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1 Don Ramiro I.-2 Don Ordoño 1.-3 Don Alonso III.-4 Don García.-5 Don Ordoño II.-6 Don Fruela II.

LIBRO XVI.

CAPÍTULO 1.

reinar. Confirma lo mismo otro privilegio de aquellos de Santiago de los veinte de setiembre deste mismo año novecientos y veinte y cuatro, en que el rey, hallandose en Santiago, dá á la iglesia del santo apóstol mucho de nuevo, confirmándole todo lo que habian dado sus pasados. En este privilegio luego tras el rey confirma la reina doña Urraca, que no se puede dudar sea su mujer. Asi tengo yo por mas cierto sea éste el verdadero nombre desta reina, y nó Munia Dona 6 doña Munia, como todos nuestros autores la nombran. Y tambien tengo por cierto estaba casado primera vez este rey el año novecientos y once con otra señora llamada Nuni

que se halla en la cámara santa de Oviedo, y en sus lugares hemos hecho mencion dél, y aquí se dirá todo lo que conviene. Es una arca que está llena de reliquias menudas, y tiene á lo largo dos tercias, y una en alto con lo tumbado, y otro tanto de ancho. Es toda de tablas de agata preciosísima, con haber algunas dellas de poco menos que un palmo, y están encajadas todas por muy linda órden y correspondencia, en engastes gruesos de oro, hermosamente labrados, y sobre ellos van por todo asentadas muchas piedras preciosas todas finas, aunque no de mucho valor por ser turquesas, cornerinas, amatistas, y así otras. Joya es de tanta riqueza, y tan bien labrada, que en nuestros tiempos se pudiera tener por contento un rey de ofrecerla, y se hallarán muy pocas tan excelentes de las ofrecidas. En el suelo, que es de plata, están esculpidas estas letras, que yo de allí fielmente trasladé.

El rey don Fruela segundo deste nombre. Tuvo mucha razon el arzobispo don Rodrigo en dar aquí nuevo principio á su historia, por las muchas novedades y gran mudanza que ahora hubo en el reino y en su señorío. «A todo dió causa alguna crueldad de >>nuestros reyes, la cual hace siempre alteraciones en »los reinos. Ellos se conservan firmes con clemencia y »benignidad, y se disipan y destruyen con el rigor de>>masiado, y aspereza en el mandar. » Todo esto movió mucho mas los corazones de nuestros castellanos, acostumbrados hasta ahora á ser regidos con mansedum-lo Jimena, como parece por el riquísimo don deste rey bre. Fue cosa notable el reinar cuatro hijos del rey don Alonso el Magno no habiendo tenido mas legos, pues don Gonzalo fué de la iglesia. Ya se ha escrito de los dos García y Ordoño, y ahora se proseguirá lo del reino de Fruela, y en su lugar se apuntará cuándo y cómo reinó don Ramiro. La corónica general, yendo aquí malamente errada en los tiempos, como siempre nos vamos quejando, tiene otra falta incomportable, que no hizo mencion del rey don Fruela, dándole luego al rey don Ordoño por sucesor á su hijo don Alonso el Monge. Comenzó á reinar el rey don Fruela, hermano de los dos reyes pasados, en este año novecientos y veinte y cuatro, sin que nadie diga porque se le dió el reino, quedando cuatro hijos y una hija del rey don Ordoño, y lo que yo creo es, lo que ya otra vez he dicho, que por ser pequeños estos cuatro infantes, se tomó rey hombre entero que pudiese defender la tierra, hacer la guerra á los moros. Así va ya mas deshaciéndose con tales ejemplos como éste y otros que sucederán, aquella ley de la sucesion del reino de Castilla, de que al fin de lo del rey don Favila dijimos, mostrándose la verdad de que nunca hubo tal ley. Está muy certificado el haber comenzado á reinar don Fruela este año, y aun antes del fin de junio, en un privilegio de los de Santiago, donde á los veinte y ocho del mes de junio de la era novecientos y sesenta y dos (y es el año que aquí se señala) el rey don Fruela confirma á aquella santa iglesia las millas de sus rededores que sus pasados le habian dado. La concesion es a la iglesia y á su obispo Hermenegildo, haciendo mencion de sus dos inmediatos predecesores Gundesindo y Sisenando, y habla el rey con mucha magestad diciendo: por el serenísimo mandamiento desta nuestra concesion. Es tambien de notar la sucesion del obispo Gundesindo tras Sisenando segundo. Deste prelado dice la historia antigua de los prelados de Iria y Santiago, que habia sido muy buen caballero en la guerra, y así fué tambien muy santo obispo en su prelacía, en que presto murió, sucediéndole Hermenegildo, el del privilegio, de quien no dice tanto bien aquella historia, como de los pasados. Es muy notable este privilegio por asegurar con tanta certidumbre el año en que el rey entró á

TOMO 11.

y

Susceptum placide maneat hoc in honore Dei, quod offerunt famuli Christi Froyla et Nunilo cognomento Scemena. Hoc opus perfectum et concessum est sancto Salvatori Ovetensi. Quisquis auferre hoc donaria nostra presumpserit, fulmine divino intereat ipse. Operatum est Era DCCCCXLI.

Luego tambien aquí se ve como todos para sus dedicaciones tomaban algo de la cruz de los ángeles. En castellano dice: sea recibido benignamente en el cielo para honra de Dios esto que ofrecen los siervos de Jesucristo Fruela y Nunilo, por sobrenombre Jimena. Esta obra fué acabada y concedida á la iglesia de San Salvador de Oviedo. Quien quiera que tentare robar de aquí este nuestro don, muera herido con rayo del cielo. Fué labrado en la era de novecientos y cuarenta y nueve. El año de nuestro Redentor que aquí se señala es el novecientos y once. Y yo no tengo duda sino que los aquí nombrados son este rey don Fruela, y la infanta su mujer que entonces tenia, y no ponen título de reyes, por no ser entonces mas que infantes viviendo el rey don Alonso su padre, y teniendo otros dos hermanos mayores don García y don Ordoño, que antes dé! reinaron. La riqueza del don testifica no ser quién lo

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dió ménos que hijo de rey. Tambien tengo por cierto haber sido esta señora hija de alguno de los reyes de Navarra. Porque como allá era tan grande la devocion con las dos santas hermanas mártires Nunilo y Alodia, y estaba tan refrescada con su translacion, los reyes sus padres le dieron á su hija este nombre. Mas por las historias de Navarra no se entiende cuya hija haya sido. El sobrenombre de Jimena parece pudiera descubrir algun rastro de conjetura, mas cierto yo no lo veo, ni otro ningun camino abierto por donde hallar algo.

Todos nuestros autores le dan al rey don Fruela tres hijos legítimos don Alonso, don Ordoño, y don Ramiro, de quien adelante se ha de tratar, sin que se pueda saber cierto de cual de sus mujeres fueron. Tuvo tambien el rey otro hijo bastardo llamado Aznar como todos lo escriben.

CAPÍTULO II.

La venida del famoso capitan Almanzor Alhabib de África en España.

Nuestros tres prelados dicen que por el muy poco tiempo que vivió el rey don Fruela, no hizo ninguna guerra á los moros; mas Luis de Mármol refiere de las historias de los árabes, que el rey Abderramen con la ocasion de la mudanza de reyes hizo venir grandísimo socorro de África. Así trujo Mahamete el Motaraf, señor de Ceuta, quince mil moros de caballo, y cuarenta mil peones con muchos muy nombrados capitanes, y juntándose con esta gente la mucha que el rey Abderramen podia juntar, entró haciendo cruelísima guerra por Castilla, y tomando por combates la villa de Santisteban de Gormaz, que mucho se le defendia, pasó hasta Pamplona, y tambien la tomó. Era general de todo este potentísimo ejército un famoso moro llamado Alhabib Almanzor, y quiere decir el querido de Dios y victorioso. Y esto es lo mas cierto que no interpretar pestaña, como otros hacen, dando frívolas razones deste renombre, habiendo ganado este otro por grandes victorias que desde África hasta Italia y Grecia habia alcanzado, y dél habremos de hacer adelante mucha mencion, habiendo sido el moro que mas afligió nuestra España con sus conquistas, desde el tiempo del rey don Pelayo hasta ahora. Puede ser muy bien verdad que en esta entrada se tomase Santisteban de Gormaz, mas nó Pamplona en ninguna manera, pues es verdad constante que nunca por estos tiempos se perdió. Y vese la incertidumbre y mala cuenta de la historia morisca en esta parte, pues prosigue que por el espanto desta guerra los navarros y aragoneses tomaron por rey á Iñigo Arista, cosa que mas de sesenta años atrás sucedió, como por todas nuestras buenas historia es notorio, y atrás se ha claramente mostrado.

El rey don Fruela de don Olmundo. su tiempo.

CAPÍTULO III

mandó matar cruelmente los hijos La muerte del rey, y memorias de

fué luego privado del reino y de la vida. Murió miserablemente cubierto de lepra el año novecientos y veinte y cinco, y fué enterrado en Leon cabe el rey don Ordoño su hermano, sin que parezca ahora ningun rastro ni memoria de su sepultura, que aun hasta en esto parece le quiso castigar nuestro Señor. Este cruel hecho del rey don Fruela añadió sobre el de la muerte de los condes mucha indignacion en todos, y acabó de enagenar los corazones de los súbditos para no ser de su rey con lealtad, como siempre solian. «Porque la crueldad engendra ódio, y dél >>nace la desobediencia, y della proceden las discor»dias, por quien vemos como se disipan los reinos, »conforme a lo que Jesucristo nuestro Redentor dejó >>en esto enseñado. >>

El obispo Fruminio fué luego en muriendo el rey restituido en su obispado. Y por la cuenta de la poca vida del rey don Ordoño parece tambien como el rey don Fruela no vivió mas que hasta cuarenta años, y no reino mas que uno y dos meses, como nuestros tres prelados escriben. Y Sampiro y don Lucas de Tuy en este año veinte y cinco ponen la muerte deste rey, y por la mucha autoridad de dos tan graves autores se asegura la buena cuenta. La del arzobispo va por estos años muy errada por falta, á lo que yo creo, de los que mal trasladaron su libro. Y desde este rey en adelante, todos se enterraron ya por mas de ciento y cincuenta años en Leon, y por allí, dejando del todo el enterrarse en Oviedo.

Del tiempo deste rey son estas memorias. La primera es la donacion que hizo el obispo Fortis, de Astorga, sucesor inmediato de san Gennadio al monasterio de San Dictinio de aquella ciudad, y la puse en el libro undécimo cuando escribia deste santo. Otra memoria hay notable deste año en el monasterio de Santisteban de Riba de Sil, cuya fundacion queda atrás escrita. Uno de aquellos nueve obispos que dijimos están allí sepultados, fué Ansurio, obispo de Orense. Este tuvo en una gran piedra su epitafio, y aunque la piedra se quebró, y hundió en la reedificacion del monasterio, sacóse antes el epitafio, el cual yo pondré con todo su mal latin de aquel tiempo.

En quem cernis cavea saxa tegit compago sacra
presul Isauri per omnia illustrisimi viri. Affa-
tim fuit dogma sancta, et vita militavit cla-
ra. Non extitit anceps de Domini vita, quia
sic prorsus faleravit confessio pia. Sinens ca-
thedra prædicta, conglutinans se norma monas-
tica, ibique egit cuncta, qui domino congruil,
subsequens Domini voce requievit in pace, in
puncto nempe sacri corporis simul depositio sub
die vii. Kal. Februarii. Era nongentesima sexa-
gesima, ætate porrecta per ordinem sexta.

El mal latin va tan continuado por todo el epitafio, que como tiene mucha dificultad para entenderse, así la tiene para trasladarse. Mas adevinando lo mejor que pudiere, dice en castellano: Mira que esta cueva Habia en el reino de Leon por este tiempo un caba- de piedra que aquí ves, cubre á la trabazon sagrada llero principal llamado Olmundo, y dejó algunos hi- de los huesos del prelado Ansurio, varon en todas sus jos, y entre ellos á Fruminio, obispo que por estos cosas ilustrísimo. Tuvo muy cumplidamente la docaños era en Leon. El rey don Fruela mandó matar á trina santa, y pasó su vida con mucha luz de ejemlos hermanos Olmundos seglares, y desterrar al obis- plo. Ninguna duda tuvo de la vida del cielo, porque po. Ninguna causa se da de un hecho tan terrible, así lo publicó y lo mostró hermosamente en lo que y así atribuyéndoselo á gran crueldad del rey, Sam-cristianamente confesaba. Dejando la silla de su iglepiro y los demás piensan que por justo juicio de Dios sia, para que á otro se diese, se juntó con la vida de

los monges, y haciendo allí todo lo que para el servicio de nuestro Señor conviene. llamado por su voz le siguió, y reposó en paz. Porque en un punto dejó su sagrado cuerpo á los veinte y seis de enero, el año de nuestro Redentor novecientos y veinte y cinco. En la casa tienen testimonio auténtico de como habrá cien años que se trasladó fielmente la piedra. Y aunque tan escabrosa en el latin. yo la quise poner por haberse tomado déste alguna parte de otro epitafio, que será necesario se ponga adelante en esta corónica.

Hay otra singular memoria tambien deste año en la librería de la santa iglesia de Toledo en unos Morales de san Gregorio, en pergamino grande de letra gótica. Escribiólos el mismo monge Florencio que habia escrito el Casiodoro de san Isidoro de Leon. Así dice él al cabo del libro en latin, que con el favor divino acabó de escribir aquel libro á los tres de abril de la era de novecientos y sesenta y tres, que es este año del nacimiento novecientos y veinte y cinco. Dice lo escribió en el monasterio del lugar llamado Valera, dedicado á los santos apóstoles san Pedro y san Pablo, por mandado del abad Silvano, y de toda la sagrada congregacion de sus monges, habiendo cumplido los cuarenta y seis años de su edad, y andando en el cuarenta y siete, que con toda esta particularidad lo dice todo. Y por esta memoria y la otra del Casiodoro se entiende como en quince ó diez y seis años escribió aquellos dos grandísimos libros, que no fué pequeño trabajo. Y aun en la librería de la iglesia mayor de Córdoba hay un homiliario grande tambien de la letra gótica y en pergamino, que lo escribió este monge Florencio en el monasterio de Valeranica, donde escribió el Casiodoro para el abad Martino, mas no señaló en este libro el año, si no es que falta la hoja donde esto estaba. El monasterio de Valeranica no podré yo decir donde estaba. Todavía es sumo pontífice el papa Juan décimo deste nombre.

CAPÍTULO IV.

Los jueces de Castilla.

Hubo en tiempo deste rey don Fruela una novedad muy grande en Castilla, y en toda la manera de su gobierno. Quedaron muy lastimados los ánimos de los principales caballeros de Castilla con la muerte de sus condes, que mucho les tocaban en parentesco y en amistad. Y aunque por entonces disimularon, como decíamos, su pesar: con estotro fresco de ver muertos los hijos de Olmundo, y echado el obispo de su iglesia, se les renovaron las llagas con mas recio dolor. Juntabase tambien con esto, que estando los castellanos sujetos al rey de Leon, era forzoso ir allá con sus negocios, y en lugar de alcanzar justicia, recibian nuevas injurias y agravios, teniéndolos en poco, y tratándolos para mayor sujecion con desden y aspereza. Estaban asimismo señalados términos entre castelianos y leoneses, aunque vivian todos sujetos al rey, y le reconocian y obedecian por señor, y veian los castellanos que les estrechaban cada dia mas su tierra, tomándoles mucha parte della, queriéndolos tambien apocar por este camino. No pudieron ya sufrir todo esto los castellanos, y acordando de rebelarse abiertamente, y ponerse en libertad, eligieron de entre sí dos jueces que fuesen sus cabezas y los gobernasen en paz y en guerra, y los amparasen de la furia del rey de Leon, que estaba claro no habia de consentirles pasar adelante con este

su levantamiento. Y atreviéronse tanto como esto por la ocasion presente de estar el rey don Fruela enfermo, y mal quisto de todos por su crueldad. Y como andaban ahora las sucesiones del reino inciertas por no suceder los hijos á sus padres; «los que pretendian rei»nar, por fuerza habian de ponerse en necesidades de »buscar amigos, y consentirles algunas cosas. que son >>ordinarios precios con que se suelen comprar tales >> menesteres. » Y los infantes excluidos de la sucesion y como desheredados, no podian dejar de quejarse con sus amigos, y prometerles mucho para que les ayudasen á volver á la sucesion. «Y aunque siem>>pre en tales ocasiones como estas suele haber tales »>motivos de alteraciones,» ahora, como veremos, los habia muchos mayores, por donde los castellanos pudieron tentar mas fácilmente su levantamiento, y no tener mucha resistencia en efectuarlo. Los dos jueces que eligieron se llamaban Nuño Rasura, y Flavino el Calvo, á quien comunmente solemos ilamar Lain Calvo; y no eran de los mas principales y poderosos caballeros de todos los castellanos, sino mas prudentes y esforzados, habiéndose tenido principalmente respeto á esto, como la gran novedad que intentaban lo requeria. Nuño Rasura, como en la generacion del conde don Diego Porcelos se dijo, era hijo de Nuño Belchides su yerno, y tenia por su nieto al conde Fernan Gonzalez, como allá queda declarado. Y no seria de las menores cualidades para ser elegido por uno de los jueces, el tener un nieto tan valeroso en paz y en guerra. Y era Nuño Rasura hombre de gran juicio, sufrido, modesto y diligente, y recatado y pacientísimo. Con esto era amado de todos, y apenas se hallaba quién se quejase de lo que juzgaba. Aunque muy pocas veces daba sentencia en los pleitos y diferencias, concertando las partes con mucha afabilidad y discrecion. Lain Calvo era yerno de Nuño Rasura, casado con su hija doña Teresa Nuñez, como tambien en su lugar se dijo, mas muy diferente del suegro en la condicion, por ser feroz, impaciente y arrebatado. Por esto ni trataba con su suegro los negocios de la paz, sino los de la guerra, á que era naturalmente mas inclinado. Todo esto se halla así en el arzobispo don Rodrigo y en el obispo de Tuy, que Sampiro ninguna mencion hizo deste movimiento de los castellanos, y nueva manera de gobernarse. Y hase de entender que no fué levantamiento y rebelion formada y declarada esta de ahora, porque sin duda no se les consintiera á los castellanos, sino que comenzaron por aquí á sacudir el yugo, para echario despues de sí del todo, y so color de buena manera de gobernacion, habiéndoles muerto sus condes, tomaron esta nueva órden para administrar paz y guerra en obediencia del rey, el cual ó por su voluntad ó por necesidad, como decíamos, no la contradijo, y pasó con ella aunque no le pluguiese. Esto parecerá adelante en algunas cosas que se contarán, hasta llegar al tiempo que los castellanos se salieron del todo de la obediencia del rey de Leon. El de Tuy dice, que ahora pidió Nuño Rasura á los caballeros de Castilla sus hijos para que se criasen con su hijo Gonzalo Nuñez, mas esto es imposible, pues aun el conde Fernan Gonzalez, su nieto, quince años antes desto hemos visto como estaba casado. Y por todo parece como los dos jueces, á lo ménos Nuño Rasura era muy viejo cuando tomó el cargo. Y todas nuestras historias en tiempo deste rey don Fruela ponen el principio de los jueces.

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