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II

ITALIA EN LA EDAD MEDIA

Italia, las cruzadas y el feudalismo

Italia centro

de una nueva civilización. La ciudad y la co

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logía personal y social. - La lucha de familias: su explicación. La facción italiana.

Tradición

bizantina. Los ideales de la conducta en la trans

formación burguesa. Los medios de la lucha.

La venta de ciudades.

-

Juana de Nápoles y Luis

el Grande de Hungría. - César Borgia, modelo de un estado social. Francisco de Carrara. Psi

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cología italiana del siglo xv, según Taine.

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fecto de su juicio. Es más bien el de la Europa feudal. Inglaterra del siglo xvi.

Macaulay, de la Italia de Maquiavelo.

Retrato por

Había en Europa un pueblo destinado a aprovechar en primer término y a servir de centro de la nueva y grande transformación. que descoronaba el feudalismo. Era precisa

mente el que menos había contribuído a realizarla. Las cruzadas habían sido uno de los mejores instrumentos de la destrucción, y las ciudades italianas no se habían sentido en ningún momento contagiadas de su fiero entusiasmo. La locura ascética de los legionarios de Godofredo no perturbó el cálculo de los venecianos y genoveses, que exigían buena paga por el transporte de los peregrinos, y que para buscar su expansión comercial les era indiferente tierra de infieles o de cristianos. «Siamo venetiani, poi cristiani » (1).

Y había contribuído el que menos a las cruzadas, porque fué el menos penetrado por la invasión y porque conservó las tradiciones de su paganismo. Mientras los bárbaros tomaron el tercio de su suelo, expropiaron dos tercios de Galia (2) e Hispania y el total de Bretaña.

(1) Ver Crónica de Villehardouin. Prise de Zara. (2) Montesquieu (Esprit des lois, lib. XXX, cap.

Participó menos que ninguno de las instituciones feudales, en consecuencia: caballería, servidumbres, a la inversa de otros pueblos donde ningún resto de la antigua sociedad obstaculizaba el movimiento natural del genio bárbaro (1). Debemos exceptuar el sur de la península, donde se instaló el feudo normando, y luego el sarraceno, lo que hizo a la baja Italia diversa de la del norte.

Tuvo, en cambio de su escaso feudalismo, más vida municipal que otra ninguna nación de Occidente, no sólo por la raig ambre romana, siempre viva en las costumbres y la tradición, sino por la disposición de su suelo peninsular, a la manera y por idéntica causa que Grecia, caracterizada por la fuerza y el esplendor de sus pequeñas ciudades.

El comercio nació naturalmente por su pro

8 y 9) explica el hecho por la distinta calidad de la y la diversa índole de los pueblos, pastor el borgoñón, cultivador el romano.

tierra

(3) E. GEBHART, Italie mystique, página 20.

pia posición, que la hacía intermediaria forzosa entre el Oriente proveedor y el Occidente anarquizado.

Consecutivo a ese destino fué el gusto y la práctica de la navegación, el deseo de lucro perteneciente, la resistencia al idealismo feudal por su débil germanización y esencial paganismo.

Estas fuerzas desarrollaron una nueva civilización, de la que Italia será numen y motor, orquestada por los sentimientos en que finca su abolengo el alma moderna. Será el centro de nuevas irradiaciones, la causa de espectáculos olvidados en Occidente desde la caída del Imperio, el ambiente donde se desplegarán estímulos, pasiones, ideas que animarán el comercio, la erudición, el lujo, las codicias, el amor a los placeres, la democracia. Después de un eclipse de siglos despertaron las facultades positivas y sensuales, el espíritu crítico, el escepticismo, el culto de la forma.

La ciudad italiana fundó políticamente la comuna y la clase burguesa, económicamente el comercio y el mercado internacional y la extensión geográfica, intelectualmente el Renacimiento.

El interés de la historia de Italia medieval es el del proceso genético de la sociedad actual y el descubrimiento de nuestro continente es un desenvolvimiento de esa misma historia.

Débil en Italia el feudalismo aun en su siglo de oro, no quedaban de él sino restos a fines del siglo XIII.

La ciudad debía extinguirlo.

Antes del siglo x, con la protección de Othón I, la mayor parte de las ciudades se habían dado un gobierno municipal de origen popular.

Los emperadores, bajo cuyo dominio cayó Italia precisamente por las rivalidades que despierta el espíritu comunal, fomentaron la construcción de muros y fortalezas y la erec

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