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« experimento de Boyle. De él resulta que una onza de asafétida « perdió en un minuto 1/9,120° de grano, lo que da por cada par«tícula, suponiéndolas todas á igual distancia en una esfera de <«< cinco piés de rádio, el volúmen de /10,000,000,000,000,000° de pul«gada cúbica; pero hállanse realmente mas apretadas hacia el cen<«tro siguiendo la razon inversa del cuadrado de la distancia, lo que hace que su volúmen no sea mas que de 38/1,000 «de pulgada cúbica.» (Véase mi-Compendio de fisiologia humana. Olfato).

1,000,000 10 0 0 0 0 0 0.0 0 0 0 0

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Todos los cuerpos dejan escapar una parte de su sustancia, así los metales como las capas terrestres; los terrenos movibles de la superficie, los estanques, el mismo bielo, les monumentos del arte, todo deja escapar moléculas; y su tenuidad, su infinita pequeñez las hace aun impalpables al análisis químico. Así, pues, un pedazo de cobre paro, cuyas moléculas son odoriferas, podria dejarlas escapar durante largos años, y sin que pudiese proharse su existencia en el ambiente, y sin que el pedazo de cobre hubiese disminuido su peso de una manera sensible á los instrumentos mas delicados.

Los experimentos de Hales, sobre la vegetacion de las plantas, prueban que estas no absorben de la tierra sino moléculas de paso, si es lícito expresarse así: está bien probado que el incremento de un vegetal no disminuye al parecer el peso de la tierra de donde sale. Unas semillas hechas germinar en polvos minerales muy puros, y que absolutamente no sirven para la accion vital y asimilatriz de los vegetales, como el azufre sublimado, la manganesa, los óxidos de estaño, etc..., y regados solamente con agua destilada, producen tallos y hojas que contienen los mismos principios que si hubiesen germinado en buena tierra, es decir, carbono, potasa, silice, hierro, etc..., sustancias todas que solo pudieron ser absorbidas del ambiente. Los experimentos de Schrader, Braconnot, Gréeff, Thenard, no dejan duda posible sobre esto. Parece tambien que los abonos obran principalmente sobre los tallos y las hojas de las plantas por medio de la exhalacion, á través del terreno, de las moléculas que resultan de su descomposicion.

De otro lado, se ha probado la formacion de muchos cuerpos

en la atmósfera. Habiendo analizado Mr. Liebig diez y siete muestras de agua de lluvia tempestuosa, halló en todas ellas ácido nítrico combinado con cal y amoníaco. Con frecuencia se han observado lluvias coloradas. La famosa lluvia de París y de Orleans estaba colorada de rojo por el óxido de hierro. Algunos años antes, dos químicos de Bruges manifestaron que la lluvia azulada que cayó en Blanckenberg, en 2 noviembre de 1829, contenia cobalto. Un hecho mas notable todavía es el publicado por Mr. Nélioubin, quien observó en 1825, en el círculo de Sterlatamak, un granizo, cuyos granos contenian un núcleo compuesto de seis especies de metales; el hierro era el que dominaba. (Anal: de química y de fis., tom. 12 y 39).

En fin, está física y mineralógicamente demostrado, que las corrientes cósmicas introdujeron sustancias minerales á través de diversas rocas, dejándolas tambien en las grietas de la costra terrestre en que han formado los mas ricos depósitos metálicos que se explotan en varios puntos del globo. (Véase Vetas metálicas, en el cap. IV).

Auroras cósmicas. Así denomino el fenómeno conocido bajo el nombre de aurora boreal, porque no solo se le observa bajo el polo boreal, sino tambien bajo el polo austral; así es que mas bien deberia llamársele aurora polar: pero este nombre tampoco es exacto, puesto que las auroras cósmicas se observan bajo las zonas templadas, y aun por toda la tierra, no obstante que van siendo mas raras á proporcion que se está mas inmediato al ecuador.

Los antiguos, que nos dejaron la descripcion de las auroras cósmicas, al parecer escribieron bajo la impresion del terror que. les inspiraba este fenómeno luminoso. Lycostheno veia en él sangrientos combates entre animales feroces, ejércitos que se destruian entre sí, brillantes espadas, cabezas diformes, una fantasmagoría diabólica, en una palabra, mil ilusiones capaces de espantar la imaginacion. Hé aquí lo que, en 1575, contó Cornelio Gemma: Despues de hablar de dos vastas columnas de luz que se levantaron en dos puntos opuestos del horizonte, y de una multitud de rayos que salian de sus lados y se cruzaban entre sí cambiando rápidamente de direccion, dice: «Las lanzas y las llamas

«subieron de todas partes hasta la mitad del cielo; desde luego << alcanzó el incendio desde el abismo del Norte hasta el zenit, hí«zose universal, y elevóse un mar de fuego con grandes oleadas «desde el fondo de aquel abismo infernal.»

Dícese que en el dia el pueblo cree que este fenómeno es ocasionado por las almas de los antepasados, que vienen á visitar su país natal; la ciencia solo ve en él manojos de luz que salen de todas partes del horizonte, para reunirse al Este y al Oeste en dos inmensas colunas. Estas colunas se elevan poco á poco, con majestuosos empujes, para formar un extenso y brillante arco que ilumina algunas veces durante toda la noche un vasto espacio de terreno. Este fenómeno va ordinariamente acompañado de diversas irregularidades de luz y de singularidades muy curiosas; es tanto mas resplandeciente y completo, cuanto mas se le observa cercano á los polos: es allí tambien de tal manera frecuente, que Mr. Lottin, en el invierno de 1838 à 1839, observó 143 durante 206 dias, en Bessekop, á los 70° de longitud boreal. De esas 143 auroras boreales, se vieron 64 durante los 70 dias de noche continua que reina en Bessekop desde 17 noviembre hasta 25 de enero; de suerte que la luz de las auroras en aquellas regiones glaciales suplia á la del astro del dia.

Las teorías modernas no han podido llegar á dar una explicacion suficiente de los fenómenos luminosos, y en particular del que nos estamos ocupando, porque las dificultades que presentan á punto de vista de la multiplicidad de los agentes de la naturaleza, solo pueden desvanecerse ante la unidad del agente bíblico. Así es, que en mi teoria su aplicacion es muy sencilla; está en armonía con todos los hechos científicos, y hállase apoyada por todas las observaciones de los sábios, y en particular por las de Mr. Faraday, quien atribuye las auroras boreales á las corrientes eléctricas. Es, pues, de admirar que Mr. Koppelin, en su Curso de fisica muy reciente, se limite á decir sobre las auroras boreales, que «la gran cantidad de luz proviene de que, en aquellas ele«vadas regiones de la atmósfera, los relámpagos se disipan en <«manojos de fuego.» (Pág. 361).

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Las corrientes cósmicas que radian en el espacio, cargadas de moléculas elementares, no deben producir ningun fenómeno sen

sible en tanto que no convergen; pero desde el momento que llegan á converger, debe haber produccion de luz sensible por la combinacion de las moléculas que se mueven bajo su impulso. Estas corrientes son tanto mas poderosas, cuanto la superficie se halla mas inmediata al centro. Serian cási iguales por todas partes, si la tierra tuviese la forma de una esfera perfecta; pero no es así. La tierra está de tal manera aplastada en los polos, que la superficie en estos se halla siete leguas mas inmediata al centro que bajo el ecuador; en los polos, pues, las corrientes cósmicas, ó, si se quiere, fotogénicas, serán mas activas que en cualquiera otra parte; síguese de ahí que las auroras boreales serán mas frecuentes y mas luminosas en los polos, y por consiguiente la actividad de las corrientes siempre atraerá mas las corrientes parciales y nos dará la razon de la direccion de la aguja magnética. Esta direccion, que es constante hácia los polos, estará sujeta á desvíos y alteraciones siempre que la aguja imantada sufra otra influencia que la de los polos, y sobre todo la del rayo, de las auroras boreales de las zonas que mas o menos se apartan del ecuador, etc... Esta consecuencia es de la mas alta importancia para la ciencia y debe servir de regla para el estudio de las líneas isothermas y las alteraciones de la brújula.

Otra consecuencia, por último, que no haré mas que mencionar, es la de la gravedad de los cuerpos mayor en los polos que en el ecuador, á causa del aplastamiento de los primeros. Volvamos á nuestro asunto.

El célebre Mr. Cauchy supone que la luz es producida por los movimientos ondulatorios del éter en las superficies superiores de las atmósferas de los astros. Esta ingeniosa idea mereció mucho aplauso, porque tiende á investir al éter del brillante papel de agente casi universal. Pero es evidente que los fenómenos luminosos no se verifican únicamente en las superficies; y, en todo caso, no es aplicable esta teoría á las auroras boreales, porque este fenómeno pasa en la atmósfera y mas allá de ella. (Véase Relaciones dadas á la Acad. de cien. de Paris 1.er semestre, 1845).

La aurora boreal es todavía más inexplicable en la teoría de Mr. Valz, pues que se funda en la hipótesis de la resistencia impenetrable del éter en los cuerpos celestes, y aun en los cometas y

en las atmósferas de los astros. Por otra parte esta hipótesis se halla en contradiccion con los fenómenos físicos y químicos mas justificados.

Es menester convenir en que no son pequeñas las discordancias de la ciencia sobre la produccion de la luz fenoménica, recordando las demás teorías emitidas hasta hoy, y de las que nada diré, porque aun satisfacen menos que las que dejo mencionadas. Así fue, que el ilustrado Ampère en vista de tan graves dificulta des, sintió la necesidad de atribuir semejantes fenómenos á la unidad de un solo agente, confundiendo al éter con la electricidad. Esto es lo que le obligó á decir: «El fluido etéreo no es otra <«< cosa que el doble flúido eléctrico.» El estudio de la naturaleza, segun los datos de la Biblia, le hubiera conducido á la resolucion del problema.

Débese, pues, dejando á un lado las incertitudes de la ciencia, reducir el éter al espacio, ó extension de materia reducida á su mayor estado de tension y de tenuidad, y decir que la atmósfera no es sino el espacio impregnado de materia elementar y de las emanaciones mas groseras de los cuerpos. Será entonces en la atmósfera donde pasarán los fenómenos luminosos comunes, es decir, solares; y como el fenómeno tiene lugar entre átomos simples, absolutamente invisibles, siguese de ahí que la luz producida es entera y perfectamente difusa. En efecto, desde la cumbre del Monte-Blanco, se ven las estrellas á la mitad del dia, el espacio se cubre con un velo de color mas subido, y parece que el observador se halla sobre la region luminosa. Esto se hace todavía mas perceptible á los aereostatas. Los viajantes aéreos, que Hegan á las regiones mas elevadas, experimentan allí todos los accidentes causados por la rarefaccion del aire, producida por la raridad de las partículas cósmicas; de otro lado, el espacio paréceles sombrío, y las estrellas brillan á pesar de la presencia del sol mas vivo. Debajo de ellos, parece que la luz sale de todos los puntos de la superficie de la tierra, y que les envia los últimos rayos del calor que produce.

Es preciso, pues, admitir que el fenómeno luz es producido en todas partes en que las corrientes de la fuerza lumínica, positivas del sol y negativas de la tierra, cambian sus acciones, porque hay

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