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, y otras cosas, á mas grandes precios de lo que valen."

ARAGON.

No fueron menores los progresos del luxo en los Reynos de la Corona de Aragon, que en los de Castilla. Las conquistas de Mallorca, Sicilia, y parte de la Calabria, y Basilicata, y las prosperidades casi no interrumpidas de los tres Reynados de D. Jaime I, D. Pedro el Grande, y D. Alonso III, havian llevado la gloria de las armas Aragonesas, y hecho respetable su nombre á las naciones mas remotas. D. Pedro solo mantuvo guerra en 1284, contra la Francia, Napoles, y otras Potencias de Italia, auxîliadas por el Santo Padre: y destruyó en el siguiente de 1285, un exército Frances de 200 hombres de acaballo, 800 infantes, y una armada de 120 bajeles. Apenas se podrá señalar en aquella edad exemplar de otra empresa mas gloriosa. Vista esta > y otras expediciones de aquel tiempo, desde luego se puede creer muy bien, que ni Zurita exâgera nada quando dice, que los Reyes de Aragon quedaron por Señores de la mar; ni el Padre Mariana, quando asegura que D. Alonso III, sucesor del Rey D. Pedro, tenia en su mano la paz, y la guerra, por sus fuerzas,

y por los grandes Príncipes que estaban detenidos en su poder.

Estas fuerzas consistian principalmente en el talento de los Reyes, y en la forma de la constitucion, que en Aragon era de las mas aptas para alentar el valor, y el patriotismo. Mucho puede en todo tiempo la política, y el saber manejar los hombres, é inspirarles los sentimientos convenientes á los designios que se proponen los que los gobiernan. Así se han visto pequeñas naciones trastornar grandes Imperios, y derribar en corto tiempo colosos que se han tenido por incontrastables.

No obstante, el nervio principal de los Estados han sido siempre las riquezas. No las riquezas adquiridas á un golpe de mano, esto es, por conquista, por herencia, por usurpacion, ni por otros medios menos decentes. Estas son como el dinero que se gana al juego, que casi nunca luce. Las riquezas de la Corona de Aragon, consistian entonces en la industria de sus naturales, particularmente de los Catalanes, y en el vasto comercio que estos hacian con todas las demás naciones conocidas.

En las Memorias Históricas del Comercio, Marina, y Artes de Barcelona, se encuentran los datos mas seguros, é incontestables para formar el debido conocimiento de la grande extension del comercio de los naturales de aquel principado; particularmente des

de fines del siglo XIII. Las providenaias á que principalmente se atribuyen los grandes progresos del comercio en algunas naciones modernas, se vieron ya expedidas por los Reyes de Aragon, á solicitud de los activos, é industriosos Catalanes. La famosa acta de navegacion, que se tiene comunmente por la época de la grandeza de Inglaterra, se vió mas de quatrocientos años antes practicada en Cataluña. En 1227, D. Jaime I. prohibió á toda embarcacion extrangera el tomar cargamento para Suria, Egipto, y Berbería, en Barcelona, mientras huviera en su puerto nave nacional dispuesta, y propia para aquel viage: se repitió en 1454. En 1268, tenia ya el comercio de aquella Ciudad puestos Cónsules en todas las plazas principales del Archipielago, Grecia, y partes de levante. En favor de las fábricas nacionales

recargaron varias veces de derechos las extrangeras. En 1443, se mandó que nadie pudiera vestir otros paños que los del país, con otras infinitas Ordenanzas que despues han adoptado las demás naciones comerciantes. El luxo, la industria, y el comercio son tan correlativos, que apenas puede encontrarse lo uno sin lo otro. Por que, cómo puede haver industria, ni comercio sin consumos, ni multiplicarse estos, si la imaginacion, y el capricho no aumentan las necesidades naturales, haciendo necesario lo superfluo, y

precision la conveniencia? Un pueblo que se contente con lo necesario nunca será comerciante, ni industrioso: y el que lo sea, nunca dejará de abundar de grande luxo. Por esta regla, en Aragon no podia menos de haver entonces mucho luxo. Añádanse á esto, respecto de aquel Reyno, las causas que hemos insinuado en los capítulos antecedentes: el mayor trato con los Italianos: las expediciones en el Asia, que en todo tiempo ha sido la fuente del luxo mas extraor¬ dinario; las ocasiones públicas de ostenta cion, y lucimiento, &c.

Aun quando la historia no suministrara hechos ciertos que comprobaran la exâctitud de estas observaciones, bastaria el conoci miento del corazon humano , y de los notables acaecimientos de que hemos hecho ya mencion, en prueba de la verdad que vamos exponiendo. Las causas morales, lo mismo que las fisicas, en todas partes, y en todos tiempos producen sus efectos, en razon de su actividad, y de la mayor, ó menor resis

tencia de las circunstancias. Y así un filósofo no necesita de la historia, para convencerse de que los hombres en todos tiempos han tenido unas mismas inclinaciones, y unos mismos vicios. Pero por desgracia, la mayor parte de los mismos hombres, governándose mas por el exemplo que por la razon, necesita de hechos para convencerse, y de otro

modo duda de aquello mismo, cuya verdad conoce, ó pudiera conocer, escuchando á la

razon.

Ya se ha hecho mencion de la Ley suntuaria expedida por D. Jaime I en 1238, por la qual consta el gran luxo que havia entonces de ropas de oro, y plata, sedas, mesas, criados &c. Es muy verosimil que no se cortó con aquella ley. En 1286, se trató con muchas veras, y gran porfia, segun dice Mariana, de reformar los gastos de la Casa Real.

Las fiestas hechas en el mismo siglo, al recibimiento del Rey de Castilla en Valencia; y las de Zaragoza, con motivo de la coronacion de D. Alonso III en 1286; cuya descripcion nos conservó Montaner (1), que asistió á ella, manifiestan un aparato, y ostentacion, de la que apenas se podrán señalar exemplares en estos últimos siglos. Ade más de varias personas Reales, y ricos hombres, cuyo acompañamiento pasaba de 300 hombres de acaballo; de Valencia fueron seis diputados, los quales llevaban hasta 112 hombres de comitiva, y cada uno de los seis tuvo mesa de Estado, desde el tiempo que duraron las fiestas; gastaron entre otras cosas ciento y cinqüenta blandones de cera de

(1) Chronica, ó descripcio Rey D. Jaume. cap. 23. 295. dels fets, é hazanyes del inclit 296.

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