El diablo cojuelo por Luis Vélez de Guevara

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Librería de E. Krapf, 1902 - 273 páginas
 

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Pasajes populares

Página 230 - Valona.— Adorno que se ponía al cuello, por lo regular unido al cabezón de la camisa, el cual consistía en una tira angosta de lienzo fino, que caía sobre la espalda y hombros; y por la parte de adelante era larga, hasta la mitad del pecho.
Página 47 - Dentro de muy pocas horas lo fue de volverse á levantar los huéspedes al quitar, haciendo la cuenta con ellos de la noche pasada el huésped de por vida, esperezándose y bostezando de lo trasnochado con el poeta, y trataron de caminar, ensillando los mozos de...
Página 198 - Los reyes se entretienen en el Buen Retiro, oyendo las comedias en el Coliseo; donde la reina, nuestra señora', mostrando gusto de verlas silbar, se ha ido haciendo con todas, malas y buenas, esta misma diligencia. Asimismo, para que viese todo lo que pasa en los corrales, en la cazuela de las mujeres, se ha representado bien al vivo, mesándose y arañándose unas, dándose vaya otras, y mofándolas los mosqueteros.
Página 104 - Sevilla, campan tambien de valientes, y reñirán con los diablos; pero no se alabará, si yo puedo, este de haber salido horro de esta chanza, que en el mundo se me han atrevido solamente tres linages de gentes, representantes, ciegos y pobres, que los demas embusteros y gente de este género pasan por demonios como yo.
Página 13 - Cleofás mudando la cortesía con la familiaridad de la conversación— que yo haga lo que tú no puedes siendo demonio tan mañoso?
Página 117 - Tomasa estuvo, empuñada la espada y terciada la capa, a punto de pelear al lado de su soldado, que era, sobre alentada, muy diestra, como había tanto que jugaba las armas, hasta que vio sacar preso al que le negaba la deuda, libre de polvo y paja.
Página xxx - No hay que perder una sola de sus palabras, no hay que confiar en el valor directo de cualquiera de sus frases, porque lo mejor del cuento pasaría quizás inadvertido. Es preciso estar siempre ojo avizor para saborear como es debido aquellas atrevidas metáforas, aquellas extravagantes relaciones, aquellos estupendos equívocos, aquellas arbitrarias licencias en que se complace. Esta indispensable atención fatiga en ocasiones, pero hace sacar doble fruto de la lectura de un libro cuyo atractivo...
Página 106 - Piedepalo con el particular, se entró tras ellos Cienllamas, con la vara en la pretina, y Chispa y Redina con él, preguntando: — ¿ Quién es aquí el Diablo Cojuelo ? Que he tenido soplo que está aquí en este garito de los pobres, y no me ha de salir ninguno deste aposento hasta reconocellos a todos, porque me importa hacer esta prisión. Los pobres y las pobras se escarapelaron viendo la justicia en su garito...
Página 132 - Ropa o saya que traen las mujeres desde la cintura al suelo, con sus pliegues que, hechos en la parte superior, forman la cintura, y por la parte inferior tiene mucho vuelo. Pónese encima de los guardapiés y demás ropa, y algunas tienen por detrás falda que arrastra.

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