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este año el lugar de Calatrava (como dice alguno) sino en el año que se dirá en su lugar. Pasó adelante el rey; y saqueó á Alarcos, Caracuel, Mestanza, Alcudia, Almodovar del Campo, y otros pueblos, que dejó asolados. No llegó ni tomó á Petroche, en la Sierra Morena (1) como dice el mismo autor, sino años adelante. Con estas victorias, rico de despojos, volvió el rey don Alonso á sus reinos, donde fué recibido con gran triunfo, y comun regocijo de todos.

Los caballeros que en esta jornada acompañaron, y sirvieron al rey fueron, el primero que se nombra el conde don Rodrigo Martinez Osorio, el conde don Suero Bermudez, Pero Lopez, don Osorio Martinez, bermano del conde don Rodrigo, Rodrigo Bermudez, mayordomo del rey, Pedro Alonso, alférez del rey, Diego Muñoz, mayordomo del partido de Zea y Saldaña, Gutierre Pelaez, Tello Fernandez, Belasco Nuñez de Nájara, Martin Diaz, Pedro Bernardo, Pedro Hermegildo, Gomez Cidiz el de Carrion, Gudesto Iñiguez, Vela Perez, Pedro Bermudez, Rodrigo Fernandez, Alvaro Fernandez, y el arzobispo de Toledo don Ramon, don Pedro obispo de Segovia, don Pedro obispo de Palencia, don Alonso obispo de Salamanca, don Arias electo de Leon, don Alonso de Oviedo, don Albito de Astorga, don Diego arzobispo de Santiago, don Munio Vallobricense, que es Mondoñedo. Dicho tengo, que tenian obligacion los prelados del reino de acompañar la persona real cuando salia en campaña, que llamaban entónces fosado. Esto parece por escrituras deste año, en que estos señores, por andar al lado del rey, confirman, como se usaba, las donaciones reales. Y parece asimismo la vida del rey don Alonso de Aragon, que se llamaba emperador, y que reinaba en Aragon, Pam

reinos de Castilla, Leon y Galicia, y libre de los arago- | tierra de Toledo, y corrió la tierra, mas no tomó en neses; siendo sus cuidados de aumentar la fé católica, y los términos destos reinos extenderlos, mandó poner sus gentes en arma, para convertirlas contra los moros, y entrar en sus tierras. Tuvo buena ocasion para esto: porque segun la historia de Toledo, en este tiempo estaba en Rueda, que es un lugar á la entrada del Andalucía, el rey Zafadola, de los mas ilustres moros de la casa real, que dellos habia en España: pero estaba despojado de sus tierras, y como retirado, y poco seguro en este lugar, que debia de ser entónces de importancia. Sonaba la fama de los buenos sucesos del rey don Alonso, y de las victorias que con el de Aragon habia tenido, y como habia allanado los rebeldes del reino, y todos conocian ya el valor que el rey tenia. Viendo Zafadola el favor que en el rey podia tener para cobrar el reino, que habia perdido, trató con sus hijos, y caballeros, que con él estaban, que seria bien procurar la gracia y amistad del rey de Castilla, con cuyo favor podrian cobrar el reino; y tomar venganza de los moros sus enemigos y rebeldes, que despojado dél le tenian, y en aquel lugar, como cercado. Pareció bien la determinacion, y consejo de Zafadola á sus alcaides y alguaciles, y que al rey don Alonso se le ofreciesen todos por vasallos, y lo reconociesen por su rey, dándole tributo de las tierras que de los moabitas sus enemigos ganasen y recobrasen. Con esto enviaron sus embajadores al rey don Alonso: y pidible Zafadola alguna gente, para con su guarda salir de Rueda, é irle á besar la mano personalmente, y tratar estas cosas de asiento. Holgó mucho con la embajada el rey don Alonso, por la buena ocasion que se le ofrecia para cumptir sus deseos, viendo de cuanta importacia le seria la division, que entre los moros habia. Mandó al conde don Rodrigo Osorio (1) su gran privado y vale-plona, Nájara, Sobrarbe, Ripagorza (2), Alava, Casti— roso capitan, y á Gutierre Fernandez de Castro, que era uno de los mayores príncipes del reino, que con alguna gente de armas fuésen por el rey Zafadola, y lo trajesen en salvamento á su corte: lo cual hicieron como el rey mandaba; y Zafadola, acompañado de muchos caballeros moros, vino al rey don Alonso, de quien fué bien recibido, y tratado con tanto recato, y aplauso real, que Zafadola quedó admirado, y vió mucho mas de lo que habia oido de la magnificencia, con que el rey se trataba, y la grandeza de su corte y caballería, que lo acompañaba. Dióle gran contento el ver la persona del rey don Alonso, que representaba bien en sus pocos años su alto y generoso ánimo, discrecion y valor, que para todas ocasiones en él habia, como verdaderamente lo descubrió el tiempo; porque fué uno de los excelentes príncipes, que ha tenido España, como, segun dije, los cielos lo dieron á entender en su nacimiento. Dió Zafadola al rey don Alonso muchas joyas, y piedras preciosas, cuales él las pudo haber; y él con sus hijos y caballeros se pusieron en manos del rey, jurando perpetuamente ser sus vasallos; y dió el castillo de Rueda. Y el rey don Alonso, en reconocimiento deste vasallaje, dió á Zafadola algunas tierras, lugares y castillos en el reino de Leon, y en el de Toledo, y riberas del rio Duero, que llamaban Extremadura.

Con un poderoso ejército entró el rey don Alonso por la parte de Toledo, y caminó sobre Calatrava, de donde los moros almoravides hacian muchas entradas en

(1) Qui unus erat ex magnis principibus regni, dice la historia de Toledo.

lla Vieja, que eran los títulos antiguos y tierras de los reyes de Navarra. Y los caballeros que en esta escritura se nombran, que es una donacion, que este rey hizo al monasterio de Oña de otro que se decia San Pedro de Noceda en el Alfoz de Castro, son: el conde Pertico, que tenia á Tudela. Lope Iñiguez, que tenia á Calahorra, y la Bureva, que es de los de Velasco. Pedro Lopez repostero mayor. Sancho Iñiguez, mayordomo mayor. Don Ladron, que tenia á Alava. Pedro Martinez á Castilla Vieja. Diego Sanchez en Mena. Diego Iñiguez en Petralata, que es cerca de Oña.

Y asimismo hay noticia de la infanta doña Sancha, hermana del rey de Castilla, por una carta de donacion, en que se llama hija del conde don Ramon y de la reina doña Urraca; da al monasterio real de Sahagun la iglesia de San Herbas en Campos: y despues de decir, que hace esta donacion à quince de marzo, era mil ciento sesenta y ocho, dice ser el año de la encarnacion de mil ciento treinta. En otra escritura del monasterio de Oña, en que Jimena Muñoz le dió la hacienda, que tenia en Argomedo á veinte y tres de enero, era mil ciento sesenta y ocho, dice que reinaban don Alonso en Leon, Galicia y Toledo: y otro don Alonso en Nájara, Pamplona y Aragon.

Y en este año á diez y ocho de setiembre, don Alonso Enriquez de Portugal, llamándose hijo del conde don Enrique, y nieto de don Alonso rey de España, dió al monasterio de Celanova en Galicia unas heredades, y la escritura original tiene un signo notable y

(1) Garibay lib. 12, c. 2, fol. 656 (2) Son las villas de la merindad cerca de Burgos.

dentro dél dice: Portugal. No se usaban otras armas en aquellos tiempos; y aun éstas eran las mas señaladas y curiosas, que ya comenzaban las ruedas y signos de los privilegios, que no solian tener mas de una pequeña cruz, en lugar de firma.

Y es de notar, que ya en este año el rey don Alonso tenia hijos; porque, aunque ni por historias, ni por escrituras hallo, en qué año nació don Sancho, que fué el primero, ni los demás; dentro de pocos años veremos como se nombra con sus hermanos, y el año en que su padre le armó caballero en Valladolid, que por lo menos seria de catorce, ó diez y seis años.

En esta era mil ciento sesenta y ocho conforme á una memoria, que refiere el licenciado Duarte en la corónica reformada de Portugal, folio 26 murió la reina doña Teresa, madre del rey don Alonso Henriquez de Portugal.

CAPÍTULO LII.

Levantáronse unos caballeros contra el rey don Alonso. Determinaba el rey don Alonso de hacer jornada este año contra los moros de Atienza, y tomar, si pudiese, este lugar, porque dél hacian muchas entradas los enemigos en la tierra; y ordenando las cosas que eran necesarias para esta empresa, dice la historia de Toledo, que entendió el rey, como el conde Gonzalo Pelaiz de Asturias andaba en malos tratos con su pariente el conde Rodrigo Gomez de Sandoval, y trataban de levantarse; y antes que ellos pudiesen ejecutar sus malos intentos, el rey prendió al conde Rodrigo Gomez, y puso en un castillo, quitándole los honores que tenia en tierra de Treviño, Amaya, y Burgos, y riberas del rio Pisuerga. El conde don Gonzalo no pudo ser habido, porque huyó con tiempo, cuando supo la prision de su compañero, y pariente; mas fueron presos muchos caballeros cómplices, y ayudadores suyos, y puestos á buen recaudo. Don Gonzalo se acogió á las Asturias, y el rey envió en su seguimiento; y el conde se hizo fuerte en el castillo de Gauzon, y los del rey le cercaron en él, y tomaron otros castillos, que tenia, y lugares de importancia. Viéndose el conde despojado de sus fuerzas, y que los principales de su bando estaban presos, rindióse al rey, haciendo concierto, que por un año cumplido estuviesen en paz, que el rey no hiciese guerra al conde, y que el conde no robase la tierra, ni hiciese mal alguno en ella; y entregó al rey el castillo de Tutela, y otras fuerzas: y el conde se quedó rebelde en Asturias guardando su persona con muchos parientes, y amigos en Prueza, Buanga, y Alva de Quiros, donde tenia unos muy fuertes castillos, que son á tres leguas de la ciudad de Oviedo. Murió en este año el conde de Barcelona padre de la emperatriz doña Berenguela, dejando en el estado á su hijo don Ramon cuarto deste nombre, que adelante fué príncipe jurado de Aragon por su mujer doña Petronila hija del rey don Ramiro Monje: y así será de luto este año en la casa real de Castilla,fy todo el reino, pues era tanto el deudo con el difunto.

En esta jornada que el rey hizo á Asturias, vió una dama de extremada hermosura, que se llamaba doña Gontroda, doncella nobilísima, hija del conde don Pedro Díaz, y de doña María Ordoñez. Aficionóse el rey grandemente á esta señora, y húbola en su poder, y della una bija, que se llamó doña Urraca, que dió, para que la criase, á su hermana la infanta doña Sancha, que fuese princesa de gran virtud, y muy querida del rey su hermano, y por quien él se guiaba en

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las cosas del reino, y devotísima de san Bernardo, que vivia en estos años, y por él fundó monasterios de su reformacion en Castilla.

Esta señora doña Gontroda, madre de la infanta doña Urraca, que casó (como se dirá) con don García Ramirez rey de Navarra, apartándose del rey, edificó en la vega de Oviedo un monasterio de monjas de san Benito, que es hoy dia muy principal, y se encerró en él, tomando su santo hábito, y en él hizo una vida recoleta. Y el rey don Alonso, y su hijo don Fernando rey de Leon por respeto desta señora hicieron muchas mercedes á esta casa, como parece por sus privilegios. Y concierta lo que las monjas siempre han dicho, y dicen con lo que dice la historia de Toledo que he referido, de la amistad que el rey tuvo con ella. Acabo sus dias santamente en este monasterio, y está sepultada en él, y sobre su sepultura el letrero siguiente:

Heu mors æqua nimis nec cuiquam parcere docta,
Si minus æqua fores, poteras magis æqua videri,
Guntronidem reliqui meritis distantibus æquas,
Et minus æqua noces, perimis, cui parcere debes,
Nec tamen ipsa perit, sed te mediante revivit,
Spe Deus, et speculum generis patriæ mulierum,
Non Gontrodo cadit, figit hoc, cadit hoc, latet illud,
Excessit meritis hominem, mundumque reliquit,
Mundo passa mori, vitam sibi mortem paravit,
Sex quater et mille dant Era, C. geminato.

No se pueden volver en nuestra lengua con la gracia que los versos en sí tienen, para los que saben latin serán de mas gusto; y para los que nó, basta saber que en ellos se queja de la muerte, que á todos con tanta igualdad mata; y que ya que con ella acaban, con Dios, que era verdadera vida, reviven. Encarecen la virtud desta señora, y que con la muerte corporal alcanzó vida eterna. Murió en la era mil doscientos veinte y cuatro, que es el año de Cristo mil ciento ochenta y seis, y así parece que vivió muchos años despues del emperador, y que vió á su hija reinar en Asturias, y que en su juventud se encerró en el monasterio para hacer penitencia de su pecado.

Dice desta señora la historia de Toledo, despues de haber contado como su hija se casó con el rey de Navarra: Verumtamen mater Reginæ præfatæ uxoris regis Garsiæ, quam superius Guntrodam nominavimus, postquam vidit, quod super omnia spectabat filiæ suæ honorem immensum, quæ facta Regina, bis Regis nuptiis decorata fuerat (dice que dos veces, porque en Leon y en Pamplona se solemnizaron las bodas), expleto mundano desiderio, quantum potuit anhelavit : nam semetipsa offerens Deo, ejus famulatui sic adhæsit, ut in Ovetem si urbe sanctimonialis facta, et aliis adjuncta, in Ecclesia Sanctæ Mariæ Genitricis Dei quam interventricem sui gaudii adjutricem præsenserat, Deum nocturnis, diurnisque laudibus incesantem laudans placeret, et exitum vitæ gloriosæ tali labore desudando, votivoque desiderio Ecclesiæ pavimentum fonte lacrymarum sub oratione rigans expectaret. Que es, despues que su madre de la dicha reina doña Urraca, mujer del rey don García, que arriba dijimos que se llamaba Gontroda, vió lo que sobre todas las cosas desta vida deseaba, esto es, el sumo honor de su hija, que dos veces se solemnizaron las bodas reales: cumplidos los deseos desta vida, puso sus cuidados en los del cielo; porque ofreciéndose á sí misma á Dios, de tal manera trató de servirle, que tomó el hábito de monja en el monasterio de Santa María de la

ciudad de Oviedo con otras religiosas, teniendo siempre por su abogada á la madre de Dios, y ayudadora en sus cosas: sintiendo el favor y socorro que de su mano le venia, de dia y de noche no cesaba de loar á nuestro Señor, deseando agradarle en todo, pidiéndo- | le perdon de sus pecados, y puesta en continua oracion, haciendo sus ojos fuentes de lágrimas, desta manera vivió esperando el fin de sus dias.

tinez Osorio, entró por el puerto de Muradal. Quince dias fueron marchando por desiertos, y al cabo dellos se vinieron á juntar los dos ejércitos á vista de un fuerte castillo de los moros, que se decia Gallego. Era grande el número de gente de guerra que el rey llevaba, hombres de armas, ballesteros y peones que cubrian los campos, y tomando la derrota, habiéndose bien proveido de bastimentos, entró por los campos de Córdoba, robando y matando cuantos se le ponian delante. Llegó al rio Guadalquivir, y detuviéronse en pasarlo, sin haber quién les fuese á la mano, ni les hi

Bastantes testimonios son estos para tener á esta señora por una de las señaladas é ilustres de la religion de san Benito: pues en sangre era de lo mejor del rei- | no; y en la virtud vemos lo que dicen la historia deciese rostro, porque era grande el temor que cayó soToledo, y los versos de su sepultura.

En la era mil ciento sesenta y nueve, á veinte y tres dias de marzo, parece por una escritura de la catedral de Astorga, como don Alonso, llamándose emperador de España, con su mujer doña Berenguela, estaba en la ciudad de Astorga, y con él Ramiro Flores, Poncio de Cabrera, Juan Perez, Gutierre Heiz, Lope Lopez, mayordomo del rey, Rodrigo Fernandez, alférez del rey, Bernardo, cancelario del rey; y era obispo desta ciudad don Alonso, á quien dieron los reyes el heredamiento de Villar. Y en este año, primero de junio, Domingo Velez dió al monasterio de Oña una heredad en Briviesca, y unas iglesias que dice le habia dado el rey don Alonso, hijo de doña Urraca, y nieto del gran rey don Alonso, que reinaba en Leon y por toda Galicia.

CAPÍTULO LIII.

bre los moros, viendo la potencia del rey: y dejando á Córdoba y Carmona á la mano diestra, tomaron el camino de Sevilla; en cuyos campos, por ser el tiempo de la siega, hicieron grandísimo daño, abrasando los panes, viñas y olivares, que no dejaron árbol en pié. Desamparaban los moros sus lugares, y acogíanse á los castillos fuertes, recogiendo en ellos lo mejor que tenian; y los que no hallaban tales defensas, metíanse en los montes, y lugares mas secretos dellos. Asentó el rey su campo muy cerca de Sevilla, y cada dia salian escuadras del ejército que llamaban algaras, y corrian por todas partes la tierra, robando y matando todo cuanto podian. Asolaron con grande destrozo los campos y lugares de Córdoba y Sevilla hasta Carmona, que era un fortísimo lugar. Derribaron muchos castillos, y hicieron otros daños, sin haber quien los fuese á la mano; porque las fuerzas de los moros se habian mucho disminuido con las guerras que entre sí traian, y al presente estaban partidos en bandos. Los cautivos de hombres y mujeres fueron innumerables; la presa de ganados, caballos y bueyes, ovejas, etc., era sin cuento. Hallaban los lugares sin gente, mas llenos de bastimentos, con que el ejército aunque grande, tuvo sobradísimamente lo que habia menester. Arruinaron hasta los cimientos sus mezquitas, y las de los judíos que vivian entre ellos; y á los ministros dellos que podian haber á las manos, abrasaban vivos con los libros de sus errores. Llegó á tanto el miedo de los moros, y osadía de los

Famosa entrada que el rey don Alonso hizo en tierra de moros, hasta llegar á los campos de Cordoba y Sevilla. Andaba en la corte del rey el moro Zafadola, y hacia el rey del mucha cuenta, y con su parecer y consejo ordenaba muchas cosas tocantes á la guerra. Deseoso de hacer una gran entrada por las tierras de los moros, así por el natural deseo que tenia de hacerles cruel guerra, como por haberse enojado de ciertas entradas que habian hecho por el reino de Toledo; juntó las gentes y ricos-hombres del reino, y metiendo en su consejo á Zafadola, díjoles que estaba determinado de hacer una entrada en tierra de moros, por tomar satis-cristianos, que corrian la tierra siete y ocho jornadas, faccion y enmienda de los atrevimientos que habian tenido de correrle las tierras, robar, y cautivar sus vasallos; particularmente el rey Texufino que habia corrido la tierra de Toledo, y habia muerto muchos capitanes cristianos, destruido el castillo de Azuaga hasta los cimientos, matando cuantos cristianos en él estaban, y á su capitan Tello Fernandez, y otros nobles y valientes soldados que con él estaban, los habian llevado cautivos á África.

apartándose del cuerpo del ejército; y robaban, y mataban, sin haber quien se atreviese á salir á ellos. Nunca tal plaga vieron los de Córdoba y Sevilla sobre sí ni tal destruccion. De ahí movió el rey con su campo, y llegó á Jerez, que era una famosa ciudad, y con poca dificulta la entraron, y saquearon, y mandó derribar sus muros, y poner fuego á los edificios, dejándola inhabitable. De ahí llegó á Cádiz, donde le sucedió una desgracia, por un desman que por osadía de tantos buenos sucesos hicieron unos soldados caballeros mozos, hijos de los condes y capitanes que venian en el ejército oyendo que en una isleta allí cercana (que debia de ser do es Cádiz), se habian recogido mu

Todos los de la junta con mucha voluntad fueron del mismo acuerdo, y ofrecieron sus personas y haciendas para tan santa jornada. Acordóse que se juntase la gente de guerra en Toledo, como se hizo, haciéndose un cjército de mucha caballería, y peones en gran núme-chas gentes con grandes riquezas y ganados. Sin órden ro bien armados; y el rey don Alonso quiso ir en per- del rey, ni darle parte de su determinacion, juntánsona, que tales eran los reyes que España criaba, y los dose con otros soldados, pasaron allá mal concertados, primeros en los peligros. Hizo general deste campo al llevados de la codicia ciegamente. Y como los vieron conde don Rodrigo Martinez Osorio, porque era un los moros, salieron á ellos, y trabaron una sangrienta valiente caballero, y muy cursado en las cosas de la batalla, donde los cristianos fueron vencidos, y muerguerra. Pusieron el ejército en órden, y asentaron sus tos, y escaparon muy pocos, que volvieron dando tiendas riberas del rio Tajo. De ahí levantaron el cam- cuenta de su perdicion y mal suceso. De aquí adelante po, y á una jornada dividieron el ejército en dos par- comenzaron á reportarse los del ejército, y guardar los tes, porque, por ser mucha la gente, no hallaron con mandamientos del rey, no echando pié fuera de la qué se sustentar. Entró el rey con la parte que tomó tienda sin su órden. Detuviéronse aquí algunos dias, y para sí por puerto Real, y el otro ejército, que con el dieron la vuelta cargados de ricos despojos, y infinirey moro Zafadola llevaba el conde don Rodrigo Mar-dad de cautivos. Tomó el rey el camino para Sevilla,

y pasó con el ejército el rio Guadalquivir. Estaban en Sevilla muchos moros de guerra, y sabiendo que el rey don Alonso habia pasado el rio, no lo osaron esperaren el campo, y encerráronse en la ciudad, haciéndose fuertes en ella. Corrieron los españoles la comarca, robando y matando cuanto podian, que fué otra segunda plaga que vino sobre Sevilla. Derribaron los jardi- | nes, y casas de placer que los reyes moros tenian ri- | bera del rio Guadalquivir. Viendo los moros tantas muertes y destruccion por sus casas, enviaban de secreto al rey Zafadola, pidiéndole tratase con el rey don Alonso, que los librase de los moros moabitas (que eran los que de África habian pasado á éstas partes, y apoderándose dellos, alzándose con la tierra, y quitando á los naturales lo que tenian), y que ellos darian al rey don Alonso las parias que solian dar á los reyes sus pasados y mayores, y que el rey Zafadola quedase por su rey, que ellos lo recibirian. Comunicó esto el rey Zafadola con el rey don Alonso, y con todos los que eran del consejo del rey: y fué acordado, que se respondiese á los embajadores moros, que se apoderasen de algunas fortalezas y lugares importantes, y que se rebelasen en ellas, y que luego acudirian á socorrerlos, y con esto habria lugar de echar de sí los moabitas. Levantó el rey su campo, y fué marchando con él. Pasó el puerto, que esta historia llama de Amarela, y vino á Talavera, y de ahí pasó á Toledo, dando órden á todos los capitanes y soldados que se fuésen á su tierra á invernar, previniéndolos para el año que viene. Con esto se deshizo el ejército, y cada cual se fué á su casa rico, y cargado de despojos, dejando muy bien vengadas las muertes de Tello Fernandez y los suyos, que murieron en Azuaga; y la de Gutierre Hermegildo, alcaide de Toledo, y sus capitanes que mataron los moabitas. No he visto libro que trate la muerte destos caballeros; hallo que Tello Fernandez fué en tiempo de la reina doña Urraca, y Gutierre Hermegildo era mil ciento cuarenta y ocho, mil ciento cincuenta y nueve, mil ciento sesenta y siete, mil ciento sesenta y ocho, que hasta aquí suena su memoria; y así su muerte fué poco mas de un año antes desta entrada: y en venganza della la debió de hacer el rey tan á costa de los moros.

La venida del rey Zafadola, segun buena cuenta, fué la era mil ciento sesenta y ocho, y en el verano deste año fué la entrada primera que he contado. Las relaciones ó memorias de Toledo dicen, que despues de haberse hecho Zafadola vasallo del rey, entró con él poderosamente era mil ciento setenta y uno; pero como fueron muchas las entradas, puede hablar la memoria de otra diferente desta. La misma dice, que en la era mil ciento sesenta y ocho mataron los moros al obispo don Estaban, y á don Gaston el vizconde por la muerte de dos personas tales, y otras que los moros habian hecho (como digo), el rey don Alonso en venganza dellas hizo esta entrada, corriendo los campos de Córdoba y Sevilla, que nunca tal habian visto en la era mil ciento sesenta y nueve, año mil ciento treinta y uno. Quien sea el obispo don Esteban, ni el vizconde don Gaston, no lo sabré decir á mi parecer, eran de la corona de Aragon; y es así, que en estos dias era obispo de Huesca Estefano, como parece por escrituras del rey don Alonso de Aragon, donde firma, Stephanus Oscensis Ecclesiæ Episcopus.

Por algunas escrituras del libro de Astorga deste año hallo que llamaban al rey don Alonso emperador; y dicen ser hijo de doña Urraca. Y por una en que la

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condesa doña Loba hace donacion al monasterio de San Martin de loyba, de la orden de san Benito en Galicia, del coto de Anca, y la confirma el conde don Fernando Perez (1) hijo del conde don Pedro, juntamente con su hija, que dice era nieta de la reina doña Teresa; y esta reina forzosamente ha de ser la de Portugal, mujer del conde don Enrique, á siete de diciembre. Y en el mismo año y mes, á cuatro dél, doña Legunda, con sus hijos Martin Martinez, y María Martinez, dan al monasterio de Oña, y á su abad don Cristoval por el remedio del alma de Martin Alonso su marido, una heredad en Noga, que la reina doña Urraca, y su hijo don Alonso le habian dado, y dice como reinaba don Alonso en Leon y Castilla. Confirma Lope Diaz, que es de los de Haro.

CAPÍTULO LIV.

El rey procedió contra el conde don Gonzalo Pelaiz de Asturias, hasta rendirlo.

Quisiera el rey continuar la guerra contra los moros, y así habia dado órden á todos sus capitanes y caballeros del reino, que para este año estuviesen apercibidos y aparejados para volver á la Andalucía; mas no le dió lugar el conde don Gonzalo Pelaiz, que estaba perseverante en su rebelion en las Asturias; envióle el rey á mandar, que luego se allanase, y le entregase los castillos de Buango, Guanzo, y Alva de Quiros, y se diese á su merced, que él daba su palabra real de se la hacer en todo: mas el conde no solo no quiso dar oidos a lo que el rey decia, antes comenzó con mucha gente de guerra á dañar toda la tierra, y los robos y muertes que pudiera hacer un enemigo extraño del reino. Yendo el rey en persona á Pruaza, donde el conde estaba, fué tanta su osadía, que disparando una ballesta mató el caballo en que el rey estaba y contra los que iban acompañando al rey, tiraron muchas ballestas y dardos, y mataron y hirieron algunos. Viendo el rey el ánimo protervo del conde don Gonzalo y la dificultad que habia para rendirle y haber á las manos, siendo necesaria su presencia real en Castilla, mandó que el conde don Suero (2) Vistrauri con su sobrino Pedro Alonso, y la gente de guerra de Asturias quedasen contra el conde don Gonzalo; y el rey volvióse á Castilla. El conde don Suero puso cerco al castillo de Buanga, y su sobrino Pedro Alonso (3) cercó á Pruaza, y apretaron al conde don Gonzalo de ambas partes, hasta ponerlo en mucho estrecho. Pusiéronle gente de secreto en diversas partes, para poderlo prender: y si cogian á algunos de los suyos, mandaban hacer crueles justicias en ellos cortándolos las manos y los piés. Duró esto muchos dias, porque el conde don Gonzalo miraba con mucho cuidado por sí, mas con todo temia que alguna vez habia de caer en manos de los del rey. Vióse fatigado, y ya sin fuerzas para poderse defender, porque habia dos años que andaba en estos levantamientos: y así procuró que el conde don Suero y su sobrino Pedro Alonso hiciesen con él algun razonable partido. Era en este tiempo obispo de Leon un varon sauto, y de notable opinion de vida, llamado don Arias, monge de san Benito, y del monasterio de San Juan de Corias. Este santo prelado tomó la mano, y se puso de' por medio entre los condes, y los concertó; é

(1) Deste conde son los de Acuña. (2) Es el de Corneliana. (3) Lóale el prefacio de Almería. Los castillos de que aquí se trata estaban dos y tres leguas de Oviedo.

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dice mas: arrancada sobre los cristianos en Masatrigos▾ en el mes de julio, era mil ciento y setenta. Con tanta brevedad se escribian hechos tan notables. Y habiendo de tratar verdad, yo no puedo decir mas de lo que hallo. Este conde don Pedro Gonzalez es aquel famoso caballero natural de las montañas de Liebana, y gran señor en ellas, antecesor de los que ahora son duques de Osuna, que tan de atrás le viene á esta familia el valor que en semejantes ocasiones han mostrado.

Íbase el rey acercando al señorío de las tierras de Castilla Vieja, Pancorvo, Bureva y Nájara, con todo lo demás que el rey de Aragon, á título de rey de Navarra tenia, sin lo haber querido soltar, pretentendiendo el de Castilla ser suyo, como presto lo mostró; porque en este año de mil ciento setenta y uno, á once de enero el rey don Alonso con la reina doña Berenguela su mujer, dieron al monasterio de Oña el lugar de Aguas Blancas y dicen, que reinaban en Leon, en Castilla, y en Toledo, y debajo de su imperio: Erant comites habitantes comitatus per diver— sas terras. Y estaban los reyes este dia en Oña, como lo dicen en otras cartas que aquí despacharon, y con ellos el conde don Pedro de Saldaña, el conde don Rodrigo Gomez, el conde don Rodrigo Osorio, el conde Bertrando, Lope Sanchez, Martin Marquez, y otros.

intercediendo con el rey, dió lugar para que el conde don Gonzalo viniese ante él y llegado, con gran conocimiento de su culpa, se echó á sus piés, y el rey lo recibió con muchas muestras de amor, y le habló muy bien y honró en su casa, donde estuvo algunos dias. Al cabo dellos, pidió por merced al rey le diese el castillo de Luna, echándole terceros para que se le concediese. El rey lo consultó con su hermana la infanta doña Sancha, que era prudentísima, y gran cristiana, y con la reina doña Berenguela su mujer, y con otros de su consejo; y dando el conde al rey los castillos de Pruaza, Buanga y Alba de Quiros, le dió el castillo de Luna que pedia. Quiso el rey quitarle estos castillos, porque no tuviese ocasion de mas levantamientos, como los habia hecho en tiempo de la reina doña Urraca, y dos veces en tiempo del rey don Alonso. Con esto se acabó esta guerrilla, que el rey trajo con este conde en Asturias, habiéndosele defendido esta última vez dos años, que no fué poderoso á rendirle, sino en la manera dicha. Y no se acabó con esto, sino que dándole el rey lugar para que volviese á Asturias, volvió á tratar de rebelarse otra vez y siendo sentido por Pedro Alonso, sobrino del conde don Suero, que con gente de armas del rey estaba en Asturias, antes de tener lugar para ejecutar sus malos intentos, lo prendió, y puso con muy buena guarda y prisiones en el castillo de Aguilar, donde estuvo hasta que el rey, por ser tan bueno, lo perdonó y mandó soltar, mandándole salir de todo el reino; lo cual de fuerza 6 de grado hubo de cumplir y se fué al rey don Alonso de Portugal, esperando con su favor venir por mar á Asturias, y hacer guerra en la tierra: mas el que lo gobernaba todo no El rey don Alonso de Aragon, que llamaron empepermitió tal cosa. El rey don Alonso Henriquez de rador, padrastro del rey don Alonso, de quien se traPortugal (que ya gozaba deste título ó nombre) leta, ni fué rey de Castilla, ni se debe contar, como no recibió muy bien, é hizo mucha honra, y le dió bonores, que así se llamaban las tenencias y gobiernos que los reyes daban á los caballeros. Teniendo intento, con su industria, hacer guerra á su primo el rey don Alonso de Castilla, con quien traia algunos desabrimientos, por no querer reconocer el vasallaje y feudo que debia, y por el favor que el rey de Castilla habia dado á doña Teresa su tia, madre de don Alonso, en el tiempo que con ella, si bien su madre, habia andano muy á malas. No bastando para templar su enojo haber cuatro 6 cinco años que muriera; y por otros malos terceros, que por congraciarse con los reyes, los inquietaban con cizañas, y daban ocasiones para perderse á sí y á sus reinos. Cargó una enfermedad al conde de melancolía, por verse desterrado de su natural, y caido de la grandeza de que en él estaba. Fuéle apretando el mal, de que murió en Portugal, y de ahí le trujeron los suyos, y le sepultaron en Oviedo.

Segun buena cuenta, sucedieron las alteraciones de Asturias en la era mil ciento sesenta y nueve, hasta la era mil ciento y setenta, y mil ciento setenta y uno. Los moros andaluces, y del reino de Murcia, entendiendo que el rey estaba ocupado en estas y otras cosas de su reino, atrevíanse á entrar las tierras de los cristianos sus fronteros: las memorias de Toledo dicen, que por pagarles y castigar sus atrevimientos. En la era mil ciento y setenta entró el conde don Pedro Gonzalez Giron con gran hueste en el Ajaraf de Sevilla (que es en las huertas, y cerca de los muros), y lidió allí con los moros, y los venció, y mató al rey Omar en Azarida, que es un lugar cerca de Sevilla. Y

CAPÍTULO LV.

Muerte del rey don Alonso de Aragon; y como el rey de Castilla pretendió apoderarse de Navarra y Aragon.

le han contado, entre los que fueron: porque aunque es verdad que reinó en ella algunos años, fué por razon de estar casado con su prima doña Urraca, propietaria del reino: y como se dió el matrimonio por ninguno, así se dió su reinar en Castilla, y le echaron della, y se quedó doña Urraca sola, y despues el rey don Alonso. Y no basta lo que dice un autor, que como cuentan entre los reyes de Castilla al rey don Alonso de Leon padre de don Fernando el Santo, que no reinó en Castilla, se debe mejor contar el de Aragon, que reinó: pues es claro que los reyes de Leon y de Castilla hacen un árbol y línea, y se ponen en una cuenta; lo cual nunca hicieron los de Aragon con Castilla, y el rey don Alonso de Leon fué casado legitimamente con doña Berenguela, legítima reina, propietaria de Castilla, y como el matrimonio fué legítimo, y ella legítima reina propietaria: así el dicho rey don Alonso se puede llamar y contar entre los reyes de Castilla, y dejaron hijo legítimo heredero, que fué don Fernando el Santo: que son las razones por donde entre los reyes de Castilla se ponen y reciben por reyes della don Fernando el Católico y don Felipe primero, que por sus mujeres fueron reyes de Castilla, porque legítimamente estuvieron casados con ellas, y sus hijos heredaron el reino. Fué valeroso príncipe el rey don Alonso de Aragon, y tan guerrero, que le llamaron el Batallador. Llamóse emperador de las Españas, despues que casó con su prima; y aunque se le quitó el reino de Castilla, no dejó el título del imperio. Las historias están llenas de sus hazañas: y porque ésta es sola de las del rey don Alonso de Castilla, digo solo, que ponen su muerte del dicho rey en este

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