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Trinidad hasta el pueblo de Guanabacoa, habrá noventa leguas de tierra áspera, de monte y cuestas muy altas, aunque tiene algunas partes de tierra llana y lodosa, y con muchos rios: este pueblo tendrá hasta ciento y setenta almas; la mayor parte dellos son descen: dientes de indios: hay algunos españoles mezclados, pero indios naturales será hasta cincuenta. Deste pueblo á esta ciudad de la Habana hay hasta legua y media, la cual tiene cerca de siete mil almas: de españoles son dos mil y quinientos, y treinta de negros: habrá así dentro de la ciudad como fuera della, en las estancias é ingenios, cuatro mil y ochenta y dos, demas de dicho gran número que de ordinario hay de gente pasagera en ella. Desta ciudad á la de Baracoa hay mas de ciento cincuenta leguas, en la cual habrá hasta treinta almas; es puerto de mar.

Las iglesias parroquiales que hay en los lugares desta isla son las siguientes: la primera es la ciudad de Santiago de Cuba, que es la iglesia Cetedral: esta sirve un cura, puesto por los prebendados, y cuanto mejor seria estubiese esta dicha Iglesia Catedral en esta ciudad de la Havana, como otras muchas veces lo han avisado á V. M. los Gobernadores, Cabildo y Perlado, dando las razones y causas eficacísimas para ello: estos papeles estan muchos dias há en el Real Consejo de V. M., que, cuando otra cosa no hubiera, mas que la utilidad que se siguiera á toda esta isla, por ser esta ciudad llave de todas las Indias, sola esto bastaba para no tenerla en Cuba, á donde no se sigue el coro, sino ha sido á persuacion mia, ni se sirve á Ntro. Sor. con la puntualidad que aquí se hiziera; fuera del riesgo que aquella Iglesia corre de enemigos, por la poca fuerza que hay para la resistencia, como se ha echado de ver en los años pasados, que por tres ó cuatro veces ha sido robada y abrasada de fuego;-y como en este particular no me pide V. M. parecer, en lo que habia mucho que poder decir, que con dos curas que allí asistieran quedaria muy honrada aquella pequeña ciudad; y sabe Nuestro Señor, á quien pongo por testigo, que no refiero esto, por lo que á mí toca, sino solo por el servicio, que se recrece á ambas Magestades.-La segunda parroquia es la que se sirve en las minas del Cobre, en el cual lugar administra los Sacramentos Juan de Góngora, natural desta ciudad de la Habana, de edad de cincuenta años, por ser lugar de mas de 250 almas, y cuando Francisco Sanchez de Moya allí llegó, no habia mas que una hermita, en donde un fraile francisco celebraba los domingos y fiestas; por cédula que V. M. le hizo Merced, para el nombramiento de capellan, y ahora como pueblo fundado, con iglesia, música y autoridad, corren las cosas diferentemente pues conforme á los sacros cánones, no pueden los religiosos administrar los Sacramentos en semejantes lugares; convendrá mucho que V. M. así lo declare al dicho Capellan, ó al que sucediere en su lugar.-La tercera parroquia es la del Bayamo, en la cual sirven de administrar los Sacramentos dos curas que al presente son D. Estéban de la Cerda y D. Tomas Guerra, naturales del propio lu

SEGUNDA SERIE.

Número 4.—Abril de 1847.

PSICOLOGIA.

LECCION XII.

DE LAS FACULTADES DEL ENTENDIMIENTO
Y DE SU ACCION.

En la leccion precedente hemos considerado el entendimiento en sus propiedades fundamentales, hemos visto que es un ser subsistente en sí y para sí como personalidad, y hemos combatido las diferentes doctrinas que desconocian su carácter substancial mirándolo, ó como una mera modificacion del ser de Dios, ó unicamente como la armonía de una variedad de fuerzas. Hemos seguidamente investigado estas propiedades fundamentales; que se refieren á todo su ser; y buscando en fin, bajo qué carácter general se manifiesta en su vida propia y en sus relaciones con todo lo que existe esteriormente de sí, hemos reconocido que es el ser que reune á la espontaneidad mas elevada, una receptibilidad universal.

En este momento debemos considerar al entendimiento en su interior, en sus facultades, de donde derivan sus diversos géneros de actividad. Las facultades del entendimiento se distinguen de sus propiedades en que no miran ni corresponden al ser entero: del espíritu, sino que espresan una faz de su vida interior. Las propiedades de la unidad, de la identidad, de la espontaneidad abrazan todo el entendimiento que las posee á la vez en su totalidad; pero el entendimiento entero no es pensamiento, ó voluntad, ó sentimiento; estas facultades espresan cada una tan solamente, una parte determinada de su vida.

Agitarémos ahora la cuestion siguiente.- ¿El entendimiento posee en efecto facultades, ó toda su vida se resuelve en actos individuales? Debemos, para resolverla, seguir el método de observacion y de análisis, segun el cual atribuirémos á una causa comun los actos intelectuales que presentan el mismo carácter. En la naturaleza esterior, cuando se han observado y analizado los diferentes fenómenos, se colocan en la misma categoría los que son de una naturaleza semejante, y se atribuyen á una misma fuerza natural considerada como orígen de su produccion. No se descubren las fuerzas inmediatamente, no se observan sino en sus manifestaciones; pero nadie puede dudar de la realidad de su existencia. En la vida interior del espíritu, tampoco apercibimos inmediatamente las facultades, los actos individuales son los que se ofrecen á la vista de nuestra conciencia. Mas como todo lo que se verifica tiene una causa, nos hallamos en la precision de asignar á todos estos actos una causa que los produce. Esta causa somos nosotros mismos: somos, pues, la causa de los actos en aquel momento, y de los que producimos en lo futuro y sabemos que esta causalidad no se agota por las operaciones momentáneas é individuales, sino que subsiste como manantial perenne de nuestra actividad en lo sucesivo. Ademas, llámase facultad la causalidad general de un ser viviente, por la cual es orígen comun de una série de actos particulares; esta causalidad subsistiendo en el entendimiento como un ser subsistente en sí, necesario es concebirla como la facultad general que produce todos los actos individuales sin ser absorbida por ellos. Es fácil comprender que los que no consideran el espíritu como un ser subsistente por sí, sino como una modificacion del ser y del pensamiento de Dios; ó como un mero resultado de muchas fuerzas en accion, niegan al espíritu individual el carácter de facultad, porque la razon y la causa de la actividad, no se encuentran, segun ellos, en el mismo espíritu. Por esto la doctrina de las facultades ha sido atacada fuertemente en los últimos tiempos por los partidarios del ser absoluto, como se ha establecido por Schelling y Hegel, quienes no admiten personalidades finitas permanentes, como son los espíritus individuales, mirando toda actividad tan solamente como una manifestacion de la vida de Dios. Algunos se han declarado contra la doctrina de las facultades porque niegan la unidad del espíritu como Herbast y otros. Ya hemos reconocido la falsedad de estas opiniones; el espíritu por sí mismo, es la causa de lo que hace, y como poder de accion, es facultad que se pone contínuamente en actividad por la espontaneidad y por su propia determinacion. Por la unidad de su ser el espíritu es unidad de facultad; posee la facultad general de la vida, que debe reconocerse ante todas las facultades particulares por su orígen y su lazo.

Para conocer cuales son las facultades fundamentales que no es posible reducir á otras mas simples, pero que en sus combinaciones y aplicaciones diferentes, forman todas las facultades deri

vadas y compuestas, necesario es comprender los caracteres particulares bajo qué se presentan las diferentes manifestaciones de nuestra vida espiritual, para atribuir á la misma facultad los actos de una naturaleza análoga. Pero considerando los diferentes modos de intimidad de nuestro yo, hemos ya comprobado los caractéres diferentes bajo los que se presentan la conciencia, el sentimiento y la voluntad propias, y hemos advertido al mismo tiempo que el pensamiento, el sentimiento y la voluntad correspondian como facultades á estos diferentes estados de nuestra propia intimidad. En efecto, en estas facultades principales se reasumen naturalmente todas las operaciones interiores. El espíritu en su pensamiento comprende todas las cosas en su espontaneidad, distinguiéndolas y analizándolas, para penetrar lo que son en sí mismas, y para alcanzar de este modo un conocimiento verdadero y cierto de ellas; en el sentimiento el espíritu se une, se asimila como ser íntegro á la cosa ó al ser que se le presenta en tal estado, en totalidad, sin esa distincion de espontaneidad que existe en el pensamiento y en el conocimiento. La voluntad es la facultad general de causalidad que interviene en todas las operaciones como una potencia determinante, pero que en sí misma esta vacía; el pensamiento y el sentimiento deben proveerla de un fondo, de un contenido, presentándole los objetos á que puede aplicarse.

En estas tres facultades llamadas tambien potencias porque contienen la posibilidad de la accion, se reasumen todas las manifestaciones del espíritu. Ordinariamente se citan tambien otras facultades como la reflexion, la memoria, la imaginacion, la razon; pero es la facultad de pensar la que opera en ellas: por medio del pensamiento reflexionamos, nos acordamos, producimos en la imaginacion cosas sensibles y estados espirituales, y por medio del pensamiento tambien formamos las nociones é ideas generales que reflectan el costado universal de las cosas, cuya percepcion se atribuye ordinariamente á la razon: la reflexion, la imaginacion y la razon no son, pues, facultades particulares al igual de la facultad de pensar; son unicamente diferentes estados y grados de aplicacion de la facultad de pensar. El pensamiento puede desenvolverse de una manera predominante en la una ó la otra de estas diversas direcciones, sin perder su carácter general, y no tenemos necesidad de admitir para estos distintos estados de desarrollo, facultades particulares. Lo mismo sucede con las facultades del sentimiento y de la voluntad. Por mas diversas que sean nuestras afecciones y determinaciones, hay en ellas un orígen comun y general; el sentimiento para todas las afecciones particulares, y la voluntad para todas las determinaciones. Esta existencia de un orígen comun, de una facultad general para una gran variedad de direcciones, es de una alta importancia para nuestra vida; pues de este modo, las aplicaciones que intentamos dar á la una ó á la otra de estas facultades, estan realmente en nuestro poder, de modo que podemos darles una

buena direccion, ó corregir la mala que hayan podido tomar. Si estas diversas direcciones saliesen de otras tantas fuentes ó facultades distintas, seria imposible imprimir á la vida una unidad de direccion y mantener todas sus propensiones en sus justos límites. Por otra parte, multiplicando de este modo nuestras facultades, su número llegaria casi al infinito, pues que se llegaria fácilmente á establecer para la percepcion de cada cosa particular, una facultad especial. Véase lo que sobre esto se ha dicho con respecto al sistema frenológico.

No hay, pues, ninguna razon de admitir todavia otras facultades fundamentales mas que el pensamiento, el sentimiento y la voluntad. Pero estas tres facultades existen realmente en nosotros, y siempre á la vez y en encadenamiento recíproco, ninguna deriva de la otra; el pensamiento no es un sentimiento mas desenvuelto, como han opinado algunos filósofos, existe siempre con el sentimiento; y los dos se manifiestan en su actividad bajo un carácter enteramente diverso. La voluntud no es ni pensamiento ni sentimiento: á la verdad no puede obrar por el impulso de su carácter propio, pues que no tiene ninguno; recibe su direccion particular, el motivo y el fin de su accion, por el pensamiento ó por el sentimiento; sin embargo es una facultad independiente porque está en la posibilidad del espíritu el seguir ó no seguir la inspiracion de sus pensamientos ó de sus sentimientos. Cuando se consideran las tres facultades en su órden racional, la voluntad es la facultad suprema y primera, no con respecto al tiempo de su aparicion, que no es dable comprobar, sino con relacion á su accion; es la potencia determinante y ejecutora, y como tal tiene la supremacía sobre las otras dos, aunque no pueda obrar sin ellas. La voluntad debe ilustrarse por la inteligencia, é inflamarse por el amor de lo que es verdadero y bueno. Entonces su determinacion es íntegra y completa. Las facultades del pensamiento y del sentimiento estan coordinadas, no hay razon ninguna para colocar la una en grado inferior á la otra, porque estan determinadas, como hemos visto, por dos caractéres igualmente importantes.

Estas tres facultades se aplican la una á la otra; contínuamente nos determinamos á pensar y á sentir, reflexionamos sobre nuestras determinaciones y sentimientos al percibirlos, y sentimos lo que queremos y pensamos. No hay pues, ninguna facultad completamente independiente de las demas; cada una es apoyada por las otras; puede suceder que algunas de ellas tome un desarrollo predominante, obre mas enérgicamente ó sin discontinuacion en su actividad, pero nunca puede absorber enteramente la actividad de las otras ó cesar absolutamente por sí; estas tres facultades existen simultaneamente como fundamentales del entendimiento y obran siempre la una con respecto á la otra, aun en el estado que llamamos divagacion de la mente (reverie.) Aun en los ensueños, propiamente dichos, en que la facultad determinante, la voluntad,

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