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SV.-Vegetales.

La tierra está cubierta de una rica capa de limo húmedo y por consiguiente impregnado de cierta proporcion de las sales que las aguas arrastraban á su retirada. La vegetacion va á hallar en ella todas las condiciones de desarrollo y de prosperidad que una luz abundante vendrá á completar. Así respondo á los deseos de Mr. de Candolle de ver un dia cómo la ciencia demostraba que ya existia una luz suficiente en la época de la aparicion de los vegetales. Hablemos desde luego de estos.

Me parece muy sencillo y racional el pensar, que una vez producido el agente vital universal para la organizacion de la materia, Dios no hizo sino modificar la accion sobre ella para formar todos los seres de la naturaleza. Esta opinion queda corroborada por las observaciones de la física y de la química.

Es precisamente por medio de la radiacion, por la línea recta, como se manifiestan todas las propiedades minerales de la materia. El calórico, la luz, la electricidad, el magnetismo, se propagan en línea recta; y como por un tránsito à un estado de cosas mas perfecto, pueden ya probarse en ella acciones concentrantes. El hombre mismo puede hacerlas nacer y aun converger en círculo en las corrientes fotogénicas de la pila. En fin, podemos contemplar corrientes convergentes en el fenómeno de la aurora boreal y en las acciones concentrantes de las órbitas sidéreas. Y en realidad, la polarizacion de la materia, es decir, la doble propiedad de acciones positiva y negativa de cada átomo, es la base de la vida mineral y el eje del círculo de la existencia. Y mientras que el Criador dota á la fuerza lumínica de una accion centralizadora, especial, verémos surgir, de una elaboracion particular, moléculas elementares, nuevos seres, indivíduos que viven por sí mismos, y que en pequeño ofrecen los fenómenos del universo, y considerarémos los vegetales como formando la primera série conocida de esas individualidades. Podemos creer tambien que los vegetales fueron creados en estado de perfeccion orgánica, en estado adulto.

Es muy difícil abstenerse de buscar en estas ideas la verdade

ra naturaleza de los vegetales, cuando se considera que son dados por la Escritura como una produccion de la tierra: Germinet terra herbam virentem et facientem semen, et lignum pomiferum, etc... (Gen., 1, 2). ¿No se diria que los vegetales salieron de la tierra por efecto de las corrientes cósmicas que siempre se elevan hácia el astro positivo de nuestro sistema, el sol? La posicion de este astro sobre el horizonte es la que determina la actitud de las flores sobre sus tallos, pero particularmente de la mayor de todas, la del heliotropio. La presencia del sol mantiene tiesas las plantas mas delicadas y las afirma sobre sus frágiles tallos. El mismo astro es quien, presentándosenos cada dia por el Oriente, determina las circunvoluciones de las enredaderas en torno de los cuerpos con que se enroscan. Es él, en fin, quien atrae por las ventanas y aberturas de los invernaderos y de las grutas las plantas que en ellos crecen.

Es la influencia positiva del sol la que determina el impulso de los tallos hácia las alturas de la atmósfera, es la influencia negativa del globo terrestre la que hace que las raíces se arraiguen en las profundidades de la tierra. Parece que esta razon fue desconocida por Mr. Payen. (Acad. de cienc., ses. de 6 nov. 1845). Sin embargo, está perfectamente demostrado que todo aquello que en la naturaleza es exterior, es decir, que está expuesto á la influencia positiva del sol, goza de la accion positiva relativamente á lo que es interior ó sustraido á la influencia solar; y vice versa que todo aquello que es interior está dotado de la accion negativa. Estas proposiciones no sufren excepcion. Hasta en los animales, la piel y los órganos perisféricos son positivos, mientras que los órganos interiores y la piel interna (membranas mucosas) son negativos. Así resulta de los experimentos del Dr. Donné. (Véase su excelente Curso de microscopia).

No causan admiracion estos fenómenos cuando se sabe que todo vegetal está compuesto de celdillas embebidas de jugos y de partículas minerales, y que todo pasa en ellos como en un aparato fotogénico de muy pequeña tension. El movimiento circulatorio de las moléculas elementares, y la asimilacion por intus-sucepcion son el resultado de esta centralizacion y de la accion componente y descomponente de las celdillas. ¿No está probado por

otra parte que todos los actos de los vegetales, así como los de los animales, desarrollan electricidad y tambien calor? ¿No es sabido que la electricidad y la luz favorecen y activan las funciones de todos los seres organizados? Así lo demostraron los experimentos de Mr. Pouillet, los del sábio abate Nollet, de MM. Jallabert, Davy, Becquerel, etc... Y hé aquí un hecho notable, comunicado á la Academia de ciencias por Mr. Baric de la Haie: «En «el mes de julio último (1835) cayó un rayo en uno de los ála<«<mos que forman la avenida de su propiedad; rompiéronse algu<«<nas ramas de la cima; el flúido eléctrico siguió el tronco de ar«riba abajo, á la parte del Norte, sin maltratar la corteza, y se «hundió al pié, en la tierra en que levantó dos grandes montones. <«< Aquel árbol tenia entonces un pié de circunferencia, y tiene dos «<en el dia (ocho meses despues), mientras que sus inmediatos han <«< conservado el mismo grosor. El árbol engrosó tan de prisa, que «Mr. Baric acaba de observar en su corteza una raja por donde la sávia fluye en abundancia.» (Sesion de 25 abril 1836).

Dios organizó perfectamente los vegetales, y sucesivamente todos los demás seres; para que pudiesen desempeñar el papel que les encargó. Bajo este concepto, no hay, ni puede haber organizacion mas o menos perfecta. Todas las criaturas alcanzan su fin por medio de los órganos y valiéndose de medios perfectamente convenientes. Así es, que el papel de los vegetales, del mas simple al mas compuesto, desde la yerba hasta la encina, independientemente de su utilidad general para el hombre, es el de preparar la materia mineral á la asimilacion de los cuerpos animales; á ser el laboratorio viviente de la naturaleza, ó su filtro, como dice Buffon.

Así, pues, no creo deber tomarme la pena de refutar aquí la absurda doctrina del progreso continuo, es decir, del tránsito de un tipo á otro por el perfeccionamiento sucesivo del organismo, que del infusorio habria formado una rana, una marmota, un hombre, pasando por mil estados intermedios. Por otra parte, Mr. Fourcault refutó victoriosamente este sistema extravagante é insensato; por lo demás se halla en el dia enteramente abandonado; pero la mayor parte de los sábios le han sustituido el de la aparicion sucesiva de los vegetales, empezando por la organizacion mas simple.

Este fue, á la verdad, el primer dogma de la geología, el resultado de sus primeras investigaciones en los pequeños y estrechos escondrijos de las profundas capas que le proporcionaron los mineros ingleses, alemanes y franceses; se le apoyaba en la incandescencia original del globo, en las creaciones y catástrofes sucesivas de que fue teatro su superficie, y todas estas hipótesis se daban la mano mútuamente: pero pasó el tiempo para todas, y se hallan en el dia despreciadas. Un estudio mas extenso é imparcial de las capas terrestres ha revelado hechos que ya no permiten á la geología valerse de un lenguaje contrario á la narracion de Moisés.

Limitemos á esto cuanto tenia que decir sobre los vegetales y volvamos á la Cosmogonía.

Autores bien intencionados, sin duda, pero engañados ó seducidos por una ciencia limitada y mal sentada, han creido que podian negar la existencia de la luz durante los tres primeros dias de la creacion, á pesar de la positiva asercion de Moisés, y esto porque les pareció muy difícil poder iluminar sin sol al mundo de entonces. La dificultad, como se ve, era muy grave desde el punto de vista de estos autores. Lo es tambien de tal manera para los cosmogonos mas modernos, que prefieren creer la existencia de los vegetales sin luz. Ninguna de sus teorías ha podido aceptar pura y simplemente y explicar categóricamente todos los hechos cosmológicos y bíblicos. En mi concepto, es de suma evidencia que no todos los vegetales tienen igualmente necesidad de la influencia de la luz sensible. En tanto que un fuco, animado simplemente por la fuerza lumínica que dirige los actos hasta de su nutricion, se desarrolla y crece en el mar á una profundidad de centenares de metros, sin que pueda alcanzar allí la luz del dia, un manzano moriria pronto en la oscuridad; y es constante que, si ciertos vegetales crecen á la sombra incompleta de los bosques, otros no pueden subsistir sino recibiendo de lleno el sol y el aire.

Es menester, pues, fijar sobre otro punto la cuestion de la luz, puesto que la tierra quedó alumbrada desde el momento de ser creada la luz: et facta est lux.

S VI. - Polvo cósmico. — Auroras cósmicas.-Luz de los tres primeros dias de la creacion.

Dije, que para que haya produccion de luz sensible es menester que se verifique una composicion ó una descomposicion entre las moléculas elementares. Es preciso por lo tanto probar la existencia de estas moléculas elementares, ó polvo cósmico, y hacer ver que hay causas poderosas que las impelen incesantemente á varias combinaciones.

Polvo cósmico. Los físicos y los químicos comprenden, bajo el nombre de polvo atmosférico ó cósmico, los átomos y las moléculas diseminados por el espacio y cuya existencia está probada de algunos años á esta parte por un cúmulo de hechos.

Al empezar este capítulo dije algo sobre la extremada é inconcebible divisibilidad de la materia. Debo dar de ello una idea mas clara. Ya dije en mi Fisiología, hablando de los olores, que estas emanaciones de los cuerpos son invisibles é intangibles, y que la excesiva tenuidad, la expansibilidad y la divisibilidad de las moléculas que las constituyen son extremadas y absolutamente impalpables.

Haller dice que conservó, durante cuarenta años, unos papeles que fueron impregnados por un solo grano de ámbar, y que despues de tan largo tiempo, nada habian perdido de su olor. Este grande observador calculó que cada pulgada de su superficie estuvo perfumada por 1/2,691,064,000° de grano de ámbar, pues que esta superficie se valuó á 800 piés. «Hay un cierto número de <«cuerpos cuyo olor se hace sentir á muchos piés á su alrededor : «<luego estos cuerpos exhalan partículas á lo menos en todo este « espacio, y suponiendo que solo haya una de esas partículas en << un cuarto de pulgada cúbica, lo que manifiestamente dista mu«cho de la verdad, puesto que és probable que emanaciones tan <<< escasas no afectarian el olfato, resultará que en una esfera de << diez piés de rádio, por ejemplo, hay 115.679,232 partículas ema«nadas del cuerpo, sin que no obstante nada haya perdido de su

<<< masa.

« Pero mas admirable es todavía un cálculo de Keil, sobre un

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