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Colon, siguiendo en esto el ejemplo de lo que hacian los portugueses con los negros en la costa de Africa, distribuyó entre los naturales que se le presentaron, algunos gorros de colores, cuertas de vidrio, cascabeles y otras bagatelas de esta especie, con el objeto de atraerse su amistad y obtener de ellos informes esactos acerca de la riqueza del pais en que se encontraba. Creyendo equivocadamente hallarse en la costa oriental del Asia, y que debia estar cerca de la opulenta isla de Cipango, tan magníficamen te descrita por Marco Polo, deseaba saber con certeza el rumbo que convenia seguir para llegar á ella. Confirmólo en este error el ver que entre los adornos que llevaban los indios, usaban unos tejuelos de oro pendientes de las narices; y habiéndoles preguntado dónde se procuraban aquel metal, le contestaron por señas, indicándole el rumbo del Sur. Con tales informes, despues de haber observado los costas de la isla y el carácter de sus habitantes, tomó siete de éstos consigo para que le sirvieran de guias é intérpretes, y el 16 del mismo Octubre pasó á una de las islas inmediatas, que parecia ser la mas grande y rica de ellas, de la cual tomó posesion con la misma solemnidad que se habia ejecutado en San Salvador, dándole el nombre de Santa María de la Concepcion. Convencido luego de que esta isla era tan pobre é insignificante como la de San Salvador, se dirigió á otra que se hallaba algunas leguas distante al Occidente, á la que llamó Fernandina, en honor del rey de Aragon, y que hoy es conocida con el nombre de Exuma. Al reconocer esta nueva isla, creyó notar en sus habitantes alguna mas inteligencia que en los de las anteriores, pero que en lo general eran igualmente pobres. Es digno de notarse que en las sencillas habitaciones de aquellos indios fué donde por primera vez vieron los españoles esos lechos formados. de redes de algodon colgados por ambos estremos, á los que ellos llamaban hamacas, nombre que conservan hasta hoy.

El 19 del mismo mes, se desprendió Colon de la Fernandina, y tomando el rumbo del S. E. en busca de una isla llamada Saometo, donde, segun las señas que le daban los indios de San Salvador, debia encontrar ricas minas de oro, y un gran rey po

seedor de inmensos tesoros, llegó á la isla conocida hoy con el nombre Isla Larga y Ecsumeta, á la cual llamó Colon Isabela, en honor de su soberana. La esperanza de encontrar las riquezas anunciadas, así como la hermosura de la vegetacion en esta isla, la mas bella de cuantas habia visto hasta entonces, detuvieron allí á Colon por algunos dias, hasta que por fin el 24 levó de nuevo anclas con direccion hacia el Sur, y despues de tres dias de navegacion atravesando el canal de Bahama, durante los cuales tocó á un grupo de siete ú ocho isletas llamadas hoy las Múcaras, y á las que él llamó islas de arena, llegó el dia 28 á la vista de la Isla de Cuba, de la cual tomó posesion como de las anteriores, poniéndole el nombre de Juana, en honor del príncipe D. Juan.

Al contemplar Colon esta grande isla, la mayor de las Antillas, y de la cual dice él mismo con entusiasmo, que es la mas hermosa que los ojos hayan visto, no dudaba encontrarse ya en la famosa Cipango, y tendiendo de nuevo sus velas, recorrió la costa hacia el Occidente, con la esperanza de hallar la magnífica ciudad de su rey. La grande estension de la Isla de Cuba por una parte, y por otra las noticias equívocas que por señas le comunicaban los indios, hicieron incurrir á Colon en el error de que aquella no era una isla, sino tierra firme, que se estendia dilatadamente hácia el Norte, y que el rey que gobernaba en aquellas inmediaciones, estaba en guerra con el gran Khan, error que conservó hasta su muerte, y que lo indujo á creer que se hallaba á los bordes del Cathay, y como á unas cien leguas distante de la capital donde aquel tenia su residencia. Poseido de esta ilusion, dispuso Colon que dos españoles, uno de ellos de orígen judío, que sabia el hebreo, el caldeo y aun el árabe, acompañados de un indio de Guanahani, y otro natural de Cuba, fuesen tierra adentro en busca del rey, y le hiciesen presente como Colon traia para él cartas y obsequios de los soberanos de Castilla, con encargo de entregárselas personalmente. Estos embajadores llevaban ademas las instrucciones del almirante para observar detenidamente el pais, así como las riquezas que contenia. Internáronse en efecto para cumplir su mision, y el 6 de Noviembre regresaron,

sin haber visto al rey ni menos las grandes riquezas que se prometian, pues despues de caminar doce leguas, todo lo que encontraron fué una poblacion con cosa de mil habitantes, tan pobres y desnudos como los demas que antes habian visto, los cuales no entendian por supuesto el hebreo, caldeo, ni el árabe, y segun las conversaciones que tuvieron con ellos por medio de los dos naturales que los acompañaban, se convencieron de que eran falsas las noticias de las grandes riquezas que suponia Colon ecsistiesen en aquellos paises. Por lo demas, el único descubrimiento importante que hicieron aquellos embajadores en su correría, fué el del uso que hacian los naturales de la hoja del tabaco, formando de ella un canuto que fumaban encendido por uno de sus estremos (1). Por grande que fuese la admiracion de los españoles al ver por primera vez el estraño empleo que hacian los indios de Cuba de aquella planta aromática, es seguro que no pudieron prever ni remotamente que tal costumbre se estenderia mas tarde por el mundo entero, hasta el grado de formar para los gobiernos, como forma hoy, una de sus principales rentas, á la vez que uno de los placeres ó distracciones del hombre en su actual estado de civilizacion.

Los informes dados por aquellos enviados, destruyeron las iluciones que alegraban constantemente la poética imaginacion de Colon. Sin embargo, como durante la ausencia de sus emisarios habia entendido por las señas que le daban algunos indios, que hácia el Oriente ecsistia un sitio donde se recogia mucho oro por la noche á la luz de las antorchas, continuaba en su engaño, caminando de una en otra quimera. Al hablar los indígenas de es

(1) "Hallaron, dice el obispo Casas en su historia general de las Indias, estos dos cristianos por el camino, mucha gente que atravesaban á sus pueblos, mugeres y hombres: siempre los hombres con un tizon en las manos y ciertas yerbas para tomar sus zahumerios, que son unas yerbas secas, metidas en una hoja seca tambien, á manera de mosquete, hecho de papel de los que hacen los muchachos en la Pascua del Espíritu Santo; y encendido por una parte de él, por la otra lo chupan ó sorben ó reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen las carnes y cuasi emborracha, y así dizque no sienten el cansancio. Estos mosquetes, ó como los llamaremos, llaman ellos tabacos. Españoles cognosci yo en esta isla Española que los acostumbran á tomar, que siendo reprendidos por ello diciendoles que aquello era vicio, respondian que no era en su mano dejarlos de tomar. No sé qué sabor ó provecho hallaban en ellos.

ta rica region, pronunciaban las palabras Babeque y Bohio, que Colon supuso fueran los nombres propios de aquellos paises que le indicaban; y como todo su objeto por entonces era descubrir alguna parte opulenta y civilizada del Oriente, de donde pudiera sacar ricos frutos, y establecer amistosas relaciones con su soberano, para regresar luego á España con muestras inequívocas de la importancia de su espedicion, se resolvió á ir en busca de la nueva tierra que se le anunciaba. Con tal intento, regresó hácia el rumbo del Es-su-este, siguiendo la direccion de la costa por dos ó tres dias, hasta llegar á un gran cabo que él llamó de Cuba, desde donde se dirigió al Oriente en busca de Babeque; mas muy pronto los vientos lo obligaron á arribar á la costa de aquella isla. En esta arribada ancló Colon en un puerto bastante profundo y seguro, al que dió el nombre de Puerto del Príncipe, fijando una cruz en una colina, como señal de haber tomado posesion de aquel punto. Pasó allí algunos dias esplorando un archipiélago de pequeñas islas cercanas, conocido desde entonces con el nombre de El Jardin del Rey, y por último el dia 19 de noviembre se hizo de nuevo á la vela; pero los vientos contrarios lo forzaron segunda vez á recalar á Cuba: Habiéndose adelantado mucho la carabela "Pinta" hácia al oriente, Colon le hizo algunas señales, así durante el dia como en la noche, para que se le reuniese, pero en vano, pues en la mañana siguiente habia desaparecido completamente de vista, lo cual causó gran disgusto al almirante, por tener éste ya algunos motivos para creer que aquella separacion de Pinzon, que la mandaba, envolviese miras siniestras en su contra, ya porque quisiese acometer alguna empresa sin su conocimiento, ó ya porque tuviese la intencion de regresar antes que él á España, para quitarle la gloria y los beneficios de sus descubrimientos. Parece, en efecto, que Pinzon, dando crédito á los informes lisongeros de un indio que llevaba á bordo de la carabela, y que le ofrecia guiarlo á un punto en que habia grandes riquezas, olvidó sus deberes para con el almirante, alucinándose con la esperanza de ser él quien descubriese primero la region dorada y se enriqueciese con sus primicias.

Aunque fuertemente indignado Colon por aquella desercion, que á la vez que dejaba entre su escasa gente un pernicioso ejemplo de desobediencia, disminuia tan considerablemente sus cortos elementos, continuó esplorando la isla de Cuba, y el 5 de diciembre llegó al término oriental de la isla, que suponia ser los lindes del Asia, ó de la India, como él la llamaba siempre, cuyo error es el origen de haberse dado el nombre de Indias á este nuevo hemisferio, y el de Indios á sus habitantes.

Navegando aquel mismo dia mas allá del estremo oriental de la referida isla, divisó Colon hácia el S. E. tierra lejana, que á medida que se aprocsimaba parecia ser una isla de grande estension; y como tan luego como la vieron los indios que él llevaba á bordo, esclamaron: ¡Bohio! no dudó que habia al fin encontrado lo que buscaba. Era esta la isla de Hayti, á la que se dió el nombre de la Española, así por la semejanza que habia entre su · variada y rica vegetacion y la de la Andalucía, como por la identidad de algunos peces que allí cogieron con los de la costa de España. El dia 6 en la tarde entró Colon en un puerto situado á su estremidad occidental, al que dió el nombre que aún conserva de San Nicolás, de donde salió el dia siguiente, siguiendo la costa hacia el norte, y se detuvo en otro puerto en la desembocadura de un rio, al que llamó de la Concepcion, y á cuya entrada erigió Colon el dia 12 del mismo mes con solemnidad una cruz en señal de haber tomado posesion de la isla. El 14 visitó otra pequeña isla que estaba frente al puerto, á la que dió el nombre de las Tortugas. Despues de permanecer mas de un mes en la costa de Hayti con el objeto de averiguar la poblacion y riqueza de la isla, para lo cual procuró de varios modos ganar la amistad de sus habitantes, cambiándoles las baratijas de Europa por oro, el dia 24 de Diciembre se dió Colon á la vela hácia el puerto de la Concepcion, con la intencion de pasar á otro puerto cerca de la residencia del cacique Guacanagari, de quien habia recibido una invitacion para que fuese á visitarlo; pero en la misma noche, mientras Colon estaba entregado al sueño, fué su embarcacion arrastrada por la fuerza de las corrientes sobre un banco,

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