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Ailustre Ciudad è Iglesia de Lugo debia por sus anti-
guas grandezas y prerogativas haber tenido el prime
ro ò segundo lugar en la Obra de la España Sagrada, quan-
do se llegó à tratar en ella de las Ciudades e Iglesias que
se comprehendian en la Provincia de Galicia. Los Ro-
manos la ennoblecieron con la dignidad de Convento ju-
ridico, y los Suevos la condecoraron con los honores de
Metrópoli Eclesiástica, siendo en todo igual à la de Bra-
ga, y mereciendo por tanto, à lo menos, el segundo lu-
gar despues de esta Capital ensalzada con el dictado de
Augusta. Pero à pesar de tanta grandeza y gloria, ha te-
nido la desventura de haberse visto privada, no solo del
lugar distinguido que la correspondia como à Conven-
to juridico y Metrópoli, sino aun del comun à otras
Ciudades è Iglesias, de las quales se propuso el Maestro
Florez escribir, segun el órden que las daba su propio
nombre en el alfabeto. osas e la cup nia asesormosioso
No puede atribuirse á nuestro imparcial y desintere-
sado Escritor la falta de execucion de su propia idea en
esta parte porque consta de las cartas que tengo presen-
tesa
empezó à prevenirse en tiempo muy oportuno,
con el intento de formar el Tratado de esta Iglesia, y de
publicarlo inmediatamente despues del de la Iriense, con-
sagrando à sus memorias el Tom. XXI.
que las corres-
pondia. La verdadera causa de la interrupcion en el ór-
den propuesto fue la displicencia y oposicion que algunos
de los Señores Capitulares de Lugo, y con ellos el Señor
Dean, que lo era el Doctor Don Tomás Anguiano, lle-
vados de su pasion à los honores que juzgaban legíti-
mos de su Santa Iglesia, comenzaron à mostrar à los dic-
támenes, que el Autor de la España Sagrada habla sos-
tenido en los Tomos ya publicados; los quales les pa-
recieron incompatibles con los lucimientos de su misma