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canzaba á la carabela. La alcanzó en efecto, y el capitan Salazar pasó á ella en calidad de preso, en compañía del Adelantado, á quien habia guardado tanta fidelidad. Llegados à Sancti Spiritus, hubo nueva revolucion de humores, y á persuasion de Alonso Cabrera, arrepentido quizá de lo hecho, se trató de volver á la Asuncion y reponer en el mando á ALVAR NUÑEZ; contradíjolo Pedro de Estopiñan, diciendo que este lance podria redundar en gran deservicio de Dios y ruina de los españoles, moviendo grandes discordias y guerras civiles; y vencidos los demás de estas razones, determinaron proseguir su navegacion á España; llegaron á ella después de sesenta dias; y presentados al Consejo de Indias, y dada cuenta de lo sucedido, mandó el Emperador poner presos á Cabrera y á García Venegas; siguióseles el proceso, y estando á punto de sentenciarse, enloqueció el primero, y murió el segundo súbitamente, ambos en la cárcel. Fué tambien condenado ALVAR NUÑEZ á privacion de oficio y á seis años de destierro en Oran, con seis lanzas; apeló, y en revista salió libre, señalándole dos mil ducados de pension en Sevilla. Retiróse á aquella ciudad, en la cual falleció ejerciendo la primacía del consulado con mucha honra y quietud de su persona, ignorándose el año de su muerte.

ES ALVAR NUÑEZ una de las figuras mas bellas, nobles y bondadosas que se encuentran en los anales de la conquista del Nuevo-Mundo; su constancia y resignacion en los trabajos, su valor en los combates, y su resolucion en los mayores peligros le acreditan de ilustre guerrero, al paso que su mansedumbre y dulzura con los indios demuestran que era un hombre excelente y humano. Solo él podia decir estas hermosas palabras: «Por donde claramente se ve que estas gentes todas, para ser atraidas á ser cristianos y á la obediencia de la imperial majestad, han de ser llevados con buen tratamiento, y que este es camino muy cierto, y otro no. » Palabras que en ningun conquistador se encuentran, y que leemos con el mismo placer que el viajero fatigado ve un árbol frondoso en medio de un vasto y árido desierto.

Dos son las obras que quedan de ALVAR NUÑEZ : la primera intitulada Naufragios, que es la relacion de su expedicion à la Florida, escrita por él mismo; y la segunda los Comentarios de su gobierno en el rio de la Plata, que extendió el escribano Pedro Fernandez. Las imprimió el año de 1555 en Valladolid Francisco Fernandez de Córdoba en un tomo en 4.°, y las reprodujo Barcia en su Coleccion el año de 1740; siendo estas dos ediciones las únicas que existen de este curiosísimo libro.

CARTAS DE RELACION

DE FERNANDO CORTES

SOBRE EL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA.

CARTA PRIMERA,

ENVIADA Á LA REINA DOÑA JUANA Y AL EMPERADOR CARLOS V, SU HIJO, POR LA JUSTICIA Y REGImiento de la rICA VILLA DE LA VERACRUZ, Á 10 DE JULio de 1519.

Muy altos y muy poderosos excelentísimos Príncipes, muy católicos y muy grandes reyes y señores: Bien creemos que vuestras majestades, por letras de Diego Velazquez, teniente de almirante en la isla Fernandina, habrán sido informados de una tierra nueva que puede haber dos años poco mas o menos que en estas partes fué descubierta, que al principio fué intitulada por nombre Cozumel, y después la nombraron Yucatan, sin ser lo uno ni lo otro, como por esta nuestra relacion vuestras reales altezas podrán ver; porque las relaciones que hasta ahora á vuestras majestades desta tierra se han hecho, así de la manera y riquezas della, como de la forma en que fué descubierta, y otras cosas que della se han dicho, no son ni han podido ser ciertas, porque nadie hasta ahora las ha sabido, como será esta que nosotros á vuestras reales altezas enviamos; y tratarémos aquí desde el principio que fué descubierta esta tierra hasta el estado en que al presente está, porque vuestras majestades sepan la tierra que es, la gente que la posee, y la manera de su vivir, y el rito y ceremonias, seta ó ley que tienen, y el fruto que en ellas vuestras reales altezas podrán hacer y de ella podrán recibir, y de quien en ella vuestras majestades han sido servidos; porque en todo vuestras reales altezas puedan hacer lo que mas servido serán. Y la cierta y muy verdadera relacion es en esta manera:

Puede haber dos años, poco mas o menos, muy esclarecidos Príncipes, que en la ciudad de Santiago, que es en la isla Fernandina, donde nosotros hemos sido vecinos en los pueblos della, se juntaron tres vecinos de la dicha isla, y el uno de los cuales se dice Francisco Fernandez de Córdoba, y el otro Lope Ochoa de Caicedo, y el otro Cristóbal Morante; y como es costumbre en estas islas que en nombre de vuestras majestades están pobladas de españoles, de ir por indios á las islas que no están pobladas de españoles, para se servir dellos, enviaron los susodichos dos navíos y un bergantin para que de las islas dichas trujesen indios á la dicha isla Fernandina para se servir dellos, y creemos, porque aun no lo sabemos de cierto, que el dicho Diego Velazquez,

teniente de almirante, tenia la cuarta parte de la dicha armada; y el uno de los dichos armadores fué por capitan de la armada, llamado Francisco Fernandez de Córdoba, y llevó por piloto á un Anton de Alaminos, vecino de la villa de Palos, y á este Anton Alaminos trujimos nosotros ahora tambien por piloto; lo enviamos á vuestras reales altezas, para que dél vuestras majestades puedan ser informados. Y siguiendo su viaje, fueron á dar á dicha tierra, intitulada de Yucatan, á la punta della, que estará sesenta ó setenta leguas de la dicha isla Fernandina, desta tierra de la rica tierra 1 de la Veracruz, donde nosotros en nombre de vuestras reales altezas estamos; en la cual saltó en un pueblo que se dice Campoche, donde al señor dél pusieron por nombre Lázaro, y allí le dieron dos mazorcas con una tela de oro; y porque los naturales de la dicha tierra no los consintieron estar en el pueblo y tierra, se partieron de allá, y se fueron la costa abajo hasta diez leguas, donde tornó á saltar en tierra junto á otro pueblo que se llama Machocobon, y el señor dél Champoto, y allí fueron bien recibidos de los naturales de la tierra; mas no los consintieron entrar en sus pueblos, y aquella noche durmieron los españoles fuera de las naos en tierra. Y viendo esto los naturales de aquella tierra, pelearon otro dia por la mañana con ellos, en tal manera, que murieron veinte y seis españoles y fueron heridos todos los otros; y finalmente, viendo el capitan Francisco Fernandez de Córdoba esto, escapó con los que le quedaban con acogerse á las naos.

Viendo pues el dicho capitan cómo le habian muerto mas de la cuarta parte de su gente, y que todos los que le quedaban estaban heridos, y que él mismo tenia treinta y tantas heridas, y que estaba cuasi muerto, que no pensaria escaparse, volvió con los dichos navíos y gente á la isla Fernandina, donde hicieron saber al dicho Diego Velazquez cómo habian hallado una tierra muy rica de oro, porque á todos los naturales della lo habian visto traer puesto, ya dellos en las narices, ya dellos en las orejas y en otras partes, y que en la dicha tierra

1 Así dice el manuscrito, en lugar de rica villa.

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Sabido esto por el dicho Diego Velazquez, movido mas á codicia que á otro celo, despachó luego un su procurador á la isla Española con cierta relacion que hizo á los referidos 3 padres de San Jerónimo, que en ella residian por gobernadores de estas Indias, para que en nombre de vuestras majestades le diesen licencia por los poderes que de vuestras altezas tenian, para que pudiese enviar á bogar 4 la dicha tierra, diciéndoles que en ello hará gran servicio á vuestra majestad con tal que le diesen licencia para que rescatase con los naturales della oro y perlas y piedras preciosas y otras cosas, lo cual todo fuese suyo pagando el quinto á vuestras majestades; lo cual por los dichos reverendos padres gobernadores jerónimos le fué concedido, ansí porque hizo relacion que él habia descubierto la dicha tierra á su costa, como por saber el secreto della, y á proveer como á servicio de vuestras reales altezas conviniese, y por otra parte, sin lo saber los dichos padres jerónimos, envió á un Gonzalo de Guzman con su poder y con la dicha relacion á vuestras reales altezas, diciendo que él habia descubierto aquella tierra á su costa, en lo cual á vuestras majestades habia hecho servicio, y que la queria conquistar á su costa, y suplicando á vuestras reales altezas lo hiciesen adelantado y gobernador della en ciertas mercedes 5 que allende desto pedia, como vuestras majestades habrán ya visto por su relacion, y por esto no las expresamos aquí.

En este medio tiempo, como le vino la licencia que en nombre de vuestras majestades le dieron los reverendos padres gobernadores de la órden de San Jerónimo, dióse prisa en armar tres navíos y un bergantin, porque si vuestras majestades no fuesen servidos de le conceder lo que con Gonzalo de Guzman les habia enviado á pedir, los hubiese ya enviado con la licencia de los dichos padres gobernadores jerónimos, y armados, envió por capitan dellos á un deudo suyo, que se dice Juan de Grijalba, y con él ciento sesenta hombres de los vecinos de la dicha isla, entre los cuales venimos algunos de nosotros por capitanes, por servir á vuestras reales altezas, y no solo venimos y vinieron los de la dicha armada, aventurando nuestras personas, mas aun casi todos los bastimentos de la dicha armada pusieron y pusimos de nuestras casas, en lo cual gastamos y gastaron asaz parte de sus haciendas; y fué por piloto de la dicha armada el dicho Anton de Alaminos, que primero habia descubierto la dicha tierra cuando fué con Francisco Fernandez de Córdoba, y para hacer este viaje tomaron susodicha derrota, que antes que á la dicha tierra viniesen descubrieron una isla pequeña que bogaba 6 hasta treinta leguas, que está por la parte del

1 Quizá admiracion.

Así el manuscrito; pero quizá de ello, por de él.

3 Referados dice malamente el original, por referidos. Debió decir bojar.

5 Quizá con ciertas mercedes.

Debió decir bojaba.

sur de la dicha tierra, la cual es llamada Cozumel, y llegaron en la dicha isla á un pueblo que pusieron por nombre San Juan de Porta-latina, y á la dicha isla llamaron Santa Cruz; y el mesmo dia que allí llegaron, salieron á verlos hasta ciento y cincuenta personas de los indios del pueblo, y otro dia siguiente, segun pareció, dejaron el pueblo los dichos indios, y acogiéronse al monte; y como el capitan tuviese necesidad de agua, hízose á la vela para la ir á tomar á otra parte el mismo dia, y yendo su viaje, acordóse de volver al dicho puerto y la isla de Santa Cruz, y surgió en él, y saltando en tierra, halló el pueblo sin gente, como si nunca fuera poblado, y tomada su agua, se tornó á sus naos sin calar la tierra ni saber el secreto della, lo cual no tuvieran 7 hacer, pues era menester que la calara y supiera para hacer verdadera relacion á vuestras reales altezas de lo que era aquella isla ; y alzando velas, se fué, y prosiguió su viaje hasta llegar á la tierra que Francisco Fernandez de Córdoba habia descubierto, adonde iba para la bogar 8 y hacer su rescate; y llegados allá, anduvieron por la costa della del sur hácia el poniente, hasta llegar á una bahía, á la cual el dicho capitan Grijalba y piloto mayor Anton de Alaminos pusieron por nombre la bahía de la Ascension, que, segun opinion de pilotos, es muy cerca de la punta de las Veras, que es la tierra que Vicente Yanes descubrió y apuntó, que la parte mide 9 aquella bahía, la cual es muy grande, y se cree que pasa á la mar del Norte; y desde allí se volvieron por la dicha costa por donde habian ido hasta doblar la punta de la dicha tierra, y por la parte del norte della navegaron hasta llegar al dicho puerto Campoche, que el señor dél se llama Lázaro, donde habia llegado el dicho Francisco Fernandez de Córdoba, y 10 así para hacer su rescate, que por el dicho Diego Velazquez les era mandado, como por la mucha necesidad que tenian de tomar agua. Y luego que los vieron venir los naturales de la tierra, se pusieron en manera de batalla cerca de su pueblo para les defender la entrada, y el capitan los llamó con una lengua y intérprete que llevaba, y vinieron ciertos indios, á los cuales hizo entender que él no venia sino á rescatar con ellos de lo que tuviesen, y á tomar agua, y ansí se fué con ellos hasta un paraje de agua que estaba junto á su pueblo, y allí comenzó á tomar su agua, y á les decir con el dicho faraute que les diesen oro y que les darian de las preseas que llevaban, y los indios desque aquello vieron, como no tenian oro que les dar, dijéronles que fuesen 11, y él les rogó que les dejasen tomar su agua, y que luego se irian, y con todo esto no se pudo dellos defender sin que otro dia de mañana á hora de misas los indios no comenzasen á pelear con ellos con sus arcos y flechas y lanzas y rodelas, por manera que mataron á un español y hirieron al dicho capitan Grijalba y á otros muchos, y aquella tarde se embarcaron en las carabelas con su gente sin entrar en el pueblo de los dichos in

7 Así dice el manuscrito equivocadamente, por debieran. 8 Ha de ser bojar.

9 Hay aquí algun yerro del copista, pues no se entiende lo que quiere decir que la parte mide.

10 Sobra la y.

11 Es decir, que se fuesen.

dios, y sin saber cosa de qué à vuestras reales majestades verdadera relacion se pudiese hacer; y de allí se. fueron por la dicha costa hasta llegar á un rio, al cual pusieron por nombre el rio de Grijalba, y surgió en él casi á hora de vísperas, y otro dia de mañana se pusieron de la una y de la otra parte del rio gran número de indios y gente de guerra, con sus arcos y flechas y lanzas y rodelas, para defender la entrada en su tierra; y segun pareció á algunas personas, serian hasta cinco mil indios ; y como el capitan esto vió, no saltó á tierra nadie de los navíos, sino desde los navíos les habló con las lenguas y farautes que traia, rogándoles que se llegasen mas cerca para que les pudiese dar la causa de su 1 venida, y entraron veinte indios en una canoa, y vinieron muy recatados, y acercáronse á los navíos, y el capitan Grijalba les dijo y dió á entender por aquel intérprete que Hevaba, cómo él no venia sino á rescatar, y que queria ser amigo dellos, y que le trujesen oro de lo que tenian y que él les daria de las preseas que llevaban, y ansí lo hicieron. El dia siguiente, en trayéndole ciertas joyas de oro sotiles, il 2 el dicho capitan les dió de su rescate lo que le pareció, y ellos se volvieron á su pueblo, y el dicho capitan estuvo allí aquel dia, y otro dia siguiente se hizo á la vela, y sin saber mas secreto alguno de aquella tierra, y siguió hasta llegar á una bahía, á la cual pusieron por nombre la bahía de San Juan, y allí saltó el capitan en tierra con cierta gente en unos arenales despoblados, y como los naturales de la tierra habian visto que los navíos venian por la costa, acudieron allí, con los cuales él habló con sus intérpretes, y sacó una mesa en que puso ciertas preseas, haciéndoles entender cómo venian á rescatar y á ser sus amigos; y como esto vieron y entendieron los indios, comenzaron á traer piezas de ropa y algunas joyas de oro, las cuales rescataron con el dicho capitan, y desde aquí despachó y envió el dicho capitan Grijalba á Diego Velazquez la una de las dichas carabelas con todo lo que hasta entonces habian rescatado; y partida la dicha carabela para la isla Fernandina, adonde estaba Diego Velazquez, se fué el dicho capitan Grijalba por la costa abajo con los navíos que le quedaron, y anduvo por ella hasta cuarenta y cinco leguas sin saltar en tierra ni ver cosa alguna, excepto aquello que desde la mar se parecia; y desde allí se comenzó á volver para la isla Fernandina, y nunca mas vió cosa alguna de la tierra que de contar fuese. Por lo cual vuestras reales altezas pueden creer que todas las relaciones que desta tierra se les han hecho no han podido ser ciertas, pues no supieron los secretos della mas de lo que por sus voluntades han querido escribir.

Llegado á la isla Fernandina el dicho navío que el capitan Juan de Grijalba habia despachado de la bahía de San Juan, como Diego Velazquez vió el oro que llegaba 3, y supo por las cartas de Grijalba que le escribia las ropas y preseas que por ello habian dado en rescate, parecióle que se habia rescatado poco, segun las nuevas que le daban los que en la dicha carabela habian ido, y el deseo que él tenia de haber oro, y publicaba que

En el manuscrito que copiamos falta el su Se puso sin duda equivocadamente il por y. 3 Quizá llevaba.

no habia ahorrado la costa que habia hecho en la dicha armada, y que le pesaba, y mostraba sentimiento por lo poco que el capitan Grijalba en esta tierra habia hecho. En la verdad no tenia mucha razon en se quejar el dicho Diego Velazquez, porque los gastos que él hizo en la dicha armada se le ahorraron con ciertas botas y toneles de vino y con ciertas cajas y de camisas de presilla, y con cierto rescate de cuentas que envió en la dicha armada, porque acá se nos vendió el vino á cuatro pesos de oro, que son dos mil maravedís el arroba, y la camisa de presilla se nos vendió á dos pesos de oro, y el mazo de las cuentas verdes á dos pesos, por manera que ahorró con esto todo el gasto de su armada, y aun ganó dineros; y hacemos desto tan particular relacion á vuestras majestades, porque sepan que las armadas que hasta aquí ha hecho el Diego Velazquez han sido tanto de trato de mercaderías como de armador, y con nuestras personas y gastos de nuestras haciendas; y aunque hemos padecido infinitos trabajos, hemos servido á vuestras reales altezas, y servirémos hasta tanto que la vida nos dure.

Estando el dicho Diego Velazquez con este enojo del poco oro que le habia llevado, teniendo deseo de haber mas, acordó, sin lo decir ni hacer saber á los padres gobernadores jerónimos, de hacer una armada veloz, de enviar á buscar al dicho capitan Juan de Grijalba, su pariente, y para la hacer á menos costa suya habló con Fernando Cortés, vecino y alcalde de la ciudad de Santiago por vuestras majestades, y díjole que armasen ambos á dos hasta ocho ó diez navíos, porque á la sazon el dicho Fernando Cortés tenia mejor aparejo que otra persona alguna de la dicha isla, y que con él se creia que querria venir mucha mas gente que con otro cualquiera; y visto el dicho Fernando Cortés lo que Diego Velazquez le decia, movido con celo de servir á vuestras reales altezas, propuso de gastar todo cuanto tenia y hacer aquella armada, casi 5 las dos partes della á su costa, así en navíos como en bastimentos de mas 6, y allende de repartir sus dineros por las personas que habian de ir en la dicha armada, que tenian necesidad para se proveer de cosas necesarias para el viaje; y hecha y ordenada la dicha armada, nombró en nombre de vuestras majestades el dicho Diego Velazquez al dicho Fernando Cortés por capitan della para que viniese á esta tierra á rescatar y hacer lo que Grijalba no habia hecho; y todo el concierto de la dicha armada se hizo á voluntad del dicho Diego Velazquez, aunque no puso ni gastó él mas de la tercia parte della, segun vuestras reales altezas podrán mandar ver por las instrucciones y poder que el dicho Fernando Cortés recibió de Diego Velazquez en nombre de vuestras majestades; las cuales enviamos ahora con estos nuestros procuradores á vuestras altezas. Y sepan vuestras majestades que la mayor parte de la dicha tercia parte que el dicho Diego Velazquez gastó en hacer la dicha armada fué emplear sus dineros en vinos y en ropas y en otras cosas de poco valor, para nos lo vender acá en mucha mas cantidad

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