El libro del viajero en Granada

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Imprenta y Librería de Sanz, 1843 - 329 páginas
 

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Pasajes populares

Página 189 - En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.
Página 303 - Mira, Zaide, que te aviso Que no pases por mi calle, Ni hables con mis mujeres, Ni con mis cautivos trates...
Página 303 - Ni qué colores me placen. Basta que son por tu causa Las que en el rostro me salen, Corrida de haber mirado Moro que tan poco sabe.
Página 304 - ¡Mucho pueden con las damas los galanes de tus partes! . Porque los quieren briosos, que hiendan y que desgarren; y con esto, Zaide amigo, si algún banquete' les haces, el plato de tus favores quieres que coman y callen.
Página 27 - Allí del olmo abrazan ramo y cepa con pámpanos harpados los sarmientos; falta lugar por donde el rayo quepa del sol, y soplan los delgados vientos; por flexibles...
Página 304 - El gallo de las bravatas, La gala de los donaires ; Que pierdo mucho en perderte, Que gano mucho en ganarte, Y que si nacieras mudo Fuera posible adorarte.
Página 304 - Fuera posible adorarte. Mas por este inconveniente Determino de dejarte: Que eres pródigo de lengua, Y amargan tus libertades, Y habrá menester ponerte Quien quisiere sustentarte, Un alcázar en el pecho, Y en los labios un alcaide. [Mucho pueden con las damas Los galanes de tus partes ! Porque los quieren briosos, Que hiendan y que desgarren; Y con esto, Zaide amigo, Si algún banquete...
Página 304 - Venturoso fueras, Zaide, Si conservarme supieras como supiste obligarme! Pero no saliste apenas de los jardines de Tarfe, Cuando hiciste de tus dichas y de mi desdicha alarde, Y a un morillo mal nacido me dijeron que enseñaste La trenza de mis cabellos, que te puse en el turbante.
Página 92 - Y á trechos van las torres combatiendo. Bajan vigas de inmensa pesadumbre, Ladrillo y planchas por el aire vago, Y espesos globos de violenta lumbre ; Y en el Alhambra hacen tal estrago, Que las reales casas, cual Numancia, De fuego y humo parecieron lago. Del rey Chiquito la encantada estancia De alabastro azul, y oro inestimable, Cayó, como del dueño la arrogancia.
Página 26 - Vestida está mi margen de espadaña y de viciosos apios y mastranto, y el agua, clara como el ámbar, baña troncos de mirtos y de lauro santo. No hay en mi margen silbadora caña ni adelfa, mas violetas y amaranto, de donde llevan flores en las faldas para hacer las hénides guirnaldas.

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