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Madrid y Diciembre 22 de 1643.

(Tom. 401, fól. 588.)

Pax Christi, &c. Padre mio: lo que hay de que avisar á V. R. es lo siguiente: el trueco del marqués de la Puebla con D. Fulano de Almada (1) se hizo el lunes pasado; diéronse rehenes de una y otra parte, y á la entrega fué el conde de Rivas. Hízose en una puente; salieron para seguridad dos compañías de caballos, y el Almada se fué con sus portugueses, y el marqués se incorporó con los nuestros. Hiciéronle una famosa salva; hubo grandes cumplimientos á la despedida, y los portugueses dijeron al de Rivas que ahora con estas paces universales habian de volver á ser hermanos como antes. Viene muy viejo el marqués, que años y pesadumbres rinden al mas alentado; ayer durmió en Casarrubios, y hoy entrará en Madrid. Dícese por cierto volverá á su oficio de presidente de Hacienda.

S. M. ha enviado un recado al príncipe lanzgrave (que le habia despedido para Alemania y tuvo un pedazo de armada estos años por su cuenta), y le dijo se detuviese, que le queria ocupar, y que le avisaria cuando estuviese dispuesta la materia en que se queria servir dél. Dícese vienen de Flandes 26 fragatas, y que le hacen general de ellas para que esté á vista de Portugal, siempre con ellas impidiendo el comercio.

Grandes preñeces hay de Flandes, fundadas en que el

(1) General portugués hecho prisionero en una de las entradas que el enemigo hizo por la frontera de Extremadura,

de Oranje está poco gustoso con los Estados, y que se inclina ó á paces ó á treguas por mucho tiempo. Así lo avisan. ¡Quiera Dios sea cierto! Vése viejo, y su hijo el mayor de solos 17 años, y debe de querer mirar por su casa y dejarle apoyado con el Emperador y con nuestro rey.

Ayer partió de aquí el P. Luis de la Torre para Cartagena, donde hay galeras para pasar á Italia. Va en ellas la marquesa de los Velez, vireina de Sicilia; el P. Asistente ha estado estos dias con calentura y sangrado dos veces; ya está mejor, pero no de suerte que pueda ponerse en camino; irá en otra ocasion, que habrá muchas con la de las guerras.

Monsiur de La Mota está muy espinado con los catalanes, porque los tiene por sospechosos y poco seguros, y ellos no están muy contentos con el trato de los franceses. Dícese intentaba recuperar á Cadaques, y que andaba juntando tropas de gente para este efecto. Al conde de Linares, general de las galeras de Sicilia, le han mandado asista con ellas en Cadaques para lo que se ofreciere.

Al conde de Siruela le dan grande prisa de parte de S. M. para que parta á su embajada de Roma. Hánle dado 40,000 ducados de ayuda de costa; pide mas, y alarga con esto y otras dificultades la jornada; debe de querer aguardar á la primavera.

El marqués Espinola viene de Génova por órden de S. M.; no se sabe el empleo que le darán.

Al cardenal Tribulcio han hecho de Consejo de Estado, y se dice partirá de aquí á Nápoles y asistirá allí para dos fines: uno el acudir á cosas pertenecientes al servicio de S. M., particulares que se le ha encomendado, y otro para estar mas cerca de Roma, si hay vacante.

A 15 de este mes sucedió en Medina del Campo, en nuestra casa, el caso siguiente. Habia habido fiesta aquel

dia en aquel colegio y el altar se habia aderezado lo mejor que se habia podido. Tenian en él entre otras cosas 18 candeleros grandes de bronce de muy linda hechura y plateados, de suerte que quien los viese y no supiese el fundamento los juzgara por de plata. Al anochecer, el padre rector de aquel colegio, entrando á visitar el Santísimo Sacramento, vió en la iglesia un estudiante grande y que no era conocido. Al salir, se pasó por la sacristía y le dijo al hermano sacristan que cerrase las puertas y reconociese la iglesia, que habia visto allí un estudiante y que no le parecia estaba con tanta devocion como pedia aquel lugar. El hermano sacristan recorrió la iglesia y no halló al estudiante; cerró sus puertas y llevó las llaves al superior, como es costumbre. A la mañana, yendo un padre á tener oracion á la iglesia, vió el altar descompuesto Ꭹ sin candeleros; avisó al sacristan que vino bien afligido, recorrieron la iglesia, hallaron descerrajadas las puertas y que faltaban 18 candeleros y que el Sagrario estaba sin custodia, que se la habian llevado teniendo dentro mas de 300 formas. El sentimiento del padre y hermano fué grande sobremanera; avisaron al P. Rector y luego corrió la voz por la casa, y en un credo se juntaron todos en la iglesia con la turbacion y lágrimas que pedia verse sin la compañía del Santísimo Sacramento. Estuvieron grande rato en oracion pidiendo á nuestro Señor consejo y remedio en tan grande afliccion, y el P. Rector juntando á los PP. ancianos de aquel colegio, consultaron qué debian hacer en aquel caso y por consulta se resolvió diesen parte al corregidor y al abad mayor ó vicario, y cada uno por lo que le tocaba empezaron á hacer grandes diligencias en todo el lugar. Luego que se supo se doblaron todas las campanas, y cayó tal sentimiento en todos los del pueblo que no hubo persona que no se ocupase en la forma que le era posible en hacer alguna diligencia.

Bien acaso entró uno del pueblo en una casa pobre, y contó lo que pasaba, y preguntó si tenian alguna noticia de algun forastero ó del lugar, que le hubiesen visto con alguna de las cosas que se habian hurtado; y una niña bien pequeña dijo que allí habia entrado uno que parecia clérigo, y traia muy guardada una cruz entre unos papeles, y que se la habia enseñado á ella, y que era muy linda. Preguntáronle las señas, y tuvieron rastro donde posaba y dieron con él; cogiéronle y reconocióle la muchacha, y la turbacion dió á entender era él el malhechor. Traia la cruz pendiente de la cinta entre la camisa y jubon, y desnudándole se la hallaron. Confesó de plano y dijo se habia comido las formas; que la custodia estaba enterrada en cierta parte, y los candeleros en otra. Juntóse toda la clerecía y religiones y todo el pueblo, y dejando al malhechor á buen recaudo fueron en procesion al lugar donde estaba la custodia enterrada, y la sacaron, que tenia dentro tres partículas bien grandes y la llevaron á nuestra casa con todo este acompañamiento y grande cantidad de luces. Hubo grandes fiestas; dándose todos el parabien unos á otros de que se hubiese descubierto el robo, y los sacristanes se hicieron rajas repicando las campanas. Esto estaba en este estado, cuando vino el aviso á Madrid. Mañana vendrá el correo de Castilla y sabremos mas en particular lo que ha confesado el malhechor, si hay cómplices, ó si es de los cristianos nuevos que de ordinario suelen ser los que hacen atrevimientos, ó algun hereje, que á no serlo no parece pudiera tal desacato caer en persona que tenga fé. Dios nos guarde y ayude á V. R. y dé muy alegres Pascuas y años. De Madrid y Diciembre 22 de 1643. Sebastian Gonzalez.-Al P. Rafael Pereyra, de la Compañía de Jesús, en Sevilla.

Madrid y Diciembre 23 de 1643.

(Tom. 101, fól. 592.)

Pax Christi, &c. El señor cardenal Borja escribió al P. Asistente, dándole cuenta de su llegada á Sevilla. S. R. le respondió y remitió la carta del P. Juan Mendez para que se la diese á su eminencia, y como V. R. avisa ahora que el P. Juan Mendez ha estado peligroso, teme el P. Asistente que con su enfermedad se haya perdido la carta y no se haya dado, porque no ha tenido aviso el P. Mendez del recibo habiendo pasado tantos dias, y así el P. Asistente pide á V. R. sepa del P. Juan Mendez ó de quien sea asistido en su enfermedad, qué se ha hecho de esta carta, porque seria una gran falta, y juntamente diga V. R. al P. Juan Mendez lo que se huelga de que se haya librado del mal, de que no tenia noticia.

V. R. avise en el primer correo de esta diligencia que me encomienda el P. Asistente.

Olvidóseme escribir la respuesta á las preguntas que V. R. hace en la suya, en otra que tengo escrita hoy mas larga, y así irán aquí por apéndice.

Del papel que V. R. dice ha salido aquí en defensa de la Compañía contra Espino y consortes, no he tenido noticia, y creo si fuera cierto que se supiera en casa, y así me persuado que no tiene fundamento; mas estaré con cuidado, y si le hubiere lo remitiré.

En lo de San Plácido no hay cosa ninguna cierta. Estos dias atrás se dijo que las monjas habian hecho varias súplicas por diversas personas á la Reina nuestra señora, para que no se prosiguiese en su causa, y que la Reina habia consultado con el obispo de Segovia, que es el P,

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