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acostumbran á dar, de bayeta de Castilla, para los capitulares y demás personas de este Cabildo; y para los porteros. maceros, atambores, trompetas y pregonero, de bayeta de la tierra; y se remite al señor corregidor y á los señores alcaldes para que la saquen y compren y concierten con quien la tuviere.

Y habiendo llamado á Diego Gómez de Astudillo, maestro sastre, para que diga lo que es necesario para una lobacha y birrete, y dicho ha menester cada uno nueve varas de bayeta de la ancha, y para los demás porteros y otras personas todas han menester, y las cajas y atambores cien varas de bayeta de la tierra, todo lo cual mandaron se compre; y que el capitán Felipe de Aspe cuide de el despacho de todo lo susodicho y dar los demás recaudos necesarios para que los dichos lutos se hagan con cuenta y razón, para que la haya de todo el gasto; y que se avise á los ausentes que los lutos de bayeta de Castilla que se han de repartir han de ser diez y siete.

SOBRE EL MÉDICO.-Este día el señor capitán don Antonio Chacón y Quiroga, procurador general de esta ciudad, propuso cómo el capitán Pedro Fernández, médico, que está en esta ciudad, por no haber otro, habiendo pedido licencia al señor Presidente y Gobernador de este reino para inse de él, se le denegó, para que curase hasta que hubiese otro médico, y el susodicho, desganado de ello, no cura sino á particulares personas, aunque se le paga, y se ha ido fuera de esta ciudad en tiempo que tan trabajosa está y apestada, pues todos los días hay ocho y diez entierros, y que padecen muchos pobres, que Su Señoría provea del remedio necesario.

Y habiendo tratado sobre ello, mandarou que se le notifique al dicho capitán Pedro Fernández, pagándole lo justo y moderado, cure á todo género de gentes y no salga de la ciudad, sin licencia, una legua de ella, pena de quinientos pesos, aplicados para la cámara de Su Majestad y gastos de este Cabildo, en que desde luego le dan por condenado lo contrario haciendo.

Y lo firmaron.-Ascensio de Zabala.-Don Francisco de Urbina y Quiroga.-Don Francisco de Eraso.-Don Valeriano de Ahumada.Don Francisco Peraza.-Don Francisco Lariz y Deza.-Don Juan Roco de Carvajal.-Juan de Arrúe.-Ante mí.-Manuel de Toro Mazote, escribano público y de cabildo.

CABILDO DE 14 DE ENERO DE 1648.

En la noble y muy leal ciudad de Santiago de Chille, en catorce

días de el mes de enero de el año de mill y seiscientos y cuarenta y ocho, la Justicia y Regimiento de esta ciudad se juntaron en su lugar acostumbrado.

ANDRÉS CORREA, CAPITÁN DE CABALLOS. En este cabildo por parte de el capitán Andrés Correa, residente en esta ciudad, se presentó un título de el señor don Martín de Muxica, gobernador y capitán general y presidente de la Real Audiencia de este reino, en que le nombra por capitán de una compañía de el número de esta ciudad, de á caballos, de el valle y partido de Melipilla, su fecha en esta ciudad, en veinte y cuatro de noviembre de el año pasado de cuarenta y siete, firmado de Su Señoría y refrendado de Pedro Vélez, escribano público, por el cual consta estar pagada la medianata de el dicho oficio, al cual pidió fuese recibido según y como Su Señoría por el dicho título manda.

Y habiéndolo visto, le hubieron por recibido, como Su Señoría manda.

SOBRE LOS GÉNEROS.-Este día, atento á que el comercio, aunque se le notificó por mí el presente escribano, nombrasen de el gremio de él las personas que con las nombradas han de dar valor á los géneros y el á que han de correr, no lo han hecho y se ha pasado el término, acordaron que sean llamados y apremiados á ello.

JURAMENTO. Este día pareció el general Andrés Illanes de Quiroga, corregidor de esta ciudad nombrado, y habiéndolo aceptado, juró á Dios y á la cruz de lo usar como debe y es obligado y guardar el secreto de este Cabildo, y lo firmó al fin de este cabildo.

Ascensio de Zabala.-Don Francisco de Urbina y Quiroga.-Don Francisco de Eraso.-Antonio de Barambio.—Don Valeriano de Ahu-" mada.-Don Francisco Peraza.-Andrés Illanes Quiroga.-Don Francisco Lariz y Deza.-Don Juan Roco de Carvajal.-Juan de Arrúe. —Ante mí.—Manuel de Toro Mazote, escribano público y de cabildo.

CABILDO DE 15 DE ENERO DE 1648.

SOBRE LOS GÉNEROS.-En la ciudad de Santiago de Chille, en quince días de el mes de enero de el año de mill y seiscientos y cuarenta y ocho, en la sala de la justicia ordinaria se juntaron las personas de el comercio que abajo firmarán sus nombres, y en conformidad del auto proveído por el señor don Martín de Moxica, caballero de el hábito de Santiago, de el Consejo de el Rey, nuestro señor, go

bernador y capitán general y presidente de la Real Audiencia de este reino, y acordado por el Cabildo, Justicia y Regimiento de esta ciudad, nombraron para dar precio á los géneros á sus tiempos, y con los nombrados en cuanto al sebo y á la jarcia, que en cuanto á los cordobanes no ha lugar ni nombran para ellos, porque no son de una calidad, y en las partes donde se venden, como son en los valles, no se pueden hallar los nombrados, que para lo demás de el sebo y jar cia nombran al alférez Melchor de Arcaya y al alférez Miguel Romo y para ello les dieron poder en forma.

Y lo firmaron.-Manuel Gómez.-Pedro de Elguea.-Diego Palomino.-Diego Fernández Tello.-Andrés Ruiz Correa.- Cristóbal de Arcas.—Juan Domingo López.—Juan Bermejo.- Martín de Amus cotegui.—Manuel de Orrego.—Esteban de Bocanegra.-Juan de Mala. -Diego Fajardo.-Esteban Ortiz.-Francisco González de Elgueta.Arias del Castillo Guzmán.-Ante mi.-Manuel de Toro Mazote, escribano público y de cabildo.

CABILDO DE 18 DE ENERO DE 1648.

En la noble y muy leal ciudad de Santiago de Chille, en diez y ocho días de el mes de enero de el año de mill y seiscientos y cuarenta y ocho, la Justicia y Regimiento de esta ciudad se juntaron en su lugar acostumbrado.

SOBRE QUE SE LE PIDA AL SEÑOR OBISPO VAYA Á LIMA.-Dijeron que por cuanto esta ciudad por los justos juicios de Dios, Nuestro Señor, padeció una total ruina y asolación con el terremoto que hubo á los trece de mayo del año pasado de cuarenta y siete, en que perecieron más de mil personas, número grande respecto de la poca gente que hay, y en que se arruinaron todos los templos, conventos y monesterios, y demás de la pérdida que hubo de todas las casas y edificios, los habitadores de ellas perdieron mucha hacienda en esclavos, alhajas y adornos, de tal manera que quedaron en suma pobreza, sin haber tenido lugar ni parte donde recogerse ni albergarse, hasta que con las incomodidades que el tiempo causó, por ser invierno, el que pudo procuró hacer un rancho de paja en que pasar los rigores de las lluvias que amenazaban, sin que otros muchos hubiesen podido alcanzar esta pequeña fortuna, por haber quedado á las inclemencias del tiempo y á sus rigores y sin esperanza de poder reedificar el día de hoy alguna parte de lo que perdieron, por sus conocidos impusi

bles; y aunque este Cabildo tuvo propuesto el inviar persona al reino del Perú para que diese cuenta al excelentísimo señor Marqués de Mancera, virrey de estos reinos, Real Audiencia, en la ciudad los Reyes y al señor Arzobispo de ella de semejante subceso y de la pérdida, aflicción y necesidad grande con que los vecinos de ésta se hallaban y á procurar algún remedio y su alivio en las pagas de servicio de unión de armas, papel sellado y otros efectos y derechos, que antes que sobreviniese el dicho terremoto era dificultoso y casi imposible el poder sobrellevarlos y pagarlos, no tuvo efecto, por no haber tenido con qué poder aviarla ni darle para los gastos precisos y forzosos que había de tener en este viaje y procuracía, y por no haber querido afligir este Cabildo, luego y después de tanta aflicción, á sus vecinos y habitadores y en tiempo tan calamitoso, y en que cuando quisiesen no hubieran podido contribuir cosa alguna.

Y sin embargo de no haber inviado persona por las causas referi das, se ha entendido, y por carta que dicho señor Virrey escribió á este Cabildo, que luego que llegó la nueva del dicho terremoto en dicha ciudad de los Reyes y en las demás causó tanta lástima y compasión, que ante todas cosas, habiendo procurado aplacar la divina justicia con novenarios, procesiones y penitencias públicas, se movieron todos á dar de sus caudales lo que cada cual pudiese, con ánimo de favorecer y hacer limosna á esta república para que las iglesias y templos, conventos y monasterios de religiosos y religiosas se pudiesen reedificar y el demás resto de ella, y aunque este intento y piadoso celo por dirigirse á obra tan pía como es la reedificación de una ciudad, de sus conventos y monasterios y la de sus templos é iglesias, en que á Dios, Nuestro Señor, y á la Vírgen Santísima, Señora Nuestra, y los demás santos y santas se les haga culto y reve rencia con la decencia y solemnidad debida, no es de entender descaezca Ꭹ falte en pechos cristianos, y más con la protección y amparo de dicho señor Virrey, señor Arzobispo y Real Audiencia, que tanto lo han fomentado, y porque pudiera ser que con el discurso del tiempo, faltando la representación de una tan grande ruina pareciera menor nuestro trabajo, y con algunas relaciones y cartas que hayan escrito por algunos particulares, faltando á lo cierto y verdadero y á lo que se vió y se ha visto y experimentado, sin que en ello pueda haber duda, se obscureciese esta verdad, reconociendo este Cabildo que para la represen tación Ꭹ crédito de todo lo sobredicho no hay persona en todo este reino que mejor la pudiese hacer que su señoría ilustrísima el señor doctor don fray Gaspar de Villarroel, del Consejo de Su Majestad y

obispo de esta arruinada ciudad, así por sus muchas partes de santidad, virtud y letras, como por haber sido testigo de vista de todo y haber pasado por los efectos del terremoto, pues su palacio episcopal quedó arruinado y Su Señoría Ilustrísima enterrado, á quien la Divina Majestad quiso milagrosamente librar para consuelo de su rebaño, pues el mayor que tuvo entre tantas penalidades y desconsuelos fue tenerle presente, en quien los pobres y necesitados, como tan padre de ellos, hallaron remedio con sus limosnas y todos consuelo espiri. tual con sus pláticas y sermones, que tanto movieron á penitencia y llanto á todo género de gente; y habiéndosele propuesto este viaje por parte de este Cabildo, el general Ascensio de Zavala, corregidor y justicia mayor de esta ciudad y teniente de capitán general en ella y su jurisdición, el general don Valeriano de Ahumada, regidor perpetuo de ella, no obstante que Su Señoría Ilustrísima, como tan ce loso y cuidadoso pastor, procura y desea todo lo que pueda ser en favor de esta ciudad y el remedio de las nescesidades de sus vecinos y exponerse por él á cualesquiera riesgos y peligros y en especial por ver su iglesia catredal y los demás templos, conventos y monasterios en su antiguo ser, pudieran retardar este cristiano intento sus incomodidades y el poco avío que pudiera tener para los gastos que requiere su persona y la de su casa en dicha ciudad de los Reyes y que fuesen condignos á ella y á su dignidad, y la falta de su salud, para que nada estorbe y tenga su viaje el efecto que se desea, pues en él consiste la restauración y reedificación de esta ciudad y sus mayores augmentos, acordaron que se escriba por este Cabildo al señor don Martín de Muxica, presidente de esta Real Audiencia, gobernador y capitán general de este reino, que escriba á Su Señoría Ilustrisima en esta razón y encarecidamente le pida por ninguna causa ni impedi miento deje de hacer el dicho viaje, y lo mismo se pida á los señores de la Real Audiendia para que cada uno en particular se lo pida y á todos los prelados de las Religiones, y para ello dar cuenta á dichos señores y demás personas de lo propuesto, se nombran por comisarios al capitán don Francisco de Urbina, alcalde ordinario de esta ciudad, y capitán don Antonio Chacón, procurador general de ella, y si fuere nescesario que en esta razón el procurador general haga pedimentos los que convengan en la Real Audiencia, los podrá hacer, que para ello y lo dependiente se le dá poder en bastante forma, que este Cabildo, por lo que le toca y como cabeza de gobernación que es de este reino y desta dicha ciudad, dará á Su Señoría Ilustrísima para ayuda de sus gastos de embarcación y fletes, por la conocida pobre

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