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lante hubiere menester tomar del catálogo. Y para que | se entienda como se hizo aun mas atrás de cuando se escribió aquel libro de los concilios, se ha de notar mucho, que el postrero arzobispo que allí pone, se llama Juan, y dice que murió la era de novecientos y sesenta y cuatro, que es el año de nuestro Redentor novecientos y veinte y seis. Pues paró allí, sin poner quién sucedió á este Juan, da muy claro á entender quién hizo el catálogo, que lo hacia luego que murió el sobredicho arzobispo, aun ántes que pusiesen otro en su lugar.

Los nueve primeros arzobispos que allí se ponen son éstos, por esta órden. Pelagio, Patrono, que tambien llaman otros Patrunio, Turibio, Quinto, que otros llaman Quírico, Vincencio, Paulato, Natalio, Audencio, Asturio. Y hase de notar, que aunque sin duda hubo arzobispos de Toledo ántes de ahora, como desde san Eugenio acá se viene notando en esta historia, mas este catálogo no comienza sino de los que hubo desde estos tiempos, en que los romanos perdieron á España, y godos y otras gentes entraron en ella, como por ser Patrono el segundo en la cuenta claramente parece. Y el entenderse así esto, quita grandes dificultades que sin ello se podrian ofrecer, como á mí se me ofrecian, hasta que el maestro Alvar Gomez, coronista de la santa Iglesia de Toledo, mi grande y antiguo amigo y muy conocido por sus singulares letras y obras, me advirtió de lo dicho, y así se lo atribuyó, como cosa en que él tan bien acertó, y la tratará mas largamente en su corónica, que de aquella santa Iglesia escribe.

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Y

por

pos del emperador Honorio, y por aquí cerca.
no lo haber señalado san Ildefonso, no se puede enten-
der en qué tiempo fué arzobispo Asturio. Solo se vé su
mucha antigüedad por haber pasado entre él y Monta-
no, como en su lugar se verá, ocho arzobispos, ha-
biendo sídolo Montano por los años de nuestro Reden-
tor quinientos y treinta, y por allí. Y tambien hablan-
do de san Ildefonso, dice como fué mucho tiempo antes
de cuando él escribia. Y tambien en la antigüedad de
Audencio comprueba la de Asturio.

Por este tiempo estaba en Constantinopla un español llamado Hosio, que era jurisconsulto, y habia sido tambien capitan, como en el poeta Claudiano parece, y allí se entiende, como de bajo linaje subió á grande acrecentamiento.

CAPÍTULO V.

La epistola decretal del papa san Inocencio Primero á los obispos congregados en el concilio de Toledo. Y de san Dictinio, obispo de Astorga.

Falleció el papa san Anastasio el año cuatrocientos y uno de nuestro Redentor, á los veinte y siete de abril, y aquel dia ponen los martirologios su fiesta. Habia tenido la silla apostólica tres años y veinte y un dias, y duró entonces vaca diez dias. Que san Inocencio no fué elegido hasta los ocho de mayo. Escribió este santo papa Inocencio una epístola decretal á los obispos que se habian congregado en este concilio de Toledo, la cual anda impresa en el primer 'tomo de los concilios. Reprehende en ella los obispos de España, porque ordenaban personas que no debian, señalándoles las que deben ordenar. Y porque se trata desto en la epístola, y en el concilio no se proveyó en ello, le pareció á Vaseo causa bastante para afirmar que era otro concilio de Toledo diverso deste, el que el papa allí escribe. No es menester poner otro concilio, pues éste se hizo tan poco antes que fuese elegido este pontífice, y el concilio, como en lo que aquí le añadimos, parece consultó al papa, y en tan larga distancia hallaron los mensajeros que era ya pontífice san Inocencio cuando llegaron á Roma, ó murióse san Anastasio antes que los despachase. Y el papa escribe al concilio que le consultó, aunque ya era acabado. Y harto á propósito responde de lo consultado, pues era digna cosa de reprehension ordenar obispos tocados en alguna manera de herejía, y que ellos ordenasen otros tales, como el concilio tambien lo refiere y lo condena.

En estos nueve arzobispos primeros no tenemos noticia ninguna de Pelagio. De Patronio no hay mas de lo dicho. Tampoco de los cinco siguientes no se sabe cosa alguna en particular. De Audencio se sabe por san Ildefonso (que lo escribe así en sus Claros Varones) haber sido inmediato predecesor de Asturio, siendo estos dos los primeros arzobispos de Toledo que el santo en aquel su libro nombra. Mas conviene desde luego tener advertencia, que san Ildefonso en aquel su libro, aunque parece lo escribió principalmente para tratar de los arzobispos de su Iglesia hasta él, mas no cuenta todos los arzobispos, como sucedieron por su órden, sino al gunos dellos los que él quiso, por ser mas ilustres, ó por otras causas que le movieron á callar unos, y nombrar otros. Esto se ve claro en el discurso de su obra. Yo tengo por cierto que este arzobispo de Toledo Audencio es el mismo de quien Gennadio escribe en su catálogo de los escritores eclesiásticos. Él lo llama allí obispo español, y dice escribió una obra de la fé católica contra los herejes, pero iba la obra mas en particular contra los Fotinianos, llamados despues Bonosiacos, que prevalecian mucho por aquel tiempo deste prelado. Y no hay duda sino que Audencio fué poco despues destos tiempos, pues Gennadio pudo escribir dél. De Asturio se dijo ya atrás hablando de la invencion de los santos mártires Justo y Pastor. Y podríase pen-Y como quiera que así se allegó en alguna manera á

sar que fuese Asturio, arzobispo de Toledo, el mismo que ahora se halló en este concilio, siendo obispo de otra iglesia inferior, de donde fué levantado despues á la de Toledo. Mas por haber pasado entre Patrono y él seis arzobispos, se podria creer fuese otro Asturio el arzobispo de Toledo, diferente deste otro Asturio obispo, que se halló en este concilio, pues no parece pudo vivir tanto. Deste arzobispo Asturio dice san Ildefonso que fué nono en el número de los de Toledo, y así tambien lo pone el catálogo, y se ve como el Santo y él cuentan no mas de los arzobispos que hubo de estos tiem

TOMO II.

Aunque el obispo Dictinio parece haber ahora consentido en algo con los herejes, fué muy poco, como en su confesion parece, y el concilio tambien lo deshace tanto, que no dice cayó en la herejía, sino que casi cayó. En el decreto décimo séptimo del concilio Bracarense se hace mencion de la conversion deste obispo.

los herejes, despues fué un gran santo, y por tal lo celebra la iglesia de Astorga, donde él fué obispo. Hacen su fiesta en setiembre, y en las lecciones de los maitines se refiere haber sido griego de nacion, y se cuentan muchas cosas de sus grandes virtudes. Fuera de la ciudad está el monasterio de frailes dominicos, y del nombre deste Santo se llama san Dictinio, por haberestado dentro dél en lo que es ahora la huerta, una iglesia pequeña que este Santo edificó, donde se tenia por cierto en aquella tierra que estaba su bendito cuerpo. Mas buscándolo en nuestros dias, no se halló. Y á lá

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verdad ningun fundamento habia para creerlo. Por- | colgados sobre la piedra estadales de cera, y trapito con tierra de la que han llevado para sanar del dolor de muelas. Ya yo mostré allí el engaño, plega á Dios que se haya remediado.

que yo he visto en el archivo de la iglesia catedral de allí una escritura del año de nuestro Redentor novecientos y veinte y cinco, en que el obispo de Astorga, liamado Fortis, habiendo comenzado por alabanzas deste Santo, y añadiendo la devocion que con él tenia prosigue con decir que su iglesia de antiguo edificio está cerca de los muros de aquella ciudad. Cuenta despues como él reparó aquella iglesia en honra del Santo, y dótala de algunas posesiones. Y no hay duda, sino que si el Santo estuviera allí enterrado, que este otro obispo lo dijera en la escritura, pues era mucho mayor causa para moverse á reedificar la iglesia, y repararla estar allí el santo cuerpo, con quien muestra tener gran devocion, que no por solo que el Santo la habia edificado. Otro fundamento tuvieron tambien para creer estaba allí este cuerpo santo, mas luego se verá como prueba no estar allí de la misma manera y aun con mas fuerza que la escritura pasada. Es una gran losa de mármol, que ahora está en la iglesia del monasterio, encajada en una pared, y se pasó allí de la otra iglesia pequeña que edificó san Dictinio. La losa tiene escrito lo siguiente, lo cual yo mismo leí y trasladé con toda fidelidad.

IN NOMINE DOMINI NOSTRI IESV CHRISTI INTRO HOC TVMVLVM REQVIESCIT FAMVLVS DEI NONNVS EPISCOPVS. REQVIEVIT IN PACE SVB DIE

SI QVIS EPISCOPVS. R. PRAECESSOR VEL ACTOR CVIVEQVE VASVM ISTVM, IN QVO LACEMVS, AVT CORPVSCOLVM NOSTRVM AB INC TOLLERE, AVT COMMOVERE VOLVERIT ANATEMA SIT, ET ANTE TRIBVNAL CHRISTI SANCTO DICTINIO EPISCOPO ET CONFESSORE SVO, CVIVS NOS PARIETIBVS MANV SVA FACTIS VEL VMBRACVLIS TEGIMVR, INDITIO CONTENDAT ET DATANET ABIRON, QVOS TERRA VIVOS ABSORBVIT PARTEM RECIPIAT ET CVM IVDA TRADITORE SORTIATVR ET TENDAD; AC TREMENDO IVDITH DIE NON EVADAT ET STRIDORE DENTIVM.

Pondré tambien este epitafio trasladado en romance por el buen efecto que luego diré. En nombre de nuestro señor Jesucristo. Dentro deste lucillo reposa el siervo de Dios Nono obispo. Falleció en paz el dia Si algun obispo ó rey, principal ó agente de alguno, quisiere quitar de aquí, ó menear esta caja, en la cual estoy enterrado, ó mi cuerpo, sea descomulgado, y tenga pleito, y esté á juicio en el tribunal de Jesucristo con 'san Dictinio obispo y su confesor, debajo de cuyas paredes, hechas por su mano, yo estoy sepultado y guardado coa su sombra. Y reciba la parte que les cupo á Dantan y á Abiron, á los cuales tragó vivos la tierra. Y vaya y sea su suerte con el traidor de Judas. Y en el temeroso dia del juicio no escape del temblor de dientes.

He querido poner tan por entero este epitafio, porque se vea el engano de los que afirman allí en Astorga, que esta piedra dice está enterrado allí san Dictinio. Pues otro mayor engaño hay, y de que yo tuve gran lástima, y por él he puesto de mejor gana el epitafio en ambas lenguas. Con fundamento deste epitatio, sin jeerlo, ni advertir á él, tienen por santo á este obispo Nono, y por abogado del dolor de muelas, y así hay

Este obispo Nono murió desde el año de nuestro Redentor mil y doscientos y cuarenta y uno, en que últimamente confirma un privilegio del rey don Fernando el Santo, dado en Córdoba á la órden de San Juan, en que le da á Lora y á Setefilla y otros lugares, hasta el año mil y doscientos y cincuenta y cinco, que ya con firma otro obispo de Astorga en los privilegios.

CAPÍTULO VI.

Los movimientos de Estilicon en el imperio hasta su muerte.

De la manera ya dicha hizo Estilicon á sus dos hijas emperatrices, mas como no habia nietos á quien pudiese quedar el imperio, comenzólo á descar de nuevo para su hijo Euquerio. El medio que para esto le pareció mejor, fué revolver poco a poco el mundo, y principalmente el imperio de Honorio, para valerse con la oportunidad en su partido. Esto hizo con tanta turbacion y novedad, que seria dificultoso proseguir en particular todos los movimientos que sucedieron. Contarse hau brevemente los que parecieren mas necesarios para entenderse, cómo y por qué causas vinieron á entrar los godos en España, que es el fin para que se contará todo lo demás. Por todo el tiempo del emperador Teodosio los godos, muerto su rey Atanarico, estuvieron siempre sujetos al emperador, y los capitanes generales que tuvieron, los recibieron por su mano, para mayor reconocimiento de sujecion. De uno destos capitanes generales de los godos en este tiempo, llamado Targibilo, hay mucha mencion en el poeta Claudiano. Llevaban su sueldo del emperador, servíanle en la guerra, y estábanse quedos en la Misia inferior, y parte de la Tracia, sin moverse de allí. Ahora con ánimos rebeldes y atentos á cosas nuevas, y con secreta instigacion de Estilicon, que todo lo deseaba ver turbado y puesto en armas, eligieron de entre sí mismos por su rey á Alarico, de la sangre de los Balteos, linaje nobilísimo entre ellos; y como Jornandes y el arzobispo Juan Magno dicen tuvo principio del rey Balto, el cual muchos siglos antes habia reinado con famosa gloria de hechos notables. Déste quedó la familia y descendencia de los Balteos en los vestrogodos, como en los ostrogodos la de los Amalos de otro singular rey Amalo, predecesor inmediato de Balto. Dice mas este arzobispo, que la familia llamada de los amalos que hay en España, vinieron derechamente deste rey. Yo no veo ahora en nuestros españoles este linaje, y así parece que el arzobispo recibió engaño de alguno que le informó mal.

Alarico, pues, descendió en Italia, juntándose con él Radagaiso, tambien rey de los ostrogodos, idolatra y cruelísimo, que venia amenazando de sacrificar á sus dioses, harlándoles su sed con sangre de cristianos Salióles al encuentro Estilicon por mandado del emperador Honorio, y aunque los venció algunas veces, y á Radagaiso, que se habia apartado de Alarico, lo encerró, y destruyó y mató, mas pudiendo ahora y otras veces acabar la guerra con Alarico, disimuló el vencer todo. De aquí pudo ya Honorio tomar mala sospecha de su general, y comenzar á temer lo que ya él no podia bien encubrir. Con este recelo, como los dos Paulos

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Orosio, y Diácono y Nicéforo cuentan, Honorio se pensó valer contra Estilicon, de Alarico y sus godos, y así queriéndose salir el rey de Italia, le escribió secretamente que no lo hiciese. Sucedió por este mismo tiempo en Constantinopla la muerte del emperador Arcadio, que falleció el primer dia de mayo, el año cuatrocientos y ocho, dejando á su hijo Teodosio, el segundo deste nombre, muy pequeño, por sucesor en el imperio del oriente. Honorio quiso pasar en Constantinopla, para asegurar el señorío del sobrino, y dejar en él buen gobierno. Mas Estilicon con algunos achaques se lo estorbó, haciendo que le diese á él, como de hecho le dió, la jornada, y todo lo hacia por verse siempre mas poderoso, y con nuevas ocasiones para su levantamiento y la sublimacion de su hijo. Ya en este año parece cierto eran muertas las dos emperatrices María y Termancia, pues todos dicen las casó temprano Estilicon con Honorio, y que murieron presto de poca edad. Estos buenos ñudos quebrados, se soltó en Estilicon todo el respeto que á Honorio debia. Mas yendo en esta jornada de oriente, los soldados los mataron á él y á su hijo en Ravena. Y aunque Nicéforo no lo dice claro, parece da á entender que por mandado de Honorio se hizo en ellos este castigo. Mas claramente lo dice Paulo Orosio, añadiendo que fué muy justa furia la de los soldados para matar un hombre, que por dar el imperio á un muchacho, no dudaba dar la sangre de todo el universo. que con sus revoluciones hacia derramar. Porque á este hombre malvado le atribuye este autor, no solo el entretener en Italia á los godos con mala guerra, y sin darles paz, sino tambien el meter en las entrañas del occidente à las tres gentes, vándolos, suevos y alanos, feroces por su natural, y intolerables por sus fuerzas y por su muchedumbre. Estilicon los incitó á éstos, y los convidó para que saliendo de su tierra entrasen muy adentro en Alemania y Francia, destruyendo todas aquellas provincias, como luego veremos. De su hijo Euquerio dice tambien este autor, era tan perverso, que desde muy niño amenazaba á los cristianos con grave persecucion, y despues siendo mancebo para ganar voluntades de gentiles, de los cuales aun quedaban muchos, les prometia que el principio de su imperio habia de comenzar por derribar las iglesias de los cristianos, y restituir todos los templos de los ídolos.

sus godos se recogiese. Todo, dice este autor, que lo estorbaba Estilicon, y con sus mañas secretas no daba lugar que estas pláticas pasasen adelante Despues de muerto este malvado, escribe Nicéforo que Alarico pidió de nuevo la paz á Honorio, esperándola muy cierta, por faltar ya quien antes la impedia. Y aunque este historiador no lo dice, puédese creer se pedia la paz con las condiciones que primero. No concediéndosela Honorio, con el despecho deste desden pasó Alarico con su campo á cercar á Roma. Apretó mucho desta vez la ciudad con hambre, cerrándole la boca del Tibre, por donde le habia de entrar todo el mantenimiento. De la hambre se engendró luego pestilencia, y forzados los de dentro con tan graves daños, compraron por mucha suma de dinero, que levantase Alarico el cerco. Él con deseo de verse pacífico y sosegado, demás del dinero, pidió á los romanos enviasen sus embajadores á Honorio, para que quisiese hacer la paz con él. La embajada fué, mas no se alcanzó con ella nada. «Porque >>los que estaban mal con Alarico, y estaban cerca del »emperador, lo impidieron, para que aquí tambien, >>como en todas las otras cosas humanas, los intereses »y pasiones particulares dañasen al provecho público.» Por esto el mismo papa san Inocencio, que todavía tenia la Silla apostólica, fué fuego á Rabena, y mostrando el peligro en que Roma se ballaba, persuadió al emperador enviase á decir al rey Alarico se viniese á la comarca de la ciudad de Arimino, donde estando mas cerca se podrian mejor tratar los negocios Allí comunicó Alarico con Jovio, capitan y prefec to de Italia, todo lo que de Honorio queria, y Nicéforo no declaró otra cosa que pidió la capitanía general de todo el ejército romano y godo, y esto pedia Alarico se le diese auténticamente y por escrito. Todo lo demás le concedia Honorio, y solo esto puso en deliberacion. Jovio, dando la respuesta al godo, sin saberle bien entretener: con poca consideracion le dijo como el emperador no se resolvia en darle aquella dignidad de general, y leyóle lo que el emperador sobre esto ordenaba. Volviósele ya al rey feroz el despecho, en rabia teniéndose por injuriado, y mandó luego levantar su campo, y publicar jornada para destruir del todo á Roma. Ya entonces Jovio se advirtió, aunque tarde, de su error, y añadió de nuevo otro mayor, pensando emendarlo. Temió que el emperador por el mal suceso

Yo pongo la muerte de Estilicon en este año, siguien-habia de sospechar que se habia concertado secretado los autores que llevan mas cuidado de la buena cuenta. Y viene bien con la de la muerte de Arcadio, y con la jornada que este capitan hacia al oriente, en la cual se tomó la ocasion de su muerte.

CAPÍTULO VII.

Lo que los reyes Alarico y Ataulfo hicieron en Italia, y como les fue dada España.

Manifiesta cosa es, que desde ahora se comenzó á tratar de la entrada de los godos en España, mas es harto dificultoso averiguar cómo y con qué ocasiones. El mismo suceso de cosas nos aclarará en esto la verdad, y por esto las iré contando muy por extenso; pues con parecer muy agenas de nuestra historia, se verá al fin cuan propias son della

El rey Alarico con deseo de paz y reposo, aun ántes de la muerte de Estilicon, como en Orosio parece, habia pedido al emperador Honorio humilmente, y con toda llaneza la paz, y alguna provincia donde él con

mente con Alarico. Por remediar esto, hizo jurar inconsideradamente en público á sus soldados, que jamás tendrian paz con los godos ni con su rey. Esto fué encender mas la furia de los godos con desesperacion.

Alarico entre tanto, aunque caminaba á Roma, todavía templaba su furia enviando del camino dus embajadores á Honorio con algunos obispos para concertarse con él. Pedia, segun se dice en la Tripartita, que le tuviese el emperador por compañero en la guerra, y se le diese alguna provincia de las de ménos estima donde asentase, dándosele allí alguna cantidad de pan suficiente para la sustentacion suya y de sus godos. No siendo acogidas sus peticiones, pasó á Roma, y cercándola de nuevo, no la tomó tampoco esta vez por fuerza, sino que entró dentro por concierto. Los autores encarecen de muchas maneras el descuido y fløjedad extraña de Honorio, el estarse en Ravena, y dejar á Roma en tiempo de tanto peligro, principalmente leniendo dentro della á su hermana Gala Placidia. «Todo » esto, y el no acoger la paz que el enemigo le ofrreia, >>ni poner remedio en la guerra; muestran muy bien

>> ser tan gran daño en un príncipe el descuido y negli- | á Honorio en casarle su hermana por fuerza, ó por » gencia en las cosas de la guerra, que con inuchas otras >> virtudes no lo puede recompensar.» Era el emperador Honorio muy religioso, benigno y liberal, y tenia otras virtudes que los escritores celebran, mas este su poco brio y flojedad en esta guerra las oscureció todas, y con razon, pues solo este vicio hizo mayor daño al imperio romano, que todas las demás virtudes pudieron hacer de provecho.

Todo esto no pertenece mas á nuestra historia, de cuanto son cosas de un emperador español, y así pasó brevemente por ellas. Lo que mas hace á nuestro propósito, y á la buena noticia de las cosas de España, es, que entrando Alarico en Roma hizo hacer por fuerza emperador á Attalo, que tenia allí por Honorio el cargo de prefecto de la ciudad. Esto hizo por menosprecio y deshonra de Honorio, y por recibir de mano de emperador el cargo que él le habia negado. Así hizo luego que Attalo le diese dignidad de general de ambos ejércitos godo y romano, dándose tambien el cargo de general de la caballería á Ataulfo, cuñado de Alarico, hermano de su mujer.

El emperador Honorio, que nunca habia querido temer, como debiera, al rey Alarico, ahora comenzó á temer á Attalo, y muy apocadamente le envió sus embajadores, ofreciéndole la compañía en el imperio si quisiese dejar las armas con que ya se aparejaba para conquistarlo. Como la demanda fué abatida, así mereció soberbia y cruel la respuesta. Envióle á decir Attalo á Honorio, que si queria le otorgase la vida, habia de ser con condicion que se le cortasen algunos miembros, y escogiese una isla do viviese encerrado. Tambien llegaba la soberbia de Attalo á despreciar al rey Alarico, sin haber querido descomponer los capitanes del ejército de Roma, como se lo habia pedido, ni obedecerle tampoco en otras cosas que él y Ataulfo mandaban. Ofendidos, pues Honorio y Alarico con tanta soberbia, y recelándose ya ambos della: «fácilmente se concertaron para destruir >> el comun enemigo, como es muy cierto que los peli» gros suelen hacer algunas amistades, que por buenos >> respetos no se habian ántes podido juntar. » Tratáronse en secreto estas alianzas, mas ya cuando se publicaron, dejando Attalo su orgullo, viéndose desamparado de Alarico, se puso en sus manos, y despues se postró á los piés del emperador Honorio, que aunque lo castigó de la manera que él lo habia amenazado. fué con mucha benignidad. Mandole cortar dos dedos y encerrarlo desterrado en la isla de Lipara, cerca de Nápoles y Sicilia. Y aun Paulo Diácono y otros dicen, que no fué castigado así ahora, sino despues, cuando acometió rebelarse de nuevo.

Otra vez trató de la paz el rey Alarico con el emperador, para mas de veras asentarla, impidiólo un Saro. general de Honorio en la guerra, y antiguo adversario de Alarico en la corte. Éste juntó, como dice Nicéforo, consigo trescientos soldados escogidos por valientes, con otra mucha gente, y de improviso dió sobre los godos y tomándolos en descuido, mató muchos dellos, y los demás escaparon huyendo. Esta fué ya injuria que Alarico no pudo sufrir, y sin mas escuchar pláticas de paz, se fué á Roma, y cercándola la tomó por traicion, y la destruyó de la manera que Procopio, Paulo Orosio y otros autores cuentan, que yo por cosa agena de las de España no hago mas que tocarlo, cuanto á mi continuacion pertenece. Desta vez tomó el rey Alarico en Roma á Gala Placidia por cautiva, y la casó poco despues con Ataulfo su cuñado, por afrentar mas

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honrar su pariente, ó por darle aquel contento. Que cierto debia haberse enamorado Ataulfo desta señora, segun despues veremos que muy tiernamente la amó, y ella tambien, como Jornandes dice, era muy hermosa. Procopio escribe duró este cerco de Roma dos años yo entiendo que todas las tres veces que la cercó en diversos tiempos Alarico ocuparon los dos años, hasta éste en que fué tomada la ciudad y destruida á los veinte y dos de agosto del año cuatrocientos y diez de nuestro Redentor, como de Orosio, Próspero, Sigiberto y otros parece. En el año, Marcelino y todos concordan que eran cónsules Flavio Vararo, y Tertulo, sino que discrepan en contar éste por el año cuatrocientos y diez, ó cuatrocientos y doce Yo sigo, como siempre, la cuenta de Onufrio Panuinio en sus fastos, y mas particularmente en la cronología de su historia eclesiástica. En el mes va Blondo harto diferente, pues afirma se tomó Roma el primer dia de abril, y certificándolo muy de propósito, ni señala au-. tor que lo diga, ni trae razon para probarlo.

Murió poco despues Alarico, dejando por sucesor en el reino de los godos á su cuñado Ataulfo por eleccion que se hizo dél. Luego que tuvo el reino se fué con sus godos á Roma, y como dicen Orosio y otros destruyó y arrasó eso poco que Alarico habia dejado. Con este rey concertó despues Honorio la paz, concediéndole muchas cosas, y dándole parte en la ciudad de Roma, y haciendo mucho regocijo en público, cuando ya la tuvo concluida. Paulo Diácono añade, que Gala Placidia con su amor y con su prudencia ablandó el ánimo de Ataulfo para que quisiese esta paz; y Paulo Orosio dice, que por providencia divina se hizo el casamiento de Ataulfo con esta señora, para que los romanos tuviesen en ella, por el grande amor que le tenia su marido, un comun amparo en todo lo que importaba al bien público de Italia.

Yo he contado todo este suceso del rey Alarico y Ataulfo, y las desventuras y cercos de Roma siguiendo á Nicéforo Jamtópulo, que las cuenta con toda la particularidad que aquí van relatadas. Paulo Diácono tambien va conforme casi en todo esto, y así lo tengo por mas cierto que lo de Zonaras. Dice que aborreciendo los romanos á Honorio por su natural flojedad, él tambien indignado se fué de Roma, pasando el asiento de la córte á Ravena. Desde allí hizo bajar en Italia al rey Alarico, y le consintió, y aun lo incitó que tomase á Roma. Todo lo demás de Gala Placidia tambien cuenta muy diverso de los otros autores, que por ser mas graves, mas antiguos, y llevar mejor concierto en esto, merecen ser mas creidos. Y la causa mas cierta de haber dejado Honorio á Roma, y encerrádose en Ravena, era como Jornandes dice, por ser aquella ciudad fortísima en su sitio natural: pues estando cercada toda de agua, tiene una sola angosta entrada por la tierra. He contado asimismo tan en particular todos los tratos de paz que tantas veces trujeron Alarico y y Ataulfo con Honorio por importar mucho el saberlos, para entender el derecho y la manera con que los go→ dos entraron en España. Los autores modernos, y entre ellos Vaseo dicen, que Honorio dió á Alarico la España, cuando ya se la tenian tomada los vándalos y las otras naciones que con ellos entonces por acá en➡ traron, y trae por autor desto á Paulo Orosio, mas él ounca dice mas de todo esto, de lo que yo aquí he referido. Muy bien pudo ser, que en estos tratos de paz, ya dichos se pidiese y concediese España, mas nunca

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