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LIBRO XI.
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CAPÍTULO I.

dido del todo el antiguo. El llamar los ostrogodos vale tanto como decir godos orientales, y vestrogodos, que corruptamente llaman vesogodos occidentales, tomándo

Descripcion de la provincia Gótica, y las costumbres de seestos nombres de la region mas oriental ó occidental de los godos, y la salida que de su tierra hicieron.

Muchas veces me he parado a pensar qué haya sido la causa por qué las gentes, que ayuntadas en gran muchedumbre se han salido en Europa de sus tierras propias por buscar otras extrañas donde hiciesen asiento y morada, han sido casi todas septentrionales, y de aquellas regiones que están mas cerca del Norte. No es menester traer ejemplos, las historias antiguas están llenas dellos. Y causas hay bastantes para que aquellas naciones mas que otras hubiesen de hacer semejantes movimientos: primeramente aquellas regiones, por pasarles el sol en su curso del año siempre léjos, son como todos saben muy frias, y por esto aparejadas para la generacion y multiplicacion de los hombres, y para conservarlos en salud. Nacen muchos, y viven mucho, es forzoso que haya allí por esto comunmente mas gente que en otras provincias de su tamaño. Son asimismo los campos de aquellas provincias estériles, por ser montuosos y tan frios, y así dan poca comida para mucha gente. Por el contrario los de aquellas provincias han menester mas mantenimiento que los de otras, porque el frio de fuera fortalece y acrecienta el calor de dentro en los estómagos, y este mayor fuego tiene necesidad de mas leña para sustentarse. Por esta misma causa de ser mas encendidos del calor natural en las entrañas, son mas feroces y valientes. Pues mucha gente estrecha en la habitacion, comedora, y falta de comida, y animosa, forzado le fue siempre buscar | su remedio para sustentar la vida que es el primer cuidado que puso en nosotros naturaleza. Por esto saHieron de aquellas tierras septentrionales muchas veces grandes ejércitos de cimbros y otros alemanes, de quien ya hemos contado; godos, vándalos, suevos, y alanos, y silingos, de quién de aquí adelante hemos de decir. Y guardando yo mi costumbre con que siempre me estrecho en no escribir cosa que no sea de España, contaré brevemente las salidas destas gentes que hicieron de sus tierras, y las cosas que en otras provincias les sucedieron hasta llegar a España, donde casi todos pararon ya entonces; como cosas propias de nuestra nacion, se relatará por extenso cuanto en los historiadores de autoridad se hallare contado. Y comenzaremos por los godos, que fueron los que mas se enseñorearon en España, y de quien ha permanecido la sucesion hasta ahora en nuestros reyes, y en muchos otros que dellos sin duda quedaron.

El nombre de godos es mas nuevo, porque el propio suyo de muy antiguo es llamarse Getas. como en Plinio, Estrabon y Pomponio Mela se vé y el pocta Claudiano, Paulo Orosio y san Gerónimo manifiestamente lo muestran. Aquí siempre usaremos el nombre de godos, tomado del Gothos latino, por ser el mas comun despues que salieron de su tierra, habiéndose ya per

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donde salieron, 6 donde pararon. Y para que se describa y conozca bien la tierra natural de los godos, no seguiré á los antiguos cosmógrafos, que por estar tan desviada la reconocieron mal, y escribieron poco y en general della, sino daré la noticia que puso en su historia el arzobispo Juan Magno, natural de aquella tierra, y prelado por estos nuestros tiempos en ella, que la vió con diligencia para poder mejor describirla.

En lo muy septentrional del mundo, el mar que llaman Helado por una parte, y el de Alemania por otra, hace un gran seno, que llaman el mar Sueónico, y parece el que Plinio nombró Codano. Este seno con los otros dos mares cercan un grandísimo trecho de tierra, mucho mas larga que ancha que por lo mas occidental hace un estrecho con la Címbrica Chersoneso, que ahora llamamos reino de Dinamarca, y por lo oriental tiene otra region llamada Finmarquia, y sus dos lados de medio-día y septentrion se lo cierra el seno Sueónico y el mar Helado. Así queda esta tierra poco menos que insula, pues no esta pegada con la tierra firme mas que por aquel pezon oriental donde comienza la Finmarquia. Esta península, que yo así he encerrado, es gran parte de otra mayor provincia, quellaman Escandia ó Escandinavia, y comunmente la llaman ínsula, aunque de hecho no lo es. Y su nombre significa en su lengua isla hermosa y deleitosa. Tolomeo no hace mas que nombrarla, Solino la llama insula grandisima. Plinio por su grandeza nunca del todo reconocida la llama otro mundo, y Procopio la tuvo por la muy famosa Thile, y por tal la describió. Jornandes, autor godo de nacion, que escribió pocos años despues de los que vamos contando, la llama madre de muchas naciones. Mas yo no describo aquí toda esta tierra de Escandinavia, sino sola una parte della que hace mas a nuestro propósito, y queda ya señalada con sus términos por todos cuatro lados, incluyéndose en ella tres provincias principales, Gotia, Noruega y Suecia. En este pedazo ó mitad de la Escandinavia, allí junto al estrecho, por donde se parte con Dinamarca, hace la mar otro cerramiento de tierra, dejandola hecha insula casi del todo. Esta provincia sola por sí se llama propiamente Gotia, y es la verdadera tierra de nuestros godos, y de donde ellos primeramente salieron, y donde hoy dia tienen su reino. Porque fuera de lo que Juan Magno continua de los reyes desta provincia Gotia, hasta el año de quinientos y veinte: yo he visto una relacion que se envió al rey don Felipe nuestro señor de lo sucedido en esta tierra el año mil y quinientos y sesenta y cinco, entre el rey Errico, cuarto décimo deste nombre, y dos duques de los vándalos y | austromanos, hasta que destruyeron y mataron por justicia un Gregorio Perso, privado del rey, hombre malvado, y que de muchas maneras habia hecho grave daño en el reino. Es tan grande esta provincia de Gotia sola por sí, que nunca acaba el arzobispo Juan Magno

como asegures, las cuales tambien arrojaban, y las lanzas largas, que en los hierros tenian algo encorvado como garfio para asir al enemigo, y derribarlo, casi á la manera de las que particularmente los italianos llaman roncas. Traian asimismo pica en la guerra, con otro género de arma enbastada algo diferente. Eran grandes flecheros, y tenian siempre por buena parte de su fuerza en la batalla los archeros. Los escudos de los de á pié eran grandes, y todos pintados, de manera que podamos pensar nos quedaron de aquí nuestros paveses. La gente de á caballo era lo mas de que se preciaban en la guerra, con hacer ella ordinariamente el amparo á los de á pié. Sufrian hambre y sed en la guerra, con gran facilidad y maravilla de los que lo consideraban. Y con ser tan fieros los godos, tuvieron tambien mansedumbre, y blandura con buenos respetos de cristianos, y hay buenos ejemplos desto en las historias de los romanos. La lengua que usaron tuvo mu

de medirla. La décima parte de lo occidental dice fué en algun tiempo reino por sí, y cuenta mas de veinte particulares regiones que la Gotia comprehende, con hartos obispos y metropolitanos. Tambien celebra mucho el arzobispo Juan Magno la grande fertilidad y abundancia desta provincia, contando muchas particularidades desto, que muestran ser la tierra rica y de leitosa. Todo lo demás desta gran parte de la Escandinavia que yo he descrito, hasta llegar por el oriente á la Finmarquia, va partiendo por medio casi á la larga con montañas muy ásperas, que cierran con el mar Helado por el septentrion los llanos de la provincia de Noruega, y por el lado de medio-dia cierran con el seno Sueónico los otros llanos mas fértiles y deleitosos de la provincia llamada Suecia. Así queda la Gotia cercada de mar por los tres lados, y solo pegada por el oriente con la tierra firme, por donde la cierran los principios occidentales de Suecia y Noruega con sus montañas. El rio Tanais, la laguna Meotis, y los Montes Ri-cho de la tudesca, y della nos quedaron en España feos en alguna manera tocan la Escandinavia por algunas partes (1).

Los godos siempre fueron estimados por muy valientes y poderosos en la guerra aun estando dentro de su tierra. Y para entenderse cuán verdad es esto, bastará poner las mismas palabras que desto escribe Paulo Orosio. Alejandro, dice él, determinó no acometer á los godos, Pirro los temió con espanto, y Julio César se excusó de tener guerra con ellos. Y sin esto de Paulo Orosio, las muchas veces que los godos vencieron á los romanos, y les tomaron á Roma y á las provincias que quisieron, muestra muy claro su grande esfuerzo y valentía con destreza en la guerra.

Eran todos los godos en general grandes de cuerpo, blancos y rubios, como lo son comunmente los alemanes y gentes del septentrion. Su vestido ordinario era forros de diversas pieles de animales, porque el gran frio de la tierra pedia todo este abrigo, que vemos ser comun todavía á los alemanes, y á todos los de aquellas regiones septentrionales. Por esto Claudiano, y los otros poetas de aquellos tiempos llaman comunmente á los godos los empellejados, casi por su propio apeHido. Enrizaban el cabello de la frente que era largo, hasta subirlo á la coronilla, y atarlo allí, porque quedase como cresta. Todo el otro cabello dejaban tendido hasta los hombros. Aunque traian zapatos altos, no traian calzas ni otra cobertura en las piernas. Usaban los reyes y gente principal vestiduras preciosas y de diversos colores. todas cortas y bien apretadas al cuerpo; con las mangas tan cortas, que dejaban desnudo gran parte del brazo. Las mujeres principales tenian diversas maneras de aderezos, mas lo comun de todas era vestirse de lino, de que debia tener abundancia la tierra, como lo suele haber en muchas de las mas frias. Armaban los godos los cuerpos con coseletes y cotas y otras diversas coberturas de hierro, trayendo en las cabezas celadas de muchas maneras á su modo, y colgadas del hombro derecho las espadas, las cuales se preciaban traer guarnecidas de marfil, ó de otros huesos que le parecen. Usaban demas desto alabardas cortas

(4) Ni el rio Tanais, ni la laguna Meotis, ni los montes Rifeos pertenecen á la Escandinavia, cuya region se entiende generalmente por los reinos de Suecia y Noruega: y aun el mismo Morales, un poco mas arriba la señala por límite orientai la Finmarquia. El Tanais, la laguna Meotis, y los montes Rifeos caen en el confin de la Europa con el Asia: y pertenecen á la antigua Escitia, dejando entre ella y la Escandinavia vastos paises intermedios. B.

muchos vocablos, como son: cabeza, riqueza, caza, tripas, robar, yelmo, moza, bandera, ama, harpa, laud, plaza, rueca, fresco, juglar, bosque, jardin, alvergar, escanciar, esgrimidor, andar, cangilon, y otros algunos. Todo esto de los godos y sus maneras y costumbres se halla en los autores antiguos de mucho crédito, y todo con lo de los vocablos está recogido por Wolfango Lacio, coronista del emperador don Fernando, en su grande obra de la peregrinacion de diversas naciones. Camisa, tambien dice el bienaventurado doctor san Gerónimo, que es vocablo godo, y en las epígramas del arzobispo de Toledo Eugenio se vé tambien como lo es sábana. Fueron idolatras los godos en su tierra, con diferentes dioses que reverenciaban, haciéndoles alguna vez sacrificio de un hombre, despues de haberlo hecho con muchos animales. Cuando habian de salir á la guerra sacrificaban caballos cuyas cabezas abiertas las bocas en horrible manera, llevaban en altas lanzas como por banderas. Creian la inmortalidad del alma, y gloria y pena en otro mundo. Cuando tronaba, tiraban con los arcos muy apriesa muchas saetas hacia las nubes, diciendo que ayudaban á su dios, contra quien se levantaban aquellos alborotos, y así tenian otras supersticiones muchas, que el arzobispo Juan Magno al principio de su historia prosigue. Y él representa tambien el uso de letras que tuvieron antiquísimo, como en peñas y cuevas de sepulturas parecen hasta ahora esculpidas. Hallanse tambien en toda aquella tierra esculpidas en rocas de muy antiguo las insignias y armas que traian pintadas los reyes godos, y eran en campo azul un leon bermejo rapante, vuelta la cara atrás, y puesto sobre tres ondas blancas y azules, como Olao Magno, hermano del arzobispo, refiere, á quien por ser godo natural, y traer tan auténticos testimonios se le debe dar mas crédito que al obispo don Alonso de Cartagena, que en su recapitulacion de los reyes de España les da á los reyes godos las armas del rey de Dacia, que son tres leones tendidos andantes, uno sobre otro. Y lo que en contrario desto escribió Garibay tiene muy flaco fundamento.

Salieron los godos de aquella su provincia en diversos tiempos por diversas ocasiones, mas no toca á nuestro propósito sino sola aquella salida postrera que hicieron, cuando con sus embajadores enviaron á pedir al emperador Valente les diese la provincia de Misia para su morada, y que servirian siempre en la guerra á los romanos. Y esto fué á los trescientos y sesenta años y por allí, de nuestro Redentor. El empera

dor les concedió lo que pedian, y les dió maestros que los enseñasen en la fé cristiana. Porque esto tambien habian pedido. Mas como el emperador Valente era hereje arriano, dióles malvados maestros que les enseñaron aquel error, en que perseveraron mas de doscientos años, como adelante se verá. Y es mayor lástima el haber caido por esta ocasion los godos en aquella mala secta, por haberse ellos mostrado siempre muy temerosos de Dios, y constantes en la religion cristiana, como lo muestran muchos ejemplos suyos, así que si acertaran á tomar la fé cristiana limpia y sin error, se puede bien creer que nuestro Señor se sirviera desde luego mucho con ellos. Y son autores de todo esto Paulo Orosio, Procopio, y los demás que le siguieron. Cuando estos godos salieron de su tierra, como Juan Magno refiere, traian por sus tres capitanes principales à Fridigerno, Balteo y Zafra, y deste nombre godo podrian algunos pensar que les quedó el suyo á los tres lugares que en España ahora lo tienen, en Estremadura, en la Mancha, y junto à Molina. Luego tuvieron por su rey á Atanarico, y éste se cuenta por el primer rey de nuestros godos, aunque ni él ni el siguiente nunca llegaron á España. Y aunque éstos y los que llegaron acá fueron visogodos, con haberlo advertido aquí, los llamaré siempre solamente godos, con el nombre general mas usado. Desta vez quedaron ya los godos arraigados aca en el imperio, con diversos sucesos prósperos y adversos, hasta estos tiempos de los emperadores Arcadio y Honorio, de que ahora habemos de escribir.

CAPÍTULO II.

El principio del imperio de Arcadio y de Honorio, como quitaron la idolatria y los gladiatores.

pues la proseguirán Jornandes, escritor de nacion godo, que vivió poco despues deste tiempo, y dice recoligió su historia de godos de los doce libros que el gran Casiodoro habia escrito, y de otros autores. Lo de adelante será de san Isidoro y san Ildefonso, que continua la historia de los godos hasta sus tiempos. Valiéndonos tambien mucho lo que Juan, abad de Valclara, nacido en Portugal, escribió de sus tiempos. Que fuera de estos autores pocas ayudas se pueden tener, y las que hay aquí se parecerá, como se procuraron. No será la menor las monedas de los reyes godos, en quien se parece mejor el haberse perdido del todo la escultura. Aun no tiene figura de rostro humano el que en ellas está esculpido; mas con todo eso se averiguan por ellas hartas cosas que de otra parte no se pudieran saber. Y pudiéramosla atribuir esta falta de la escultura á ser los godos gente poco amiga de tales lindezas, si no se hallara el mismo daño en las monedas de los emperadores de Costantinopla por estos tiempos. Tambien se verá como nos ayudan mucho las piedras escritas destos tiempos, siendo como son muchas las que en España dellas se hallan.

El principio de toda esta miseria y caida del imperio romano, de 'que comenzamos á decir fué la muerte del emperador Teodosio, que dejó de nuevo partido el imperio en sus dos hijos Arcadio y Honorio: Vaseo por autoridad del poeta Claudiano, dice que estos dos príncipes nacieron en España. Mas quien leyere con atencion á Claudiano (1), verá como dice harto claro que Honorio nació en Constantinopla. Y el año que él nació, y algunos antes, nunca su padre estuvo, ni pudo estar en España. Mas por su padre le llaman tambien español. Arcadio nació acá, ántes que fuese su padre emperador, y fué un excelente príncipe, y de mucha religion y cristiandad, y algunos historiadores cuentan algun milagro que por él obró nuestro Señor en su vida (2). Entró un dia con gran multitud de pueblo en un templo de Constantinopla de san Acacio, y habiendo estado un poco dentro de un oratorio allí cerca, en saliendo él y toda aquella gente, se cayó todo el edificio, sin tomar debajo, ni dañar á nadie, todos en alta voz dijeron que por méritos del buen emperador guardó Dios toda aquella gente. Mas porque Arcadio no fué señor de España, y todo lo que hizo fué en el imperio del oriente, no será menester decir mas dél.

En el tiempo destos dos emperadores, Arcadio y Honorio, hijos del gran Teodosio (en quien quedamos al fin del libro pasado) comenzó de veras á perderse el imperio romano, que desde Constantino aun se habia medianamente sustentado, con haberse hecho entonces, como decíamos, hartos aparejos para su destruccion. Parece se le abrió entonces la puerta á esta perdicion, y ahora se entró de rondon por ella, pues lo primero que de aquí adelante se ha de escribir, es como perdió Roma en ménos de cincuenta años lo que en mil habia ganado. Y es cosa harto notable, y de mucha conside- Teodosio como príncipe tan católico y religioso, deracion, que esta caida del imperio llevó tras sí, y hun-seando dejar á sus hijos esta herencia por mayor que dió todo lo bueno que habia en él. Espanta la mudanza que hubo en todas las cosas. Las letras perecieron de tal manera, que ya de aquí adelante no hay escritores romanos, ni griegos, y si algunos hubo, casi no tienen semejanza ni rastro de haberlo sido. La noble arte de pintura y escultura hasta las monedas de Honorio tiene lustre, de ahí adelante todo es tan trocado, que aun rostro de un emperador, ó de un rey no sabian esculpir, siquiera que parezca hombre.

Esta falta de los buenos autores se sentirá de aquí adelante en esta historia, y se sintiera mas si españoles no nos la suplieran. En ellos parece que quedaron los postreros gustos de buenas letras por estos tiempos, pues tenian ahora á Paulo Orosio, al poeta Prudencio, y tuvieron poco despues su san Isidoro y san Ildefonso, con otros algunos hombres de letras, que para aquellos tiempos eran harto señalados. Y para la historia de España Paulo Orosio nos la continuará luego aquí al principio, con alguna ayuda de Procopio y Nicéforo; des

el imperio; dice Nicéforo que á la hora de su muerte les amonestó y encargó mucho conservasen la fé cristiana tan limpia y entera como él se la dejaba, perseverando en servir á Dios y ser obedientes á su Iglesia. Porque éste les seria el mas verdadero aparejo para asegurar y acrecentar su imperio y haber victoria de sus enemigos. Guardaron bien ambos los dos mozos españoles lo que así su padre les mandó. Pues luego hicieron ley general como se ve en el Códice de Justiniano, en que mandaron por todo el imperio que se destruyesen todos los ídolos y sus templos que aun hasta entónces duraban. Confirmaron á las iglesias sus privilegios, y en todo lo que tocaba á la religion cristiana, se mostraron siempre muy zelosos de ella. El emperador Honorio en particular por ley mandó cesar en Roma el cruel género de fiesta y regocijo de los gladiatores, don

(1) En el panegirico del cuarto Consulado de Honorio. (2) Nicéforo en el lib. 13, c. 38.

en este tiempo, y en otros muchos autores, y en dos piedras escritas que duran hasta ahora en Roma, y se hallan en los fastos de Onufrio, y en la ortografía de Aldo. Algunos tambien han pensado que hay la misma memoria desto en una basa de estatua que hay en Osuna, y yo la he visto, y con estar muy quebrada, todavía se lee en ella

SOCERO FORTISS. IMPERATORVM.

Y en castellano dice: Al suegro de los muy esforzados emperadores. Paréceles á los que esto afirman, que esta basa fué de estatua de Estilicon, por no haber de quien esto se pueda decir, sino de solo él. Mas lo cierto es ser la basa de uno de los emperadores Antoninos, que tuvo yernos emperadores, y en lo quebrado de la piedra hay rastro de su nombre.

Pocos años ha que en tiempo del papa Paulo Tercio se descubrió en Roma en la iglesia de San Pedro el sepulcro desta emperatriz María con grandes riquezas.

de se mataban hombres por deleitar á los hombres. Y escosa bien digna de saberse como se acabó tal crueldad conservada por cuasi mil años, siendo honroso para España que un emperador español de nacion la quitase; que español era harto enteramente de padres y abuelos, aunque no hubiese nacido acá. Demás de su buen zelo, tuvo Honorio (como Nicéforo escribe) esta ocasion para mandarlo quitar. Vino á Roma del oriente un monge llamado Telémaco, y viendo un dia desta fiera fiesta la crueldad que en ella pasaba, metiose en medio de los gladiatores cuando querian comenzar á pelear, pidiéndoles con lágrimas por Dios y por la sangre de Jesucristo, no quisiesen así en tan gran ofensa de Dios y daño propio derramar la suya. El pueblo romano acostumbrado al cruel deleite que en aquella bestial fiesta solia recibir, indignado porque así aquel dia se estorbase, con voces quisieron echar de allí á Telémaco para que no impidiese su placer. Mas cuando vieron que esto no bastaba, con furia diabólica arroja-Viéron!o muchos españoles que hoy viven, y refierelo ron tantas piedras sobre el buen monge, que con ellas le mataron. Cuando esto supo el emperador Honorio, hizo la ley tan justa como poner fin al enorme regocijo. En la historia Tripartita se dice como este santo monge oyó decir en Egipto esta crueldad que en Roma se usaba por público regocijo, y que partió de allá movido con el santo zelo de procurar se quitase. Yo considero tambien aquí la providencia de Dios, que ordenó se acabase esta tan abominable pelea por causa de uno que tuviese el nombre muy apropiado para este efecto. Telémaco quiere decir en griego, fin de pelea, ó hombre que acaba pelea. Y si este Telémaco se advirtió alguna vez desto, pudo ser le incitase mas á pensar que Dios lo habia escogido con aquel nombre para aquel efecto conforme à él.

CAPÍTULO III.

muy extenso Bartolomeo Marliano que tambien lo vió, en su Topografía de Roma. Dice era una tumba de mármol de ocho piés en largo y seis en ancho. El cuerpo estaba del todo consumido, sin haber mas que los cabellos, los dientes, y algunos huesos. La ropa y el manto estaban conservados por ser de riquísima tela de oro tirado, así que se sacaron de la fundicion treinta y seis marcos de oro. Hallóse tambien dentro en la tumba una caja de plata, pié y medio en largo, y un palmo en ancho. Tenia dentro muchas y ricas joyas. Algunos vasos pequeños de cristal, y otros de agata hermosamente labrados. Cuarenta sortijas de oro con diversas piedras. Sin esto habia una esmeralda engastada en oro, con un rostro que se tuvo por el del emperador Honorio su marido. Esta joya se apreció en quinientos ducados. Habia muchas maneras de arracadas, sartas y collares. Un joyel redondo con estas letras: MARIA, NOSTRA. FLORENTISSIMA. Dice en castellano: nuestra

Estilicon el Vándalo, suegro de Honorio, y la descenden- emperatriz María que mucho florece. Una plancha de

cia de los Teodosios.

oro con estos cuatro nombres de ángeles en letras griegas MICHAEL. GABRIEL. RAPHAEL. VRIEL. Un racimo como de agraz, y los granos eran esmeraldas. Un partidor de oro, largo de un palmo, y por el un lado estaban estas letras: DOMINO NOSTRO HONORIO. En castellano: Al emperador Honorio nuestro señor. Al otro lado DOMINA NOSTRA MARIA. La emperatriz María nuestra señora. Habia tambien un raton labrado en Calcedonia, una taza tendida de cristal, y una bola de oro, que se partia en dos partes. Muchas otras piedras preciosas habia, unas consumidas del tiempo, y otras con gran lustre y resplandor. Toda esta riqueza, y los nombres ya dichos certificaron ser aquella la sepultura desta emperatriz. Y aunque por grandeza enterraron con ella tanto tesoro, mas tambien se guardó en esto la costumbre romana de sepultar con las doncellas principales que morian de poca edad, todos los brinquiños que llamaban puppas con que ellas en la vida mas se deleitaban. Esto hacian por excusar la ocasion de lástima que pudieran dar aquellas cosas, cuando los suyos en alguna parte les vieran. Como esta señora murió muy moza, encerraron allí con su cuerpo todo lo que por acá pudiera causar dolor.

Quedó Honorio cuando murió su padre casi mucha cho con el imperio occidental, y el señorío de España con él. Dejóle el padre por tutores y gobernadores del Imperio, como en Paulo Orosio y en otros autores parece, al conde Gildo que tenia á África, y á Estilicon, vándalo de nacion, que siempre se habia mostrado buen capitan en todas las guerras de Teodosio. y era asimismo bien sagaz en todo género de negocios. Gildon se le alzó luego al emperador con África, mas presto fué vencido y muerto por Masceisel un su hermano. Estilicon no tuvo pensamiento de alzarse con una provincia, sino de hacerse señor de todo el imperio. No manifestó este su designio luego de una vez con ímpetu, sino con grande astucia fué haciendo poco a poco sus aparejos para efectuarlo. Era casado acá en España con Serena, sobrina del emperador Teodosio, hija de Honorio su hermano, y de Maria su mujer; y tenia desta señora un hijo llamado Euquerio, y dos hijas María y Termancia, que eran los nombres de abuela y bisabuela. Estas dos hijas nacidas y criadas acá en España, las casó Estilicon una tras otra con el emperador Honorio. Porque habiéndose muerto María muy presto, luego le dió á Termancia que tambien murió No contento con esto Estilicon, ni con meter así sus luego, y de ninguna quedaron hijos. Destos matrimo-hijas en la casa imperial, tambien desposó su hijo Eunios hay memoria en el poeta Claudiano (1), que vivia | querio con Gala Placidia, hermana destos emperadores. Esto parece harto claro en el poeta Claudiano (1),

á

(1) En el primer panegírico de Estilicon, y en el de Serena sa mujer.

(1) En el segundo panegirico de Estilicon.

que celebrando en una su obra los loores de Estilicon, le da por esposa á Euquerio su hijo, sin nombrarla, una hija de emperador y hermana de emperadores. Y de sola Gala Placidia se puede decir esto con verdad por haber sido hija del emperador Teodosio, aunque de otra mujer que tuvo despues de Placila. Mas porque se entienda claramente toda la generacion de los Teodosios y su descendencia, se pondrá aquí bien distintamente para quitar la confusion que unos mismos nombres y otros semejantes podrian causar.

Generacion y descendencia del emperador Teodosio, el primero desde su padre.

El tronco es Teodosio el viejo, español, famoso capitan de Valentiniano el Primero, y era andaluz de Itálica la ciudad, que estaba cabe Sevilla, como ya se ha dicho en su lugar (1). Tuvo por mujer á Termancia, que no fué española. Y esto parece así, pues el poeta Claudiano celebrando las mujeres españolas señaladas de linaje de Teodosio, no nombra esta señora porque no nombraba mas de las españolas, y si ella lo fuera, parece imposible dejarla de nombrar allí. De monedas que se hallan della, y de algun historiador, como hemos dicho, se sabe su nombre, y como fué mujer deste caballero. Él tuvo tambien un hermano, como de Sexto Aurelio se ha mostrado.

Este Teodosio el viejo, y Termancia tuvieron dos hijos. El mayor fué el emperador Teodosio, el menor se llamó Honorio. Y una hija de quien Sexto Aurelio hace mencion sin nombrarla.

El emperador Teodosio fué casado dos veces. Su primera mujer fué Placila, que así la llaman los que han visto monedas suyas, y no Flacila, como comunmente se lee en los libros. Fué española, como en Claudiano manifiestamente parece (2). La segunda fué Gala Augusta, hija del emperador Valentiniano el Primero.

Los hijos que tuvo el emperador Teodosio de Placila, fueron los emperadores Arcadio y Honorio, y de Gala Augusta hubo una hija llamada Gala Placidia.

El emperador Arcadio fué casado con Julia Eudojia y hubo della al emperador Teodosio Segundo, y cuatro hijas, Placila, Pulqueria, Arcadia, Martina, que otros llaman Marina.

El emperador Honorio casó con dos españolas, María y Termancia, hijas de su tutor Estilicon, y de Serena, tambien española, y de ninguna tuvo hijos.

Gala Placidia, la hija del emperador Teodosio, y media hermana de Arcadio y Honorio, casó tres veces, la primera con Euquerio, hijo de Estilicon, sin haber hijos; la segunda con el rey Ataulfo de los godos; y la tercera con Constancio, capitan excelente de Honorio, y su compañero en el imperio. Y adelante se dirá en la corónica los hijos que de ambos estos maridos tuvo.

Honorio, hijo de Teodosio el viejo, y de Termancia, y hermano del emperador Teodosio, casó en España con una señora, á quien yo creo llamaron María, como de Claudiano se puede entender (3). Porque contando las mujeres excelentes españolas que tuvo la casa de los Teodosios, cuenta á María en tal lugar, que no puede ser sino mujer deste Honorio, y madre de Serena. Tuvo dos hijas, la mayor se llamó Termancia del nombre de su abuela, y Serena la menor. El maestro Andrea Resendio, de quien siempre que se habla, se

(1) En el panegírico de Serena. (2) En el panegírico de Serena. (3) En el panegirico de Serena.

habla de un hombre muy docto y de gran juicio en todo género de antigüedades, dijo en la epístola con que respondió á la mia, y anda impresa, que Serena era hermana de la emperatriz Placila. No sé yo autor que lo diga; y en Claudiano hay grande conjetura para creer que no fué esto así, y tambien todos los autores de la historia eclesiástica que tanto celebran á Placila, no dejaran de decir como era sobrina del emperador su marido, si esto así fuera.

Serena casó con Estilicon, y hubieron á Euquerio y á María, llamada así por la abuela, y á Termancia que tuvo el nombre de su bisabuela. Estas dos fueron las emperatrices mujeres de Honorio, y eran sus sobrinas, hijas de su prima hermana.

Por tantos emperadores como del tronco de Teodosio el viejo así salieron, y por Trajano y Adriano, que habian precedido, dijo muy bien el poeta Claudiano (1), que las otras provincias daban á Roma oro y plata, y otros tributos, mas que España le daba emperadores.

CAPÍTULO IV.

El primer concilio de Toledo, y lo que de nuevo ahora dél se ha hallado, y algunas cosas de la sucesion de los arzobispos de la santa iglesia de Toledo.

El primer dia de setiembre del año cuatrocientos de nuestro Redentor se celebró en Toledo concilio nacional, que en la cuenta comun es el primero de los de aquella ciudad. Era cónsul este año Flavio Estilicon con Flavio Aureliano, y en todos los libros impresos y originales de mano, se dice como este concilio se celebró en el consulado de Estilicon. Y aunque fué otra vez cónsul el año cuatrocientos y cinco con Flavio Antemio, mas yo sigo en ponerlo en su primer consulado algunos originales antiguos escritos de mas de seiscientos años atrás, donde está señalado dia, mes y año, como aquí va puesto, y señaladamente en uno por quien he de añadir mucho á este concilio, y allanar con esto una gran dificultad que á todos los hombres doctos que la han considerado en él, les ha turbado mucho, sin poderle dar buena salida. Aquí se le dará ahora con harta claridad, y sin esto para lo del año, los dos ejemplares de la santa iglesia de Toledo, y dos de los de san Lorenzo el Real, no pasan adelante del año cuatrocientos y dos este concilio, y no habiendo sido cónsul en él Estilicon. mas cerca está retraerlo atrás, que pasar adelante al segundo consulado.

Llamo nacional este concilio, aunque no concurrieron en él mas de diez y nueve obispos, por ser cosa cierta y averiguada, que no tenia tantos sufragáneos entón– ces la metrópoli de Toledo, y andando las cosas de la Iglesia de España tan turbadas á esta sazon, como luego se verá, harto era que se pudiesen juntar diez y nueve prelados. Tratóse en este concilio de las cualidades que debian tener los que hubiesen de ser ordenados. Hay mencion de monjas, llamándolas con diversos nombres, devotas, ofrecidas, vírgenes de Dios, profesas y religiosas; y todo es una cosa. Hay tambien mencion de arcediano, siendo ésta la primera, que hay desta dignidad en la Iglesia de España. Dasele el cargo de enviar y notificar los decretos del concilio á los obispos y sacerdotes. Ordénanse tambien algunas cosas para la honestidad y buen gobierno de las mujeres de los clérigos, que se permitia entonces ser casados, aun

(1) En el panegirico de Serena,

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