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contra Constantino, tambien él temió por la tiranía de Máximo, de que él habia sido causa y principio. Huyó por esto con los pocos que le quisieron seguir; y Nicéforo y Sozomeno, de quien yo tomo todo esto, dicen que el huir fué á España, y hacelo mas verisímil el haber salido de acá, y dejado tambien acá á su nuevo emperador que él habia elegido; y certifícalo mas lo que adelante en aquel autor se sigue, donde cuenta muy á la larga la muerte de Geroncio. Dice que los españoles teniendo á Geroncio por vil y apocado viéndole venir huyendo, determinaron matarle. Cercaron para esto de noche su posada, donde estaba con su mujer Nuniquia, á quien él mucho amaba, siendo amada igualmente della. Comenzando los españoles á combatir ja casa, y sintiendo Geroncio lo que era, subióse al tejado con un soldado Alano mucho su amigo, y algunos sus parientes y criados. De allí hicieron tan buena defensa, que en poco rato mataron trescientos de los enemigos. Mas íbanles ya faltando las piedras y las otras armas que arrojaban, y así algunos de los suyos le comenzaron á desamparar pasándose por los tejados á lugares seguros. Tambien pudiera salvarse Geroncio, mas el grande amor de su mujer no le consentia apartarse de donde la dejaba. Llegando ya la mañana, los españoles pusieron fuego á la casa por muchas partes, sin que ya Geroncio pudiese escapar. Con esta rabia de verse así encerrado, y con el amor de su mujer, que le abrasaba mas de lo que el fuego de la casa pudiera encenderle, tomó una determinacion llena de crueldad y fiereza. Cortó de un golpe con la espada la cabeza de aquel su amigo Alano, que le pedia lo hiciese así, luego mató á Nuniquia su mujer que se le metia por la espada, y con lágrimas le conjuraba por su amor le concediese este don postrero de que muriese por su mano, y no la dejase para verse viva y des honrada en poder de sus enemigos. Despues desto se hirió Geron-Y una de las causas principales que pudo mover á los cio tres veces á sí mismo con la espada sin poderse acabar de matar. Sacó al fin el puñal y metióselo por el corazon. Tan en particular como esto cuentan los dos autores la muerte deste capitan, celebrando mucho el ánimo y constancia de Nuniquia, que era cristiana. Y señalan esto así porque Geroncio parece era gentil, como en todas partes habia aun muchos gentiles. Orosio dice tenia Geroncio dignidad de conde, y no dice ningun bien dél. Faltándole á Máximo el ayuda deste capitan, en quien tenia toda su fucia, dejó las insignias de emperador, y quedóse en España con solo castigo de ser desterrado, y vivir en pobreza. Y aun era vivo en esta miseria cuando Paulo Orosio escribia. Constantino y otro su hijo Juliano fueron deshechos y muertos por Constancio; y así se acabaron tambien luego otros dos hermanos Jovio y Sebastiano, que uno tras otro se levantaron en Francia con el imperio. Y todo esto sucedió dentro del año cuatrocientos y trece.

I jarlos dentro en España, y contar las otras alteraciones destos años, me ha sido estorbo para no tratar entre tanto de los godos, de quien hay tambien que contar en estos mismos como murió Alarico poco despues de haber tomado á Roma, y los godos eligieron por su rey Ataulfo su cuñado, y cuñado tambien de Honorio, casado con Gala Placidia su hermana; por la mejor cuenta que se puede tener parece fué elegido el año de nuestro Redentor cuatrocientos y once, por haber sucedido en éste la muerte de su predecesor. Y san Isidoro en este año la pone, y su cuenta va de aquí adelante siempre bien concertada y cierta. Túvose cuenta en su eleccion con su linaje, valentía y prudencia, y con la buena gracia de su persona. Porque aunque no era muy alto de cuerpo, como Jornandes, autor godo de nacion, escribe, era hermoso de rostro y bien proporcionado. A su mujer Placidia le da Orosio, con mucho cuidado de la religion cristiana, agudo ingenio, y buena sagacidad para poner a su marido en lo que quisiese, y siempre queria lo mejor, y mas acertado. Ella, pues, persuadiendo siempre al rey la paz y el amor con el emperador Honorio, ya que habia entrado este rey tambien en Roma sin ponerse nadie á resistírselo, y destruido lo poco que del saco pasado habia quedado: le hizo que dejase libre á Italia y se pasase en Francia, donde ya los vándalos con las otras gentes de su compañía se habian mucho apoderado y extendido. Mas llegando el rey godo, se retiraron y estrecharon para poderse mejor defender. Van tan cortos en todo esto los escritores, que es menester suplir por fuerza sus faltas con alguna buena conjetura. Por ella y por lo que despues sucedió, parece cierto como Ataulfo paró en la Narbonesa, y éste es el principio de poseer los godos aquella parte de Francia que tomó despues el nombre dellos llamándose la Galia Gótica.

y

No contradice todo esto á la entrada de las cuatro naciones en España, que ya dejamos contada, porque entrando ellos por lo mas septentrional de los Pireneos hácia Navarra y Guipúzcoa, y comenzando por allí sus conquistas quedaba lo de los Pireneos, que toca en Aragon y Cataluña, para suceder por allí todo esto de los levantamientos que en este capítulo se han contado.

CAPÍTULO XII.

Los godos tomaron la Francia Narbonense, y de alli pasaron en España.

El seguir tras los vándalos y su compañía hasta de

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vándalos y á los demás para dejar á Francia, y pasar á España cuando los honoriacos los llamaron á su compañía, fué ver venir á los godos à Francia, y entender por experiencia de muchos siglos pasados, como no eran poderosos para prevalecer contra ellos. Y esta causa dan Jornandes y san Isidoro de la entrada de aquellas naciones en España, y puédese creer que movidos por esto hallaron buen aparejo para su propósito en la compañía de los honoriacos. Y pues de una cosa tan señalada como es haber tomado los godos la Narbonesa, no hay sino tan breve memoria en los historiadores auténticos, nadie se maravillará de mí si no diere mas larga cuenta de muchas otras cosas que pasan con la misma brevedad.

San Isidoro dice que entró Ataulfo en Francia el año quinto de su reino, y éste habia de ser el cuatrocientos y quince de nuestro Redentor. Próspero Aquitanico va tan diferente, que dice fué esta entrada el año cuatrocientos y doce. El conde Marcelino no hizo memoria desto, mas por el poco tiempo que le da de reinar á Ataulfo, parece concierta con Próspero, y con Casiodoro tambien que lo dice expresamente. Jornandes al parecer alarga el reino de Ataulfo como san Isidoro, y así tambien se puede colegir dél, que siente fué esta entrada de los godos en Francia mas adelante del año de san Isidoro. De Paulo Orosio se puede tomar poco tino y fuera el mas cierto si señalara el año desta entrada, mas todavía parece se puede pensar por rastro suyo, que fué despues de la muerte del tirano Constantino y los demás. Así que se vaya á conformar él tambien con nuestro Santo. Y á él sigo yo por la buena

el

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