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es un proyecto quimérico, inútil, y aun acaso perjudicial. Quando las naciones estan haciendo los mayores 'esfuerzos para enriquecerse, y sobresalír entre las demás: quando para esto desentrañan los mas remotos, y ocultos senos de la tierra: quando procuran dar á su comercio la mayor extension posible: quando, no solamente permiten el exercicio libre de las artes afeminadoras, y de puro luxo, sino que buscan, protegen, y premian abundantemente á los inventores, y artistas mas acreditados en ellas: los

celebran, y admiran sus obras con entusiasmo; ¿no es una inconseqüencia notoria el prohibir con graves penas, ó limitar por otra parte el uso de las mismas ? El mayor estímulo de las artes, de la industria, y el comercio, consiste en la multiplicacion

de los consumos. Qualquiera ley, qual quiera órden que disminuya estos es un golpe indirecto contra las artes, y contra el objeto que se proponen los Soberanos en su fomento. Sin cond sumos no hay despacho de los géne ros. Sin despacho les falta á los artistas la paga de su trabajo: se fastidian de un exercicio que no les dá con que subsistir, y mantener sus obligaciones respectivas: dexan los oficios, y se abandonan á la ociosidad, la indolencia, la poltroneria, y la mendicidad; vicios por lo menos tan malos, y perjudiciales como el mismo luxo, y los que de él resultan.

De todos ellos pueden ser causas parciales, é indirectas las Leyes Suntuarias contra la intencion de los Soberanos que las expiden, y de los magistrados que las consultan. Porque

prohibiendo el uso de algunos géneros comerciables, y mucho mas si se fa brican en el país, disminuyen el nú mero de ocupaciones útiles, y lucra tivas, con las que los pobres pueden vivir comoda, y honradamente; circunscriben los límites á que puede extenderse la industria, y el ingenio; y amortiguan el estímulo mas fuerte del trabajo, que consiste en la esperanza del buen despacho, y paga de las manufacturas.

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No obstante estas consideraciones, nada metafísicas, ni sublimes sino obvias, y accesibles á los talentos mas vulgares, se ven Leyes Suntuarias pro mulgadas, y repetidas en las naciones que se tienen por mas cultas, y en todas formas de gobierno. Se ven en las repúblicas, y en las monarquías: en los estados ricos, y florecientes

y en los míseros, y desdichados. Sin hablar ahora de los Romanos, ni de otras naciones, en mas de quinientos años que han corrido desde D. Alonso el Sabio, hasta nuestros dias, apenas ha havido quatro ó seis Reynados en que no se hayan expedido varias en España. Ni la experiencia de su' ineficacia para contener el luxo ni la vista de los daños que por otra parte estaban produciendo, ni las diferentes circunstancias en que se ha encontrado la nacion por todo este tiempo, de suma opulencia, y de extremada pobreza, han sido suficientes para variar la legislacion en esta parte, á lo me nos hasta éstos tiempos últimos. Tan frequentes fueron en los Reynados de Carlos V, y de Felipe II, en los que España daba la ley á toda Europa, por la superioridad de sus fuerzas , coma

en los desgraciados de Felipe III, IV, y Carlos II (1).

Esta práctica ha dimanado sin duda alguna de la falta de la historia. Por que cómo es creible, que si se huvieran tenido presentes al tiempo de expedir

(1) El Sr. D. Francisco Cabarrùs, en la nota octava al Elogio del Excmo. Sr. Conde de Gausa, escribe lo siguiente:,,Es menester contar mucho con la ignorancia, ó el sufrimiento del público, para atreverse á citarnos por modelo el siglo pasado aquel siglo tan costoso á la Monarquía, y cuyos funestos efectos estamos aun padeciendo en gran parte. Se abre por la quiebra del Banco de Sevilla: desde entonces el dinero se substrahe á la circulacion; la Corona empeñada en guerras continuas, tiene que pagar á un precio excesivo los socorros que necesita, y que antes la proporcionaba su credito se carga de juros sobre el pie de 10, de 12 > y mas por 100. No bastando este recurso, las trabas, los arbitrios destructivos de toda espe→ cie, dan el último golpe á la labranza, y á la industria: la freqüente alteracion de la moneda hace desvanecer los restos de confianza que havian quedado y quando apura

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