Imágenes de página
PDF
ePub

mucho órden. Creo es la que Vaseo algunas veces alega por de Aquilio Severo, ó de Sulpicio Severo. Mas es imposible ser destos autores, pues vivieron casi cien años antes de hartas cosas que en ellas se cuentan. Tampoco creo que esta historia y la de san Isidoro, que escribió de la venida destas naciones en España, sea toda una, aunque muchas cosas son unas mismas, y están dichas por unas mismas palabras en ambas historias. Porque en otras son bien diferentes. Y tambien el prólogo desta lo contradice. Y ántes se puede bien pensar que san Isidoro tomó deste autor, que no que él tomase de san Isidoro. Los que tienen esta historia por del arzobispo don Rodrigo van mucho mas errados. Sea cuya fuere, ella es la mejor y mas original relacion que tenemos de las cosas que estas naciones hicieron en España, y así sacaré yo della y juntamente de Paulo Orosio y san Isidoro, lo que despues hubiere de escribir.

en España, y tener ya una tal ciudad, se podia tener por gran hecho. Tambien habiendo venido tan poco ántes á España los vándalos y los demás, y discurriendo por la tierra adentro feroces y poderosos: con mas reposo convenia entrar en la competencia con ellos. Y aunque en la entrada de España hasta llegar á Barcelona y en haber aquella ciudad tan principal, pasaron sin ninguna duda cosas dignas de la historia, por no hallarse escrito no se puede decir nada dellas. Lo que Paulo Orosio prosigue es, que siempre el rey Ataulfo habia amado la paz mas que la guerra, ó por su natural que á esto le inclinaba, ó por la sagacidad con que la reina Placidia se la hacia desear. Por esto demas de lo que en Italia habia hecho con el emperador Honorio: aunque despues en Narbona le quebrantó Constancio la paz, y le forzó dejar la tierra en que pacíficamente reinaba y venir á buscar nuevo asiento en España: todavía dicen Paulo Orosio y san Isidoro, que desde acá procuraba de nuevo tener paz con el emperador y trataba de confirmarla. Todo esto desplacia mucho á los godos. Como hombres naturalmente guerreros amaban las armas, y sin esto larga experiencia les habia mostrado cuanto les valian. Por esta causa no le teniendo en alta

Otra parte de los vándalos con quien andaban mezclados los silingos hubieron por esta suerte de ahora la provincia llamada entonces Bélica, que desta vez tomó el nombre destas gentes que la enseñorearon, llamándose hasta ahora, perdida sola una letra, Andalucía. Desta particular division solo hay memoria en san Isi-estima, de la cual nace en los ánimos de los súbditos la doro, que tuvo buenos originales de donde lo pudo sacar, y dél tomaron todos nuestros coronistas. Blondo á su costumbre no dice de dónde entendió alguna diversidad que pone en este repartimiento, y por esto nos quedaremos con lo de nuestro santo Doctor por lo mas cierto que en esto puede haber. Lo que Blondo dice es, que los vándalos solos tuvieron la Bética por suerte, los alanos y suevos la Lusitania. Despues sortearon de nuevo los alanos y suevos, y cupo á los suevos Lisbona, y todo lo que discurre desde allí hasta el Andalucía, y para los alanos quedó Mérida con toda Galicia. Esto dice tan desconforme de la verdad, sin hacer mencion de lo que resta de España. Añade que solo Vizcaya y Asturias quedaron por los romanos. Y puede bien ser esto así por la razon que hablando destas provincias otra vez se ha dicho, que la tierra era estéril, y la gente feroz, y el premio de haberla ganado no era igual al trabajo del conquistarla.

Los primeros reyes que estas gentes así repartidas tuvieron son éstos. Su rey de los alanos se llamó Atace, el de los vándalos con los silingos Gunderico, y el de los suevos era Hermenerico, que desde la entrada en España los señoreaba. Así se puede colegir de san Isidoro, y de aquella corónica sin nombre.

Paulo Orosio prosigue que estos extranjeros y sus reyes aborreciendo ellos mismos sus crueldades, volvieron todo su cuidado á cultivar la tierra. Hicieron lueco la paz con los españoles y romanos de acá, en tan Duena amistad, que dice se hallaban algunos españoles mejor con la pobreza libre en que ahora vivian, que no con la servidumbre rica y cargada de tributos que con los romanos habian tenido. Todo esto sucedió en aquellos años, que luego siguieron despues de su entrada destas gentes en España, sin que se pueda señalar en cuales,

CAPÍTULO XIV.

Los reyes godos Ataulfo, Sigerico, ย Walia. Volviendo al rey Ataulfo, llegado á España parece cierto que reparó en Barcelona: y sin pasar adelante hizo allí el asiento de su corte. Porque el haber entrado

reverencia de su señor, trataron algunos de matarle, y dióse el cargo de hacerlo por mas disimulacion y descuido à uno, á quien Jornandes llama Vernulfo. Éste era tan chico de cuerpo, que el rey solia hacer gran donaire de su pequeña estatura. Éste dice el mismo autor, que le pasó al rey de una estocada por el lado, y san Isidoro añade, que fué estando con él en buena conversacion. Es bien virisimil que habian algunos conjurados contra el rey, y dado el acometimiento á éste, acudiendo ellos luego, pues tambien mataron con el seis hijos suyos, por no dejar quién le sucediese ni vengase. De la muerte de los hijos ningun historiador hace mencion en particular: mas entiéndese por el epitafio de su sepultura deste rey, cuyos destrozos de mucha magestad se parecen hasta ahora allí en Barcelona con estos versos.

BELLIPOTENS VALIDA NATVS DE GENTE GOTHORUM.
HIC CVM SEX NATIS, REX ATAVLPHE IACES.
AVSVS ES HISPANAS PRIMVS DESCENDERE IN ORAS,
QVEM COMITABANTVR MILLIA MVLTA VIRVM.
GENS TVA TVNC NATOS ET TE INVIDIOSA PEREMIT.
QVEM POST AMPLEXA EST BARCINO MAGNA GEMENS.

No hay para que poner en castellano este epitafio, pues perderia todo el buen gusto que le da en el latin la poesía. Y algunos hay que no tienen este epitafio por antiguo, y así no le dan mucha autoridad.

Estos seis hijos de Ataulfo, si los tenia, no podian ser todos de la reina Placidia, no habiendo aun seis años enteros, que se habia casado con ella. Porque su muerte sucedió en el mismo año cuatrocientos y diez y seis, en que queda puesta su entrada en España: como san Isidoro refiere, y en Próspero parece, y de Paulo Orosio se confirmará presto con mas certificacion. Y desde el año de once hasta ahora se cuentan los seis años deste rey, que san Isidoro y los otros autores le dan: tomando parte por año, y dándole por primero año el postrero de Alarico, como se suele hacer.

El arzobispo Juan Magno y Blondo, escribiendo mas particularidad de la muerte de Ataulfo, dicen que enviando á llamar á los principales de los godos no qui— sieron venir. Tras esta desobediencia siguió luego el

conjurarse contra él y matarle. Esto dicen sin traer autor de donde lo toman.

Muerto Ataulfo eligieron los godos por rey á Sigerico, como en Orosio se vé, y de allí parece lo refiere san Isidoro. Y el faltar este rey en algunos autores, debe ser por el poco tiempo que reinó. Quien mas le da es un año. San Isidoro no le señala tiempo ninguno, sino dice que luego fué muerto de los suyos, por verle tambien inclinado à la paz, cosa que entonces los godos mucho aborrecian. Solo el arzobispo don Rodrigo cuenta muchas particularidades deste rey. Escribe que se habia señalado cuando se tomó Roma, y de allí estaba con los godos en gran reputacion. Acrecentaba él con la magestad de su persona, y con sus grandes virtudes. Era alto de cuerpo aunque cojo por haber caido de un caballo, y tenia el ánimo ensalzado y profundo en sus consideraciones. Hablaba poco, menospreciaba todo vicio y superfluidad: aunque se turbaba mucho estando airado, y se le conocia dejarse vencer de codicia. Su prudencia era notable en ganar voluntades, y atraer gentes, y con astucia sabia sembrar para esto discordias, y revolver con odio los pacíficos. Tuvo cinco hijos, Giserico, Hunerico, Gundamundo, Trasamundo, y el postrero Hilderico: y el deseo de acrecentarlos, dice el arzobispo que le hizo querer la paz con los romanos dilatando el moverles la guerra, hasta que entendida su disimulacion, le mataron los suyos por ella. Yo refiero lo que hallo en nuestro Arzobispo. Mas pienso que se confunde aquí en algunas destas cosas por la semejanza del nombre, con atribuir á este rey Sigerico, lo que es de otro rey de los vándalos deste mismo tiempo llamado Sigerico, cuyos hijos y hermanos tuvieron aquellos cinco nombres.

Sucedió luego el rey Walia, por eleccion que dél hicieron los godos, y esto es lo mas cierto, y no lo que Vaseo refiere de un libro antiguo, do se dice, que se entró por fuerza en el reino, matando todos los que lo pretendian. Basta para no tener esto por verdadero ser contrario de Paulo Orosio que expresamente dice fué eleccion, dando tambien la causa della, para que rompiese la guerra con los romanos: y la providencia de Dios ordenó que él confirmase firmemente la paz. Mas ántes que se comience a tratar de los hechos de Walia, será bien dar á entender en qué estado se hallaban las cosas de España por estos dias.

[ocr errors][merged small]

La gran diferencia que ahora habia en el señorio de España y sus moradores: y la guerra que entre si comenzaron los extranjeros.

Habia por este tiempo en España tal diversidad de gentes y naciones, que sola ella bastaba para no poder haber paz ní conformidad, sin otras causas que habia muchas y todas ellas grandes para haber disension y guerra perpetua. Habia españoles antiguos, verdaderos naturales y moradores de la tierra, que cuando los romanos los sujetaron, se quedaron parte por sus amigos y confederados, parte por súbditos y tributarios. Habia tambien muchos romanos, que por diversas causas y en diversos tiempos habian venido á España, y se habian avecindado y quedado á vivir en ella. Ahora se le añadió á España estotra nueva carga de las cuatro naciones que entraron en ella, y tambien se quedarian acá algunos de los honoriacos que los trujeron: sino que siendo los alanos y suevos con los otros mas poderosos, éstos no pudieron ni osaron tomar competencia

con ellos, ni pedir parte por sí en la division de los reinos, antes mezclados con ellos se repartieron por todas las provincias.

La condicion y estado de cada uno destos diversos géneros de gentes que se hallaba en España, era por entonces triste y miserable. Los romanos habian perdido el ser señores de la tierra, y el ser respetados como tales, y era estɔ una cruel mudanza y abatimiento. De los españoles ya dijo Paulo Orosio, que lo pasaban ahora mejor siendo súbditos de los extranjeros, que no ántes cuando lo eran de romanos. Todo era vivir en sujecion: mas los nuevos señores no estarian aun usados con mucha tiranía: y siendo su competencia con los romanos, holgarian tener de su parte á los naturales, y granjearlos con algun buen tratamiento. Los extranjeros cansados ya de guerrear y destruir la tierra, habian, como se ha dicho, dejádola descansar, para que labrándola les pudiese dar mantenimiento. Mas luego que se acabó la guerra que se les hizo á los romanos para quitarles la tierra, ya que parece comenzaba á reposar: los mismos extranjeros nuevamente venidos comenzaron la pendencia entre sí mismos. «No puede durar la vecindad de los reinos bien «gobernados mucho tiempo en sosiego, cuanto mas és«tos que eran de gentes feroces y belicosas, sin órden «ni concierto de buenas leyes y costumbres, que son «el vínculo de verdadera paz y quietud en la repú<< blica. »

Los alanos eran entre los otros mas poderosos, y así dice dellos expresamente san Isidoro, que mandaban ó se enseñoreaban de los otros. Los godos nadie dice dónde reinaban, ni qué tanta parte de España tenian. Mas pues entró Ataulfo por Cataluña y llegó á tener á Barcelona, por aquellas comarcas y no mas debia ser ahora lo de los godos, que en tan poco tiempo no se podian haber extendido mucho. Y pasarán aun hartos años que no tendrán acá mas desto poco, como en el discurso desta historia se verá. Los romanos ya dijimos como tenian todavía tierra en la Carpentania y Celtiberia, y tambien parecerá tenian aiguna en otras regiones de acá. En la Iglesia de España habia tambien ahora gran diversidad. Duraban aun hartos gentiles, porque no se arrancó de una vez la idolatría, en los tiempos que siguen se hallarán aun acá rastros grandes della. Cristianos y verdaderos católicos siempre habia muchos entre prelados y súbditos, como de tantos santos pasados se muestra claro, y por todo lo siguiente se verá. Y eran éstos de los españoles naturales, y de los romanos. Los godos eran arrianos, y así lo fueron tambien los vandalos, alanos y silingos, cuando ahora ó poco despues dejaron la idolatría, y todo causaria harta confusion en la Iglesia de España, con mucha ocasion de paciencia y sufrimiento cristiano en los católicos. Los suevos despues se verá cuando se inficionaron desta mala secta, por donde parece eran ahora 6 idólatras ó católicos.

Todas estas gentes extranjeras con el pensamiento que tenian de hacerse la guerra unos á otros, procuraban el amistad de los romanos, y así dice Paulo Orosio, que se habían concertado con el emperador Honorio, enviándole ă decir estas palabras. Tú, señor, guarda la paz con todos nosotros, toma rehenes de todos, y déjanos pelear unos con otros. Que si nos matamos, nuestro es el daño, y si vencemos, tuyo es el fruto de la victoria: pues no podrá esperar mayor interés la república romana, que vernos destruidos á todos.

Procopio escribe (1) que Honorio hizo la paz con Godigisco, que así llama él siempre al rey primero de los vándalos en España. Las condiciones desta paz fueron que viviesen los vándalos en España sin perjuicio de los moradores della, y que en ningun tiempo pudiesen alegar la prescripcion, que las leyes romanas concedian, aunque hubiesen poseido la tierra por espacio de treinta años ó mas. A este rey Godigisco le dan algunos por sucesor á Gunderico, al cual nuestras historias cuentan por primero rey de los vándalos sin hacer memoria de otro antes dél. Y lo que yo creo en esto es que el Godigisco de Procopio, y nuestro Gunderico es todo uno, y que solo el nombre es diverso, como tambien otros algunos lo son en aquel autor: y en éstos de los vándalos mas en particular.

Tras esta furiosa alianza que Honorio aceptó, comenzaron á guerrear entre sí estas naciones. Los alanos con aquel su mayor poderío querian llevar adelante la sujeción en que à los demás tenian, y por el contrario los suevos y vándalos quisieron gozar sus reinos con libertad. Esta ambicion fué la causa desta guerra. Ella se trataba ferozmente con muchas muertes y destrucciones, el año que Paulo Orosio acababa de escribir su historia. El primer acometimiento desta guerra fué de los alanos contra los vándalos y silingos del Andulucía, aprelándolos tanto que los hicieran retirarse á Galicia, por valerse allí de los otros vándalos y suevos y de su rey Gunderico. Volvióse tambien la furia de los alanos contra los romanos, y fatigándolos con cruda guerra en la Celtiberia, les tomaron en la Carpentania muchas ciudades, con matarles gran copia de gente en la guerra. Esto todo cuenta así en particular el autor de aquella breve corónica antigua, y en san Isidoro hay algun rastro de lo mismo. Todo esto sucedió hasta el año cuatrocientos y diez y siete, como de Paulo Orosio, segun presto veremos se entiende.

CAPÍTULO XVI.

Lo que el rey Walia hizo en España, y la paz que concertó con los romanos.

Desde que el rey Ataulfo fué echado de Francia por Constancio, como vimos, siempre duraba rota la paz entre godos y romanos; y aun les costó la vida de los dos reyes pasados quererla soldar, y Walia fué elegido para fin que man'uviese perpetua esta guerra. Con este intento el año cuatrocientos y diez y siete habia hecho una gruesa armada acá en España, para pasar en África y tomarsela si pudiese á los romanos. Esto tengo yo por cierto fué su designio principal en esta jornada, moviéndome por lo que despues sucedió, y de Paulo Orosio se puede colegir y no lo que nuestras corónicas escriben. Ponen esta jornada muy adelante cuando ya' este rey tenia paz con los romanos, y así le dan otros fines diferentes. Mas siendo manifiesto en Paulo Orosio, como luego averiguaremos, que pasó esto el año cuatrocientos y diez y siete, viene muy á propósito que fuese éste el designio del rey. Embarcóse, pues, en esta su armada, y por el estrecho de Gibraltar se queria pasar con ella an Africa: mas allí le tomó gran tempestad, y se desbarató toda la flota con pérdida de muchos navíos y gente, así que el rey se tuvo por perdido y destruidas sus fuerzas. No dice mas que esto Paulo Orosio y los demás que toman dél, y así no puedo yo dar

(1) En el lib. de la guerra con los vándalos.

|

buena cuenta como era razon, de como pudo Walia aderezar esta flota en el Andalucía no siendo suya, y si la aprestó en los puertos de Cataluña que fuesen suyos, ¿para qué iba buscar el paso para África tan abajo, teniéndolo allí tan cerca y tan aparejado? Todo esto dependia de entenderse que tanto de España tenià por entonces Walia, y qué amistad habia hecho con los reyes de los vándalos y los otros. Y pues de ninguna cosa déstas no hay noticia en los historiadores de aquellos tiempos, nadie me culpará á mí en no darla. Yandar siempre en la historia por conjeturas es una « triste tiniebla, y cada uno con su ingenio y su juicio « se puede meter lumbre en ella, y podrá hallar lo « que yo no podria muchas veces proseguir sin pesadumbre y fastidio de quien leyese, si con mas couje« turas me alargase. »>

[ocr errors]

"

Esta destruccion de su flota y de su gente, dice Paulo Orosio que trocó todos los pensamientos del rey Walia, y amansó la ferocidad de los godos que antes de ahora no procuraban ni pedian sino guerra con los romanos, hasta destruirlos. Ahora ya mansos y rendidos al miedo de la mar, holgaron que el rey hiciese la paz con el emperador. Ésta se concertó, como está en Paula Orosio, restituyéndole el rey Walia á Honorio la reina Placidia, su hermana, á quien él hasta ahora habia tenido en su poder con todo el respeto y reverencia que se le debia á tan alta princesa. Obligóse tambien el rey de hacer la guerra en España á los vándalos y á los otros para restituirle al imperio lo que della ganase. Para cumplir todo esto dió rehenes de gente principal, y quedó el amistad de godos y romanos desta vez bien asentada con toda firmeza. Esto de Paulo Orosio, por su mucha autoridad creo yo es lo mas cierto y á ello acude lo de Jornandes, que cuenta muy despacio, como Honorio prometió á Constancio lo casaria con la reina Placidia, si él de cualquier manera la sacaba de poder de Walia. Por esto aparejó Constancio la guerra contra él, y venia muy poderoso á España. El rey le salió al encuentro en los Pireneos. No pelearon; porque tratando la paz se avinieron con todas estas condiciones que se acaban de decir.

El perderse el rey Walia en la mar, y el hacer la paz despues con los romanos, sucedió todo en el año de nuestro Redentor cuatrocientos y diez y ocho, cuando tenia el emperador Honorio el duodécimo consulado y el emperador Teodosio Segundo de Constantinopla el octavo. Y será bien mostrar cómo se entiende esto ser así. Porque la seguridad que se toma de la certidumbre deste año, para la cuenta de algunos siguientes es grande, y queda con ella harta claridad á los de atrás desde la muerte de Ataulfo hasta ahora. Paulo Orosio al fin de su historia dice hablando con san Agustin, á quien la dirigió, que aquel año que entonces corria cuando él acababa de escribir su libro, era el cinco mil y seiscientos y diez y ocho de la creacion del mundo. Sigue Orosio en esta cuenta la de los setenta intérpretes, como tambien lo siguió Eusebio, poniendo conforme á ella a Natividad de nuestro Redentor á los cinco mil y ciento y noventa y nueve años de la Creacion. Pues añadiendo sobre esta suma del año de la Creacion en el del Nacimiento cuatrocientos y diez y nueve años, se vendrán á hacer mil y seiscientos y diez y ocho de la Creacion, que es el año en que Orosio dice acabó de escribir. Y es el cuatrocientos y diez y nueve de nuestro Redentor, siendo cónsules en Roma Flavio Monapio y Flavio Plinta. Resulta de todo esto, que el año en que hizo esta paz Walia fué el cua

trocientos y diez y ocho, pues el mismo autor dice expresamente que el año antes de aquel en que él acababa de escribir, habia sucedido el naufragio de Walia, y el hacer la paz con los romanos. Y por estar estos dos años y lo que pasó en ellos tan distintamente aclarado por hombre que vivia y escribia en ellos, son de mucha importancia para toda la buena certificacion de los siguientes. El conde Marcelino pone esta paz en el año de otros cónsules, mas el órden déstos está por aquí muy trastocado, en los títulos de su corónica, y desto puede ser la falta y nó del autor que puso bien el hecho en el año que sucedió, segun fué muy diligente y puntual en su cuenta. Murió el papa san Zósimo al fin del año cuatrocientos y diez y ocho, á los veinte y seis de diciembre, habiendo sido sumo pontifice tres años, cuatro meses y siete dias, y con uno solo de vacante fué elegido á los veinte y ocho san Bonifacio pri- | mero deste nombre.

CAPÍTULO XVII.

La guerra que el rey Walia hizo á los extranjeros en España, y de su muerte, y como le sucedió Teodoredo. La corónica de Vulsa, y algunos varones señalados de España.

En este mismo año cuatrocientos y diez y nueve dice Paulo Orosio, que los nuevamente entrados en España guerreaban entre sí mismos, y que el rey Walia se decia trataba la paz entre ellos. Lo primero afirma como cosa cierta, y lo segundo dice como por nuevas. Estaba Paulo Orosio en África con san Agustin, cuando acababa su obra; y así no afirma esto del todo, sino dice que se decia allá por nuevas, y á la verdad, no parece posible que el rey se metiese así este año entre estas gentes para pacificarlos: pues desde que el año pasado hizo la paz con Honorio, le habia prometido hacerles la guerra. Ésta se comenzó ahora por esta

ocasion.

[ocr errors]

En premio de las victorias del césar Constancio le dió el emperador por mujer á la reina Placidia, y lo acrecentó con hacerlo participante del imperio, y como su compañero en él, como se lo tenia bien merecido, mas tambien eta moverle y animarle mas para la defensa del imperio y restauracion de lo perdido en él. Porque con no tener hijos Honorio, podria tener Constanciɔ | cierta esperanza que los que él tuviese en Placidia serian los sucesores en el señorío del tio, y para si mas que para Honorio defendia y ganaba. Dolíale principalmente la pérdida de España, y el ver disminuido el imperio con faltarle tan noble provincia, y por esto deseaba ante todas cosas cobrarla. Queriendo, pues, comenzar esta guerra Constancio, se vino á España, y paró en la Celtiberia, que todavía se tenia por los romanos, y allí dió al rey Walia el cargo desta jornada Así dice expresamente san Isidoro que Constancio puso á Walia en esta empresa de España contra los alanos, vándalos y los demás que la tiranizaban, y de Paulo Diácono, se puede colegir lo mismo, cuando hace mencion de nuevas alianzas, que con gran firmeza hicieron entre sí estos dos príncipes. La historia antigua sin nombre dice aun mas particularidad en esto: que estando Constancio acá en la Celtiberia envió á llamar á Walia para que hiciese esta guerra, y de tal manera cuenta este autor la venida del rey acá y su vuelta, que parece claro vino desde Francia. No pudo dejar de ser brava y larga esta guerra, mas san Isidoro y la coró

nica antigua la suman en breve. Escriben que hizo el rey Walia gran matanza en sus enemigos, destruyendo los vándalos y silingos en la Bética, matando en batalla al rey Atace de los alanos. y forzando á los pocos de los suyos que escaparon, huir á Galicia, y sujetarse allí al rey de los suevos, á quien en la guerra pasada ellos habian fatigado. Entónces fueron victoriosos y soberbios con su rey á señorear, y ahora pasaron vencidos y destrozados á solo ser súbditos, y servir á otro príncipe extraño y su enemigo. Con esto acabó del todo el reino de los alanos, sin que quedase mas memoria dél, ni de aquella soberbia con que poco ántes querian enseñorearse de toda España.

Volvió luego la guerra el rey Walia contra los silingos del Andalucía, y allí los maltrató y les tomó parte de la tierra, y les forzó á vivir en mas estrechura de la que antes tenian. Demas de los dos autores que cuentan desta guerra, hay mencion della en el poeta Sidonio Apolinar, y por lo que él allí dice, parece se peleó con los silingos en los campos de Tarifa y en todo aquello hacia el Estrecho. Desta vez que así los alunos quedaron en Galicia y por allí, ó de ántes cuando tenian la Lusitania, piensan algunos con buena conjetura que pusieron el nombre á la villa de Alanquer, que se cree ser la que en tiempo de romanos llamaban Jerabrica, y está ahora en las comarcas de Lisboa, y el nombre verdadero que entonces le pusieron fué Alanquercana que quiere decir templo de los alanos, de donde se corrompió el vocablo que ahora tenemos. Algunos tambien afirman que Alanis, pueblo muy conocido en la sierra de Sevilla, tomó el nombre desta gente de los alanos. Mas no traen otro fundamento sino sola la semejanza del nombre.

Volviendo el rey Walia victorioso de España, dejó muy extendido en ella el señorío romano, pues cobró la provincia Cartaginesa y la Lusitania, que era lo que los alanos pocos años antes le habian quitado. Y la corónica antigua dice expresamente, que todas las ciudades que el rey Walia tomó en esta guerra las entregó á Constancio como á general de los romanos, y con quedar ya ellos acá tan poderosos, escribe el mismo autor, que se les rindieron los vándalos y suevos, y les quedaron como sujetos con sus reyes. Y a un parece da á entender que no los admitieron los rotnanos para soldados en la guerra, sino solo para tributarios y gente vulgar. El mismo autor dice en particular, que Walia puso capitanes y gobernadores godos en los silingos y su tierra para dejarlos en mas entera sujeción. Esto y otras muchas buenas particularidades se hallan en sola aquella historia, y así se ve como por ella sola se van continuando bien estos tiempos.

En premio de todo le dió el emperador Honorio á Walia por persuasion de Constancio toda la provincia de Aquitania, como en san Isidoro se vé: como se extiende desde Tolosa hasta tocar en el mar Océano occidental, y en esto entra el ducado que llaman de Guiena, conservando en alguna manera rastro del nombre antiguo que tuvo toda la region. Y éste es otro nuevo principio y confirmacion de tener los godos la provincia Narbonesa de aquí adelante, habiéndola perdido cuando queda dicho; y esto tengo por nas cierto que lo que Próspero y Paulo Diácono escriben, que se la habia dado ántes cuando se hicieron las paces. Creo que entonces se le dió algo de la provincia, y ahora todo enteramente.

Esta guerra de Walia en España se acabó este año mismo cuatrocientos y diez y nueve; pues dando fé á

los autores san Isidoro, Jornandes y Vulsa, este año murió el rey. Estos autores no le dan mas de tres años de reinado, y habiendo comenzado el año cuatrocientos y diez y seis (como hemos visto) no puede pasar de este. Vaseo se puso muy de propósito á probar que Walia reinó veinte y dos años. Sus fundamentos son tales, que se podrá excusar el detenimiento de mostrar como son malos: y entre los otros inconvenientes ponian una terrible confusion en la cuenta destos tiempos, sin que nadie pudiese valerse en ella. Jornandes dice murió el rey Walia en Tolosa de larga enfermedad. Sucedióle en el reino Teodoredo, que otros nombran algo diferente, mas yo seguiré este nombre que es mas usado y conocido en nuestras corónicas. Aunque nadie no lo dice expresamente, entiéndese que se le dió el reino por eleccion que los godos hicieron dél; pues ésta era la costumbre ya entre ellos muy guardada. Yo creo cierto fué hijo 6 yerno del rey Walia, como se verá adelante en su lugar, y esto le pudo valer para que de mejor gana fuese elegido.

Ya he nombrado aquí la corónica de Vulsa (1), y de aquí adelante ha de andar mucho en toda esta historia. Fué obispo en tiempo de los postreros reyes godos, y parece fué obispo en España, aunque no se halla firmado en concilios por haber alcanzado pocos ó ninguno. Escribió una muy breve suma de los reyes godos con dia, mes y año de lo que cada uno reinó. Esto vale tanto para la continuacion desta historia, que no se pudo desear cosa mas puntual. La que yo tengo trasladé del original de letra gótica de la librería de la santa Iglesia de Oviedo, que ha cerca de quinientos años se escribió para el rey don Alonso que ganó á Toledo. Y en otros originales muy antiguos la he visto. En todos tiene algunos defectos por falta de quien trasladaba, de que daremos razon á sus tiempos.

Paulo Orosio era por este tiempo, como veremos, insigne varon en letras y religion. Era presbítero, y natural de Tarragona, como él alguna vez lo significa, mas como la fama del glorioso doctor san Agustin era tan grande y no menor su santidad, pasóse con él en África, y de allí lo envió el Santo á la Tierra Santa con la respuesta de cuestiones gravísimas, que entre este santo Doctor y el bienaventurado doctor san Gerónimo se trataban. Así hay mucha mencion de Paulo Orosio en las epistolas de san Agustin, y en otras partes de sus obras. A la vuelta deste viaje trujo Orosio á san Agustin muchas reliquias del bienaventurado mártir san Esteban, cuyo cuerpo entonces se habia hallado en Jerusalen, como el mismo san Agustin lo refiere. Es cribió Paulo Orosio su historia que tenemos, y dirigióla á san Agustin, dejando tambien escritos otros breves tratados que tambien andan impresos.

Habia tambien acá en España ahora otro presbítero notable en letras llamado Abundio, el cual, como refieren muchos, trasladó en latin la historia de la invencion del cuerpo de san Esteban, que otro presbítero llamado Luciano habia escrito en griego, hallándose en Jerusalen cuando sucedió.

CAPÍTULO XVIII.

La guerra que se siguió entre vándalos y suevos. Los dos años siguientes fueron de gran turbacion

(1) Aquí declara Morales la equivocacion en que estaba haciendo de Vulsa un obispo español, siendo así que aquel vocablo no es mas que la primera parte de Wisse Gothorum, como se explica mas adelante. B.

[ocr errors]

y movimientos en España, y fueron causa dellos los que en Italia tambien sucedieron. El césar Constancio murió en Ravena el año cuatrocientos y veinte y uno, dejando ya de su mujer Gala Placidia un hijo chiquito que llamaron Valentiniano. Por la ausencia que hizo de España Constancio, cuado la dejó despues de las victorias de Walia, y ahora por su muerte, tomó avilantez Gunderico, rey de los vándalos, de alterar á España, y quererse hacerse señor de toda ella. Para esto, segun dicen san Isidoro, Paulo Diácono, y la corónica antigua, rompió el amistad que tenia con Hermenerico, rey de los suevos, y la sujecion que tenia á los romanos, y se entró por su tierra. El rey Hermenerico y sus suevos resistieron con ánimo al vándalo en los montes que estos autores llaman Ervasos, y creen algunos por la semejanza del nombre que sean las montañas de entre Leon y Oviedo, que llaman de Arvas, con la abadía que allí hay muy insigne deste nombre. Y á la verdad bien se muestra que los suevos para fortalecerse no se podian recoger sino en su tierra no léjos della. A mí bien me parece el creer Vaseo, que ha de decir en san Isidoro Narbasos, porque así fueron llamados antiguamente unos pueblos en España dentro de Galicia ó muy cerca della. Allí los tuvo cercados algunos dias Gunderico mas entendiendo como era imposible tomarlos por no perder reputacion, dejando la empresa en que se habia puesto, fingió mayores importancias que requerian su presencia; y levantando su campo, se pasó á las islas de Mallorca y Menorca, donde hizo grandes muertes y robos con triste destruccion de la tierra. La brevedad destos autores es tanta como esta mia. Cuentan guerra feroz de mar y de tierra, y en provincias tan diferentes, y no dicen mas palabras que las que yo refiero. Estas islas yo tengo por cierto estaban ahora por los romanos, y contra ellos volvió Gunderico la guerra, ya que contra los suevos no pudo prevalecer. Asi prosiguen estos historiadores, que vuelto este rey en España, destruyó la ciudad de Cartagena hasta asolarla del todo; y certidumbre tenemes della en lo pasado, como estaba ahora por los romanos desde que los alanos poco antes la habian perdido. Y desta destruccion desta ciudad, con su entero asolamiento por este rey, hizo tambien mencion san Isidoro en sus etimologías (1). Este fue el fin desta noble ciudad, que habien do sido de las mas señaladas y magníficas que habia en España por la excelencia de su famoso puerto y otras grandezas notables que en ella habia, quedó como hasta nuestros tiempos la hemos visto, un pequeño lugar de pocas mas de seiscientas casas. Y duró la grandeza desta ciudad desde su fundacion hasta ahora, que fué destruida, aun no seiscientos y cincuenta años, como por lo de atrás en esta corónica se vé. Duró despues estar así destruida y asolada mas de mil y cien años, hasta que el católico rey nuestro señor don Felipe, segundo deste nombre, ha mandado restaurar y fortificar este año de mil y quinientos y setenta, en que yo esto escribo, la ciudad y su excelente puerto, que desde esta destruccion estaba sin defensa, y muy aparejado para que los moros y turcos pudiesen entrarse de improviso en él con sus armadas, y hacer algun mal salto en la tierra y ahora queda con tanta defensa y fortaleza, que no la osen jamás acometer; antes sca amparo y refugio para todos los de aquella costa. Dió S. M. el encargo desta fortificacion al señor Vespasiano de Gonzaga, duque de Trajecto, y príncipe del Impe

(1) En el lib.15.

« AnteriorContinuar »