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« Esta posicion parecia hermosa y fuerte. « Hubiera sido fácil maniobrar y obligár al a enemigo á evacuarla, pero esto hubiera dilatado la accion. .

« que agua pantanosa, hambre y vivacs « enemigo tenia una posicion muy estre«sobre cenizas? Todos los años se agravachada.. «la guerra; nuevas conquistas obligan ir « á buscar nuevos enemigos: luego ya no «le bastará la Europa, y necesitará del Asia. » Realmente Bonaparte no habia visto con indiferencia las corrientes de agua que se precipitan en el Volga; naci-ral conde Sorbier, que habia armado la

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do por Babilonia lo habia ya tentado por otro camino detenido en Jaffa, á la entrada occidental del Asia, detenido en Moscou, á la parte septentrional de esta misma Asia, va á morir en los mares que limitan esa parte del mundo, de donde salieron el hombre y el sol.

A media noche Napoleon mandó llamar á uno de sus ayudantes de campo; este le encontró con la cabeza apoyada en las dos manos, que decia : « Qué es la guerra ? un oficio bárbaro, cuyo arte « todo consiste en ser el mas fuerte en un "punto dado. » Quéjase de la inconstan cia de la fortuna, y envia á examinar la posicion del enemigo; se le refiere que los fuegos brillan con el mismo resplandor y en igual número y se tranquiliza. A las cinco de la mañana Ney le mandó pregun

« A las seis de la mañana del 7, el gene

batería derecha con la artillería de re--«serva de la guardia, empezó el fuego.... « A las seis y media fue herido el general «Compans. A las siete mataron el caballo «al príncipe de Eckmühl.

« A la misma hora se puso en movimien
«to el mariscal duque de Elchingen, quien
«protegido por sesenta piezas de artillería,
«que el general Foucher habia colocado
ada víspera contra el centro del enemigo,
« se dirige lineia el centro. Mil piezas de
<< artillería vomitan la muerte en ambos
<< ejércitos..

« A las ocho, se quitaron al enemigo las
«posiciones, se le tomaron los reductos
ay nuestra artillería coronaba sus altu-

<<< ras.

« Al enemigo le quedaban los reductos de la derecha; se dirigió á ellos el gènetar por la órden de ataque; Bonaparteral conde Morand y los tomó; pero á las sale y esclama: «Vamos á abrir las puer-nueve de la mañana atacado por todos << tas de Moscou. » Vino el dia y Napoleon «lados no pudo mantenerse allí. Animado señalando al Oriente que empezaba á el enemigo por este suceso, hizo adesonrosear, dijo: «Ved aqui el sol de clantar la reserva y las últimas tropas «Austerlitz »ber << para probar fortuna; entre ellas habia la guardia rusá. Atacó nuestro centro « sobre el cual estaba radicada nuestra de

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Mojaisk, 12 setiembre de 1812. «recha. Por un momento se temió no se « apoderara de la aldea quemada, y se di · ESTRACTO DEL DÉCIMO OCTAVO BOLETIN «rigió allí la division Friant: ochenta piezas DEL GRANDE EJÉRCITO. §ÂÈ/

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« A las dos de la mañana del 6 el Em «perador recorrió los puestos avanzados del enemigo, lo restante del dia se pasó ven reconocimientos por ambas partes. El

« de artillería francesa detienen al principio y luego destrozan las columnas enemigas, « que por espacio de dos horas recibieron con firmeza la metralla sin atreverse á avanzar, no queriendo retroceder y re«nunciando á la esperanza de la victoria. El rey de Nápoles decidió su incertidum.

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«bie: hizo cargar al cuarto regimiento de «caballería, que penetró en las brechas «que la metralla de nuestros cañones ha«bía hecho en las cerradas masas de los «rusos y los escuadrones de coraceros, y «les dispersó.

A las dos de la tarde el enemigo pier-« de toda esperanza: la batalla se ha con<<< cluido, el cañoneo todavía sigue; el ene«migo se bate por su retirada y por su «salud, mas no por la victoria.

« Nuestra pérdida total puede evaluar<«< se en diez mil hombres, la del enemigo <«en cincuenta mil: jamás se ha visto un campo de batalla semejante: en un mon« ton de seis cadáveres habia un francés y « cinco rusos. Cuarenta generales rusos han sido muertos, heridos ó prisioneros; wel general Bragation ha sido herido.

«Hemos perdido el general de division conde Montbrun, muerto, de un caño«nazo; el general conde Caulincourt, que «fue á reemplazarle, muerto de otro ca«ñonazo una hora despues.

«Los generales de brigada Compère, Plauzone, Marion y Huart fueron muer«tos; siete ú echo generales heridos, la «mayor parte levemente. El príncipe de Eckmühl no ha recibido daño alguno. «Las tropas francesas se han cubierto de «gloria y han mostrado su grande supe«rioridad ágas, rusas,

«Tal es en pocas palabras el bosquejo -« de la batalla de la Moskowa, dada á dos «leguas antes de llegar á Mojaïsk y á «yeinte y cinco de Moscou. HI

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3、

«El emperador nunca estuvo espuesto; la guardia tanto de á pié como de á ca«ballo no gió ni perdió un solo hombre. «La victoria nunca estuvo indecisa. Si el «enemigo forzado en sus posiciones, no «hubiera intentado volverlas á tomar, « nuestra pérdida hubiera sido mayor que «la suya; pero ha destruido su ejército << teniéndole desde las ocho hasta las dos

«espuesto al fuego de nuestras baterias y « obstinándose en ganar lo que habia per«dido, siendo la causa de su inmensa «pérdida. »

Este boletin frio y lleno de reticencias está lejos de dar una idea de la batalla de la Moskowa, y especialmente de la espantosa mortandad del gran reducto: 80,000 fueron puestos fuera de combate, 30,000 de los cuales pertenecian á la Francia. Augusto de la Rochejaquelin tuvo hendido el rostro de un balazo y fué prisionero de los moscovitas: él recordaba otros.combates y otra bandera. Pasando revista Bonaparte al regimiento 61 casi destruido, dijo al coronel: «¿Qué habeis hecho de uno de vuestros batallones? - Señor, está en el « reducto. » Los rusos han sostenido siempre y sostienen aun haber ganado la batalla; quieren levantar una columna fúnebre de triunfo en las alturas de Boradiuo...

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La relacion de Mr. de Segur suplirá á lo que falta en el boletin de Bonaparte. «El emperador, dice, recorrió el campo «de batalla: jamas hubo otro de un as«pecto tan horrible, pues todo contri«buja: Cielo oscuro, lluvia fria, viento «impetuoso, habitaciones reducidas á ce«nizas, y una llanura revuelta, cubierta «de ruinas y destrozos; al horizonte el << triste y sombrío verdor de los árboles « del Norte; por todas partes soldados er<< rantes entre los cadáveres buscando vi«tuallas hasta en los sacos de sus compa«ñeros muertos; heridas horribles, por«que las balas rusas son mayores que las «nuestras; vivacs silenciosos; ningun can« to; ninguna relacion; un profundo y « triste silencio.

Alrededor de las águilas so veia el resto de los oficiales, sargentos y soldaados, que apenas bastaban para guardar la bandera. Sus vestidos estaban rasga«dos por el encarnizamiento del comba

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El emperador no pudo evaluar su victoria sino por los muertos. El suelo es «<taba de tal manera cubierto de franceses « muertos, tendidos en los reductos, que << parecian pertenecerles mas que á los « que quedaban en pie. Parecia haber alli «mas vencedores muertos que vivos,

«En esta multitud de cadáveres sobre a los que era preciso pasar para seguir á « Napoleon, el pié de un caballo encon atró á un herido, que le arrancó el últi, «mo señal de vida ó de dolor. El empeó de dolor. El empe«rador, mudo hasta alli como su victoria, « á quien oprimia el aspecto de tantas víc << timas, rompió el silencio; se desahogó «por los gritos de indignacion y por la « multitud de cuidados, que hizo prodigar « á ese desgraciado. Despues dispersó á los oficiales que le seguian, para que socor, « rieran á los que se oja gritar por todas « partes.

«Se hallaban sobre todo en el fondo de « los barrances, en donde habian sido pre «cipitados la mayor parte de los nuestros, « y en donde muchos se habían arrastrar ado para estar mas al abrigo del enemigo « y del huracan, Los mas jóvenes pronun «ciaban gimiendo el nombre de su patria «ó el de su madre; los mas ancianos « aguardaban la muerte con aire impasi«ble ó sarcástico sin dignarse, implorarni « quejarse; otros pedian que se les matara «< inmediatamente; y luego se pasaba juu « to á los desgraciados, á quienes no tenia

«que socorrer la inútił piedad, ni matar « la cruel compasion.»

Tal es la relacion de Mr. de Segur. Anatema á las vietorias, que no son reportadas por la defensa de la patria y que no sirven sino á la vanidad de un conquista dor

La guardia, compuesta de 23,000 home bres escogidos, no entró en fuego en la Moskowa; Bonaparte lo rehusó bajo diferentes pretestos. Contra su costumbre se mantuvo separado del fuego y no pudo se guir con la vista las maniobras; se sentaba ó se paseaba junto á un reducto levantado la víspera; cuando se le notificaba la muerte de alguno de sus generales, hacia un gesto de resignacion. Esta impasibilidad se admiraba; Ney se esclamaba: «¿Qué hace detrás del ejército ? alli no hay que lle. varle sinó los reveses y de ningun modo los sucesos: puesto que no hace ya la «guerra por sí, que no es ya general, que «quiere por todas partes hacer elempera«rador, que se vuelva á-las Tullerías y nos «deje ser generales para él. » Murat con«fesaba, que en esta gran jornada, noha«bia reconocido el genio de Napoleon, “,

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Admiradores sin reserva dian atribuido el entorpecimiento de Napoleon á la complicacion de sufrimientos de los cuales, firma, estaba entonces colmado; asegu ran que estaba obligado á apearse del caballo á cada instante, y que con frecuencia quedaba inmóvil con la frente apoyada en las pistoleras. Quizá un malestar pasajero pudo contribuir en aquel momento á la postracion, de su energía; pero si se advierte que volvió á encontrar esta energía en la campaña de Sajonia y en şu famosa campaña de Francia, será menester/buscar alguna otra causa de su inaccion en Borodino, ¡Cómo pues! confesais en vuestro boletin que hubiera sido fácil maniobrar y obligar al enemiga á evacuar su hermosa posicions pero que esto hubiera, dilatado de

accion, y vos que teneis bastante actividad de espíritu para condenar á muerte tantos miles de nuestros soldados, no teneis bastante fuerza de cuerpo para mandar á vuestra guardia que fuera á lo menos á socorrerlos? Para esto no hay otra esplicacion que la misma naturaleza del hombre: lle gaba la adversidad y su primer revés le heló. La magnanimidad de Napoleon no era de esa cualidad que pertenece al infortunio; únicamente la prosperidad le dejaba enteras sus facultades, y no era á propósi⚫ to para la desgracia.

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soldados rusos: la suspension fué aceptada porque los franceses querian conservar la ciudad; únicamente Murat cerraba de cerca la retaguardia enemiga y nuestros granaderos seguian las huellas del granadero ruso que se retiraba; pero Napoleon estaba lejos del éxito que creía reportar: Kutuzzoff ocultaba á Rostopschine."

El conde Rostopschine era gobernador de Moscou, y prometió bajar del cielo la venganza: un enorme balon construido á espensas de inmensos gastos debía dejar estupefacto al ejército francés, elegir al emperador entre mil y dejarse caer sobre su cabeza entre una lluvia de hierro y fuego: cuando el ensayo se rompieron las alas del aereóstata, y fué preciso renunciar á la bomba de las nubes; con todo los artificics quedaron en Rostopschine. Habian llegado á Moscoù las nuevas del desastre de Borodino, mientras que en un boletin de Kutuzzoff, se lisonjeaba todavía de la victoria en todo el resto del imperio. Rostopschine habia compuesto diferentes proclamas en prosa rimada, en las que decia: «Vamos, moscovitas, amigos mios, «marchemos tambien! Reuniremos cien

mil hombres, tomaremos la imágen de la « Virgen Santa, 150 piezas de artillería y lo acabaremos todo. »

Aconsejaba á los habitantes que se ar masen únicamente de horcas, porque los franceses no pesaban mas que una garba.

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sa de notable, todos se privaban de ella y rechazaban la responsabilidad.

El incendio de Moscou pasará á la posteridad como una resolucion heróica, que salvó la independencia de un pueblo y contribuyó á libertar otros muchos. Numancia no ha perdido sus derechos á la admiracion de los hombres. ¿Qué importa que Moscou haya sido incendiado? ¿No lo habia sido por siete veces? ¿No está hoy dia brillante y renovado, á pesar de que Napoleon pronosticó en su boletin vigésimo-primero que el incendio de esta capital atrasaba cien años á la Rusia ? « La << desgracia de Moscou, dice admira<«<blemente madama Staël, todavía ha << regenerado el imperio: esta ciudad re«<ligiosa pereció como un mártir, cuya << sangre derramada presta nuevas fuerzas << á los hermanos que le sobreviven. » (Dix annus dexil.)

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¿Qué seria de las naciones si Bonaparte desde lo alto del Kremlin hubiera cubier to con su despotismo la tierra como un sudario? Los derechos de la especie humana traspasan por todo: en cuanto á mí, si la tierra fuera un globo de esplosion, no titubearía en pegarle fuegò si se trataba de libertar á mi pais. Sin embargo, se necesita nada menos que los superiores intereses de la libertad humana, paraque un francés, cubierta la cabeza con un cendal y arrasados los ojos en lágrimas, pueda resolverse á referir una resolucion, que debia ser fatal á tantos franceses.

Se ha visto en Paris al conde Rostopschine, hombre instruido é ingenioso; en sus escritos el pensamiento se oculta bajo cierta chocarrería; al mismo tiempo que desprecia los reyes y los pueblos, es una especie de bárbaro cortés, de poeta irónico, depravado aun, pero capaz de generosas disposiciones: las iglesias góticas admiten en su grandeza decoraciones grotescas.

En Moscou empezaba ya la emigra

TOMO VI.

cion; los caminos de Cazan estaban cubier. tos de fugitivos, unos á pié, otros en coche, aislados ó acompañados de criados. Un presagio reanimó por un momento los espíritus un buitre se habia enredado en las cadenas, que sostenian la cruz de la iglesia principal: lo mismo que Moscou, hubiera visto Roma en este presagio el cautiverio de Napoleon.

Al aproximarse los muchos convoyes de heridos rusos, que se presentaban á las puertas, se desvaneció toda esperanza. Kutuzzoff habia lisonjeado á Rostopschine de defender la ciudad con 91,000 hombres que le quedaban: se acaba de ver que el consejo de guerra le obligaba á retirarse. Rostopschine se quedó solo.

Por la noche var á llamar misteriosamente á las puertas emisarios, que anuncian que Ninive está condenada y que es preciso partir: se introducen materias inflamables en los edificios públicos, bazares, tiendas y casas particulares, y se esconden las bombas. Entonces Rostopschine da la órden paraque se abran las cárceles; de en medio de una turba inmunda se hace salir á un ruso y á un francés; el ruso perteneciente á una secta de iluminados alemanes es acusado de haber querido entregar su patria y de haber traducido la proclama de los franceses; su padre acude y el gobernador le concede un instante para bendecirásu hijo: «Yo, bendecir un traidor!» esclamó el anciano Moscovita, y le maldijo. El prisionero fue entregado al populacho y degradado.

<< En cuanto á tí, dijo Rostopschine al «francés, debes desear la llegada de tus «< compatriotas, estás libre; vete á decir á <«<los tuyos que la Rusia no ha tenido mas << que un traidor y ha sido castigado. >>

Los demas malhechores relajados reciben con su gracia las instrucciones para proceder al incendio cuando habrá llegado el momento. Rostopschine sale de Moscou el

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