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don Fernando Ansurez, el conde don García Ordoñez, que llaman de Cabra (y por Garibay, llamado el Crespo con toda la caballería. Rompieron unos entre otros con coraje y brio, y aunque se porfió lo posible, la caballería castellana fué rota y maltratada, que murieron trescientos dellos. Avisado el rey don Sancho, acudió con todo su campo á socorrerlos; pero el rey don García no quiso esperarlo, sino con el órden que pudo, y semblante de victorioso, se fué retirando la tierra de Portugal adentro.

Aunque en el primer encuentro que el rey don García tuvo con la vanguardia de la caballería castellana Hlevó lo mejor, con todo se recelaba y temia, porque era mayor mucho el poder de su hermano, y no se hailaba del todo seguro de la propia gente que consigo tenia. Habló con los caballeros portugueses, poniéndoles delante su nobleza, y lo que de su lealtad fiaba, y lo mismo hizo con los gallegos, en los cuales todos halló las voluntades y ánimos que deseaba. Dicen, que temiéndose el rey don García del gran poder del rey don Sancho, fué en persona á los reyes moros, y les pidió ayuda, ofreciéndoles, que si vencian á los castellanos, quitarian luego el reino de Leon á don Alonso, y se le daria á ellos; y que los moros le respondieron, que cómo les daria el reino ageno, pues el que tenia propio no le podia defender; que acordaban estarse quedos, y no tomar enemistad con el rey de Castilla por causas agenas. Así le despidieron con buena gracia dándole dineros, y vuelto recobró algunos castillos que don Sancho le habia tomado.

Entróse el rey don García en Santaren, esperando las gentes que habia llamado para salir en campaña contra su hermano. El rey don Sancho no le quiso dar tanto lugar, y á toda diligencia marchó derecho á Santaren, y echóse sobre este lugar, encerrando en él á don García; y si bien lo combatió, halló en los de dentro poderosa resistencia. Y teniendo el rey don García por caso de ménos valer que su hermano le tuviese cercado, salió fuera á darle la batalla un dia muy de mañana. Ordenaron sus campos; en el de los castellanos iba de vanguardia el conde don Carcía Ordoñez, mozo valiente y brioso, y el conde de Monzon; don Feruando Ansurez llevaba el costado derecho, y con él el conde don Nuño de Lara; y en el otro costado de la batalla iba el conde don Fruela de Asturias, y en la retaguardia iba el rey, acompañándole el conde don Diego, señor de Osma, que llevaba el perdon real; y todos con muy buen semblante y órden se acometieron, haciendo el rey don García el oficio de general des campo, nó como rey mozo, sino como diestro y cursado capitan, animando á los suyos, y ordenándolos con palabras y obras. Antes que los campos rompiesen, dicen que Alvar Fañez, pariente de Rodrigo Diaz, se puso á pié y desarmado ante el rey don Sancho, y dijo: señor yo jugué mis armas y caballo, si sois servido mandadme dar otras, que yo prometo de pelear y serviros en esta batalla por seis caballeros, y sin que me tengais por traidor. Y que el conde don Nuño dijo al rey: dadle, señor, lo que pide, que él cumplirá lo que promete, y que el rey le mandó dar unas armas y caballo. Encendióse la pelea, y anduvo en un peso la victoria, cayendo y muriendo igualmente de ambas partes. Murió un gran caballero portugués, llamado Gonzalo de Sies, de la parte del rey don García. Pero comenzaron á desconcertarse los castellanos, y perder del campo. Fué mal herido el conde don Nuño, y derribado del caballo, y preso el conde don García Ordoñez, y queriendo el rey

TOMO II.

don Sancho poner en órden su gente, se metió en lo mas apretado y peligroso de la batalla, donde fué preso y los castellanos estando ya sin capitanes á quien obedecer, y perdido el rey, volvieron las espaldas. El rey don García fué el que con un tropel de caballeros valientes que le acompañaban, prendió al rey don Sancho, y con codicia de ejecutar la victoria y alcance por su persona, lo entregó á seis caballeros que le guardasen, que no debiera. Y el rey don Sancho dijo a los caballeros que le soltasen, y que él prometia y daha su fé y palabra real de salirse del reino, y que jamás volveria contra el rey don García su hermano, y demás de esto á ellos les haria crecidas mercedes. No bastaron las promesas del rey, para que los caballeros faltasen en la confianza que dellos habia hecho el rey su señor. Estando ellos en esto, llegó Alvar Fañez, el caballero que habia pedido armas y caballo, y prometido que pelearia por seis. Viendo al rey don Sancho preso, apretó las piernas al caballo, diciendo á grandes voces: dejad, caballeros, libre al rey mi señor. Acometiólos con tanta furia, que antes de quebrar la lanza derribó dos de ellos, y apretó los cuatro de manera, que los hizo ir huyendo á todo correr de los caballos; y Alvar Fañez tomó uno de los caballos que perdieron los caballeros que habia derribado, y diólo al rey don Sancho, y retirarónse ambos á un montecillo, donde se habian hecho fuertes unos caballeros castellanos. Y díjoles Alvar Fañez: veis aquí libre al rey mi señor, ruégoos mucho, caballeros, que mireis quién sois, y la honra y prez que en las lides siempre ganasteis, y que no la querais perder hoy. Juntáronse hasta cuatrocientos caballeros de los que se habian desbaratado, y iban de vencida, y llegó allí Rodrigo Diaz, llamado el Cid, con otra tropa de ellos que traia en su compañía, que serian hasta trescientos, que no se habian hallado en la primera batalla y rompimiento. Y conocido Rodrigo Diaz por el pendon verde, que era su seña, holgóse mucho el rey don Sancho, y díjole: seais bien venido, Rodrigo, que llegais á tiempo que puedo decir, que ja➡ más vasallo socorrió á su señor como vos ahora á mí, que me tenia vencido y preso el rey don García mi hermano. Rodrigo Diaz besó la mano al rey por el favor que le hacia, y dijo. señor, yo os serviré de manera este dia, que por donde vos fuéredes, 6 sereis vencedor, ó yo quedaré muerto en el campo. Dicho esto bajaron hechos un escuadron del montecillo donde se habian juntado á lo llano de un campo, para esperar allí al rey don García, y volver á pelear con él.

Volviendo del alcance el rey don García alegre y con el gozo que suele causar la victoria, cierto y seguro della, y de que tenia preso á su hermano el rey don Sancho, llególe aviso como se lo habia quitado un solo caballero á los seis que lo llevaban y que mirase por sí, porque en el camino le esperaban enemigos para renovar la batalla, y que estaba con ellos el rey don Sancho. Turbóse el rey con tal nueva, y viendo que no podia excusar volver á las manos con su enemigo, recogió los que pudo, y pusiéronse todos en órden, y comenzaron á pelear con doblado coraje que antes, unos por no perder lo ganado, otros por cobrar lo que habían perdido. Volvió su rostro como suele la fortuna, y inclinose en favor de los castellanos, de suerte, que los vencidos eran ya vencedores, que tales daños nacen de la demasiada confianza, y son suertes que mil veces acontecen en la guerra. Los portugueses y gallegos fueron rotos y maltratados; murió un gran caballero, que llama el infante don

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Pedro amo 6 ayo del rey don García, y otro gran Parece haber reinado don García en Portugal y Ga número de caballeros, y fué preso el mismo rey don licia desde la era mil ciento y tres, en que murió García, y puesto á mejor recado que él supo poner su padre, hasta la era mil ciento y siete, en que sotres horas antes al rey don Sancho su hermano. Con lamente se halla memoria con el tiempo de su reino la prision del rey don García se allanaron luego Ga- en una escritura que trae el padre fray Bernardo, licia y Portugal, y recibieron por señor al rey don lib. 7 cap. 29 que es una venta que hizo Munio Dordiz Sancho de Castilla. Desta victoria que el rey don San- sacerdote, al abad y monges del monasterio de Aroucho hubo por el esfuerzo y valentía de Rodrigo Diaz ca, de tres casas en Lamas, término de Arouca. Dice el Cid, dice el tumbo negro de Santiago. Et cuando se en la data: Obtinente rege Garcia imperatoris Ferrandi combatió el rey don Sancho con el rey don Garcia en San- filius Portugale et totam Galeciam; et rege dono Sanccio taren, no hobo hi mejor caballeyro de Rodric Diaz, et se- Imperante Castella, et Legione Domnus Alfonsus, fecha guró su seynnor, que le levaban priso, et priso Rodric à cinco de abril, era mil ciento y siete. Tambien conDiaz al rey don Garcia con ses homes. No podré decir el firmó el privilegio que su padre concedió á Lorbau tiempo que duró esta guerra. arriba referido, mas no dice en qué año, ni dia.

Haber sido la guerra entre los dos hermanos don Sancho y García, desde la era mil ciento y ocho en que comenzó (como dije), hasta la de mil ciento y nueve, en que ya don García estaba despojado del reino, consta con evidencia, por la escritura de esta era que referí de una donacion que Munio y su hermana doña María dieron al monasterio de San Pedro de Arlanza, con otro monasterio que se decia San Estevan de Villa-Jimeno, martes á diez de mayo, año mil y setenta y uno; donde dice que don Sancho con la reina Alberta reinaban en Castilla y Galicia. Y que asimismo el rey don Sancho cumpliese con su hermano don Alonso lo que le prometió, porque le diese paso por su tierra para ir contra don García, y que le dió parte del reino de Galicia; parece por una donacion, en que doña Munia dió á la iglesia de Sasamon sus divisas. Era mil ciento y nueve, que es el mismo año mil y setenta y uno, mártes á veinte y tres de noviembre, dice que reinaba don Sancho en Castilla, y su hermano don Alonso en Leon y en Galicia, y por esta concordia, que luego que don García fué deshecho, hubo entre los dos hermanos partiendo la capa del desdichado, pusieron preso á don García en el castillo de Luna, que fué un fuerte presidio en el reino de Leon, á siete leguas de la ciudad, y á la entrada de los montes de Torrestio y Bavia, que es una tierra brava y áspera en Asturias. Y es claro, que si don Sancho y don Alonso no estuvieran conformes en descomponer á don García, no le pusiera don Sancho en prision en la tierra de don Alonso. Y porque acabemos con él digo, que estuvo preso en el castillo de Luna todos los dias que vivió, porque aunque don Alonso su hermano sucedió en los reinos, ó no le quiso dar libertad, ó si se la dió fué de manera que don García no la quiso, y murió en Luna, y se mandó enterrar en San Isidro de Leon, con las prisiones en que habia muerto, y junto á las sepulturas de sus padres, como está en una arca grande de piedra, tallada su figura toscamente en la tapa con grillos en los piés, y esta letra gótica:

H. C. Domnus Garcia rex Portugalin et Galeciæ, filius regis Magni Ferdinandi; hic ingenio captus á fratre suo, in vinculis obiit.

Era M. C. xxviij. xi. Kal. Aprilis.

Que es: Aquí descansa don García, rey de Portugal y Galicia, hijo del gran rey Fernando, el cual fue preso con arte ó cautela por su hermano: murió en las prisiones año de mil y noventa á veinte y dos de marzo. Bien me holgara saber qué ardid fué el de don Sancho para prender a su hermano don García, mas yo no lo he leido, ni autor que diga mas de lo que he referido.

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Por una relacion muy antigua del tumbo liber fidei de Braga consta como el rey Don García comenzó á restaurar la iglesia desta ciudad. Comienza : Postquam Hispania paganorum gladiɔ cosa est propter peccata inhabitantium, quedó desierta y sola. Y recogiendo los cristianos con el favor de Dios las fuerzas, comenzaron poco á poco á dilatarse y sujetar para su servicio los lugares que pudieron. Y las iglesias que ántes estaban dedicadas á Dios, las usurparon y hicieron seculares; otros al contrario, edificaron en sus aldeas, iglesias y monasterillos, y á éstos anexaron las iglesias que en los tiempos antiguos eran preclaras y célebres; como lo hizo el rey don Ordoño sujetando á Braga (quæ metropolis, et mater fuit totius Galletix) al lugar de Santiago, usque ad murum, ipsa penitus manente destructa, et in lapidum congeriem versa. Pasados, pues, muchos años desta manera, muriendo ahora en nuestros tiempos el cristianísimo rey don Fernando, dividió su reino entre sus tres hijos, Sancho, Ildefonso, García; de los cuales García obtuvo la parte occidental del reino, en la cual está Braga. Vinieron á él Vistrario, obispo de Lugo, Cresconio, obispo de Iria, y otros religiosos y condes de la tierra, rogándole que mandase restaurar la iglesia de Braga, y poner en ella obispo; á los cuales el rey oyó benignamente, y mandó llamar los viejos y mas nobles de la tierra, que vivian cerca del lugar de Santiago, y queriéndolo ellos así, les dió el monasterio real llamado Cordario, y recibió dellos todo lo que tenian en Braga, que el rey don Ordoño les habia dado, y el rey don García lo restituyó todo á la iglesia de Braga, era mil ciento y nueve. Y luego los dichos obispos comenzaron á reedificar la iglesia de Braga, en memoria de la bienaventurada Santa María. Pero ántes de acabarse, y habiéndose dilatado el poner en ella obispo, levantóse el rey don Sancho contra su hermano don García, y prendióle y desterro le, y tomóle el reino. Con estas perturbaciones vinieron los del lugar de Santiago, y sin órden del rey, soberbiamente tomaron todo lo que al rey don García habian dado, y el rey á la iglesia de Braga, quedándose asimismo con el monasterio Cordario, que en recompensa habian recibido.

Despues el rey don Sancho puso en la iglesia de Braga por su obispo á Pedro: pero no le dió nada de sus bienes, ni lo que su hermano el rey don García habia dado, y como el rey don Sancho murió luego, no hizo cosa memorable, por el poco tiempo que tuvo. Despues el rey don Alonso obtuvo todos los reinos de su padre, y tuvo muchas guerras contra sarracenos, y congregó muchos sínodos, hallándose en ellos legados de la iglesia romana, y confirmó los decretos de los santos cánones. Pero el obispo Pedro de la iglesia de

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Como don Sancho se vió señor de Galicia, y poderoso en Castilla, quiso volver las armas contra su hermano don Alonso, y quitarle el reino, como siempre habia sido su tema y porfía. Y la ocasion que buscó para dar color á esta guerra no la sé, mas de que dicen, que luego que volvió de Galicia, resueltamente envió á decir á su hermano, que le dejase el reino que por razon de ser hijo mayor de sus padres, le competia; donde nó, que le intimaba la guerra. Pudo hacer esto don Sancho, porque en estos mismos dias, (como dejo dicho) murió la reina doña Sancha su madre, y no habiendo ya á quien tener respeto, y pareciéndole que él por ser mayor era mas cercano heredero de su madre, rompió de hecho con don Alonso. Era don Alonso en estos dias mozo de poca edad, que así lo dice una carta en que unos caballeros dieron al monasterio real de Sahagun unas heredades, era de mil y ciento y seis, que es año mil y sesenta y ocho, dice, reynando don Alonso, mozo de poca edad, en Leon. La guerra se comenzó entre los dos hermanos en la era mil y ciento y ocho, que es año mil y setenta, ó poco antes en fin del año precedente, como aquí mostraré con evidencia, y se acabó y quedó don Alonso despojado, y don Sancho con todos los reinos de Castilla, Leon, y Galicia, como parece por una escritura que refiero de una donacion que Requina hizo á la iglesia de Astorga en la era mil ciento nueve, que es año mil setenta y uno, á diez de agosto, dia de san Lorenzo, donde dice que reinaba en Leon don Sancho. Y en los meses antes déste y años todas las escrituras dicen que don Alonso reinaba en Leon, y don Sancho en Castilla. Por manera que debió de durar la guerra entre los dos hermanos algo mas de un año. Y el.ser don Alonso monge en Sahagun, y salirse de allí, y irse á Toledo desde este mes de agosto ó julio hasta el mes de octubre del año siguiente de la era mil ciento y diez, año mil setenta y dos; en el cual año y mes fué don Sancho muerto sobre Zamora, como veremos.

Asentado pues el tiempo que duraron las armas entre los dos hermanos, digo que la cólera y diligencia grande que el rey don Sancho tenia tratando la guerra, era la que debe tener un capitan escogido, cual este príncipe fuera si se lograra. Que no hay cosa que mas dane en la guerra, que el ser tardo y perezoso el que la dispone y gobierna; y digo esto no por haber sido soldado, que jamás supe otra vida (salvo la de mi niñez) sino la de fraile y libros, sino por lo que he leido, que ha sido algo. Vuelto á Castilla con los capitanes y gente de guerra, que era la mejor y mas cursada y lucida que entonces tenia España, resuelto en la guerra, desafiado su hermano, y determinado en defenderse, le entró y corrió la tierra, haciendo las muertes y robos que pudieran hacer los infieles si la entraran. El rey don Alonso, doliéndose destos males, envió a decir á don Sancho, que no se cansase en aquello, pues veia que era obra inhumana matar y robar á los inocentes, que le desafiaba para una batalla campal, y que á quien Dios diese la victoria, diese tambien los reinos. Aceptó el rey don Sancho el desafío, y

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señalaron tiempo y lugar, que fué Llantada, que es cerca de Carrion.

Gobernaba la persona y hechos del rey don Alonso don Pedro Assures, un notable y valiente caballero de la ilustrísima y antigua famila de los Assures, señores de Monzon cerca de Palencia, que despues fué conde de Carrion y de Saldaña, y Liebana, y señor de Valladolid, y aumentador magnífico desta nobilísima ciudad, que de aldea de Cabezon, es en estos dias, y ha muchos que lo es, silla de los reyes, y gran munarquía de España. Hizo el oficio de general en esta guerra con otros sus hermanos y parientes don Pedro Assures. De la parte del rey don Sancho venia Rodrigo Diaz el valiente Cid, que libró al rey su señor destos peligros, y le hiciera señor de toda España si hubiera fuerzas contra una traicion. La batalla se dió, y se riñó, y porfió lo posible con muertes y heridas de muchos. La victoria quedó por los castellanos por las buenas manos de Rodrigo Diaz, y el rey don Alonso se valió por los piés de su caballo. Recogió sus gentes para volver sobre sí, y fuese retirando hacia la villa de Carrion (que en este tiempo llamaban Santa María. Revolvió el rey don Alonso con tanto poder y furia, que rompió y deshizo á su enemigo vencedor, de manera que el rey don Sancho se vió en peligro de ser preso. Huyó, y Rodrigo Diaz recogió la gente; y pareciéndole que los leoneses se descuidarian con el gozo de la victoria, quiso darles una alborada. Los leoneses victoriosos estaban alojados en Volpellera, que ahora dicen que se llama Valpellaje, cerca de una granja que se dice Villaverde, que es del monasterio de San Zoil, y está como una legua del soto de Mazintos y vega del rio de Carrion, y tres leguas deste lugar. Rodrigo Diaz madrugó, y dió sobre los del rey don Alonso tan de improviso sin ser sentidos, que antes que pudiesen tomar las armas y ponerse en órden, fueron vencidos y desbaratados. Y el rey don Alonso se metió en Carrion, y se hizo fuerte en la iglesia de Santa María, donde le cercaron, y al fin se hubo de rendir. Los caballeros leoneses echando ménos á su rey, revolvieron como desesperados sobre los castellanos, y les dieron tan recia carga, que los hicieron retirar; y topando con el rey don Sancho, que como todos andaban desbaratados no traia consigo la guarda y gente que convenia, le prendieron trece caballeros leoneses. Y sabiendo Rodrigo Diaz la prision del rey, sin esperar compañía ni tomar una lanza, al galope del caballo fué en seguimiento de ellos, diciéndoles á voces que le diesen al rey su señor, que él les daria el suyo. Los caballeros leoneses respondieron, que se volviese en paz, si no queria que le llevasen á él preso como llevaban á su rey. Rodrigo Diaz enojado, les dijo: dadme una lanza de las que llevais, y yo solo pelearé aquí con vosotros trece. Estimaronle en poco los leoneses, y diéron!e la lanza, con la cual se desenvolvió tan bien entre ellos, que mató unos, y huyeron otros, y libró al rey. Esto dice la historia deste caballero, que por estar tan llena de mentiras tengo en poco. Fuese así ó de otra manera, Rodrigo Diaz fué gran parte para que el rey don Sancho quedase con victoria, y don Alonso preso, y así lo dice el tumbo negro de Santiago: Et quando combatió el rey don Sancho con el rey don Alfonso su hermano en Volpellera prop. de Carrion, non vbo hi mellor caballeyro que Rodric Diaz.

Favorable se mostraba la fortuna al rey don Sancho de Castilla, victorioso, y con los despojos del campo y prisioneros se fué à Burgos, y llevó al rey don Alonso consigo, donde luego acudió la infanta doña Urraca

hermana de ambos reyes, que queria grandemente á don Alonso, con temor no ejecutase en él don Sancho alguna mala determinacion. El rey don Sancho mostró holgarse con su hermana, y ella se puso en concertarlos, y quiso valerse de Rodrigo Diaz para que terciase con el rey don Sancho el cual mostró mala voluntad en ello, mas acabaronlo con él Rodrigo Diaz y otros caballeros. Y quiso dar libertad á su hermano don Alonso, obligándole á otra prision de por vida, que fué que tomase el hábito de san Benito en el monasterio real de Sahagun. Lo cual hizo así don Alonso mas de fuerza que de grado, como lo mostró presto dejando el hábito, y yéndose á Toledo, donde estuvo como en su historia se dirá.

Supo el rey don Sancho como su hermano don Alonso habia dejado el hábito, y ídose á Toledo: pesóle de ello, y luego fué en campo formado á coronarse en Leon. Hízolo sin resistencia, apoderándose de todos los lugares del reino facilmente, y solemnemente se coronó, llamándose rey de Leon, Castilla, y Galicia. Dicen que era muy hermoso de rostro, y de persona valiente, y tan animoso y determinado corazon, que moros y cristianos le temian, y pronosticaban dél grandes cosas, no solo el quitar los reinos á sus hermanos, mas á todos los moros de España. Cortáronse tales esperanzas en agraz. La edad del rey en este año era muy florida, porque solo le apuntaba la barba.

lidad y pecho cristiano, amor y obediencia que tenia á san Pedro y san Pablo, y encomendándole mucho, que como príncipe cristiano perseverase siempre en esta fé, que san Pedro á quien Dios habia constituido principe sobre todos los reinos del mundo se lo agradeceria. Deste mismo año mil y setenta y cuatro y dia veinte de marzo, en que es la data de la carta para el rey don Sancho, hay otra que el papa escribió á don Sancho rey de Castilla, y a don Alonso rey de Leon, que viene å ser, si el rey don Sancho murió sobre Zamora, era mil y ciento y once por el mes de octubre, y don Alonso estaba huido en Toledo despojado de su reino, casi año y medio despues de muerto don Sancho, y don Alonso en el reino, que tanto como esto tardó el papa en saber este hecho, 6 por no haber en España quien se lo escribiese, ó por ser tan largo, y en aquellos tiempos tan dificultoso el camino. La carta para los dos reyes hermanos dice así:

Gregorius Episcopus servus servorum Dei Alfonso e Sanccio Regibus Hispaniæ á paribus, et Episcopis in ditione sua constutis, salutem, et Apostólicam benedictionem.

En este título de la carta hablando con los dos reyes, y en aquel término á paribus, quiere claramente decir que ambos reinaban juntamente, y que aun no se habian despojado de los reinos, ni era muerto don Sancho; y habiéndose despachado la carta como dije á veinte de marzo año mil y setenta y cuatro, que es la era mil y ciento y doce, que es año y medio despues de la muerte de don Sancho sobre Zamora, por lo menos es fuerza que digamos, ó que la data de la carta apostólica, que no es creible, está errada; ó las eras y memorias de las escrituras que he referido; ó que tardó en saberse en Roma las disensiones y guerra civil de los dos hermanos, año y medio; ó la carta del papa se escribió año de mil y setenta y tres, luego que fué electo, y así lo dice Baronio, y no año mil

Las guerras que hubo entre los dos hermanos, y el tiempo dellas y aprieto, y trabajo en que don Alonso estuvo, y quién le libró de ellas, se saca sin poder haber duda de unas cartas del papa Gregorio séptimo, y de san Hugo abad de san Pedro de Cluni. Luego que el cardenal Hildebrando, monge de san Benito cluniacense, fué elegido por papa Gregorio séptimo, que fué en el año de Cristo mil y setenta y tres, á veinte y dos de abril, en el mismo mes ocho dias despues de ser electo, los segundos legados que despachó despues de haber enviado dando cuenta de su eleccion á Henri-y setenta y cuatro como él pone. Dice la carta, que co rey de Alemania fueron Hugo Candidato cardenal, mandándole venir por Francia á España con cartas para Geraldo obispo Ostiense, y Raimbaldo subdiacono, legados en Francia, pidiéndoles ayudasen á Hugo en lo que pudiesen, y que en San Pedro de Cluni pidiesen á san Hugo su abad diese algunos monges que acompañasen al cardenal Candidato, para que con ellos tuviese en España el consejo, y ayuda necesaria para la buena direccion de los negocios que con los reyes tratase, y para la reformacion de costumbres y otras cosas tocantes á la Iglesia que se pretendian. Porque con la entrada de los moros, y el cuidado forzoso que los españoles tenian de las armas, estaban muy depravadas las cosas de la Iglesia; y para reformarlas, quiso el papa que el legado trajese monges tan reformados y santos como los de San Pedro de Cluni. De suerte que esta primera reformacion se debe despues de perdida España á los monges de san Benito.

Llegó el legado por tierra á Aragon reinando don Sancho Ramirez, y en este reino y en el monasterio de San Juan de la Peña se juntaron algunos obispos, y recibieron al legado con los monges, y ordenaron el rezo y otras cosas segun el uso de la iglesia romana. Y así el rey don Sancho Ramirez escribió al papa, que él habia recibido la reformacion como su santidad se lo habia mandado, y el rezo romano, segun el cardenal Hugo su legado lo habia ordenado. Y el papa por el mes de marzo año mil y setenta y cuatro, escribió al rey don Sancho de Aragon estimando en mucho su fide

san Pablo prometió de venir en España, que despues envió desde Roma siete obispos que la sacaron del error y de la idolatría, y plantaron la religion cristiana, y mostraron el órden y distribucion de los divinos oficios, y con su sangre dedicaron las iglesias, por donde consta con cuanta concordia y conformidad la iglesia de España en los divinos oficios siguió el estilo de la romana. Que despues los herejes pricilianistas la extragaron, y la perfidia de los godos arrianos la depravaron y apartaron del ritu romano, y despues apoderándose della los sarracenos, no solo fué destruida la religion cristiana, pero los bienes y riquezas fueron menoscabados. Que por tanto les ruega que como hijos de tales padres, si bien haya habido algunas quiebras, se reduzcan, y reconozcan á su madre la iglesia romana, y se conformen con ellos, y que reciban el oficio y orden romano, y dejen el de Toledo ó de otra cualquiera iglesia, siguiendo la de Roma que san Pedro y san Pablo fundaron con su sangre sobre firme piedra, que es Cristo, contra la cual las puertas del infierno, esto es, las lenguas de los herejes, no pueden prevalecer, que así tienen y guardan este órden los demás reinos de poniente y septentrion. Que era bien y fuerza que tuviesen el oficio divino, de donde tuvieron el principio de la religion, como lo dicen la carta que Inocencio escribió al obispo Eugobino, y la de Hormisda al de Sevilla, como lo muestran los concilios toledano y bracarense, y como prometieron hacerlo así los obispos que de España poco ha

habian ido á Roma, y lo firmaron en manos del mismo, cel, y libraron de la muerte á don Alonso, y de las peGregorio. nas de purgatorio estando en ellas, como adelante veremos, y el aumento de la pension que se daba á San Pedro de Cluni.

Hizo las diligencias posibles el papa Gregorio, como por esta y otras cartas escritas al rey don Alonso consta, para que en España recibiesen el rezo y ceremonias de la iglesia romana; y para esto envió al cardenal Hugo, y á los monges de Cluni para que lo predicasen y enseñasen. Persuademe esto que en San Pedro de Cluni rezaban como en la iglesia de Roma, porque si rezaran y hicieran los demás oficios divinos diferentemente, queriendo el papa que en España rezaran y cantaran como en Roma, no enviara monges cluniacenses, sino clérigos que lo enseñaran; y siendo fuerza que los monges rezasen conforme á la regla de San Benito que profesaban, es fuerza, que en lo que es el rezo romano, era el mismo que san Benito ordena en su regla. Vinieron, pues, estos santos monges de Cluni con el cardenal Hugo Cándido, cuando los dos reyes hermanos andaban tan á malas como dice la historia, y así por fuerza hubo de ser año mil y setenta y tres, luego que fué elegido Gregorio, y aun así lo dice Baronio. Consta esto por lo que escribió Hugo, como lo trae Surio tom. 2, die 29, Aprilis, (escribiendo la vida de san Hugo, abad de Cluni) escribió Hugo lo que vió, y debió con los monges cluniacenses de procurar concordar los dos reyes hermanos, dice así: Sed etiam Adefonsum Hispaniæ regem liberavit: tratando los milagros de san Hugo (Eum namque frater ejus Sanccius regno privaverat, captum et catenatum carceri mancipaverat, ille vero pius Hugo Abbas cluniacensis compatiens pro eo apud Dominum præcibus instabat; et Apostoli Petris confidens meritis a Domino eum absolvi poscebat. Nec mora beatus Petrus Apostolus cuidam fratri Cluniaco apparuit, preces Hugonis pro Adefonsi ereptione Deum admisisse revelavit, fecit etiam illud Adefonso in carcere menciari. Porro Sanccio insomnis sub gravi cominatione præcepit, ut cito Adefonsum restitueret, nec differre ausus esset, et Sanccius terrore correptus, Adefonsum statim restituit. Restitutus ille Deo, et liberatori suo gratias egit, censumque quem pater suus Ferdinandus quotannis cluniacensi monasterio solvendum instituit, ipse duplicavit ducentas et quadraginta auri uncias annuatim reddens.) Esto dice el cardenal Hugo escribiendo, como dije, de san Hugo, abad de Cluni. Dice en nuestra lengua: Libró al rey don Alonso, porque le privó del reino don Sancho su hermano, y le puso en una cárcel cargado de cadenas, y condoliéndose dél aquel pio varon Hugo, abad de Cluni, rogó al Señor por él, y confiándose en los méritos de san Pedro pidió por su intercesion que Dios le librase de aquella prision. No se deteniendo, pues, san Pedro apareció á un monge de Cluni, y le reveló como Dios habia oido las oraciones de Hugo por la libertad de don Alonso. Hizolo luego saber á don Alonso en la cárcel. Demás desto estando durmiendo don Sancho, debajo de grandes amenazas le mandó que luego diese libertad á don Alonso, y no se atreviese á dilatarlo. Temeroso don Sancho luego soltó á don Alonso. Puesto en libertad dió gracias á Dios, y á quien le habia librado de la prision, y dobló la pension ó censo que su padre don Fernando habia ofrecido á San Pedro de Cluni, dando cada año doscientas y cuarenta onzas de oro.

En la prision de don Alonso, y su libertad pudo haber los conciertos que nuestras historias dicen, de que fuese monge en Sabagun, y esto que dice Hugo. Por manera que monges benitos de Cluni sacaron de la cár

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Los monges de Cluni que acompañaron al cardenal, fueron Roberto, el uno y el otro se llamó Marcelino, y es creible que serian de los principales en letras y religion de aquel insigne y gran convento de San Pedro de Cluni, y escogidos por un abad santo, cual fué Hugo. Premió el rey don Alonso los trabajos destos dos monges, dando al uno la abadía de San Benito de Sahagun, y á Marcelino el priorato de Santa María la real de Nájara, donde se hallan y nombran con estos oficios en muchas escrituras, y parece que Roberto duró poco en la de Sahagun.

Igualar queria el rey don Sancho á todos sus hermanos. Ya habia quitado los reinos á los dos, como queda dicho, y luego quitó á doña Elvira la ciudad de Toro con intencion de tomar tambien à Zamora como lo hizo, y le costó la vida. No hallo quien diga cómo pasó la toma de Toro, ni qué embarazos hubo en ella, ni en qué tiempo fué. Antes de llegar á Zamora, diré lo que dicen algunos privilegios del rey don Sancho. Referí, tratando la historia del monasterio de Sahagun, uno de donacion que hizo á esta casa una doña Elvira con su hijo Lain Fernandez, á cuatro de mayo, era mil ciento diez, que es año mil setenta y dos : dice que reinaba don Sancho en Leon y en Castilla; y primero de abril deste año, dice otro que reinaba en Leon don Alonso; y otras muchas escrituras hechas despues de la batalla de Volpellera y prision de don Alonso, dicen que don Alonso reinaba en Leon; otras que don Sancho; otras solo hacen mencion del reino de don Sancho en Castilla, sin decir de Leon ni Galicia; y debió de ser que despues que don Alonso se salió del monasterio, quiso volver al reino, y tuvo sus apasionados y valederos, y como no pudo prevalecer, acogióse á Toledo. Las cosas antiguas destos reinos no se escribieron, y lo que se dijo de ellas es corto y mal concertado; y así lo que yo escribo no puede ser mas que una historia de dudas, y de concertar los tiempos, y de conjeturas, que por fuerza ha de ser corta, seca, dudosa, penosa y sin gusto; y para mí de grandísimo trabajo, como lo entenderá el que fuere curioso.

A veinte de mayo, era mil y ciento y diez, que es año mil y sententa y dos, dia de la Ascension, el infante don Ramiro, hijo del rey don García de Nájara, fundador del monasterio real que hay en esta ciudad, dió á don Martin, abad del monasterio de San Prudencio, los palacios y casas que le habia dado su hermana doña Mencia en el lugar de Leza, y en la data dice: reinando Sancho, rey en Nájara, y en Pamplona; Sancho Fernandez en Burgos, y en Leon; Sancho Ramirez en Aragon; Munio, obispo, en Albelda; Pelayo, obispo, en Irunia.

Este infante don Ramiro, hijo del rey don García de Nájara, fué el que casó con hija de Rodrigo Diaz el Cid, como adelante se dirá, y el que pretendió ser suyo el reino de Navarra por muerte de su hermano el rey don Sancho en Peña-Len, en que las historias andan notablemente engañadas haciéndole hijo de su her

mano.

Ya el rey don Sancho se acercaba (como dicen) al matadero. Tomada Toro, levantó sus banderas contra la ciudad de Zamora, pudo ser que enojado por el favor que dona Urraca habia dado á don Alonso para salirse del monasterio, y volverse à poner en la preten

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