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trujeron á la de los tres santos algunos huesos insignes de cada uno dellos por las razones ya dichas. Con esto he dicho todo lo que deste santo negocio de la invencion destos santos huesos y su sepulcro yo vide, y trabajé y entendí; para que todos lo sepan, y quede aquí memorias dello, y siendo cosa tan digna de ser sabida para gloria de Dios y veneracion destos santos cuerpos. Ahora diré lo que despues sucedió en la declaracion y todo la demás.

CAPÍTULO XIV.

La sentencia que pronunció el obispo de Córdoba en el santo negocio, y lo que decretó despues el papa en Roma.

hallan, por mucho de lo que se ha dicho atrás, se confirma ser cierto y en particular la grandeza del sepulcro, y el sun.irlo tan hondo, son señales de mucha certidumbre en esto. Así no queda ya sino responder á las otras dificultades. Lo mas dificultoso de todo es responder à la duda, porque habiendo tantos cuerpos de santos en el sepulcro, el mármol no hace mencion de mas de cinco: y aun de dos dellos hemos probado como no estaban allí sus cuerpos, sino algunas reliquias dellos. Despues de haber considerado mucho esto, que parece tiene mucha fuerza, he siempre pensado que los sacerdotes y los otros cristianos que con tanto cuidado procuraban esconder este santo tesoro, quisieron dejar declarado como eran huesos y cuerpos santos todos los que allí encerraban; y no siendo posible poner los nombres de todos (porque para esto fuera menester una piedra muy grande, muy costosa para escribirse, y no conveniente para poderla encerrar bien honda), se contentaron con escribir los nombres de los cinco mártires antiguos de Córdoba de tiempo de los romanos, tan señalados y tan principales, y a quien tenían todos en tanta veneracion; para que se entendiese, como en sepulcro adonde se ponian las reliquias que habia destos cinco santos, todo lo que se juntaba con ellos eran cuerpos y huesos de santos: pues fuera una manera de sacrilegio muy feo y culpable delante Dios, como ya otra vez se ha dicho, juntar con tales reliquias otros cuerpos y huesos que no fuesen de santos, y dignos por esto de tal compañía. Quisieron manifiestamente decir en lo que escribieron: Aquí encerramos las reliquias de los cinco mártires que señalamos, y todas las demás, que por ser de mártires merecen estar con ellos, y no se pudieron escribir aquí en particular. Bastará saberse como aquí están reliquias de los cinco santos, para entenderse como todos los demás huesos y cuerpos que están juntos con ellos son tambien de mártires. Esto quisieron decir, y dijeron en lo que se escribió, porque no lo pudieron escribir tan á la larga como era menester y quisieran. Tambien se puede decir, que cuando fueron martirizados Dominico Sarracino y sus compañeros, no hubo quien supiese los nombres de todos, como eran de diversas tierras, y así los que encerraban en el sepulcro sus huesos, no pudieron aunque quisiesen escribir en el mármol sus nombres.

Queda lo postrero responder á la dificultad de para que estaban en aquella iglesia reliquias de san Zoilo y san Acisclo, pues tan á la larga hemos probado no estar allí sus santos cuerpos. Esto tiene muy piadosa consideración, que lo allana todo. La iglesia de San Pedro era entonces la catedral y superior á las demás, como se ha visto, y en ella estaban las cenizas y huesos quemados de los tres santos, no habiendo quedado dellos otras reliquias; pues para autoridad y mayor veneracion de la iglesia principal, trujeron tambien á ella reliquias de los otros mártires, antiguas y tan ilustres. Esto se pudo hacer en tiempo de los godos, y antes y despues, siendo el advertencia tal, que en cualquier tiempo que esto no estuviese hecho, podia parecer digna cosa que se hiciese. Y sin el autoridad de la iglesia matriz pedian tambien esto las reliquias de los tres santos, á quien, por ser tales y tan pocas, era debido se les diese tal compañía. Quedándose los cuerpos de los dos santos en sus iglesias, de donde no era justo quitarlos, se

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El obispo, despues de haber mandado tomar mi dicho, prosiguió su informacion con otros muchos testigos, personas graves y de mucha autoridad, y habiéndolos hallado conformes en la opinion de tener aquellos por huesos de santos, y en las razones y conveniencias que para esto daban, y tuvo con razon entendido, que habia cumplido con el santo decreto del concilio tridentino, en hacer la debida diligencia; y así luego en el mes de setiembre siguiente del mismo año de mil y quinientos y setenta y seis pronunció por su sentencia, ser cuerpos y huesos de santos mártires los que se habian hallado en el sepulcro, y que permaneciesen en la elevacion solemne, en que estaban en el arco alto y arca rica, mas que no fuesen venerados por huesos de santos hasta que el sumo pontífice lo declarase. Añadió en la sentencia, que si los clérigos de San Pedro quisiesen enviar á Roma, para pedir á nuestro muy santo padre Gregorio terciodécimo confirmacion desto: esto dijo por mayor satisfaccion de todos, y mayor autoridad de las santas reliquias, que con sola su sentencia quedaban ya muy auténticas: y sin ninguna duda, sino que quiso para mayor abundancia, se cumpliese enteramente con el decreto del concilio tridentino, que dice adelante se comunique con la sede apostólica si alguna duda quedare.

Con esta sentencia quedó toda la ciudad muy alegre, y con grandísima y muy confirmada devocion en sus santos mártires, y el precioso mármol, como el mejor testigo en tan santa causa, fué mandado guardar de dentro de la reja con el arca, la cual tiene tres cerraduras, de cuyas llaves tiene una el cabildo de la ciudad, y otra el cabildo de la iglesia, y otra el rector de San Pedro. El sepulcro se volvió á cubrir, señalándose el lugar con una losa blanca, para que nadie se enterrase encima dél como solian.

Los clérigos de San Pedro, por mayor cumplimiento del santo negocio, y por pedir al papa alguna merced espiritual con tan buena ocasion, usando de lo que el prelado les habia concedido, enviaron á Roma el proceso. Mas el negocio estaba allí muy olvidado, hasta que fué à Roma el padre fray Felipe de Sosa, de la órden de San Francisco, muy estimado en su orden por su mucha religion y letras, y en Córdoba demás desto por ser de linaje muy principal, y en España por lo que ha escrito y publicado. Su devocion y celo con los santos mártires de Córdoba es muy grande: y así fué à Roma con poder de los clérigos de San Pedro por solo solicitar este santo negocio, y traerlo al debido fin. Así suplicó al papa, pues habia visto el proceso, y abiertolo de su mano, y cometídolo al cardenal Sabelo, lo mandase ver, y confirmase la sentencia del obispo, y diese alguna indul

gencia para la iglesia de San Pedro en el dia de la invencion de los santos huesos. Esta suplicacion no fué solo en nombre de la iglesia de San Pedro, sino de toda la iglesia de Córdoba y de la ciudad. El papa quiso de nuevo entender todo el negocio de raiz, y vió el libro de san Eulogio, que el padre fray Felipe para esto habia llevado, y cometiendo de nuevo el negocio al cardenal Alciato, habida informacion dél muy entera, respondió por su propia boca, y como dicen, vivæ vocis oraculo, que se contentasen en Córdoba con la sentencia que el obispo habia dado, y si mas querian, recurriesen al concilio provincial, como el decreto del concilio tridentino lo dispone. Este decreto de su santidad vino autorizado del cardenal Alciato delegado de la causa. Demás desto mandó, que los huesos santos estuvieren elevados y en arca rica, y con reja cerrada para mayor veneracion, y dió tambien con breve de Sub anulo Piscatoris á los once de enero del año pasado mil y quinientos y ochenta, indulgencia plenaria por cinco años á la iglesia de San Pedro de Córdoba, que se ganase en el dia de la invencion de los santos huesos veinte y uno de noviembre: haciendo mencion, como aquel dia se celebra en aquella iglesia la invencion destos santos. Todo fué confirmar y autorizar solemnemente las santas reliquias con todo esto, pues no pudiera hacer mas, cuando con su expreso decreto dijera que confirmaba la sentencia del obispo.

Esto mismo de ser el decreto del sumo pontifice confirmacion de la sentencia del ordinario, declararon en Salamanca los mayores letrados que allí se hallaban, habiéndoseles pedido su parecer en el caso, y lo dieron muy á la larga firmado de sus nombres.

CAPÍTULO XV.

Como en el concilio provincial de Toledo se dieron por huesos de santos estos que se hallaron en San Pedro.

Parece claro, como favorecia nuestro Señor este buen negocio de sus santos desde el cielo con su divina providencia, segun las cosas sucedian cada dia para mejorarse mas, y autorizarse, con un fin tan señalado como se podia desear. Juntose luego en Toledo concilio provincial el mes de setiembre del año mil y quinientos y ochenta y dos. Y aunque el juntarse fué por cumplir lo mandado en el santo concilio tridentino, y por tratar negocios gravísimos, mas segun vino con el concilio la oportunidad tan buena para la conclusion mas autorizada deste santo negocio de los santos de Córdoba, parece que para esto solo se juntaba. Hallóse con los demás en el concilio el ilustrísimo señor don Antonio Pazos, obispo de Córdoba, y presidente que á la sazon era del consejo real, que tambien ayudó mucho al santo negocio como propio suyo. Los clérigos, pues, de San Pedro no dejaron pasar la buena ocasion del concilio, y conforme á la remision del papa acudieron á Toledo, y por su procurador pidieron al concilio declarase en el santo negocio conforme á la remision de nuestro muy santo padre, cuyo decreto presentaron. Presentaron asimismo el proceso que el obispo don fray Bernardo de Fresneda habia formado, con el auto que sobre él pronunció. Y tambien presentaron todo esto que yo aquí he escrito, por haber en ello hartas cosas que no estaban en mi dicho. Tambien acudieron al concilio los padres del monasterio de los santos mártires Acisclo y Victoria, y pidieron no se hiciese declaracion por los santos de San Pedro, con perjuicio de la tradicion antigua, y constantísima opinion

que se tenia de estar los cuerpos de aquellos dos santos mártires en su iglesia. Presentaron tambien ellos su proceso, que ad perpetuam rei memoriam habian hecho, y otro papel mio con lo que aquí desto yo he escrito. Aquellos señores del concilio abrazaron este santo negocio con mucha alegría, y dijeron que aunque no se hubieran juntado allí para otra cosa sino para esta declaracion, habian de dar por muy bien empleado el trabajo. La grandísima diligencia que se hizo en ver los procesos, y en dar relacion dellos á todo el concilio, el obispo de Osma, electo de Santiago, y el obispo de Jaen, que fueron los comisarios, y el mu-cho ingenio y juicio con que lo trataron, no es nada que me hayan espantado á mí que lo he visto todo, pues pusieron admiracion á todos aquellos señores del concilio. Al fin, hecho todo lo posible en la buena averiguacion del santo negocio, decretaron desta manera en castellano, para que todos mas en general lo entendiesen.

En la ciudad de Toledo, á veinte y dos dias del mes de enero año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y quinientos y ochenta y tres años, estando junto y congregado el santo concilio provincial desta provincia de Toledo en la dicha ciudad, que se comenzó á celebrar á ocho dias del mes de setiembre del año pasado de mil y quinientos y ochenta y dos, presidiendo en él el ilustrísimo señor don Gaspar de Quiroga, cardenal de la santa iglesia de Roma, arzobispo de Toledo, primado de las Españas, inquisidor general y canciller mayor de Castilla, y del consejo de estado de su magestad, etc. Y estando juntos y congregados juntamente con su señoría ilustrísima en la sala donde el dicho concilio se celebra, que es den tro de las casas arzobispales desta ciudad, los reverendísimos prelados comprovinciales desta dicha provincia de Toledo, conviene á saber, don Álvaro de Mendoza, obispo de Palencia, don Antonio de Pazos, obispo de Córdoba, don Francisco Sarmiento, obispo de Jaen, don Gomez Zapata, obispo de Cuenca, don Alonso Velazquez, obispo de Osma, don Fray Lorenzo de Figueroa, obispo de Sigüenza, don Andrés de Bobadilla, obispo de Segovia, don Alonso de Mendoza, abad de Valladolid. Habiendo tratado del negocio remitido á esta santa sínodo por nuestro muy santo padre Gregorio décimotercio, y presentadose en el proceso desta causa por parte del rector, beneficiados y clérigos de la iglesia parroquial de San Pedro de la ciudad de Córdoba, cerca de la veneracion de las reliquias de los santos mártires Fausto, Januario y Marcial, y los demás en el proceso contenidos: vistos los autos y méritos dél, y siguiendo el auto y mandamiento dado y pronunciado por el reverendísimo señor don fray Bernardo de Fresneda, obispo de Córdoba, de buena memoria en la ciudad de Córdoba, á trece dias del mes de setiembre del año pasado de mil y quinientos y setenta y siete, en cuanto declaró por reliquias de los santos mártires Fausto, lanuario y Marcial, y de otros mártires contenidos en un letrero de una piedra de mármol, los huesos que fueron hallados en la dicha iglesia en un sepulcro de piedra, que padecieron martirio en la dicha ciudad de Córdoba por Jesucristo nuestro Señor y su santa fé católica, la cual dicha piedra parece fué hecha para encima del dicho sepulcro, segun resulta del proceso. Y mandó el dicho señor obispo que estuviesen puestos en guarda y custodia. Los dichos señores dijeron, supliendo el dicho auto en lo que fué omiso cerca de la veneracion de las dichas re

liquias, y en consecuencia dél, que declaraban é declararon, que á las dichas reliquias de que en el dicho auto se hace mencion, y que al presente parecen estar en un arca en el hueco de la pared de la capilla de santa Lucía dentro de la dicha iglesia de San Pedro, que mandó hacer para el dicho efecto, se les debe veneracion por todos los fieles cristianos, como á reliquias de santos que reinan con Dios nuestro Señor en el cielo. Y así mandaron que las dichas reliquias se coloquen en lugar y custodia muy decente, con parecer del reverendísimo prelado de la dicha iglesia de Córdoba, y se tengan en veneracion, y se les haga el culto y reverencia, segun que la santa Iglesia católica romana suele y acostumbra hacer á las demás reliquias y cuerpos de santos. La cual declaracion y mandato hicieron sin perjuicio alguno de los otros lugares pios que pretenden tener reliquias de los dichos santos. Y así lo proveyeron y mandaron, y lo firmaron de sus nombres.

Es muy notable la advertencia que estos señores prelados del concilio con gran juicio tuvieron. Quisieron declarar y mandar dos cosas. La una y mas principal mandar que se tuviesen y reverenciasen por reliquias de santos todos los huesos que se hallaron en el sepulcro. La otra declarar, cuyos y de qué santos eran aquellos huesos y reliquias así halladas en el sepulcro. En lo primero declaran y mandan muy en universal, que todo lo que se halló de huesos en el sepulcro, y está ahora en el arca, sean tenidos por huesos de santos, y sean reverenciados como tales. Hablando y mandando en esto, todo lo abrazan, sin excluir nada, y á todo lo del sepulcro y del arca califican y dan veneracion. Cuando hablan de lo segundo, como no se tenia, ni se podia tener noticia en particular de cuyos fuesen todos los huesos: resumiéronse en lo del mármol, y en los pocos que él nombra, no pudiéndose en aquello extender á mas, por ser imposible saberse mas. Así en esto hablan en particular, y muy diferentemente de aquela generalidad tan cumplida y universal, con que hablaron en lo del tenerlos todos por huesos de santos, y darles la veneracion. Esta digna advertencia tuvieron aquellos señores en su decreto: y es mucha razon que todos la tengan en el leerlo y entenderlo.

Hubo en este declarar y decretar así el concilio una cosa dignísima de mucha consideracion para gloria de Dios, y mas cumplida alegría de la ciudad de Córdoba. Decretaron así aquellos señores esta honra y veneracion destos santos á los veinte y dos de enero, que es el dia en que se ganó Córdoba de los moros, y en él se le hizo ahora la merced tan señalada de acreditársele sus santos, y dárseles á ellos con tan grande autoridad su veneracion debida, y asegurársele á la ciudad su grandísimo tesoro. Todo fué manifiesta providencia de de Dios: pues ni aquellos señores tenian cuenta con qué dia era, ni escogieron mas aquél que otro por éste ni por otro algun respeto: mas Dios desde el cielo lo escogia, y señalaba para esto; porque Córdoba recibiese el grande amparo y proteccion de su cristiandad en el dia que comenzó á ser de cristianos, y fuese enriquecida enteramente con este dichosísimo tesoro de fé y religion, en el mismo dia que comenzó á recibir la fé cristiana y su religion.

En lo que pretendió del concilió el monasterio de los Fantos mártires Acisclo y Victoria, se declaró muy bien todo lo que se podia desear, mas nó en particular, por pretender lo mismo el obispo de Palencia, porque no se perjudicase de la misma manera al monasterio de san Zoil de Carrion que está en su diócesi. Así¦

fué menester hablar en general para comprehender lo uno y lo otro.

Venido despues á Córdoba el ilustrísimo señor su obispo don Antonio de Pazos el marzo siguiente de aquel mismo año ochenta y tres con tan insigue decreto, de ninguna cosa tuvo mas cuidado que de mandar adornar ricamente aquella capilla donde estaban, y habian de permanecer las santas reliquias. Esto mandó hacer con toda la magnificencia y grandeza de ánimo con que en todo provee á las cosas del culto divino, como se parece en los riquísimos dones y ornamentos que á su iglesia en poco mas de un año le ha dado. Mandó labrar de jaspe con mucho ornamento el gran tabernáculo donde ha de ponerse el arca sobre el altar. En lugar de reja se puso una hermosísima baranda tambien de jaspe y mármol blanco, y las gradas del altar son del mismo marmol. Tuvo tambien grandísimo ánimo su señoría ilustrísima en mandar sacar todo el sepulcro de aquel hundimiento donde estaba, y al fin salió tan bien, que se puso todo entero encima de las gradas de la capilla para que sea el altar della. Con esto aquella caja, que tanto tiempo guardó las preciosísimas joyas, servirá todavía de hoy mas dignamente delante dellas, y para darle algo de lo mucho que se le debe, se cubrió por defuera todo el sepulcro, que ya es altar, de cuadros de mármol blanco distintos, con fajas de jaspe, que hacen un rico y bello ornamento. Cuando se sacaba el sepulcro se vió en una piedra de las de la sillería por la haz de dentro una cruz, cavada hueca con mucho primor y detenimiento. Túvose en mucho por asegurarse con esto mas enteramente el ser el sepulcro labrado por cristianos, y convencerse el mal atrevimiento de quien habia dicho que aquél era sepulcro de gentiles. Por esto se sacó la piedra para guardarse con el mármol, habiéndose hecho informacion auténtica de donde se habia hallado.

El lugar donde se halló el sepulcro, que está allí cerca desta capilla, se cubrió todo ricamente de azulejos, para digna memoria de lo que allí tanto tiempo estuvo enterrado.

CAPÍTULO XVI.

Los principios del rey don Bermudo, y como hizo echar preso al obispo de Santiago.

«Mucho nos ha detenido el santo mártir Dominico, y »>las santas reliquias de Córdoba, mas en cosa tan del >>cielo no puede haber prolijidad ni detenimiento dema»>siado. Y para tan tristes sucesos, como son los que »de aquí adelante se han de contar, bien es que ha»>ya tenido aquí la historia una cosa de tanta alegría, »donde volverse los ojos cansados de llorar nuestras >> miserias,» Dejó el rey don Ramiro apocada ya buena parte de la tierra, y la reputacion del esfuerzo y valentía de los cristianos de España, que fué peor pérdida, y el rey don Bermudo acabó de perder lo uno y lo otro con su enfermedad de gota, y con sus vicios que nos hicieron manifiestamente mas cruel guerra que los moros. A los principios dió muestras de muy buen príncipe, diciendo el arzobispo y el de Tuy, que puso mucho cuidado en mandar se guardasen inviolablemente los sacros cánones de los concilios y las leyes de los godos, mas ésta su mucha religion y prudencia en el gobierno la oscureció y afeó toda con dar livianamente abiertos los oidos á chismosos y malsines, que á otros querian malvadamente infamar. Esta su lijereza en el creer le hizo ser cruel y malamente desmandado en la religion. Tenia la iglesia de Santiago algunos

Gonzalo, no pudo la historia compostelana de ninguna manera atribuir todo esto al rey don Ordoño el primero, y así lo reprobamos allí como convenia.

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CAPÍTULO XVII.

Del conde Fernan Mentalez de Melgar.

La corónica general del rey don Alonso, donde escribe de propósito las cosas de los condes de Castilla, sin que se hallen enteramente en otro autor de los antiguos celebra mucho el haber tenido el conde don Garci Fernandez mas principales vasallos que su padre. Entre ellos fué muy señalado el conde Fernan Mentalez, que comunmente llaman de Melgar, por haber sido señor de la villa de Melgar en Campos, y ella tambien tomó el sobrenombre del conde, llamándose hasta ahora Melgar de Fernan Mentalez. Allí tienen un pri· vilegio que dió el conde don Garci Fernandez, su señor (que así se llama), al conde Fernan Mentalez, su vasallo, el año del nacimiento novecientos y ochenta y ocho, donde se refiere como Fernan Mentalez pobló allí cerca de Melgar todos estos lugares. Melgar de Yuso, Villiela, Zorita, Quintanilla de Nuño Voz, Bobadilla, Santa María de Pelayo, Quintanilla de Villagera, Santiago de Valde Santovo, Hitero de la Vega, Melgar de Suso, Hinojosa de Roano, Peral, y Hitero del Castillo donde el conde está enterrado. Tiene tambien allí en Melgar el testamento deste conde, su data deste mismo año, y despues de la invocacion de la Santísima Trinidad, comienza así: Yo Fernan Mentalez de

esclavos, como por los concilios de Toledo se ve los tenían todas las iglesias de España en tiempo de los godos. Tres destos, llamados Zadon, Cadon y Ansilon, nombres poco menos infernales que sus obras, acusaron delante el rey al obispo de Santiago, llamado Ataulfo, varon de mucha virtud y santidad, del pecado que por ser tan abominable le llaman nefando, añadiendo que habia prometido á los moros darles la tierra, si entrasen por Galicia poderosos. Creyó el rey sin ningu'na deliberacion á los tres malvados siervos y mandó venir ante sí al obispo. Y aunque el rey era liviano en el creer, todavía le ayudó á persuadirse, considerar como el obispo Ataulfo era hijo del traidor conde don Gonzalo, que mató al rey don Sancho con veneno. El obispo vino con los que fuéron por él sin ningun otro recelo, asegurándole bien como suele la inocencia, y llegó á Oviedo el jueves de la Cena en la semana santa, en tiempo que el rey tenia cortes à sus vasallos, consultando con ellos como se podria resistir á los moros que ya comenzaban á destruir á Castilla, y se temia que luego habia descargar aquella tempestad sobre el reino de Leon. Los que traian al obispo le dijeron se fuése con ellos derecho al rey, mas él se entró primero en la iglesia, donde dijo misa, y despues se fué al rey con mucho sosiego. Él le tenia aparejado un infernal gé– nero de tormento. Habia mandado á sus monteros trujesen un toro bravísimo, y mandólo soltar contra el obispo. «Dios que de las perversidades de los hombres >>saca ocasiones maravillosas, para mostrar su grande»za, quiso ahora manifestar con nuevo milagro la ino>>cencia de su siervo, y la malicia del rey.» Vínose el to-godible corazon, etc. Y yo creo que godible quiere dero para el obispo tan manso, que le puso los cuernos en las manos para que los tomase, y dejándoselos en ellas, como si no los tuviera para mas de aquello, volvió su ferocidad contra los que allí se hallaban, y matando algunos dellos, sin tener ya sus armas, sino las que el poderío del cielo le daba, se volvió al soto de donde lo habian traido. El obispo se volvió muy reposado á la iglesia con los cuernos en las manos, y poniéndolos en el altar mayor, maldijo á los tres siervos que falsamente lo acusaron, pidiendo á nuestro Señor no faltase jamás en su linaje de todos tres alguna triste y fea enfermedad. Al rey le movió cuanto era razon el gran milagro, y con mucho dolor de lo hecho quiso dar entera satisfaccion al obispo, mas él no quiso ver al rey, y estando en Oviedo hasta el segundo dia de Pascua, se salió con los suyos, y llegó hasta la iglesia de santa Eulalia en el valle de Pramara. Allí le dió una enfermedad mortal, de que falleció, habiendo recibido todos los sacramentos el miércoles por la mañana. Sus criados quisieron llevarlo á sepultar en su iglesia de Santiago, mas no lo pudiendo mover con ninguna fuerza, entendieron ser la voluntad de Dios que fuese allf enterrado. Todo esto cuenta así el obispo Pelagio, el arzobispo don Rodrigo, y don Lucas de Tuy; siendo los tres mas graves autores y de mas autoridad que tenemos. Mas con señalar tan particularmente los dias, nunca ponen el año, y así lo pongo yo aquí luego, por ser la primera cosa que ellos del rey don Bermudo cuentan, que por lo demás bien entiendo como sucedió mas adelante. Una cosa me espanta á mí mucho, como no se guardaron en la iglesia de Oviedo los cuernos del toro para memoria y testimonio de tan extraño milagro, habiendo allí tantas y tan diversas reliquias de tantos centenares de años antes que esto su→ cediese.

Y pues este obispo Ataulfo era hijo del condé don

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cir alegre, y es de las mas antiguas escrituras que se hallan en castellano. Hácese en ella mencion del conde don Garci Fernandez, llamándolo su señor, y así es él el primero que confirma, y luego dice: veedores y oidores don García, obispo de Burgos, Fortun Suarez, Fernan Fernandez, potestad, Suer Fernandez de Villalobos, Iñigo Melendez de Melgar. Pusiera mucho mas deste testamento, si yo lo hubiera visto, mas no lo tengo sino por relacion del doctor Arce de Otalora que lo vió y lo que yo advierto es, que aunque en estas dos escrituras se nombra la era, no es era, sino año de nuestro Redentor manifiestamente; pues se hace mencion de como vivia el cende don Garci Fernandez y era señor, lo cual no pudo ser treinta y ocho años atrás. El arcediano de Ronda don Lorenzo de Padilla puso en su nobiliario por tronco de su linaje de los Padillas al conde don Arias Godos, gran señor en Campos por estos tiempos, y que trujo grandes competencias y guerra con el conde Fernan Mentalez. Yo quisiera mucho que señalara los fundamentos para este con alguna particularidad.

En los anales de Aragon se cuenta como los moros dieron la batalla al conde Borelo de Barcelona junto á Moncada; y habiéndolo vencido, se recogio muy desbaratado á las montañas, y les moros siguiendo la victoria tomaron á Barcelona el año novecientos y ochenta y seis. En las historias arábigas, como Luis del Mármol refiere, se halla que el capitan Almanzor, por ruego de los que gobernaban lo de Aragon por los reyes de Córdoba, envió su ejército para esta guerra. Y por que duró dos años hasta el ochenta y siete, no hizo él por acá cosa muy señalada, y podia el rey don Bermudo estar con reposo en su reino. Y así siendo cosa que tocaba á nuestra historia por esta parte, fué necesario contarla, no teniendo intento de contar cosas particulares de lo de Aragon ni Navarra.

CAPÍTULO XVIII. Los moros ganaron algunos lugares en Castilla. Memoria destos años.

Habia Almanzor comenzado á tomar los tres lugares fuertes Atienza, Sepúlveda y Gormaz, y hecho como nido en aquellas comarcas, para desde allí juntar lo de Aragon y lo demás de aquella vecindad, por hacer sus entradas en Castilla con mayores fuerzas y mejor comodidad, y ganar por allí cada dia mas, siendo esto por ahora lo que él mas deseaba. Ganando todo aquello, le quedaba abierto y fácil el camino para subir por tierra llana á Burgos ó al reino de Leon, sin que haya ningunas sierras ni otras asperezas que lo estorben. Continuando, pues, por allí sus victorias el año novecientos y ochenta y nueve, ganó á Osma en agosto, y Juego en octubre otro lugar allí cerca, llamado Alcoba, como se halla en aquellos anales antiguos de Alcalá, no habiendo en los tres obispos memoria desto, sino decir en general que pasó Almanzor ganando y venciendo el rio Duero, que era por allí entonces el término ordinario entre moros y cristianos.

«Todo esto sucedió por las discordias que entre sí >>tenian castellanos y leoneses, sin quererse ayudar >>los unos á los otros en el comun peligro, que suele >>mucho juntar en amistad los discordes para resis>>tirle. >>

CAPÍTULO XIX.

Un levantamiento contra el rey en Galicia. Los moros tomaron otros lugares.

Nunca en Galicia faltaban algunas rebeliones y levantamientos contra los reyes. Por este tiempo se levantó allí contra el rey don Bermudo un caballero llamado Gonzalo Melendez, y entre los demás que se le juntaron, fueron Hatita y otros dos esclavos del rey, y aunque se los pidieron, nunca los quiso volver, por-' que perseverando en su rebeldía, iba acrecentando en sus robos y otras maldades. Pasó esto tan adelante, que tuvo necesidad el rey de pasar á Galicia para remediarlo. Hubo el rey allá á las manos á Rudesindo, hijo de Gonzalo Melendez, y mandólo tener preso estrechamente. Echó luego el padre rogadores al rey, que le pidieron diese licencia á Rudesindo, quedando muchos caballeros por fiadores, fuése á su padre, y si no acabase nada con él, se volviese á la prision ó pagasen sus fiadores al rey cada uno doscientos sueldos, que tan poca cuantidad era bastante en aquel tiempo para la seguridad de un hijo de un rebelde al rey. Esto se asentó así un lúnes despues de carnestolendas, y á Rudesindo se le dió término de volver hasta mediada cuaresma. Tomaron los fiadores dél, por seguridad con escritura, la villa de Puerto Marin en la ribera del rio Miño, que era suya, para que fuese de los fiadores por el lasto de los doscientos sueldos, si no volviese. Cuando Rudesindo se vió con su padre, envió á decir á sus fiadores que se tomasen la villa de Puerto Marin. Liegado el término, y alargándolo el rey, nunca Rudesindo quiso volver, y los fiadores pagaron al rey los seiscientos sueldos en vasos de plata, en caballos y frenos y ropas. Echaron luego los fiadores condes y caballeros que rogasen al rey les volviese sus preseas, y se tomase á Puerto Marin. El rey condescendió á los rue

En el archivo de la iglesia de Leon hay privilegio del rey don Bermudo. Su data el año novecientos y noventa de nuestro Redentor, en que hace donacion a Nuño Fernandez del lugar de Toral, porque le sirvió con un buen caballo. Y puede ser muy bien este caballero un Nuño que se halla confirmar en los privilegios deste rey, por donde se ve, como era muy principal. Y es bien se entienda desde ahora, como los señores de la casa Toral tienen tanta antigüedad como ésta, y aun mucha mas. Muestran por memorias antiguas y tradi-gos de los buenos terceros, y habiendo tenido la villa cion perpetua, como de tiempo inmemorial fueron sus de Puerto Marin un año, la dió despues à la iglesia del pasados, que en lo muy antiguo conservaron el sobre- apóstol Santiago por su privilegio, donde cuenta todo nombre de Nuñez, señores del castillo de Abiados cua- esto con tanta particularidad como yo lo he referido, tro leguas de Leon hacia la montaña, y es antiquísimo sin darse allí mas cuenta del fin que tuvo Gonzalo Mey muy fuerte. Éste reconocen por su primer y prin- lendez y su levantamiento. La data del privilegio es á cipal solar y señorío, y otra vez habremos de tratar esto mas largamente con buena ocasion.

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los doce de abril el año de nuestro Redentor novecientos y noventa y tres, mas pues el rey tuvo á Puerto Marin un año, todo lo que se cuenta pasó el año de noventa y dos, ó mas atrás. Cuando en este privilegio se ha de señalar el lunes despues de carnestolendas, dice en el latin secunda feria post introitum. Así que á las carnestolendas ó al miércoles de la ceniza llama introito, que quiere decir entrada. Y de aquí sin duda se

Este es el mas antiguo principio que se puede saber del señorío de la casa de Toral. Y es mucho de notar, como este caballero se llamaba Nuño, conservándose siempre este nombre en estos señores, segun hemos dicho, y su hijo conservó el patronímico de Nuñez, como diremos. Y los señores de la casa de Torai conservan hasta ahora el mismo patronímico todos general-corrompió en Castilla el vocablo que usan los que ha

mente, llamándose Nuñez antes que Guzman. Y parece sin duda lo tomaron destos dos Nuños, y otros muchos sus antepasados.

No es deste lugar tratarse como salió el señorío de la casa de Toral de los Guzmanes, y como despues volvió á entrar en ellos. Solamente es bien se note en aquel privilegio de Leon, como nombrando á Toral dice: quæ villa est in regione Cantabria secus fluvium Stola. Y ya yo en otra parte he dicho, como por aquí se entiende, cuán extendida fué antiguamente la region de Cantabria. Y está Toral ocho leguas mas abajo de Leon

en la ribera del rio Ezla.

blan mas pulidamente, llamando entroido á aquel dia, de donde tambien corrompiendo mas los vulgares el vocablo, tomaron, el de entruejo, comunmente usado entre todos.

Con tales discordias y quebrantamientos de fuerzas de los cristianos, como las que hemos lamentado, los moros osaban cada dia acometerlos con mas confianza, y tomarles mas lugares. Tomaron ahora de nuevo en aquellas comarcas de Osma, que ellos tanto preciaban, á Santisteban de Gormaz y á Clunia, dos leguas de allí, el año novecientos y noventa y cuatro, un sábado diez y siete de junio, como en los anales de Alcalá se halla. Y yo creo cierto que el que habian tomado ántes era Gormaz, que está en la ribera de Duero de la parte de los moros hacia el reino de Toledo, y el tomar ahora á Santisteban y á Clunia, era entrarse en

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