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1. Ataulfo. 2. Sigerico. 3. Walia. 4. Teodoredo. 5. Turismundo. 6. Teodorico.

en los autores jamás se nombra. Solo Jornandes godo | de creer que lo leyó en buenos autores, que ahora no tedice expresamente, que Honorio dió á Alarico por concierto á España, y que esto fué en vida de Estilicon. Demás desto parece tambien verisímil que se les dió de nuevo en este último concierto que el rey Ataulfo hizo con Honorio, pues desde ahora y no ántes pensaron los godos en venir acá. Esta es la claridad y certidumbre en este derecho con que los godos entraron en España. Y della solo hay aquel testimonio de Jornandes, que es harto autorizado por las buenas calidades del autor. Mas antes que tratemos desta su venida de los godos en España, será necesario tratar de las otras gentes que por estos mismos años entra ron tambien en ella.

CAPÍTULO VIII.

De los vándalos, alanos, suevos y silingos, y la salida de sus tierras hasta llegar á Francia.

Entre los cosmógrafos antiguos solos Plinio y Tolomeo hacen mencion de los vándalos, llamándolos vándilos ó víndilos. Ambos los ponen en aquellas regiones muy septentrionales encima de Alemania. Mas distintamente, y mas á nuestro propósito habla dellos Procopio que escribió cosas de godos en tiempo del emperador Justiniano, doscientos años despues destos que vamos contando, y es autor harto grave, y de mucho crédito entre los hombres doctos. Él los hace parte de los sarmatas ó sauromatas de Europa, como tiran hacia el Tanais à la laguna Meotis, por cima del rio Boristenes, así que venian casi á confrontar con la punta occidental de la Gotia. Y aun Procopio allí por godos los tiene, se un conformaban y eran semejantes en la disposicion del cuerpo, y en tener un mismo lenguaje. Y aunque el verdadero nombre desta nacion es Wándalos, aquí siempre los llamaré vándalos, por ser ya este nombre el mas recibido y usado.

Parte de estos vándalos ó muy vecinos con ellos eran tambien allí en la Sarmacia los alanos. Así lo dice Procopio (1): y el decir Josefo que moraban estos alanos entre el rio Tanais, y la laguna Meotis, viene bien con esto, pues aquella parte de Sarmacia es la que mas se acerca á ponerse en frente con la Gotia. Tolomeo y otros autores que hacen escitas á los alanos, no van desconformes, por ser ellos tambien parte de los escitas de Europa.

Los suevos tuvieron su origen de aquella provincia llamada Suecia, que pusimos á la larga con Noruega sobre la punta de la Gotia, por lo meridional del Seno Sueónico hasta subir á la Finmarquia. Mas habiendo salido desta su tierra natural en diversos tiempos, y por diversas ocasiones, habian parado en aquel lado de Alemania, donde está ahora el ducado de Baviera. Allí los hallaron los vándalos y alanos esta vez, que por instigacion de Estilicon, que era natural vándalo, salieron de su tierra septentrional, y entrando por Alemania con innumerable ejército. juntaron tambien consigo mucha parte de los otros suevos que allí hallaron.

Ninguna duda hay sino que vinieron tambien mezclados con estas tres naciones los silingos, que otros llaman silirios nacion de aquellos mismos confines de los vándalos y alanos. San Isidoro tratando desta venida siempre los cuenta á los silingos con los demás: y aunque su autoridad es grande, y solo bastaba, es bien

(1) En el lib. 7, c. 27 de Bello Judaico.

nemos, y aun lo pudo entender de los mismos nietos, ó biznietos de los que acá vinieron, pues podian ser vivos cuando el Santo escribia. Esto digo, porque ningun otro autor pone en compañía de las tres naciones esta otra: ni aun en los cosmógrafos antiguos hay mencion della solo trata mucho dellos y de su venida acá con los demás una corónica breve y muy antigua, de quien presto daré mas larga cuenta. Yo tengo à estos silingos por de aquellos sarmatas, que moraban cerca del rio Lajartes, que corre por aquella provincia, al cual Plinio y Solino dicen que llamaban Sily los naturales de la tierra. Aunque Plinio en otra parte al Tanais dice que dan este nombre. Sea el uno ó el otro rio el que se llama Sily, de aquí me parece se tomó el nombre de silingos para esta gente, que por la vecindad vinieron mezclados con los demás.

Las costumbres, trajes, armas, lengua y la disposicion de estas naciones fueron poco diferentes de las de los godos, aunque se tienen por particulares de los vándalos estos vocablos que tenemos en España, cámara gozque, azafran, emplasto, y otros mas corrompidos, como Wolfango Lacio en particular refiere (1). En una cosa se diferenciaban algo de los godos los alanos y vándalos, que fueron extremadamente crueles y bestiales en su fiereza, sin tener una blandura, que hacia á los godos algo mas humanos y apacibles. Y desta mansedumbrenatural algo tambien participaban los suevos. Otros han querido decir que tambien se juntaron, para esta salida con las naciones ya dichas hasta España, los Cattos, gente que Estrabon pone en Alemania, y dice dellos como de otros sus comarcanos, que por la falta de comida que tienen en su provincia, y por flojedad en labrar sus campos, siempre se movieron fácilmente á dejar su tierra, y buscar las agenas. Plinio tambien hace mencion dellos. Mas en ninguno de los autores que tratan de la venida destas gentes, no se nombran jamás los cattos. Vinieron tambien à vueltas destas gentes los Burgundiones, comarcanos asimismo suyos allá en su | tierra, mas luego se verá como nunca éstos llegaron á España.

Las tres naciones vándalos, alanos y silingos, habiendo salido de sus tierras algunos años antes, y juntándose despues con los suevos y burgundiones, llegaron á ser, segun algunos historiadores escriben, doscientos milhombres de pelea. Discurrian por Alemania venciendo y destruyendo todo lo que les queria resistir, hasta despues, que con mas particular órden y secreto lla-. mamiento de Estilicon, se dieron priesa á pasar el Rin, y á bajar en Francia. Y aun algunos historiadores dicen como ya referimos, que el entretenerse Estilicon tanto en publicar su levantamiento, solo era por esperar que estas naciones, á quien él tenia por tan suyas, se apoderasen bien en Francia, para tener ya aquella provincia con tan grandes fuerzas por principio de su tiranía, y de la guerra con que la habia de sustentar. Estas naciones entraron en fin en Francia como los dos Paulos Orosio y Diácono dicen, enseñoreándose de la tierra, y mas principalmente de la Aquitania, y todo lo demás vecino por allí con España. La nacion de los Burgundiones se quedó en aquella parte mas alta de Francia, que confina por un lado con Flandes y nombrándose antes la region de los Secuantos, ahora tomó el nombre destos sus nuevo señores, llamándose hasta hoy Burgundia, y en nuestro vulgar castellano Borgoña. Quedáronse en

(1) En su obra de migrationibus gentium.

Su union los suevos, vándalos y alanos, con la mezcla de silingos en este otro de Lenguadoc y la Proenza, con todo lo de por allí. Y el decir Paulo Orosio, que llegados á los Pireneos, hallaron allí tal resistencia, que les fué forzado detenerse, y derramarse por aquellas provincias comarcanas: da bien á entender el intento que traian de penetrar hasta España, si no hallaran allf quien les resistiese, como mas á la larga se ha de contar. La entrada destas naciones en Francia pone Próspero en su corónica en el año de tales consules, que por la mejor cuenta es el de nuestro Redentor cuatro cientos y seis, y este autor señala que fué el postrero dia deste año. El mismo año se señala en Casiodoro. En el conde Marcelino no hay nada señalado, mas en tal manera y tal año habla destas naciones, que parece no entraron en Francia hasta el año cuatrocientos y nueve. Paulo Orosio, dos años antes de la destruccion de Roma por Alarico, dice sucedió esto, y así se va mas conformando con Marcelino, señalando el año cuatrocientos y ocho de nuestro Redentor. "Esto me place mas seguir.

CAPÍTULO VIII (1).

Ellevantamiento de Constantino, y como se hizo señor de España.

Estos años del emperador Honorio fueron muy turbados, por muchos que contra él se levantaron, de donde le siguieron tambien á España grandes mudanzas, y todas con grave daño suyo. En el ejército que residia en Inglaterra, alzaron por emperador á uno llamado Marco, y habiéndole muerto luego, pusieron en su lugar otro Graciano, y tambien al cabo de cuatro meses le degollaron, alzando de nuevo por emperador á un Constantino, que duró mas tiempo en su tiranía. Ella | comenzó el año cuatrocientos y once del Nacimiento segun Paulo Orosio, á quien tambien aquí seguiré en la cuenta de los años. Llevándola tambien con el conde Marcelino, que escribió poco despues destos tiempos uno como memorial destas cosas, que aunque es muy breve, tiene grandes muestras de llevar la cuenta muy cierta en los años. Él pone el levantamiento de Constantino en el cuarto consulado del emperador Teodosio, y este es el año cuatrocientos y once: conforme á la corónica postrera de fray Onufrio Panuinio, que es la que yo siempre desde el nacimiento de nuestro Redentor sigo. Esto está así autorizado por estos dos graves escritores, que fuerzan no se tenga por cierto lo de Próspero, que lo pone muy atrás.

Constantino pasó luego en Francia, y dándosele gran parte della, para tener tambien á España, envió, como Paulo Orosio dice, sus gobernadores á ella. A éstos recibieron con obediencia todos los españoles, sino fueron dos mancebos hermanos señores principales Didimo y Veriniano, á quien otros nombran algo diferentemente. Nicéforo dice que eran parientes de Honorio, y tenian la gobernacion por él en España. Éstos con lealtad española, que Paulo Orosio mucho celebra, perseveraron en ser fieles á Honorio, y tentaron de conservarle toda la tierra y defenderla. Esto hacian con solos sus criados y allegados, que bastaban para alguna manera de ejército. Y no comenzaron ahora estos españoles á hacer la guardia de España por allí, que tres años habin ya que defendian aquel paso sin

(1) Está duplicada la numeracion en el original. B.

cesar como san Isidoro expresamente dice. Y Paulo Orosio en general muy mucho tiempo dice que la mantuvieron. Esta tengo yo por cierto fué la resistencia que estorbó, como ya se apuntó en el capítulo pasado, á los vándalos y á los demás no meterse por entonces en España, como querian. Pusiéronse ahora Didimo y Veriniano, como dice Orosio, á la guarda de los Pireneos con mas animo, teniendo por cierto, que tras los nuevos gobernadores habia de enviar Constantino por allí gente de guerra. Así fué, que luego envió acá á su hijo Constante, que era monge, y lo sacó del monasterio, y le dió título de César, y era casi hacerlo como príncipe del imperio. El ejército que trujo para esta jornada fué por la mayor parte de gentes extrañas y bárbaras, que por haberse dado despues al emperador Honorio, y hecho amistad con él, los llamaban honoriacos. Éstos dice Paulo Orosio fueron el principio verdadero de toda la miseria que por estos años siguientes España padeció. Llegado ya Constante á los Pireneos, peleó allí con los dos hermanos, y venciólos fy matólos, y quedó con esto señor de España, sin quedar quien se lo resistiese. Así cuenta todo esto Paulo Orosio, y por ser autor tan grave, y español y vecino de Cataluña, y que vivia en estos tiempos, y podia por esto tener mejor noticia de todo: lo tengo por mas cierto, que lo de Nicéforo y otros. Dicen, que Constante entró hasta la Lusitania, y allí peleó con Dionisio y Veriniano, y habiéndolos vencido los prendió, y los mandó despues matar con sus mujeres. Teodosio y Lagodio, hermanos tambien de los dos muertos, escaparon huyendo, y el primero se quedó en Italia con Honorio, y el otro pasó hasta Constantinopla, para vivir en la corte de Teodosio el Segundo. Prosigue Orosio, que en premio de la victoria les concedió Constante á los honoriacos, que hiciesen algunas entradas por España, y así robaron y destruyeron los Campos Palatinos, sin que se pueda bien entender qué tierra es esta en aquellas comarcas. Blondo Flabio debió leer en su libro de Paulo Orosio Palentinos, como en algunos originales tambien se halla, y así nombra siempre estos campos, haciendo tambien por esto naturales de Palencia á los cuatro hermanos. Mas todos entienden como esto no tiene mucha verisimilitud, por lo léjos que está Palencia de los Pireneos, donde todo esto pasaba. Dióles tambien el César á estos honoriacos la guarda de los montes Pireneos, aunque Paulo Diácono dice la pedian los españoles, y alegaban antigua costumbre por donde se les debia. Y aun en Orosio parece que ya la babian puesto de su mano. Con esto y con dejar en el gobierno de España las personas que él quiso, se volvió Constante á juntar con su padre en Francia, y él lo hizo luego llamar Augusto, que era igualarlo consigo en el imperio, y darle ya parte en él.

CAPÍTULO IX.

La entrada de vandalos, alanos, suevos, y silingos en España.

Los honoriacos guardas del Pireneo acostumbrados á robar y á vivir con desórden, faltándoles persona á quien respetasen como viles y usados à no mantener lealtad, que son los dos mayores principios de los motines y levantamientos en la guerra: volvieron los ojos adonde mas interés y libertad para procurarlo esperaban y esto estaba á su parecer en hacer alguna

gran novedad en las cosas, revolviendo todo lo que pu- | blemente se comia carne humana. Y sin los que la diesen. Dejaron por esto de defender su paso, y concertándose con los vándalos, alanos, suevos, y silingos, mezcláronse con ellos, y todos juntos se entraron poderosamente por España, cumpliéndose el deseo destas naciones, que al principio tuvieron, cuando llega ron hasta los Pireneos: y en Didimo y Veriniano hallaron la resistencia que se ha dicho. Por esto se quedaron entonces en Francia; mas con el resistir de los naturales y de los romanos habian prevalecido muy poco, haciendo harto en tener suelo donde pusiesen lus piés, y mantenerse en él. Ahora con la traicion de los honoriacos se extendieron con ellos bien à placer por toda esta nuestra tierra. Esta es la verdad de como pasó la entrada destas gentes extranjeras vándalos, suevos, alanos y silingos en España, como Paulo Orosio la refiere, á quien todos los demás siguen. Y aunque la otra vez entraron con Constante, no fué para quedarse acá conio ahora. Esto tambien sucedió este año cuatrocientos y once, ó el siguiente. Que pues en éste se alzó Constantino, está claro que enviaria luego sus jueces, y tras ellos á su hijo en España, entendiendo como en la prevencion estaba mucha parte del buen suceso. Y era de tanta importancia tener á España, que ninguna priesa era mucha, para enviarla á sujetar. Y cuando mucho la entrada destas naciones pudo | pasar al año cuatrocientos y doce, y en éste la ponen los mas.

Jornandes, como adelante veremos, da otra causa de haberse movido las cuatro naciones á dejar á Francia, y meterse en España: y fué, ver como los godos venian á Francia, y temíanlos tanto, que no esperaban poder resistirles, ni conservar lo poco que allí tenian, aunque de romanos y de los naturales lo habian defendido.

Cuando estas naciones entraron en España, no se sabe que tuviesen otro rey sino Hermenerico, que lo era de los suevos. Este solo nombra por ahora san Isidoro. Y Nicéforo lo llama Modigisclo. Los demás fueron de nuevo instituidos despues, como presto se habrá de decir (1). Y deste tiempo de adelante es el rey GodiLisco, con quien Procopio dice trató el emperador Honorio, y así se dirá de él en su lugar (2).

CAPÍTULO X.

Lo que estas naciones hicieron en la conquista de España.

Llegadas ya todas estas gentes terribles y feroces en España, dice Paulo Orosio en general, que hubieron grandes batallas y hicieron muchas destrucciones. Esta guerra se hacia á los romanos, que hasta ahora poselan á España como señores, y á los españoles naturales, que siempre permanecieron en ella. Y no hay duda sino que fué ésta una brava contienda. La multitud destas gentes era inmensa, su ferocidad y vigor en la guerra terrible: el verse los romanos desposeer de su señorío, les habia de poner harto coraje, y á los naturales españoles les doleria mucho la triste destruccion que padecian. Todo esto hacia mas cruel la guerra, y la resistencia en ella. Mas todo lo pasan tan en breve los historiadores antiguos, que ninguna cosa se puede escribir en particular. Paulo Orosio y san Isidoro dicen, que de la miseria y continuacion desta guerra sucedió hambre tan desesperada, que horri

(1) Lib. 14, c. 56. (2) Lib. 3, de la guerra con los vándalos.

guerra y la hambre consumian, la pestilencia que siguió hizo mayor mortandad. Otra cuarta plaga nunca oida cuenta el mismo Santo que fatigaba entonces á la miserable España. Los animales con la hambre se acostumbraron á comer carne humana, de que la pestilencia y la guerra les daban harta abundancia, faltándoles todo lo demás de que acostumbran mantenerse. Con eso se hicieron las bestias mas feroces y bravas contra los hombres, estando encarnizadas en tenerlos por mantenimiento. En estos males dice Paulo Orosio, que habia un remedio, y éste era harto triste y desventurado. Los vándalos y los demás dejaban ir libres á los que querian salirse de la tierra, y por poco sueldo les hacian la escolta, para que fuesen seguros. Y este mismo autor dice, que duró esta desventura y destruccion de España dos años así que llegó hasta el cuatrocientos y trece de nuestro Redentor. Blondo Flavio cuenta harta mas particularidad desta guerra. Dice que los vándalos y los demás se metieron la tierra adentro hasta llegar al rio que allí se llama Astorga, y á la ciudad á quien él da nombre, la cual tomaron con poca resistencia. Siguiendo su camino por lo mas interior de España, llegaron á Toledo pensándola tomar tambien con facilidad. No les sucedió así. El sitio fortisimo, y la buena providencia y valentía de los de dentro, se la defendieron con tanta constancia que desesperados de poderla tomar se derramaron á robar sus comarcas. Siguiendo despues la corriente de Tajo descendieron hasta Lisboa, y habiéndola cercado, los de dentro se concertaron con estas gentes, y por dineros que les dieron levantaron el cerco. Discurrieron despues por diversas partes robando y destruyendo todo lo que hallaban, buscando siempre con mayores daños de la tierra algun asiento en ella. Hasta aquí prosigue Blondo sin nombrar autor de donde lo saca. Por esto no es esto tan cierto como lo que en general yo he contado siguiendo los historiadores antiguos, que por su mucha autoridad merecen ser creidos. Y no hay rio en Astorga que se llame así; y durando basta ahora en aquella ciudad los muros antiguos gruesos y muy fuertes, dan bien à entender que no se podia tomar tan fácilmente como Blondo refiere.

CAPÍTULO XI.

El levantamiento de Máximo y de otros en España y la muerte de Geroncio.

Alterado el emperador Honorio con el levantamiento de Constantino, y con la pérdida de España y Francia, envió contra el tirano á Constancio, excelente capitan, á quien dió el cargo que entonces liamaban maestro de la guerra, y era ser capitan general en ella. En el mismo tiempo hubo otro nuevo levantamiento con nueva tiranía en España. Geroncio, capitan de los mas principales que el tirano Constantino acá en España tenia, por pasiones y enemistades secretas se levantó contra él, y alzó por emperador á uno llamado Máximo. A éste dejó, como dicen Nicéforo y Sozomeno (1), en Tarragona, y se pasó él con su ejército en Francia contra Constantino, matándole de camino á su hijo Constant en Viena. Mas entendiendo luego como venia Constancio muy poderoso por el emperador Honorio

(1) Sozom. en el lib. 9, c. 12,

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