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"do, y parecer de las dichas "juntas, he tenido por bien »de declarar, asi como por » la presente declaro al dicho "Don Martin Carrillo por »recto, limpio, y entero "Juez en todos sus procedi"mientos, y por digno, y » mereceder del premio que "por las consultas susodichas, »y en cada una de ellas se me ha significado, debe cor»responder à su persona, y » méritos, y à los grandes, y »loables servicios que me hi»zo en la Nueva España, con » tantos trabajos padecidos en » ella, y en su viage, y vuel»ta à estos Reynos con mu"cha costa, y gran menos"cabo de su hacienda; y à »los servicios que antes, y despues aca me ha hecho, "de que me doy por muy "bien servido. Por lo qual »mando à todos mis Conse"jos, y Ministros, que en "todas las ocasiones que se "ofrecieren de mi servicio, y de su aumento, me lo representen, y propongan »en los cargos, y oficios, y

"

puestos que su persona me"rece ocupar, por la calidad, »letras, prudencia, y chris„tiandad que en él concur

ren; para que yo teniendo

"consideracion à lo susodi"cho, le honre, y ocupe se"gun sus merecimientos, y "partes, y en esto se consi"ga mi servicio, y la utili»dad pública que resulta de »poner en los cargos, pues"tos, y dignidades tales per"sonas, pues ansi es mi vo»luntad.”

Conforme à esta Real Cédula, estando vacante el Obispado de Oviedo, fue presentado para él Don Martin Carrillo en el año siguiente à la fecha de la misma Cédula, en el dia, y mes arriba dichos. En 12. de Febrero, en que concurrió la Dominica de Septuagesima, hizo la entrada en su Iglesia, y dando luego principio à la visita de ella, hizo tambien la de su Obispado. En el año de 1636. celebró Synodo, y en el mismo cesó de exercer sus funciones, y oficios pastorales por su promocion al Obispado de Osma, de don de fue trasladado al Arzobispado de Granada en el año de 1641.

la reformacion de costum

DON ANTONIO bres, y establecimiento, y

de Valdés.

Desde el año de 1636. hasta el de 1641. en que fue trasladado d Osma.

Por la promocion de Don Martin Carrillo, fue trasladado à esta Sede Don Antonio Valdés, Obispo de Mondoñedo, en cuyo Catálogo formado por el Maestro Florez, y publicado en el tom. 18. de la España Sagrada, se pueden ver las memorias que le corresponden hasta el año de su promocion. Tomó posesion de esta Iglesia en Sabado 30. de Agosto de 1636. como consta de los acuerdos Capitulares. En el año de 1637. visitó su Obispado, y en esta visita sucedió lo que en el tomo citado se refiere de los grandes obsequios, que habiendo llegado à Castropol en los confines de los Obispados de Mondoñedo, y Oviedo, recibió del Cabildo de su primera Iglesia, en testimonio de la dulce memoria que habia quedado en ella de su gobierno. En el mismo año, y en el de 1640. y 1641. celebró Synodo para

confirmacion de los estatu tos que se observaban en su Obispado. Vivió bastante mortificado con varios pleytos que se le ofrecieron con su Cabildo; y el deseo que tenia de la paz era tan verdadero, y eficáz, que se refiere de él, que en una Junta capitular dixo à los Canónigos, y Prebendados, que no saldria de ella sin que alli mismo se hiciese una concordia con que se acabasen todos los pleytos. Logrado este beneficio, y gusto, duró poco su residencia en esta Iglesia, siendo promovido

como su antecesor à la de Osma en el año de 1641.

DON BERNARDO Caballero y Paredes.

Desde el año de 1642. hasta el de 1661.

El Doctor Don Pedro de Herrera, Dean de la Santa Iglesia de Oviedo, tomó posesion de este Obispado en 28. de Marzo de 1642. en nombre de Don Bernardo Caballero de Paredes, natural de Medina del Campo,

cu

cuyos padres fueron Diego Caballero, y Doña Maria de Paredes. Habiendo estudiado en Salamanca, y recibido el grado en ambos Derechos, sirvió el Curato de San Vicente de Berrocal, en la Diócesis de Avila, y despues el Canonicato que Gregorio XV. le dió en la Iglesia de esta Ciudad, en que residió hasta el año de 1625. El Inquisidor general Don Andrés Pacheco, teniendo gran satisfaccion de su literatura, y excelente conducta, le estimó de manera que en el discurso de dos años le dió los empleos de Fiscal de las Inquisiciones de Toledo, y. Żamora, y de Inquisidor en la de Toledo. No le estimó menos el Rey Don Felipe IV. que le presentó para el Obispado de Albarracin, y sin entrar en él le nombró para el de Orihuela en el año de 1627. Fue consagrado en el Convento de la Encarnacion de Madrid por el Cardenal Don Antonio Zapata en 30. de Mayo del mismo año, en que se celebraba la fiesta de la Santisima Trinidad. En este Obispado se empleó en obras de gran piedad, zelo, y liberalidad. Porque cono

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ciendo el gran beneficio que podria resultar à sus ovejas de ser asistidas en lo espiritual por el ministerio de Religiosos exemplares, fundó cerca de Caudete un Convento de Padres Capuchinos, cuya primera piedra puso estę Preiado. No lexos del Con

vento reedificó una Ermita de la Virgen Maria, en que fabricó la vivienda necesaria para el retiro, y recreacion de los Obispos de aquella Diócesis, adornando una galería con retratos de sus antecesores, è inscripciones de su vida, y meritos. Habiendo reconocido que en este Obispado se hallaban atrasadas muchas obras pías, se empeñó en que se cumpliesen como debian; y fue tan grande el provecho que de aqui provino à varias Iglesias, que percibieron mas de doscientos mil ducados. En esta misma Diócesis executó con grande afecto su caridad, repartiendo à los pobres muchas, y quantiosas limosnas, y dió singulares pruebas de su amor à la patria, y à todo el Reyno, ayudando al Rey con donativos para las grandes necesidades que ocurrieron en aquel Reynado.

En

En el año de 1635. fue promovido para el Obispado el Obispado de Lérida, en cuya Iglesia entró en principios del año siguiente. Aqui se le ofrecieron grandes ocasiones de exercitar su paciencia, y magnanimidad, su zelo, y lealtad en el servicio del Rey, y legítimo Señor de los Estados en que vivia. Porque rebelandose en su tiempo el Principado de Cataluña, hasta pedir en su favor las armas del Rey de Francia, se vió todo aquel país ocupado de Soldados Franceses, y los fieles vasallos del Rey de España puestos por esta causa en inminente peligro de perder sus haciendas, y vidas. Grandes fueron los trabajos, y ahogos que nuestro Obispo tubo que sufrir en este alboroto, y no menos los buenos servicios que hizo en fahizo en favor de la Corona, procurando quanto era de su parte mantener aquel país en la obediencia que debia à su Principe, y Señor. La relacion de estos sucesos, y de los meritos que en ellos contrajo este gran Prelado, se debe à la diligencia de Gil Gonzalez Dávila, que como escribia en este mismo tiem

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po, se informó puntualmente de lo que pasaba en la rebelion de Cataluña, y de lo que trabajaba el Obispo de Lérida con el fin de extinguirla. Dice asi: "El Obispo » en esta ocasion levantó una Compañia de cien Infan»tes en diez y ocho dias, "con Capitan, y Oficiales à "su costa, y los tubo hasta " que que el Francés desistió » del cerco de Salsas. De qué » tubo principio la rebelion » de Cataluña, muerte vio» lenta del Virrey, y de otros » Ministros, que sucedió à "los últimos de Mayo de "1640. Y hallandose el Obis "po en Lérida exortando à »sus ovejas à seguir el mas' "seguro acuerdo, el Pueblo » se atrevió, con voz, y ódio » de muchos, à decir: Que "pues en Barcelona habian

muerto à un Virrey, no era. » mucho que los de Lérida » matasen un Obispo traydor: este renombre le daban."

Viendo la Ciudad, y Clero que iba creciendo el ódio, y furor del Pueblo, temiendo algun gran desaire, hizo su cuerpo de guardia de dia, y de noche, que duró muy poco, poniendo diferente de fensa en su persona. Asi per

se

severó hasta 20. de Septiembre sin salir de su Palacio; porque tambien al Clero se le habia pegado la enfermedad del Pueblo. Convocó diversas veces à su Cabildo, y Ciudad, y con amor de padre los exortó à la obediencia de su Rey, avisandole por momentos de todo quanto pasaba.

La Diputacion convocó los Estamentos, y llamaron tres veces al Obispo, hasta amenazarle que le ocuparian le ocuparian sus Baronías. Escusóse con respuestas convenientes. En este tiempo le pidió la Ciudad licencia para deshacer algunas de las campanas de las Parroquias. Dificultó la materia de modo, que se cesó en esta plática. Y como el Pueblo se iba declarando mas cada dia en sus intentos, Religiosos, y personas bien in tencionadas le persuadieron, que con secreto, por escusar mayor daño, saliese de la Ciudad, porque sin duda seria cierto el matarle.

Salió à 21. de Septiembre, porque ya iban mostrando su dañado intento, no solo contra el Obispo, sino contra los Castellanos que estaban en Lérida. Resolvió

el Obispo, porque puertas, y postigos estaban cerradas, de llamar al Guardian de los Capuchinos, y à un Compañero suyo, que le traxeron un habito de Frayle; y salió en medio de los dos Religiosos, entre las siete, y ocho de la tarde, y llegó al Convento de Jesus, de Religiosos Observantes de San Francisco, donde estubo hasta las doce de la noche, que salió acompañado del Vicario, y un Lego, à pie, para la Villa de Monzon, que dista de Lérida siete leguas.

Esta salida se tubo por acertada, porque como las ovejas se habian convertido en lobos, si dos dias mas se detubiera, habian capitulado volar con dos barriles de pólvora el Palacio, y acabar con el Obispo, y familia. Esto lo manifestó un Siervo de Dios de la Compañia. A dos dias que llegó de Lérida, llegó un Diputado de Barcelona, con orden de la Diputacion, para prenderle, confiscar sus rentas, y apoderarse de quanto hallase en su Palacio, y fuera de él, y asi lo hizo. Bien se conoce por estos in-. dicios, que esto no procedia de la gran prudencia, peso,

y

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