtros historiadores nombran Goterano prosiguiendo bien ocasion pública de alegría espiritual á todos por todavía la venganza de su sobrina la mujer del glo- la santa renovacion de la gente gótica, con que diesen rioso príncipe san Ermenegildo, y queriéndose tam- á Dios las debidas gracias por tan singular merced. bien vengar de la gran rota de su capitan Desiderio, Para esto mandó juntar concilio nacional de todos los juntó un grueso ejército de muchos mas que setenta obispos de España y de la Francia gótica en Toledo, mil hombres de pié y de caballo, de que hizo general que en número de prelados, y en grandeza y gravedad á un capitan suyo, llamado Bosson, mandándole en- de cosas que en él se trataron, fué el mas solemne y trar destruyendo la Gótica Narbonesa. Éste asentó su de mayor importancia que por estos tiempos hubo en campo cerca de la ciudad de Carcasona, donde la otra el occidente. Fué el tercero de los que se celebraron en vez habia sido el grande estrago de los franceses, y aquella ciudad, y concurrieron en él los cinco arzobisahora se les aparejaba mayor. Cuando el rey Recaredo pos que entonces habia de España, de Toledo, Mé tuvo aviso desto, envió luego allá para defensa de rida, Braga, Sevilla, y el de Narbona en Francia, que, aquella provincia á Claudio, su excelente capitan, y como de atrás ya se sabe, eran llamados entonces obiscomo hemos visto su general ordinario en la Lusitania, pos metropolitanos y obispos de la primera Silla, por con residencia en Mérida, cabeza de aquella provincia; no haberse aun introducido acá el nombre de arzoy por hombre muy señalado en la guerra lo envió para bispos. De los sufragáneos déstos se juntaron con ellos que se opusiese al gran peligro désta. Allí en el Carcases cerca de otros setenta, que el número no está muy se dió la batalla, y los franceses fueron vencidos, y los cierto, todos por sus personas, y los cinco solos por godos los siguieron, matándoles y tomándoles tambien sus procuradores. Y aunque no se hace mencion de los reales con mucha presa. Encarecen nuestros escri- los abades que asistieron, no hay duda sino que tamtores mucho esta victoria. San Isidoro dice que jamás se bien fueron muchos. El órden que en el concilio se tuvo habia alcanzado otra mayor en España. El abad Vicla- fué éste: Estando ya congregados todos los prelados, rense espanta con su encarecimiento, pues dice que el concilio se abrió á los ocho de mayo, la era de seis→ Claudio con trescientos escogidos de los suyos hizo huir cientos y veinte y siete, que es el año quinientos y setenta mil franceses, y mató la mayor parte dellos: y ochenta y nueve de la natividad de nuestro Redentor, por ser tan grande la desproporcion, lo atribuye todo y cuarto del rey Recaredo. El tiempo se señala así en al poderío de Dios. En los autores franceses no hallo particular en el concilio, y corresponde muy bien á mencion desta guerra. Yo tengo por cierto, que por la cuenta de los años que se lleva en esta corónica: y memoria y como triunfo della se labró luego una mo- es ésta una buena certificacion con que ella se comneda de oro que yo he visto del rey Recaredo, y tiene prueba y asegura. El rey se halló este dia en el condela una parte su rostro y su nombre, y de la otra el cilio; y la primera cosa que se hizo fué hablarle él mismo rostro con estas letras al rededor: EMERITA desta manera: Bien creo teneis entendido, reverendíVICTOR. Parece que se procuró dejar en esta moneda simos prelados, como para reducir la forma antigua memoria de Claudio, que era el que gobernaba á Mé- del buen gobierno de la Iglesia, he querido que vengais rida, y de la misma ciudad, que enviaria con él para delante mi presencia. Y porque hasta ahora el impeuna jornada de tanta importancia la gente mas princi- dimento de la herejía nunca dió lugar que se juntase pal que tuviese. Por esto se dice en la moneda, que el concilio, como lo pedia el santo uso antiguo de la Iglesia rey venció con Mérida; haciendo el buen agradecimien- cristiana. Dios, á quien plugo por su misericordia quito á la ciudad y al general. Tambien tenia un poco de tar de mí y de todos tan gran miseria, él mismo mę braveza el significar que con sola una ciudad y su gen- ha inspirado que comience á reparar en su Iglesia cate habia vencido sus adversarios. Paulo el diácono de tólica de España ésta y las otras sus antiguas y santas Mérida dice deste caballero Claudio, que era de ilustre costumbres. Debe, pues, ser para todos el dia de hoy linaje, y nacido de padres romanos. Puédese entender ocasion de mucha alegría y regocijo espiritual ver cófuesen algunos que vinieron con los godos, y de los que mo por divina providencia la costumbre canónica de de mas antiguo acá residian. la Iglesia se reduce á lo que los Santos Padres pasados en ella siempre usaron. Mas antes que nada se comience, as pido y amonesto os ocupeis en ayuno, vigilias y oracion, para que por don del cielo se vuelva á pareçer en todo aquel antiguo resplandor de santidad, de tal manera ofuscado ya en los pensamientos de los pre

No hemos tratado nada de los arzobispos de Toledo despues que dejamos en Montano. Y ha sido por no haber habido cosa particular que pudiese referirse dellos. Solo sabemos que el catálogo prosigue despues de Montano los arzobispos desta manera: Juliano, Bacauda, Pedro y Eufimio ó Eufemio. Y de Eufemio en el capítulados con el largo olvido, que en estos tiempos ya no

Jo siguiente tratarémos. Solo se ha de entender que de ninguno destos sucesores de Montano no hizo mencion san Ildefonso. Y así no se sabe dellos mas que sus nombres, como están en los catálogos ó memoriales.

CAPÍTULO III.

El solemne concilio que este rey mandó celebrar en Toledo. Como se habian los reyes godcs en lo de la Iglesia y porqué se llamaban Flavios.

Teniendo ya Recaredo sosiego en las guerras, y es

se tiene ninguna noticia del. Fué tenido en tanto este razonamiento del rey por todo el concilio, que en algunos ejemplares antiguos de los del real monasterio de San Lorenzo, se hace mencion dél en el título del concilio como de cosa muy señalada. Y cierto lo era, por ser la primera vez que rey godo esto hacia. Y por cosa tan principal lo imitaron despues los reyes siguientes, como en los concilios de adelante veremos.

Acabando el rey de hablar, dió luego todo el concilio muchas gracias a Dios por verse así ayuntado, y al

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