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CAPITULO IV.

Primera

Arribo de D. Fernando Cortés con su escuadra al islote de San Juan de Ulúa.—Su desembarco en la playa de Chalchiuhcuecan. fundacion de la Villa Rica de la Vera-Cruz.—Eleccion de su primer ayuntamiento, y otros sucesos notables ocurridos en aquellos sitios desde el desembarco del conquistador hasta la llegada del primer virey de la Nueva-España.

1519.-1535.

COMIENZAN

SAN los anales de Vera-Cruz con el acontecimiento mas notable de cuantos se encuentran registrados en las páginas de la historia del Nuevo-Mundo. El nombre que hasta el dia conserva esta ciudad y su fundacion, forman el prólogo ó la introduccion de un episodio tan interesante, cual lo es la conquista de México; de este episodio que, tanto por las estraordinarias proezas que se atribuyen á los diversos personages que en él figuran, como por la prontitud y facilidad con que llevaron éstos á cabo su intento, parece, mas que una historia, un cuento fabuloso de los tiempos de la mitología; y á la verdad que si fuese permitido á un pueblo el envanecerse con los gloriosos tí

tulos adquiridos por las personas á quienes debe su ecsistencia, Vera-Cruz podria muy bien lisongearse con orgullo de haberla recibido de un hombre estraordinario, del personage mas elevado entre los primeros europeos que trabajaron en las conquistas y civilizacion del continente americano, de D. Fernando Cortés.

El haber sido esta ciudad, improvisada por él, el punto donde hizo su desembarco en union de sus valientes compañeros de armas, al pisar el territorio del grande imperio mexicano, y donde meditó Ꭹ dió los primeros pasos para llevar a cabo la obra atrevida de convertir en una colonia de España esta parque en aquella época era sin duda la mas poblada, rica y poderosa del vasto continente descubierto por Colon, hacen que su nombre, eternamente unido al de aquel hombre famoso, á quien la historia tiene colocado entre los grandes capitanes de su siglo, participe en alguna manera de su celebridad.

te

La multitud de obras que, traducidas en diversos idiomas, han circulado por todos los pueblos civilizados de la tierra, refiriendo las estraordinarias hazañas que un puñado de españoles acometió en la conquista de México, hacen que no haya una sola persona medianamente instruida en la historia de América, que ignore los principales pasos dados por su caudillo para la consecucion de aquella empresa, entre los cuales figura necesariamente el nombre de Vera-Cruz como el de la primera ciudad fundada por éste en el suelo cuya adquisicion para la corona de Castilla debia ilustrar para siempre su memoria.

El presente capítulo, habiendo de limitarse únicamente à la narracion de los hechos ocurridos en las playas de Vera-Cruz, durante aquel estraordinario acontecimiento, dará á conocer las diversas escenas de que estos sitios fueron teatro en el gran drama de la conquista del antiguo imperio de Moteuczoma, en ese drama verdaderamente digno de estudio para todos los pueblos, porque en él se encuentra el ejemplo de una nacion compuesta de algunos millones de habitantes, dejándose subyugar por un corto número de soldados que, aunque dirigidos por una inteligen

cia no comun, y sostenidos por su propio valor y sufrimiento, debieron principalmente su espléndido triunfo á la ignorancia y embrutecimiento en que aquella se hallaba sumergida.

Hemos visto ya en la conclusion del primer capítulo de esta obra, el modo con que se desprendió de la isla de Cuba la pequeña escuadra mandada formar por su gobernador Diego Velazquez á las órdenes de D. Fernando Cortés, y ahora diré aquí brevemente cual fué el curso que siguió en su travesía, á fin de que se tenga una noticia de los puntos en que tocó y de los sucesos ocurridos en ella antes de su arribo á la bahía de San Juan de Ulúa.

Dirigida aquella escuadra por Anton de Alaminos y los demas pilotos que acompañaron á Juan de Grijalva en el viage que nueve meses antes habia hecho éste hasta la desembocadura del Pánuco, y siguiendo su mismo derrotero, tocó primeramente en la isla de Cozumel, donde Cortés, con el objeto de pasar una revista á sus fuerzas de mar y tierra, y con el de establecer el mejor órden posible para la continuacion de su marcha, se detuvo algunos dias, durante los cuales tuvo la fortuna de rescatar del poder de los indios al diácono español Gerónimo de Aguilar, quien por haber permanecido entre ellos ocho años, á consecuencia de haber naufragado en aquella costa viniendo del Darien á la isla de Santo Domingo, conocia ya bastante bien su lengua, y pudo por esto servir de intérprete entre sus compatriotas y aquellos indígenas.

Desde la isla de Cozumel se dirigió Cortés con su escuadra hácia la costa al norte de la Península de Yucatan, continuando por ella hasta la desembocadura del rio de Tabasco ó de Grijalva, adonde llegó el 12 de marzo; y habiéndose internado en éste con una parte de su gente, colocada en los buques mas pequeños y algunos botes, tuvo varios encuentros con los naturales, hasta que por último, el dia 25 de marzo empeñó con ellos un combate formal, en el que se asegura que perecieron mas de ochocientos indios, y que dió por resultado el que estos, desengañados por tan repetidos descalabros, de su impotencia para

luchar con los españoles, hiciesen las paces con ellos, y les presentasen algunos obsequios, entre los que figuraban veinte mugeres, que se repartieron entre los capitanes, siendo una de ellas la célebre Doña Marina, de la cual tuvo mas tarde Cortés un hijo, y que tan importantes servicios prestó á los españoles en la conquista de México.

De esta manera permaneció detenida aquella espedicion mas de un mes en el rio de Tabasco, ocupándose Cortés, luego que consiguió la pacificacion de todos los habitantes de aquellas comarcas, en someter á sus caciques á la obediencia del gobierno de España, y en persuadirlos á que adoptasen la religion cristiana, cuyo punto, si no era siempre el principal objeto, era sí el pretesto con que los conquistadores de aquellos tiempos justificaban todos sus procedimientos contra los pueblos gentiles.

Hecho esto, se puso de nuevo en marcha Cortés el lunes santo 18 de abril, siguiendo la costa hacia el norte, y á los tres dias de navegacion, esto es, el juéves santo, 21 de dicho mes, llegó al fondeadero de San Juan de Ulúa con toda su escuadra, la cual, como queda ya dicho en el capítulo primero de estos apuntes, se componia de once buques de diversos portes.

Veamos ahora cuàles eran todos los elementos de que se formaba aquella armada.

Comenzando por la capacidad de los buques que la componian, no obstante que Bernal Diaz del Castillo les da el nombre de navios, era demasiado reducida, pues el mayor de ellos, que era el que montaba Cortés, no tenia mas que cien toneladas, y aunque entre los restantes habia otros tres de setenta á ochenta, los demas eran tan pequeños que no tenian cubierta. Sobre uno de estos buques, que era la Capitana, donde venia el mismo Cortés, ondeaba el pabellon que este enarboló desde la isla de Cuba, en el que se veia una cruz roja sobre un campo blanco y azul, con esta inscripcion: Amigos, sigamos la Cruz, y si tuviésemos fé, en esta señal venceremos.

El número de personas que venia en ellos ascendia á mas de ochocientas, de este modo: quinientos ocho soldados, ciento nue

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