á Baeza con Rodrigo Gomez de Sandoval; Pelayo cautivo; Gutierre Fernandez; Gonzalo Bermudez, mayordomo de Asturias; el conde de Urgel Hermengol; conde don Ponce, que tenía á Morales, y de su mano su yerno vela Gutierrez; Poncio de Minerva; el conde Ladron de Guevara, que llama de Navarra; el conde don Lope, de Castilla Vieja, que son las merindades de Burgos; Pero Jimenez, que tenia á Logroño; el conde don Pedro Osorio; el conde don Osorio; Diego Fernandez, mayordomo del emperador; Gonzalo Ruiz, que tenia la Bureva. Prelados: don Juan, obispo de Leon; don Guido, obispo de Lugo; don Martin, obispo de Oviedo; don Arnaldo, obispo de Astorga; don Juan, arzobispo de Toledo; don Rodrigo, obispo de Nájara. Fué tan estimada la conquista de Almería que en fin de la historia de Toledo la escribió el autor en versos bárbaros y mal concertados: mas por lo que merece su antigüedad, y decirse en ellos la órden que tuvo el emperador en llevar sus gentes, y dar noticia de algunos señalados caballeros que en esta jornada con extremado valor se señalaron, cuyos descendientes hay hoy dia, pondré aquí este prefacio, que así lo llama (1): PREFACIO DE ALMERÍA. «Acuden los caudillos españoles, acuden los de Francia, para guerrear por mar y tierra contra el moro; y los gobierna á todos nuestro Alfonso, rey de Toledo, quien titulan emperador. Y lo merece; porque Alfonso quiere seguir las huellas de Carlos é igualarse con él, ya que igual es el esplendor de su linaje, igual el poder de sus armas, é igualmente gloriosas son sus campañas. « Los moros experimentaron su pujanza : los que no protegió el mar con sus tempestades, los que no buscaron la salvacion en sus lejanas tierras, todos sintieron la fuerza de su brazo, todos fueron vencidos, llevando el castigo de sus maldades. " « Desconocieron a Dios, y sucumbieron; justa fué su caida. Adoraron á Baal, y Baal no pudo salvarlos: ellos mismos buscaron su propia ruina. Daban culto á los astros, presumian adivinar el porvenir; y recibieron la pena de sus iniquidades. Los ménos vencieron en la guerra á los que eran los mas; no se perdonó al filo de la espada; y no hallaron asilo donde ampararse, porque el cielo descargó sobre ellos sus iras. « Otorgame tu gracia, concédeme el don de la pala-al infante ni à la doncella, todos murieron como ovejas bra, Rey santo, Rey poderoso, que tienes en tu mano la vida y la muerte, para que pueda cantar tus maravillas y describir dignamente famosas guerras de piadosos varones. Escribieron los antiguos las campañas de sus reyes; escribamos tambien nosotros las gloriosas hazañas de nuestro emperador : él nos dará la recompensa, (1) Sandoval no continuó aquí mas que el original latin. Nosotros ponemos en el texto la traduccion, y continuamos el latin: dice así: Rex pie, rex fortis, cui sors manet ultima mortis Convenere duces Hispani, francigenæque, Cum colunt Baalim, Baalim non liberat illos, « Mas no nos detengamos, y cojamos otra vez el hilo de nuestra narracion. Los prelados de Tole lo y Leon han desenvainado la cuchilla de Dios y la espada del soldado. Ellos convidan á los grandes y á los chicos á que vengan prepara→ Mercedem vitæ spondent cunctis utriusque Strenuus hanc sequitur turbam consul (3) Ferdinandus (1) Era Almeria una cueva de corsarios donde se recogian y salian á robar. (2) En mayo salió el ejército. (3) Conde don Fernando capitan de la gente de Galicia, caballero señaladisimo, de quien son los de Acuna. (4) Encarece la ciudad de Leon, cabeza de España dos para el combate à todos absuelven de sus peca- | cabeza del reino, modelo en sus leyes, amparo de la dos, á todos dispensan sus indulgencias, y les prometen el premio de sus trabajos brindándoles con el botin que hagan de los moros. « Tal es el piadoso ardor y tan vehementes han sido las exhortaciones de los prelados, tan poderosas sus promesas, que no puede ya la hueste refrenar sus impetus guerreros. Cual siervo sediento, que acosado en el bosque por numerosa jauría, salta del monte y busca ansioso una fuente; así aqueja á los españoles el ansia de pelear con los sarracenos. «Ni de dia ni de noche, no hay en la hueste un solo momento de descanso: puebla continuamente los aires un solo grito: Almería! la cruel Almería! Repítenlo las jóvenes, repítenlo las viejas, repítenlo los niños, repítenlo los adolescentes, repitenlo tambien los obispos. «Porqué Almería ha de ser la ruina de los moabitas, el palenque de los francos, el sepulcro de los moros, y el triunfo de los españoles. Allí habrá la lucha, allí el botin, allí la recompensa : allí estarán los trabajos, de alli vendrá la gloria. << Corre el mes de mayo, y sale el primero el ejército de Galicia, despues de haber invocado la proteccion del apóstol Santiago. & No veis brillar sus lanzas como las estrellas del firmamento? No veis el resplandor de sus escudos y de sus afiladas espadas? En armas toda la multitud, & no oís el crugir del hierro y el relincho de los caballos? " « A su paso retumban los montes, quedan enjutas las fuentes, yerma la tierra, velada la luna con la polvareda que levantan, y envidia el sol el resplendor de sus armas. Quién es ese que los acaudilla? Es el esforzado capitan Fernando, el que en lugar del rey gobierna á Galicia, el que mas priva con nuestro emperador. Conde es, y rey lo creyérais; porque real y glorioso es su cortejo. «Ya llegan los estandartes de Leon; aquí están sus milicias, dignas del nombre que llevan. Es su ciudad Sic cunctas urbes hoc vincit prorsus honore, (1)Los pendones de Leon eran los prínei pales en la guerra, en lugar y asiento. (2) Conde don Ramiro de Guzman por general de Leon. Era don Ramiro de sangre real. (3) De los asturianos encarece su virtud. corona: ella es la primera en la hueste; y así como el leon es por su nobleza y valor el rey de los animales, así aventaja á todas esta ciudad ilustre. Son sus fueros los mas antiguos, y le corresponde en el ejército el primer puesto porque á todos sirve de guia, ya que deslumbra á los moros la gloria de sus banderas y como la oveja al lobo, no pueden mirarlas sin terror los ismaelitas. «Antes de salir á campaña, hau demandado su proteccion à la Virgen María, han pedido el perdon de sus pecados: van ahora con nuevos brios haciendo temblar la tierra bajo sus plantas, barriendo el suelo por donde pasan, y blandiendo al aire sus centellantes espadas. «¡Y no han de seguir animosos, si los acaudilla el conde Ramiro Florez aquel varon prudente que tiene a su cargo el gobierno de la ciudad! Descendiente de reyes, devoto del Señor, esclavo de la ley, leal vasallo, á todos atiende y para todos implora las bondades del emperador. Poderoso y cumplido caballero, es diestro en las armas, terrible en la batalla, manso en la victoria, cuerdo en el consejo, y templado en su resolucion. En la corte precede á los prelados, en valor iguala á los reyes: ¿quién podrá aventajarlo? No es de admirar que, con tal caudillo, vayan los de Leon sedientos de entrar en batalla. «Siguen en pos de estos los indómitos astures, de todos bienquistos, ni por tierra ni por mar nunca vencidos. Varones esforzados y de guerrero talante, desprecian la muerte; diestros cazadores, trepan lijeros por las fragosidades del monte, salvan con facilidad los rios, sin que los espanten los precipicios, ni teman al mar con sus encrespadas olas. Fuertes con el espíritu de Dios, cuya proteccion invocan de continuo, corren alegres á juntarse con sus compañeros. «Va á su frente Pedro Alfonso, el que sin ser conde todavía, á todos aventaja por sus prendas. Afable con todos, severo en sus costumbres, excede en virtud á Auxilium tumidas equitando deserit undas, (1) Pedro Alonso capitan de Asturias. (2) Su majer doña María de sangre real. sus iguales. A puesto como Absalon, fuerte como Sanson y sabio como Salomon, diéronle á la vuelta la dignidad condal, ganada con sus hazañas, honrándo- | le y distinguiéndole el emperador entre los suyos. «Es su esposa María, de regia estirpe, la que, hija de conde, será luego condesa; la que brillando como preciosa margarita, será luego el fénix de su tiempo. «¿No distinguís en seguida las mi lanzas de Castilla, de aquellos esforzados ciudadanos, siempre poderosos? Con el oro que los cubre, con sus vasos de pla- | ta, vese brillar su hueste desde léjos: todos son opulentos, todos valientes, todos vuelan ganosos á la lid, todos se mantienen firmes en el combate. En su campamento, reina para todos la abundancia: su número iguala al de las estrellas, y cubiertos de hierro ó armados á la lijera, marchan en busca del enemigo con bélico clamoreo. « Henchidos de orgullo, ufanos con sus riquezas, fueron siempre rebeldes al yugo, moviendo cruelísimas guerras desde sus encumbrados castillos: á ningun rey quisieron someterse, y vivieron siempre libres, sin reconocer señor. ¿Quién ha logrado sojuzgarlos ? Nuestro emperador. «Alfonso les ha impuesto leyes, Alfonso les ha hecho doblar la cerviz: no por esto ha menguado su pujanza. Van ahora á tomar con los demás parte en la guerra, y marchan presurosos, porque son el terror de los ismaelitas, y con su ayuda y con sus espadas exterminará á los moros nuestro rey. Extremadura! Extremadura! Tú has consultado el porvenir, tú has conocido por tus agüeros el fin que debia tener el enemigo y marchas tambien animosa á destruirlo. ¿Quién podrá contar el número de tus soldados? Tanto valiera contar las estrellas que tachonan el firmamento, las olas del mar embravecido, las gotas del rocío y las yerbas de los campos. Estrematura prænoscens cuncta futura, Si cœli stellas, turbati vel maris undas, Si pluviæ guttas, camporum necnon et hervas, Fernando Joanes. «El zumo de la vid redobia sus brios, la abundancia de víveres acrecienta sus fuerzas por esto arrostran alegres la fatiga, y sufren gustosos los ardores del sol, las inclemencias del tiempo. Parecen por su número un enjambre de langostas, y no basta á contenerlos la tierra: tramontan las cordilleras, y dejan á su paso enjutas las fuentes, oscurecen la luz del sol; feroces y esforzados, miran con desprecio la muerte. « Llevan por capitan al conde Ponce, á ese Sanson en la fuerza, Gedeon en el manejo de la espada, á ese nuevo Jonatás. Valiente como Hector, impertérrito como Ayax, va siempre delante de los suyos, y nunca volvió las espaldas al enemigo. Ardiente en el combate, ni recuerda el amor de la esposa, ni los placeres de la mesa; todo lo olvida: son sus placeres las lides, son su gloria los enemigos que derriba su poderosa lanza. Nunca le sobrecogió la tristeza en el calor del combate; nunca halló quien resistiese à su potente diestra; solo el oir su voz desmayaba al enemigo. «Y no creais que sea tan solo valiente y esforzado, que es tambien un Salomon en el consejo. Gústale cambiar a menudo de espada, y ha sido siempre el terror de la morisma. Él mismo adereza sus manjares y escancia sus vinos, sin hacer caso de los lamentos de sus soldados heridos. « Quiso en la guerra conquistar nuevas dignidades y empuñó la espada; hízose grato al emperador, y el emperador recompensó sus méritos. "¿Quién es ese que ahora liega, de ilustre linaje, invicto en la lid, á quien el rey de Portugal estuvo siempre temiendo, y que fué siempre el terror del enemigo porque su espada acuchillaba al infante y su lanza desarzonaba al caballero? Es Fernando Ivañez, el que en mil sangrientos combates derrotó á los moros. «Nunca contó el número de sus contrarios; con pocos atacó á muchos, y todos volvieron siempre las espaldas, si supieron que era Fernando su enemigo. Campo fulgentem, cum vidit bella gerentem, (1) Alvar Rodriguez, valiente caballero, nieto de Alvar Fañez, gran alcaide de Toledo. (2) Alvar Fañez, abuelo de Alvar Rodriguez. (3) Compara con el Cid à Alvar Fanez de Toledo. «Fué el tronco de una numerosa prole, contando tantos guerreros como hijos le dió su esposa ; pues todos siguieron las huellas de su padre, midiendo sus armas con los agarenos. Acompáñanlo ahora todos los de Limia, y acoge el rey gozoso á tan brillante comitiva. : «En pos de Fernando Ivañez sigue otro valiente caballero es el que defendió á Toledo, con muerte de los que intentaron reconquistarla, es Alvaro, el hijo de Rodrigo, es el esforzado paladin que siguiendo las huellas de su padre, le aventaja en gloria y rivaliza en valor con sus mayores. <«< Fué su abuelo Alvar Fáñez, renombrado por su bondad, temido de sus enemigos; el que siempre venció á los ismaelitas, sin que bastasen á defenderlos sólidas murallas ni recios torreones, porque todo cedia á su empuje. «No hubieran sido los francos vencidos por los agarenos, ni sucumbieran Roldan y Oliveros, ni hubieran visto á sus soldados segados por la muerte, si hubiese habido otro Alvar en aquellos tiempos. Porqué no hubo mejor lanza que la suya, y lo ensalzaba sobre sí el mismo Rodrigo, el que llamaban mio Cid, aquel que nunca fué vencido, que fué siempre el azote de los moros, y que enfrenó á nuestros mismos condes. lla; van á la lijera, y llevan escuderos sus escudos. « Acercándose van al campamento, descubren ya sus ahumadas; y al divisar el rey Alfonso la polvareda que levantan, sálelos á recibir con ostentoso acompañamiento. Llega ahora con sus vasallos Martin Fernandez, señor de Hita; aquel cuya fuerza y poderío experimentaron mas de una vez los moros. Blanco de rostro, fornido en sus miembros, apuesto, valiente y honrado, huyen solo al oir su voz los agarenos. Armó con pulidas armas á gentiles donceles, y se distingue su hueste por el juvenil alborozo. Sin temor á la muerte y osados como ninguno, gozan en la lucha como si depar-tieran con un amigo. "¿Véislos entrar en el campamento del rey con banderas desplegadas, exhortando á los caudillos á la guerra é increpando su inaccion á todos? Apéanse luego, preséntanse á Alfonso, doblan ante él la rodilla y le saludan. «Y entre tantos ilustres guerreros como acudieron á la lid, ¿quién no distinguirá tambien al ínclito conde Armengol? Brilla entre sus compañeros, como resplandece el sol sobre los demás planetas: de todos es bienquisto, de cristianos y de sarracenos; en nobleza iguala á los reyes, y los iguala tambien en el manejo de las armas. Acude ahora con séquito numeroso, y puesta en Dios su confianza, va á justificar su renombre de paladin ilustre. « Tarda, pero tambien comparece al cabo Gutierre Fernandez, privado de nuestro emperador, cuyo hijo Sancho ha sido su alumno desde la cuna. Educolo solícito, y por él se ha encumbrado Gutierre à las mas altas dignidades. «Lisonja fué sin duda; mas si fue el Cid el primero, fué Álvaro el segundo de los caballeros de su tiempo. Con la muerte dei Cid cayó Valencia; murió Alvar Fáñez, y los guerreros todos honraron con sus lágrimassu tumba; porqué él los adiestró, cuando jóvenes, en el manejo de las armas, y él les enseñó á vencer al enemigo. «Viene ahora el descendiente de tan ilustres proge- Llega luego á rienda suelta con regios pendones y nitores, viene Alvar Rodriguez con honrosa compañía. capitaneando numerosa hueste otro ilustre caudillo: el Síguenlo los de Navia, lo siguen los de Monegro, y lo yerno del emperador García Ramirez, el que reina en siguen tambien los de la tierra de Lugo. Todos van á su Pamplona, en Alava y en toda la Navarra. Acompácosta, á todos los mantienen sus riquezas: cabalganñanlo á la guerra sus valientes vasallos, y se regocija en mulos, y llevan del diestro sus caballos de bata Morte Roderici Valentia plangit amici, li mortem spernunt, audaces sic quoque fuerint, Plus gaudent bello, quam guadet amicus amico, Vexillis altis intrant tentoria regis. Hortantes ad bella duces, cur estis hic pigritantes, Ad pugnam venit qua plures ense peremit, todo el ejército español con su llegada. Tardins ad bellum Guterrius (1), et Fredinandi, Primitus Andujar (3) degustans vina doloris, Sumitur hoc castrum, sed, et Urgi sternitur ipsum, (1) Gutierre Fernandez de Castro, ayo del rey don Sancho. (a) Rey don Garcia de Navarra, yerno del emperador. (3) Toma de Andujar. (4) Ni puede ser la Bayona Alobriga de Galicia, ni las islas de este nombre fronteras de la ria de Vigo, ni el despoblado de este nombre en el partido de Medina del Campo, mi la Bayona de Tajuña. Algunos han leido Cazlona, otros Cazorla. B. Con tales aprestos y compuesto el ejército de tan lucidos escuadrones, despliega al aire sus banderas y encamínase á Andújar. «Fué esta plaza la primera que hubo de experimentar el poder de las cristianas huestes. Circunvalada por órden de nuestro emperador, estrechada en su recinto, invocó a su profeta, y su profeta no pudo socorrerla. Despues de un cerco de tres meses, perdida la cosecha de sus campos, perdidas todas sus riquezas, agotadas sus fuerzas y acosada por el hambre, pidió capitular, entregó sus rehenes, y con rendirse al rey salvó la vida de sus defensores. « Rendida Andújar, rindiéronse tras ella á las victoriosas armas del emperador el castillo de Baños y la plaza de Bayona (Cazlona, ó Cazorla): rindiéronse por último la noble ciudad de Baeza y todos los castillos que tenian los moros en su comarca, porque escarmentados con la ruina de las demás ciudades, renunciaron á la defensa, y se contentaron con salvar sus vidas los que debieran defenderlos. «Por gobernador de todas esas conquistas nombra nuestro rey al ilustre capitan Manrique. Celoso cristiano y consumado guerrero, respetábanlo los enemigos y honrábanlo los suyos; porque dadivoso siempre, valiente en el combate y sabio en el consejo, tuvo siempre delante el ejemplo de su padre, el insigne caudillo Pedro de Lara, que gobernó y defendió por tanto tiempo sus estados. « Heredero ahora de los timbres y de la gloria de su padre, hálos acrecentado, siendo leal vasallo y el espanto de la morisma. Por esto le favorece el emperador con sus mercedes. «Se han terminado ya esas conquistas; mas entretanto ha discurrido el tiempo, se ha concluido el plazo de la campaña, y quieren los vasallos restituirse á sus hogares, siguiendo en estola costumbre de sus pasados. « Pocos eran ya los que habia logrado detener nuestro rey con su vigilancia y sus cuidados, cuando se le presenta un mensajero que anunciándole la llegada de los francos, le habla de esta manera : Omnia cum redduntur, vitam pro munere poscunt, Forma præclarus, cunctis erat ipseque charus, O decus egregium francorum pulchra juventus, (1) Don Manrique, dásele Baeza. (2) Don Pedro de Lara, padre de don Manrique, de quien son los duques de Najara y condes de Paredes, Osorno Aguilar. (3) Conde don Ramon, cuñado del emperador, estaba jurado en Aragon por doña Petronila su mujer. TOMO III. «-Salúdate, emperador, la juventud ilustre de los francos. Dispuestos á pelear, han acudido á tus costas: con ellos viene tu pariente Ramon, que fiel á su promesa, arde en deseos de medir sus armas con el enemigo; con ellos vienen los genoveses, vienen los pisanos, y viene el insigne caudillo Guillermo de Mompeller. «Traen numerosa escuadra, copioso bastimento, y buen ánimo, para entrar luego en batalla. Cumpliendo con lo pactado, acaban de entrar en el puerto : los moros experimentarán luego lo certero de sus tiros y el buen temple de sus as. «¿Porqué te detien? Al rayar la aurora romperáu el ataque, y..... vencerán, á tus enemigos: no necesitan mas sino que tú los animes con tu presencia.— «Con tales anuncios cobró nuestro emperador nuevos alientos; pero desmayaron los soldados. -¿Hasta cuando, decian, ha de durar esta campaña. sucediéndose cada dia un combate à otro combate? ¿Porqué ha de regocijarse el rey por estas nuevas que anuncian nuestra ruina? Cercanos por todos lados el enemigo, y nos acecha en los caminos para hacer difícil y costosa nuestra retirada; acosados por todas partes, hemos consumido ya todas nuestras vituallas, y no tenemos medio de renovarlas. «Con el cebo de escaso botin y mezquina recompensa, sucumbiremos todos en la demanda, y nuestras esposas recibirán en sus brazos á otros maridos, y llorarán nuestros hijos, y los cuervos y los buitres se cebarán en nuestros cadáveres. — «Entre otros prelados hállase allí presente el obispo de Astorga, diestro en blandir la espada como el mas cumplido guerrero; y al ver el desaliento de los suyos, pide ser de todos escuchado, y les dirige su voz de esta manera: «Gloria á Dios en las alturas, y paz en la tierra á los servidores del Señor. Confesad, contritos, vuestros pecados, y se os abrirán de par en par las puertas del paraiso tened confianza en Dios, creed en su omnipotencia. Él es el Señor de los señores: ¿no ha obrado ya por nosotros continuados milagros? a Los cielos. . . Sunt memores pacti, portum non denique nacti, () Obispo de Astorga valeroso, Hamose don Hernaldo. 42 |