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en aquello de Burgos hasta la Rioja, donde vivian aquellos cristianos nombrados en las escrituras. Que por estar muy apartado de Córdoba, y de la mayor potencia de los moros, podia tener alguna mas probable seguridad.

paro de los cristianos. Y esto haria mas principalmente; hubimos Garibay y yo de un mismo tumbo, y fué el de Santiago. Él lo puso muy bien todo entero en castellano, y la suma dél es esta. El rey don Alonso intitulándose al principio rey de Oviedo, dice que concede privilegio á la iglesia de Valpuesta y al obispo Juan, á quien llama su maestro, y les da mucha tierra y muchos lugares. La data dice así: Facta testamenti Cartula sub die, quæ erat duodecima Kalendas Januarii Era anni DCCCXII. Regnante rege Alfonso in Oveto. Et ego rex Alfonsus, qui testamenti privilegium facere jussi, coram Deo et coram testibus signum injeci, ac roboravi. El privilegio es claramente del rey Casto, pues se intitula luego al principio rey de Oviedo, y al cabo tambien vuelve á decir, reinando el rey don Alonso en Oviedo (1).

Tambien los cristianos que vivian sujetos á los moros, tenian sus condes que los gobernaban, como yo sobre las obras del glorioso mártir San Eulogio escribí, y aquí lo trataré en su lugar. Así se comenzó el condado de Castilla, y se conservaba por este tiempo, y duró | hasta el del rey Alonso que ganó á Toledo; pues en la librería del monasterio de Oña hay un libro de san Fulgencio sobre los salmos, de letra gótica en pergamino, y dice al cabo como se acabó de escribir al fin de julio el año de nuestro Redentor de mil y setenta y cuatro, reinando el rey don Alonso en Castilla y Leon y Nájara, y siendo conde en Castilla Gonzalo Salvadores.

Mas este condado de Castilla no hay duda sino que siempre estuvo sujeto á los reyes de aquellos tiempos, como tambien Garibay bien apuntó. Porque decir que estuviese por ahora sujeto á los moros el conde don Rodrigo y los otros de Castilla, no lo tendria por acertado; pues el rey don Alonso el Casto daba lo de Valpuesta y por allíencima de Burgos, tan seguramente como en su privilegio parecerá. Y allí hace mencion del consejo de sus condes, y pues aquello era del distrito del conde de Castilla, y el rey así disponia en ello, claro está como el conde era sujeto al rey.

Otra cosa muy diferente désta fué el condado de Castilla, que tuvo el conde Fernan Gonzalez, y sus tres ó cuatro sucesores, exento de la sujecion y vasallaje de los reyes, como se verá adelante. Y así no se puede ni debe continuar lo uno con lo otro. Lo que Garibay descubrió deste conde de Castilla le es tambien mucho de agradecer y de estimar, mas no hubo para que culpar tanto á nuestros escritores por no haber dado noticia dél. Cuando aquellos cuatro primeros prelados de Salamanca, de Beja, de Astorga, y de Oviedo, que como es cierto y muchas veces he dicho, son las fuentes verdaderas de nuestra historia del rey don Pelayo hasta el rey don Alonso, que ganó á Toledo, no hubieran faltado en otra cosa sino en no hacer mencion deste conde don Rodrigo, no habia para qué culparlos, ni zaherirles tan de propósito, y tanto su descuido. Porque escribiendo tan breve y tan en general como escriben, no es defecto no hacer memoria de un gobernador. La falta es escribir tan breve, y aquí se encierran otras faltas mucho mayores, y el no hacer mencion de la gobernacion de un conde, no es de las grandes. Y la causa de comenzar nuestros historiadores á hacer memoria de los condes de Castilla en don Diego Porcelos, aunque estaba sujeto al rey don Alonso el Magno, como se verá, está claro que fué por haber hecho una cosa tan insigne como poblar la ciudad de Burgos. Tambien fué muy notable cosa en aquel caballero su descendencia, de donde procedieron, sin atros muchos insignes varones, los dos excelentes y nunca dignamente celebrados el conde Fernan Gonzalez, y el Cid Ruiz Diaz. Y por esto solo fué digna cosa plantar muy de propósito su tronco, dando noticia de donde nacieron tales ramos.

CAPÍTULO XXXVI.

Lo del privilegio de Valpuesta bien entendido. Ya fambien escribiendo del rey don Alonso el Católico, tratamos como Estevan Garibay le atribuyó á aquel rey el privilegio de Valpuesta. Este privilegio

Y esto solo basta, conforme á lo que se ha visto, para entenderse claro como es deste rey, sin los grandes inconvenientes que mostrábamos seguirse si fuera del Católico. Y la cuenta de la data es del año de nuestro Redentor, y nó de la era de César, y siendo en diciembre año ochocientos y doce, viene á ser el año diez y nueve deste rey. Y aunque es así cierto por lo dicho ser la data del año del nacimiento de nuestro Redentor, mas aun se verifica mas por una particularidad que se halla en ella, pues dice fuera de toda costumbre era anni, y nó era solamente. Que parece se quiso denotar nueva cuenta y manera della. Y aun á quien mas sutilmente lo quisiese escudriñar, podria considerar que por ventura en el privilegio original estuvo escrito era domini, sino que estuvo abreviado desta manera, era dni. Despues gastóse con el tiempo el hasta derecha de la d y quedó ani, y así leemos anni, imaginando dos nn, y no tilde donde de hecho decia domini. Y no es menester andar rastreando por tales sutilezas, aunque muy amadas y seguidas de los doctos'y diligentes en el emendar los originales antiguos; porque muy presto se verá cuán de propósito usaba este rey mas ordinariamente la cuenta de los años de nuestro Redentor, y nó la era de César. Y por haber puesto Garibay, y muy bien, esta escritura en romance, no hay para qué ponerla aquí de nuevo en latin, sino notar en ella lo que conviene.

El rey dice al principio desta escritura, que hizo la donacion con consejo de sus condes y príncipes llamando príncipes á los hombres mas principales de sus reinos, á quien tambien en estos años siguientes veremos llamar grandes, como se nombran basta ahora.

Y pues hace cuenta del consejo que tomó con sus condes, ya se ve como los habia. Es tambien cosa notable hacer aquí mencion del servicio montadgo, aunque el tributo que ahora tiene este nombre es algo diferente, pues se cobra del ganado que pasa á estremo, mudando lugares y regiones con los tiempos. Otra antigüedad hay mucho de notar. En el libro de becerro de Castilla se hace ordinariamente mencion en los lugares

tiago, no le examinó con bastante detencion Morales,
(1) El tumbo, ó libro de privilegios y escrituras, de San-
pues
equivoca la fecha del privilegio de Valpuesta, por no haber
observado que en el original el palo mas delgado de la equis
tiene en su parte superior hácia fuera un rasguillo que da á la
cifra el valor de cuarenta. De consiguiente la escritura de
que aquí se trata no es del año ochocientos diez y nueve, si-
no de la era ochocientos cuarenta y dos, es decir del año
ochocientos cuatro. Véase Florez, tomo veinte y seis de la Es-
paña Sagrada, cap. nono. B.

de las behetrías de caballeros, que eran naturales, y otros que eran diviseros. Y diviseros se llamaban los que llevaban en aquel lugar cierto tributo llamado divisa, y así en algunos lugares se dice que no pagaban divisa. Aquí se ve bien cuán antigua es esta manera de tributo, pues se hace mencion dél. Mas no hay poderse dar razon, por qué tenia este nombre. Lo mismo es de fonsado y fonsadera, que era tributo que lo pagaba el que por su persona no iba á la guerra. Y así hallamos en fueros y privilegios. Quien no saliere enfosado pague enfosadera. Mas tampoco se puede dar razon del nombre, ni decir nada de su origen, y mucho menos se puede decir del otro tributo llamado aquí anubada.

Todo lo que le pasó al rey Casto hasta ahora con los moros fué con capitanes del rey Hali Atan de Córdoba, que no murió hasta el año ochocientos y diez y ocho de nuestro Redentor, uno mas ó ménos. Todo lo de adelante será con su hijo Abderramen segundo deste nombre, de quien se tratará mucho de aquí adelante.

CAPÍTULO XXXVII.

Otras dos victorias que el rey hubo en Galicia de los mo

ros.

antes que esta órden (aunque es muy antigua) se fundase; y así se ve como en sus principios fué de monges de la órden de san Benito. En la casa tienen una escritura antiquisima en latin de su primera fundacion, donde se refiere lo siguiente con toda la particularidad que aquí se pondrá. En la era ochocientos y sesenta Alpidio, caballero natural de Castilla la Vieja de la provincia Loricana, y de la villa Prenominata Tabulata, in partes Iberi flumini (que así dice) andando por allí á caza, siguiendo un puerco se metió por aquella montaña hasta Peñalonga, junto de la cual está ahora el monasterio. Allí halló dos ermitas desiertas con tres titulos de reliquias. Las ermitas debian haber quedado desamparadas desde la destruccion de España, y los títulos eran las piedras escritas que ponian cabe los altares con memoria de las reliquias que en ellos estaban encerradas. Viendo esto Alpidio, dejó la caza, y volvió á contar al abad Opilia, su hermano, lo que habia visto. No señala la escritura de donde era abad, y debia ser de algun monasterio que por aquella tierra habia, aunque abades tambien llamaban desde el tiempo de los godos hasta ahora á los curas, á quien se encomendaban las iglesias principales, como escribiendo sobre las obras del santo mártir Eulogio dije, y adelante será tambien necesario decirlo en esta historia. El abad Opilia movido con santo celo de restituir y honrar aquellos santuarios, partió luego para ella con muchos clérigos de buena vida y otras gentes, y con muchos ornamentos de iglesia y otras riquezas de ganados y alhajas, y hizo rozar la montaña, y fundó el monasterio, y comenzó á poblar en derredor. Esto se cuenta allí con toda esta particularidad, y sucedió, como se ve por la cuenta de la era, en el año de nuestro Redentor ochocientos y veinte y dos, que era ya el treinta y uno del rey don Alonso el Casto.

Como los moros tenian mucha vecindad con Galicia por aquella parte del rio Miño, por donde confina con la Lusitania tenian por allí mas fácil la entrada en las tierras del rey. Así no mucho despues destos años, el trigésimo de su reinado, que seria el ochocientos y veinte ó veinte y uno de nuestro Redentor, dos grandes ejércitos de los moros entraron en Galicia por diversas partes con mucha osadía, y confianza de destruirla, y ganarla toda. Eran capitanes de los dos campos, dos moros hermanos, llamados Alahabaz Alcorexi y Melich Alcorexi. El rey, Y por juntar aquí de una vez lo que á este monasteque siempre era tan guerrero como religioso, con rio pertenece, aunque sea de mas adelante, diremos ánimo de gran príncipe, y esperanza que siempre te- lo que mas allí se halla. Sigue mas aquella escritura nia muy firme en Dios les fué á resistir, y al uno dió como treinta años adelante, viviendo todavía el abad la batalla en el lugar llamado Naron (1), y al otro cerca Opila, vino allí el conde don Osorio, y movido por dedel rio Anceo (2). En ambas batallas fueron desbarata-❘ vocion, y maravillándose de ver lo mucho que estaba dos y muertos los moros con gran destruccion. Así edificado, ofreciéndose á sí mismo al monasterio, le cuentan los tres prelados antiguos esta guerra, señadió la tierra que tenia en Peña Aranda, y declarando lando el año, mas pasando todo lo demás con tanta sus términos dice: «De illa penella usque ad summo brevedad, que aun no dicen ellos que fué el rey en «Cerro, et usque in casa de Tedueza, et inde per casa persona á la jornada, sino que se halla en otros au- « de Sismiro. >> tores de lo de adelante. Tampoco cuentan el número de los moros, ni de los que murieron, ni de otra cosa de las que en cosa tan señalada convenia escribir. Y en solo el obispo Isidoro se dice que los dos capitanes moros eran hermanos, aunque los otros dos prelados con darles á ambos un mismo sobrenombre, parece lo dan á entender.

CAPÍTULO XXXVIII.

La fundacion del monasterio de Aguilar de Campo. Cerca de la villa de Aguilar de Campo, y otros dicen Campoy, bien conocida en la Montaña por ser Jugar principal, y que da titulo al marquesado, está un monasterio muy rico con título de Santa María de Aguilar de Campo. Y aunque ahora es de la órden de Premostre, su fundacion es de mas de trescientos años

(1) El lugar de Naron puede tal vez reducirse á uno del mismo nombre sito entre la ciudad de Lugo y la villa de Taboada. B. (2) El rio Anceo es uno de los que entran en la ria de Vigo por el puente San Payo, pues conserva el nombre de Anceu. B.

No se especifica mas data en la escritura, mas todavía se ve como fué el año de nuestro Redentor ochocientos y cincuenta y dos. El abad Opilia vivió mas adelante, y anexó al monasterio, como en la misma escritura se refiere, un monasterio de San Miguel que él tenia en Castilla la Vieja. No señala el año, mas dice al cabo: «Regnante domino Ordonio in Legione, et in Ga

"

llecia, et in Asturiis, et in cunctis provinciis. Castel«læ, cum collegio monachorum, domino meo comite « doño. Osorio, audiente. » La condesa doña Ofresa dió despues mucho al monasterio, el año de nuestro Redentor mil y cuarenta, en tiempo del rey don Fernando Primero, como en la escritura que desto allí hay se expresa. Y así hay otras donaciones de muchos reyes siguientes, y de otros particulares. Y en el capítulo está la sepultura del conde don Osorio con bulto, aunque parece obra nueva. Esta es la mas antigua mencion que se halla del nombre de Csorio, y hallaremos continuado este antiquísimo linaje por todo esto que se sigue. Cuándo ni cómo se dió este monasterio á la órden de Premostre (que ahora lo tiene) no se sabe

con entera claridad. Y no habiendo yo estado en este | hora comenzasen su obra. Otro dia se comenzó á conmonasterio, saqué toda esta relacion del itinerario del | gojar el rey, pensando como habia confiado tantas rilicenciado Arce de Otalora, oidor que fué de la canci− | quezas de unos mancebos extranjeros y no conocidos, llería de Valladolid, hombre de grandísima aficion con y así mandó fuesen á ver lo que hacian. Los que fueron todas nuestras antigüedades, y harto entendido en volvieron luego diciendo que habian hallado cerrada la ellas. Y habiendo andado todo lo de Leon, Asturias de casa, y que habia dentro tanto resplandor, que aun Oviedo y de Liebana y Santillana, y lo de la montaña no podian tener los ojos firmes en mirarla por entre hasta Vizcaya, escribió en su itinerario todo lo bueno las puertas. Oyendo el rey tanta novedad, se fué luego que pudo ver y recoger, y dél se tomó todo esto, lo con los suyos á verla, y viendo la casa desierta halló cual digo para referirlo á cuyo es. «Porque así es ra- solamente la cruz que echaba de sí el gran resplandor « zon, siendo lo contrario un particular género de que toda la alumbraba. Luego se entendió como los án«hurto, no sin mucha culpa, aunque con harto uso. » geles en forma de aquellos mancebos la habian labraSi otra cosa de lo que yo no he visto tomare dél ó de do, y el gran milagro movió al rey para enviar á llaotros, siempre tendré cuidado de atribuirselo á su mar al obispo, y con solemne procesión, llevando el rey dueño. la cruz se fuéron á la iglesia, y dando allí todos á Dios las debidas gracias por tan maravillosa merced, el rey con mucha humildad puso la cruz angélica sobre el altar.

Deste año ochocientos y veinte y dos es una escritura que está en el monasterio de Samos, y es de un arcipreste Teonando, mas púsose anticipadamente en lo del rey don Fruela, por la causa que allí se dió. Como aquel insigne monasterio tiene tan grande antigüedad, como hemos visto y veremos adelante, tiene muchas escrituras de las mas antiguas que se hallan en España. Yo iré poniendo siempre algunas.

CAPÍTULO XXXIX.

La cruz de los ángeles, que ellos con grandisimo milagro labraron al rey don Alonso el Casto, y los muchos testimonios que tiene.

Llevaba ya el rey por este tiempo muy adelante la obra de su iglesia con las colaterales, y andando tan embebecido en estas fabricas, con todo el cuidado que su mucha devocion le pedia, juntamente andaba aparejando la riqueza que para el servicio del altar y otros ornamentos deseaba tener. Mostró á esta sazon nuestro Señor cuán agradable le era la santa ocupacion del rey con el extraño y singular milagro de la cruz que le labraron los ángeles. Y por haber sido tan excelente la maravilla con que Dios quiso ennoblecer á España de nueva y nunca oida manera, contaré lo deste milagro y sus testimonios tan á la larga, como lo escribí en la tin al ilustrísimo y reverendísimo señor el cardenal don Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo, inquisidor general, y del consejo de estado del rey nuestro señor, en cuya grandeza pueden competir el alto juicio, la mucha religion y letras muy señaladas. Y el ser tan verdadero señor mio, y el haberme hecho siempre mucha merced de muchas maneras, no pondrá sospecha de aficion en lo que digo, pues es tan notorio en toda España y fuera della. Habiéndome, pues, preguntado su ilustrísima señoría lo que habia visto y entendia desta cruz celestial, le escribí en latin lo siguiente, no haciendo mas ahora de trasladarlo aquí en castellano.

Queriendo el rey don Alonso hacer una cruz riquísima para su mismo templo, que tan suntuosamente en Oviedo fabricaba, habiendo juntado buena cantidad de oro y de piedras preciosas, buscaba á artifices que se la labrasen tan linda como él la deseaba. Andando con este cuidado, y saliendo un dia de la iglesia, le hablaron dos mancebos diciendo que eran plateros, y habiendo oido como queria hacer una cruz de oro y de excelente obra, venian para si era servido encargarsela. El rey sin mas detenimiento lo aceptó, y les mandó aparejar la oficina en un aposento secreto de su palacio, ó en casa por sí muy apartada, porque ellos así lo pidieron, y entregándoles por peso y por cuenta el oro y las piedras preciosas, les mandó que en buen

Esta es la suma deste milagro, el cual con tener muchos testimonios parece el mas grave de todos, el del autoridad y dignidad de los que lo escriben. El primero y mas antiguo dellos es Sampiro, obispo de Astorga, que vivió y escribió en tiempo del rey don Alonso el quinto, y continuó la historia de España desde el rey don Alonso el Magno, hasta su tiempo, y contando las reliquias que el Casto puso en la cámara santa, dice como se ve allí la cruz labrada por mano de los ángeles de hermosa labor. Escribieron doscientos años despues el arzobispo de Toledo don Rodrigo y el obispo de Tuy don Lucas, y ambos contaron mas á la larga lo deste divino milagro de la manera que aquí se ha referido con toda fidelidad. El testimonio de ambos es gravísimo. Porque el arzobispo con haber sido un insigne prelado en doctrina y ejemplo de vida, fué tambien un príncipe magnánimo en guerrear contra los moros, y en otros grandes negocios, y no se puede creer dél que contase tan de propósito, y tan por extenso este milagro, sin dejar pasar cosa alguna de las que á su grandeza pertenecian, si no tuviera por muy cierta y averiguada su verdad. Tambien el de Tuy fué varon de tantas letras, prudencia y santidad, que seria indigna cosa no pensar dél lo mismo que del arzobispo. Y aun el arzobispo para mayor testimonio añade, que dando noticia el rey deste tan insigne milagro al papa, alcanzó dél que la iglesia de Oviedo fuese metropolitana. El ser metropolitana la iglesia de Oviedo, fué hartos años despues, como veremos en tiempo de don Alonso el Magno. El arzobispo nombra aquí al papa Leon Tercero. Y es manifiesto error de pluma, pues como despues mas en particular se dirá, era sumo pontifice, cuando la santa cruz se labró, Eugenio segundo deste nombre. Los que poco despues escribieron la corónica general de España, por mandado del rey don Alonso el Sabio, escribieron de la cruz de los ángeles lo mismo que los dos prelados, como quien en todo los seguia, y á ellos tambien siguen en esto todos los que despues escribieron nuestras cosas de aquellos tiempos. Estos son los testimonios que este milagro tiene en los escritores, ahora veremos otros que tiene de diversas

maneras.

Por testimonio y no pequeño se puede tener lo que vemos hizo pocos años despues el rey don Alonso el tercero, á quien llamaron el Magno, y sucedió al Casto, habiendo pasado no mas que dos reyes en media. Edificó de nuevo este rey un gran templo sobre la sepultura del glorioso apóstol Santiago, como despues veremos, y queriendo dejar allí una cruz de oro, la

mandó labrar del todo semejante á la de los ángeles de que tratamos. Así la vemos ahora en el tesoro de la iglesia del santo apóstol con la inscripcion de aquel rey, que se pondrá en su lugar, y no la hizo labrar de aquella forma, porque no podia escoger otra mejor, que si podia, teniendo un grande artífice de oro, como en su tiempo adelante diremos, sino que por la grandeza del milagro quiso dejar en aquel su templo la memoria y representacion dél.

brevemente los demás. En la librería del monasterio de San Isidoro de Leon, de muchas maneras insigne, y principalmente por tener el bendito cuerpo del gloriosísimo nuestro doctor, hay tres libros destos, estando | señalado en todos el año en que se acabaron de escribir, el primero, año novecientos y sesenta y uno, el segundo, año novecientos y setenta, el tercero, año de mil y cuarenta y siete. En el monasterio de San Zoil de Carrion, de monges Benitos, está otro libro de Conci

Confirmase sin esto el milagro de la cruz de los án-los con la santa cruz al principio, y fué acabado de esgeles con la opinion general, publicada desde este tiempo, y conservada y proseguida de unos en otros con tradicion perpetua por todos los siguientes. Entre otros indicios son manifiestas señales desta tradicion, las que se ven en los libros escritos de mano de aquellos tiempos. Cuasi no se halla libro ninguno que sea un poco grande y notable, que luego en la pimera hoja no tenga retratada al propio de pintura y de iluminacion la santa cruz de los ángeles.

cribir el año novecientos y ocho. Tambien se ha traido al real monasterio de San Lorenzo otro códice de concilios de la iglesia catedral de Lugo, con la santa cruz al principio. Y aunque no tiene señalado cuando se escribió; mas la grande antigüedad de su pergamino y forma de la letra gótica muestran bien claro como se puede tener por del tiempo de los mas antiguos ya dichos.

Estos son los mas graves testimonios deste singular milagro, y entre ellos no tiene el postrero lugar (aunque se cuenta á la postre) la sutileza de aquella cetestial obra, que manifiesta ser labrada por manos de angeles, sin que se pueda pensar que las de los hombres pudiesen hasta allí llegar. Por esto, y por el gusto piadoso que en ello hay, será necesario representar aquí toda entera la forma de la santa cruz, y el artificio y delicadeza de la labor. Mas antes es razon se entienda, como está encerrada en un rico tabernáculo labrado todo él, y sus puertas de talla dorada y hermosa pintura. Al abrirse para mostrarla, ya están encendidas dos hachas, y clérigos con sobrepellices pues tos de rodillas dicen: O cruz ave, etc. Y en todo se hace con gran reverencia la demostracion.

La cruz toda tiene cuasi tres cuartas de alto, y otro tanto en ancho, porque ella toda es cuadrada, sin tener un brazo mas largo que otro, y su grueso es como de un dedo. La forma de toda ella es cuasi semejante á las de los caballeros de San Juan, teniendo los brazos anchos por defuera, y que se van retrayendo para juntarse en medio. Mas hay esta diferencia, que no se adelgazan con punta al juntarse, pues tienen allí algo tambien de anchura, ni tampoco tienen por defuera entradas que hagan ángulos, sino que tienen toda la frente lisa. Porque allí son de cuatro dedos y mas en

Poner la cruz pudo ser uso general y comun para todos los libros que los cristianos escribian, mas fué particular y propio de nuestros españoles usar aquella angélica forma de cruz, y ennoblecer sus libros con ella, en memoria del singular milagro con que Dios fué servido ilustrar y engrandecer á España. Y no haré cuenta de los libros que se hallan en la librería de la santa iglesia de Oviedo, con el retrato desta cruz celestial, porque como á testigos de casa se les podria dar menor crédito en tan gran milagro, solo proseguiré les muchos que yo he visto en otras partes, y sin estos debe haber hartos otros. En el real monasterio de San Lorenzo del Escorial hay un libro de los sacros concilios, de que algunas veces he dicho, y se acabó de escribir en el monasterio de Albelda (y está aquel lugar cabe Logroño) el año de nuestro Redentor novecientos y setenta y seis, como al fin dél dice el que lo escribió, y puso al principioel retrato de la cruz de los ángeles. Está Albelda mas de cien leguas de Oviedo, y si no consideramos la grandeza y certidumbre del milagro, nos podíamos con razon maravillar como habia llegado allí la fama dél en tiempo tan trabajoso del principio de la restitucion de España. Y Albelda y todo aquello de sus comarcas era entonces de los reyes de Navarra, y á reino extraño llegaba la fama del milagro. En aquellas mismas comarcas de la ciudad de Logroño está el in- | ancho: y al juntarse tienen dos. La cruz es de palo, signe monasterio de San Millan, llamado de la Cogulla, de la órden de san Benito, donde vivió y murió, y se guarda su bendito cuerpo de aquel nuestro santo tan principal, como ya en su lugar se dijo. Alli se acabó de escribir otro libro de concilios catorce años antes que el pasado, pues se señala en él, que fué el año de nuestro Redentor novecientos y sesenta y dos, siendo tambien entonces todo aquello de los reyes de Navarra. Yo lo truje este libro por mandado delrey nuestro señor al dicho real monasterio de San Lorenzo, y en él se ve tambien al principio el mismo retrato de la cruz de los angeles. No está lejos deste monasterio de San Millan el de nuestra Señora de Balbanera de la misma órden, y allí se escribió una biblia en dos cuerpos, cerca del año mil ó poco mas, y yo tambien la truje á San Lorenzo por mandado de su magestad. Tiene tambien al principio la cruz de los ángeles retratada, y habiendo sido escrito este libro muchos años despues de los pasados, entiéndese manifiestamente como la grandeza del milagro en todo tiempo y lugar era muy notoria, y con mucha veneracion estimada. Mas por no dar fastidio con larga relacion de semejantes libros, solo contaré

TOMO 11.

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cubierta de planchas de oro, de la manera que comunmente están las cruces grandes de las iglesias en España. La delantera es de maravillosa obra, por las espaldas y lados todas las planchas son llanas sin ninguna labor, así que se ve claro como los angeles no labraron mas que aquella plancha de delante, y el rey despues para afirmarla sobre la madera, mandó añadir lo demás. Y puédese muy bien creer quiso fuese todo liso, con deseo y cuidado que resplandeciese mas la hermosura de la labor angelical. La obra toda desta parte no es de fundicion, ni de sincel, ni de otra escultura, sino como red puesta sobre plancha lisa; y es de aquella forma que vemos usaron los moros antiguamente en los jacces de los caballos, imitándolos tambien nuestros pasados, y llamábanlo labor de filigrana ó de gusanillo, y aun ahora en el oro que se labra en París vemos algo desto.

Mas es tan extraña la delicadeza de la obra desta cruz celestial, así en la forma de las labores, como en los hilicos de oro de que se forman los lazos, que luego se parecen las manos de los ángeles, sin que pueda pensarse que las de los hombres pudiesen llegar allí. No 32

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hay cabello que se les pueda igualar en sutileza á los el buen cristiano: con esta señal se vence el enemigo. Quien se atreviere de me lo quitar, perezca con rayo del cielo. Sino que este don de mi libre voluntad lo diere. Esta obra se acabó en la era DCCCXXVI. Yo consideré la santa cruz con mucho cuidado, sacándola del rincon oscuro donde está á la luz, y así, pude sacar tambien las letras con toda fidelidad. Es mucho de notar el año que en esta dedicacion de la santa cruz se señala, porque es manifiestamente año del nacimiento de nuestro Redentor, y no es posible ser de la era de César, pues vendria á ser año de nuestro Redentor setecientos y ochenta y ocho. Y como por lo de atrás vemos, aquel año murió el rey Mauregato, y le sucedio don Bermudo, y nuestro rey Casto andaba huyendo y escondido por salvar la vida, como hemos visto, no andaba para hacer una tal joya. Y todos dicen como tenia ya acabado cuasi del todo el edificio de su templo cuando le dió nuestro Señor este don celestial. Y así viene á ser el año del rey treinta y cuatro ó treinta y cinco. Y sin todo esto el rey con una muy religiosa consideracion en la cruz, y tal cruz, no pondria el año de la era de César, sino del nacimiento del que por salvarnos murió en ella. Cuanto mas que el rey de hecho usó poner en sus escrituras que él hacia, cuasi siempre el año de nuestro Redentor, y no la era de César, como por todo lo de atrás hemos visto. Y la certidumbre de senalarse aquí en la santa cruz el año de nuestro Redentor, nos asegura, sin que la razon manifiesta lo pidiera, que en las otras escrituras sigue cuasi siempre esta cuenta, y no la de la era de César (1).

hilicos; no hay baba de seda que llegue à su delicadeza. El primor y concierto de los lazos es tan grande, que aunque son increiblemente menudos, y formados de cuerdas tan sútiles, todavía se dejan gozar como cualquier otra obra mas gruesa. Con esto la cruz que el rey don Alonso el Magno, como decíamos, dió á la iglesia del apóstol Santiago, aunque en todo lo demás tiene la semejanza desta de los ángeles; mas en esta parte de lo delicadísimo de la obra es tan inferior, que ayuda mucho á la certidumbre del milagro. Porque el artífice que el Magno tenia, como por otra obra suya en su lugar se verá, era extremadamente sútil en su labrar, y con todo esto aunque imitó no pudo igualar. Por cima desta red de obra tan maravillosa están engastadas muchas piedras preciosas todas finas, aunque no de mucho valor. Amatistas, agatas, nicles, topacios, crisolitos, turquesas, cornerinas, camafeos, jaspes y cristales. Entre todas resplandece mucho un rubí redondo mayor que una castaña grande, puesto en medio al juntarse los brazos, y si es fino (como se cree), su valor es inestimable. Muchas de las piedras menudas tienen esculturas antiguas de romanos, porque los ángeles pusieron en la obra lo que les habia dado el rey, y no sin santo respeto y mucho fruto de consideracion cristiana. Quisieron verdaderamente los ángeles que la magestad del imperio romano, sus riquezas, sus ingenios, sus artificios, y finalmente todos sus bienes que ya de muchos siglos atrás estaban sujetos á la cruz de Jesucristo, sirviesen allí tambien para hermosearla, y enriquecerla. En las planchas lisas de las espaldas está la inscripcion y dedicacion del rey, escrita con letras de oro. Mas ni son esculpidas de relieve, ni cavadas, sino por harto nueva manera cortadas, ó hechas de fundicion cada una por sí, y despues sobrepuestas con soldadura. Esto se muestra bien en lo muy relevado de las letras, y en que por debajo de los renglones se parece como los escribieron primero muy delicadamente con buril, para que el artífice al soldar viese las letras que habia de poner. Las letras están en forma de cruz por los brazos desta manera con estos ocho renglones.

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Estos testimonios que este angélico milagro tiene, como son muy bastantes para los cristianos humildes, y que con simplicidad se sujetan á las cosas sagradas, así á los duros de corazon, y que con demasiada agudeza ponen duda en todo, no podrán satisfacer enteramente. «Los primeros rendidos con afecto »de devocion interior adoran y reverencian á Dios >>que obra tales maravillas, gozan del milagro, y sien>>ten crecer su devocion con la memoria dél. Esto>>tros por el contrario poniendo inconvenientes en to>>do, y queriendo mostrar la sutileza de su ingenio con >>disputas porfiadas, haciendo daño á sí mismos, lle>>van tras sí á los otros. Es menester que tenga el buen >>cristiano en semejantes cosas una piadosa aficion en »>su alma, la cual si le falta andando examinándolo >>todo, no hay nada que no deseche y condene. Porque >> yo pregunto: ¿qué milagro podrá haber averiguado, »qué reliquias de santos ciertas, sino queremos creer >>con blandura de corazon, sino porfiar contradicien>>do? En todas se hallará siempre algo de que se pue»da dudar si se andan escudriñando menudencias >>con rigor, si se desenvuelven particularidades, si >>poniéndolo todo á pleito queremos que todo esté ave»riguado y manifiesto. >>

Mas aunque esto sea así, todavía hay una cosa que puede en alguna manera mover aun al que con este buen ánimo que decimos considerare este milagro, viendo como el rey no hizo mencion dél en esto que así en la santa cruz mandó escribir. Y dos cosas son las que pueden ofrecerse en esta consideracion. Lo primero parece que se le quita alguna certidumbre al milagro con aquel silencio del rey. Lo segundo ¿qué (1) Morales que no conoció el rasguillo que da valor de Cristo,

En castellano dice: Permanezca esto recibido benig-cuarenta á la X, toma con equivocacion aqui era por año de

namente para honra de Dios. Ofrécelo Alonso humil

de siervo de Jesucristo. Con esta señal se defiende

, pues bien reconocida últimamente la cruz, resulta ser su fábrica de la era 846 año de Cristo 808. B.

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