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AMBROSIO DE MORALES.-LIB. XVI. CAP. XIV.

poderío hasta Zaragoza, cuyo reino tenia el rey moro Aben Aya en sujeción del rey de Córdoba. Mas por la victoria pasada, y por la gran pujanza con que nuestro rey se hallaba, Aben Aya se le dió, y le entregó la ciudad, quedando por su vasallo, y saliendo luego el rey don Ramiro por la tierra, le sujetó al moro todas las muchas villas y castillos que le estaban rebeldes, y le dejó pacífico y entero señor en todo, con miedo y respeto que en todos puso, y así se volvió á Leon, dejando gran seguridad en aquella tierra de Osma y sus comarcas, por dejar en Aragon un rey tan grande por su vasallo.

Mas como la fé y lealtad de los moros fuese entonces tan poco firme como ahora, en volviéndose el rey don Ramiro á Leon, luego Aben Aya envió mensajeros al rey Abderramen, y se le dió, y volvió á su sujecion, y éì le envió algun ejército con que pudo salir á hacer daño en la tierra de los cristianos, y tomaron un lugar que en Sampiro se nombra Socueva, y yo no podré dar razon dél. Así cuenta todo esto Sampiro con quien conforman los otros dos prelados, sino es en no contar esa venida de los moros de Córdoba postrera. No discrepan en nada las historias de los árabes que tampoco cuentan esta postrera jornada de los moros. Nadie nos dice expresamente que el conde Fernan Gonzalez se hallase en esta jornada con el rey, mas yo no dudo dello, por la nueva sujecion de los castellanos, y porque el conde que tambien habia sido ayudado del rey en la de Osma, no podia dejar de hallarse con él ahora, principalmente siendo tan animoso, y ocupado de su principal intento en la guerra contra los moros, poder defender su tierra sino con la lanza en la mano. sin No podré señalar con certidumbre el tiempo destas dos jornadas, por no tener de donde tomar certificacion; solo por lo que se contará del año siguiente se puede afirmar, sucedieron en los años de novecientos y treinta y seis y treinta y siete. Y deste año treinta y siete hay en la iglesia de Astorga privilegio del rey don Ramiro, en que el primer dia de agosto da á la iglesia algunos lugares, y confirma en este privilegio el infante don Sancho, intitulándose hijo del rey.

CAPÍTULO XIV.

La gran victoria que el rey don Ramiro hubo de los moros en Simancas.

Ya llegamos con la historia á contar una de las mas famosas victorias que los cristianos alcanzaron de los moros en estos tiempos de que vamos contando, y yo la escribiré como en todos tres nuestros prelados se halla, mezclando tambien fuera de mi costumbre, lo que de las historias de los moros se refiere. Siendo el rey Abderramen de Córdoba tan fuerte de corazon, como por todo el continuar la guerra tantos años se ha visto, y teniendo tambien el maldito celo de su secta tan riguroso, como el sobrenombre de Almanzor Alendinala que se puso lo muestra, y lastimado tambien con las frescas victorias del rey don Ramiro: determinó juntar de una vez tan grandes fuerzas, que no fuesen los cristianos poderosos para resistirle, y él con una sola entrada pudiese enteramente destruirlos. Debióse tambien mover á hacer esta jornada, con tanto mayor aparato de guerra que el acostumbrado, por acrecentarle mucho su esperanza la discordia de castellanos y leoneses, y que el conde Fernan Gonzalez no estaba ya en obediencia del rey don Ramiro. Que cierto así es de creer, pues no se halló, como veremos, con el rey en un peligro tan grande de su reino. Y siendo la batalla junto al rio Pi

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suerga, término que como se ha visto, era entonces, entre Leon y Castilla, y por otras cosas que luego sucedieron parecerá lo mismo. Estaba Almanzor Alhabib su valerosɔ capitan de Abderramen todavía en África, sin poder por ahora dejar lo de allá. Así no le pudo mandar viniese él en persona, sino que le enviase el mayor número de gente africana que fuese posible. Él le envió una gran multitud de gente de pié y de á caballo (sin que se señale el número) al gobierno y órden de un valiente capitan llamado Abul Abed: viniendo todos como á una cierta destruccion de todos los cristianos en España. El rey Abderramen tenia convocados todos sus vasalios y las cabezas dellos, y con el ayuda de África tuvo cincuenta mil de caballo, y ciento y cincuenta mil peones (como en las historias de los moros se refiere) Aya de Zaragoza. No siguió el camino usado de Osma y yendo con él entre otros príncipes moros el rey Aben Santisteban de Gormaz, y las otras tierras de los castellanos: sino fuése derechamente á los primeros confines del reino de Leon, y puso su campo sobre la villa de Siel camino que el moro llevaba. Está la villa de Simancas, mancas, quees la primera plaza fuerte de aquel reino, en como todos saben, dos leguas mas abajo de Valladolid, donde el rio Pisuerga entra en Duero, y está hasta veinte y cuatro leguas de la ciudad de Leon. Su castillo es harto fuerte por el sitio, y por estar entre los dos grandes rios aquellos tiempos por sus tres lados, y por el otro no deja á la punta del juntarse, se hacia cuasi inexpugnable para de ser algo enriscado. Tambien estaba muy en defensa el castillo, habiendo poblado la villa tan pocos años ántes (como se ha escrito) el rey don Alonso el Magno para frontera de los moros y defensa de toda aquella tierallí viniesen. En el aprieto de tan gran peligro era bien ra, donde era su primer acometimiento, cuando por menester que el rey don Ramiro tuviese el grande ániprovidencia y presteza, con que solia menearse en tales mo y constancia, de que Dios le habia dotado, y la aunque muy pocas en comparacion de las de los moocasiones. Tuvo muy a tiempo ayuntadas sus gentes, ros, y poniendo su esperanza en Dios, y llamándolo en su ayuda, salió muy á buen tiempo al socorro de Simancas. Cuando allí llegó con ánimo y determinacion de dar á los moros la batalla, puestas sus gentes en órden, se la presentó, y la comenzó con mucho denuedo un lunes seis de agosto en la fiesta de los benditos mártires San Justo y Pastor, que toda esta particularidad señalan Sampiro y los otros dos prelados. Ántes de grienta habia de ser, oscureciéndose el sol por mas de la batalla dió señales el cielo de cuán terrible y sanuna hora aquel dia. Teniendo, pues, los moros tan gran multitud de gente, y siendo los cristianos tan inferiores en número, sufrieron con el ayuda del cielo y con su grande esfuerzo algunas horas el ímpetu y la carga de aquella multitud, mas desbaratándolos poco a poco los vencieron con muerte de ochenta mil moros, quedando cautivo el rey Aben Aya de Zaragoza medio muerto escapó huyendo á uña de caballo. No con otros muchos, y el rey Abderramen mal herido y contento el valeroso rey don Ramiro con la insigne victoria, siguió el alcance hasta la ciudad de Albondiga en la ribera de Tormes por bajo de Salamanca, donde Abderramen se habia recogido, mas salióse de allí secretamente, sin parar hasta Córdoba, ó cuando entencercado, que lo uno dicen nuestros autores, y lo otro dió que el rey cristiano le seguia, ó cuando ya le tuvo los árabes. El rey tomó el castillo de Albondiga, y se volvió a los suyos que robaron el real, y hubieron ri

lo dice, aunque otros lo hacen del tiempo del rey don Alonso el Casto, como escribiendo dél se apuntó. Y lo que su leyenda dice en los maitines es, que en su mocedad se dió mucho á los estudios de la Sagrada Escritura, y para gozarlos con mas quietud se apartó al yermo, y hacia la vida en una cueva que él mismo habia cavado. Allí le reveló nuestro Señor como los moros venian á destruir su tierra, y pervertir ó matar todos los cristianos. Salió por esto á predicarles, y púsoles con sus amonestaciones gran constancia en la verdadera fé de Jesucristo, y en el perseverar en defenderse de los moros peleando. Así dicen que con su esfuerzo y socorro espiritual se defendieron los de Cerezo algunos meses, y otros dicen años, estando cer

quísima presa de oro y plata, y rica ropa y caballos, con que volvieron á Leon muy alegres con su rey tan triunfante, llevando preso á Leon al de Zaragoza. Es muy famosa y celebrada esta victoria en las corónicas arabescas, y llámanla la del Barranco, y aunque la tierra por allí es muy llana, las riberas de tan grandes rios hacen en muchas partes grandes barranqueras. Nuestros coronistas tambien la celebran mucho, y aun en memorias escritas de mas de trescientos años atrás en el libro viejo de la librería de Alcalá de Henares, he hallado que el rey don Ramiro hizo por esta victoria el voto de las yugadas de tierra á la iglesia del apóstol Santiago hasta el rio Pisuerga. Y puede ello muy bien ser que extendió hasta allí el voto del rey don Ramiro el primero, que aun no llegaba por parti-cados de los moros. Mas tomado al fin el lugar, entencular concesion con muchas leguas hasta allí; y en las historias de los árabes se escribe quedó el rey Abderramen tan quebrantado y destruido en esta batalla, que pidió treguas al rey don Ramiro, y duraron hasta que nuestro rey murió. Del año en que sucedió esta victoria parece podemos seguramente certificar fué el novecientos y treinta y ocho, porque así se halla señalado en las memorias de aquel libro viejo de Alcalá de Henares por estas palabras. Sub Era DCCCCLXXVI. venerunt Sarraceni cum Rege Abdarraman ad Setimancas. El nombrar tambien todos nuestros tres prelados, en quién está toda la mayor autoridad de nuestra historia, el sexto dia de agosto y la fiesta de los santos mártires Justo y Pastor, y señalar que era lúnes, averigua esto. Porque aquel año fué en el ciclo solar el veinte y tres, y tuvo por letra dominical G. Y así el sexto dia de agosto fué lúnes. Esta comprobacion siendo infalible, hace tengamos aquí punto fijo para creer levames buena cuenta para lo de adelante, redundando de aquí tambien harta certificacion para lo pasado.

CAPÍTULO XV.

El mártir san Victor de Cerezo, y santa Eurosia, y como
hubo ahora nueva persecucion contra los cristianos.
El maestro Vasco y otros han escrito que indignado
el rey Abderrramen por esta gran rota de Simancas,
luego en volviendo á Córdoba persiguió bravamente
les cristianos. Mandó publicar por sus edictos, como
ellos dicen, que los cristianos que vivian entre los mo-
ros, todos dejasen su ley, ó muriesen por perseverar
en ella. Con esto prosiguen que fueron martirizadas en
esta persecucion las santas vírgenes Nunilo y Alodia,
y otros muchos de los mártires de Córdoba, de quien
se ha escrito, pasando á este tiempo toda aquella cruel
persecucion del tiempo del rey Abderramen, segundo
deste nombre, su bisabuelo del que ahora reinaba. Pa-
rece se movieron estos autores con ser uno mismo el
nombre de ambos à dos estos reyes moros, y con el
tiempo de algunos mártires que por este de que va-
mos tratando padecieron. Mas de la mucha antigue-
dad de las santas Nunilo y Alodia ya se escribió en su
lugar, y así tambien de todos los mártires que el otro
Abderramen y Mahomad su hijo mas de setenta años
atrás con mandarlos matar los coronaron en el cielo.
El principal mártir que parece dió ocasion á este er-
ror fué san Victor, llamado de Cerezo por haber sido
natural de la Villa que tiene este nombre en el obispa-
do de Burgos, cerca de la de Miranda de Ebro; y se-
gun todos afirman, padeció en estos años de que va-
mos contando, y así Vaseo lo puso en el año nove-
cientos y cincuenta. Y puédese creer ser así, pues las
lecciones del obispado de Burgos, y la antigua tradicion

diendo los moros como el bendito santo habia sido el que habia animado á los suyos para tan larga resistencia, ejercitaron en él furiosamente su crueldad, haciéndole padecer gravísimos tormentos antes que lo acabasen de matar. Así mereció el glorioso mártir mayor corona en el cielo, y muy insigne y extendida fama en la tierra. Su cuerpo está ahora en Bilhorado, villa bien conocida á diez leguas de Burgos, y allí ha sido algunas veces elevado á mejor lugar en la iglesia, y con mas rico sepulcro, y sus muchos milagros han dispertado gran devocion del bendito mártir en todas aquellas comarcas.

Santa Eurosia mártir es tenida en grande veneracion en la ciudad de Jaca en las montañas de Aragon, donde está su bendito cuerpo, que por revelacion fué hallado, y traido á aquella iglesia catedral. Martirizáronla los moros cortándole piés y manos. Y porque algunos autores la ponen en este tiempo, yo los he querido seguir con saber que otros la pasan tanto mas atrás, como es decir que padeció en la general destruccion de España, en tiempo del rey don Rodrigo. Otras cosas se cuentan tambien desta santa, que yo no las refiero por no ver ningun fundamento bueno que las autorice.

CAPÍTULO XVI.

El privilegio de los votos que el conde Fernan Gonzalez dió á San Millan.

Con tanta certificacion como la del año de la victoria de Simancas, él nos puede ser punto fijo para la cuenta de adelante, y para mostrar asimismo que la llevamos buena en las cosas de atrás. Ya dijimosal principio desta guerra como no se halló en ella el conde Fernan Gonzalez. Así lo dice él mismo en lo que refie re della en el famoso privilegio que dió al monasterio de San Millan de la Cogulla, y aunque allí no nombra el conde la batalla de Simancas, vese claro como no puede hablar de otra. Puso una relacion dél Estéban Garibay en la historia particular del conde, refiriendo en ella todo lo que convenia, con la data de la era novecientos y setenta y dos, y es el año novecientos y treinta y cuatro. La suma de lo que allí pone es, que comienza el privilegio á contar las grandes señales que parecieron en el cielo el año novecientos y treinta y cuatro, en viernes diez y nueve de julio, y despues á los quince del octubre siguiente se eclipsó el sol. Prosigue la entrada del rey Abderramen, diciendo expresamente como el rey don Ramiro lo venció sin hallarse allí el conde. Mas que al volverse los moros huyendo, él les salió al camino y los acabó de destruir. Y por esta gran victoria ofreció á San Millan y al monasterio, donde está su bendito cuerpo, el voto de que todas las tierras que están dentro de los dos rios Carrion y Arga

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