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muerta, quedando el un pié dentro del templo, y el otro fuera. Fué en este año tan miserable muerte; y así de aquí adelante en ninguna escritura hay memoria della, como la hay algunos de los años inmediatos antes deste que dicen reinaba en Leon, etc. Es verdad, que en una donacion que el rey don Alonso su hijo con su mujer la reina doña Berenguela, hicieron á la iglesia de Santiago, estando en Palencia á veinte y cinco de marzo, era mil ciento sesenta y siete, en que dan el derecho que pretendian tener à la ciudad de Mérida, cuando de moros la ganasen. Y en otras del monasterio de San Millan, confirma y dice, que por mandado del rey don Alonso su hijo, y del rey don Alonso de Aragon, estaba presa y encerrada en la iglesia de San Vicente, que debía de ser algun monasterio donde la tenian recogida. No he visto los originales destas escrituras, y los que las trasladaron no conocieron los números góticos, pareciéndoles que el dos era cinco.

Es sin duda que la reina murió en esta era mil ciento sesenta y cuatro año mil ciento veinte y seis, así lo dicen dos memorias de aquel tiempo. Morió la reina doña Urraca, filla del rey don Alonso, madre del emperador, era MCLXIV. Y el tumbo negro de Santiago era mil ciento sesenta y cuatro, viii Idus Martii.

Sepultáronla en la capilla real de San Isidro de Leon; vi su sepultura estando allí los reyes que al presente reinaban, domingo despues de la fiesta de la purificacion, año mil seiscientos dos.

En una gran piedra que cubre su sepultura está retratada de media talla con el traje antiguo, diferente harto del que ahora se usa, con un tocado alto de vizcaina: tiene este epitafio.

Hoc Urraca jacet pulchro regina sepulchro, Regis Adefonsi filia quippe boni: et mater imperatoris Adefonsi.

Undecies centum, decies sex, quatuor annos martio

mense.

Gravi cum moritur, numera.

CAPÍTULO XLV.

Nuevas guerras entre los reyes de Castilla y Aragon. El belicoso ánimo del rey don Alonso de Aragon no se quietaba, ni satisfacia de la paz que con Castilla tenia, con tanto acuerdo asentada, incitándole á la guerra algunos caballeros castellanos amigos de revueltas, enemigos del bien de su patria. El principal movedor era el conde don Pedro Gonzalez de Lara, que por no ser con el rey don Alonso de Castilla tan privado como otros, y enemigo de los de Castro, que ya valian con el rey, se hizo con el de Aragon ayudándole en ello el conde don Bertrando, hijo mayor del conde don Ramon de Tolosa, y de la infanta doña Elvira, y así primo hermano del rey don Alonso, de quien en su lugar se dirá. Dice la historia de Toledo que el rey de Aragon, juntando un grueso ejército de gente de á caballo y peones diestros ballesteros, entró en Castilla por la parte de Medina-Celi: y que cercó á Moron, y corrió la tierra combatiendo los castillos y lugares desta comarca. Los de Medina avisaron luego al rey don Alonso de Castilla de la entrada del de Aragon, pidiéndole los socorriese luego, porque se veian cercados de la potencia del rey de Aragon. El rey don Alonso despachó luego á la hora animando á los de Medina y Moron que se defendiesen, que con toda presteza seria en su favor. Con toda brevedad mandó juntar sus gentes, recogiéndose las fuerzas

de los reinos de Leon, Galicia y Castilla, entre los cuales se juntaron setecientos caballeros escogidos diestros, y cursados en las armas. Con ellos caminó el rey á toda priesa hasta la villa de Atienza, dejando órden que la demás gente, puesta en órden fuése en su seguimiento. El conde don Pedro de Lara y su hermano Rodrigo Gonzalez, como tenian los ánimos enconados, no quisieron ir con el rey, disculpándose, aunque nó de manera que no se entendiesen sus malas intenciones. Movió el rey su campo de Atienza, y vino á San Justo donde hizo alto. Otro dia, ordenando las haces, pasó á Moron, poniéndose á vista del enemigo para romper con él en batalla campal. El de Aragon se alzó de su alojamiento temiendo la determinacion del rey de Castilla, y retiróse á la villa de Almazan, y encerróse en ella, fortificándola apriesa con gruesas tapias, y hondos fozos. No le dió el lugar que quisiera el de Leon, porque otro dia salió con todo su ejército de Moron contra Almazan. Caminó todo el dia, y al poner el sol llegó á vista del lugar. Salió el de Aragon á reconocer el campo, y vió que la gente que el rey de Leon traia era muy poca, pero muy lucida y bien armada, y todos caballeros de honra y afrenta diestros en la guerra; que lo puso en cuidado, conociendo que aunque eran pocos, y los suyos muchos, se podian muy bien temer. Llamó á consejo los prelados y gente principal de su ejército, pidiéndoles le dijesen lo que debia hacer, si rompiera con el enemigo ó nó. Dijo el obispo de Pamplona don Pedro: Veis, señor, la poca gente que el rey de Castilla trae consigo; pues creedme que no es de despreciar, sino » de temer. Entiendo que tienen á Dios de su parte, » porque es justa la causa que defienden; no quieren lo Dageno, sino solo defender lo que es suyo; no mueven » ellos la guerra, sino nosotros la movemos, y les en>> tramos sus tierras, matamos sus vasallos, robamos >> sus campos; ellos quieren paz, y nosotros injustamen» te les hacemos guerra. Siendo esto así, ¿qué dificultad hay en que aquellos pocos nos venzan, y maten » aunque somos muchos? seria bien que os acordáse»>des, señor, de las paces que asentasteis, lo que allí »jurasteis, la palabra que disteis, que le restituiríades » la fortaleza de Castro-Jeriz, la ciudad de Nájara con »todas las fortalezas y lugares que tomasteis á su ma»dre doña Urraca, y que le tendríades en lugar de › hijo, y él á vos como padre, y apenas lo cumplis>>teis, y no solo no cumplisteis, mas antes le quereis >> tomar lo que tiene, y en lugar de padre sois su ene»migo mortal, y duro padrastro, tan clara esta justi>> cia, si siendo Dios ayuda á los que la defienden, cier»> to está de su parte: y teniendo tal favor, segura tie>>nen la victoria, y vuestra total ruina, y destruccion; » y así soy de parecer que no solo no se pelee con él, >> mas que se le satisfagan los daños, restituyan sus >> tierras, y pidais y querais su amistad.»

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Pareció bien al rey de Aragon y á los de su consejo, lo que santa y discretamente el obispo habia dicho, y no quiso dar la batalla. El rey de Castilla viendo que el de Aragon no trataba de darle la batalla, habiéndole desafiado con ella, envióle al conde don Suero Viztrauriz, que era un señalado caballero, pacífico y verdadero, y fiel servidor del rey, y á Gonzalo Pelaiz caballeros asturianos, que dijesen al rey de Aragon que él sabia muy bien la fuerza que hacia, y los muchos daños, y males que en el reino había causado: que no habia cumplido el juramento que habia hecho de volver las fortalezas y tierras que en su reino

ron los primos, y quedaron amigos, y el de Leon se volvió á su reino, donde habia bien que hacer con algunos rebeldes dél.

CAPÍTULO XLVII.

Conde don Bertrando, y conde don Pedro de Lara, rebelados en Palencia, y muerte del conde don Pedro de Lara.

le tenia, que eran suyas; que si luego no lo hacia, | al reconocimiento, y feudo del vasallaje, y así se viesaliendo de su reino, que le desafiaba á batalla campal, que esperaba en Dios con los pocos que tenia de vencerle, y satisfacerse de tantos agravios; y que á quien él fuese servido de dar la victoria, aquél quedase por pacífico rey y señor de la tierra. Oyendo el rey de Aragon las quejas, y desafío que por los dos caballeros se le representaron con tanto valor y sentimiento; respondióles, que ni queria pelear con ellos, ni queria restituir las tierras que le pedian. Con esta respuesta tan seca se volvieron los dos caballeros. Y viendo el rey de Castilla que los aragoneses se estaban quedos encerrados en Almazan, sin querer salir á la batalla, y que, ni él tenia ejército para tenerlos cercados, ni los bastimentos necesarios para sustentar los que tenia, fortificó á Moron, y á Medina-Celi, y los demás castillos de aquellas fronteras poniendo en ellos muy buena gente de guerra, y dió la vuelta para Castilla, donde fué recibido con gran contento, dándole el parabien de la victoria, de haber desafiado á su enemigo, y encerradole en un lugar, siendo tan pocos los suyos, y tantos los contrarios. Comenzaron á temer al rey don Alonso los que no le amaban mucho, y los que bien le querian á estimarle, conociendo el valor que en él habia. El rey de Aragon salió de Almazan dejando en él gente de presidio, y fuése á la ciudad de Jaca, y nunca mas entró en Castilla: si bien por eso no faltaron guerras, y muertes entre castellanos y aragoneses, que por muchos años se hicieron todo el mal, y daño que pudieron como crueles enemigos: mas siempre llevaron lo mejor los castellanos, y fueron en todo creciendo, ayudándolos el Señor del cielo, porque debia de ser mas justa su causa.

CAPÍTULO XLVI.

Guerra que el rey don Alonso hizo á don Alonso Enriquez primer rey de Portugal.

Con el favor del rey don Alonso de Aragon se habian levantado contra el de Castilla el conde don Bertrando, y el conde don Pedro de Lara con su hermano don Rodrigo Gonzalez. Quien sean estos dos últimos caballeros, está dicho, y muy notorio, que son los descendientes del conde don Nuño Alvarez, y de quien descienden hoy dia los caballeros de los Manriques de Lara, cuyas son tantas, y tan honradas casas en estos reinos. Dicho tengo tambien, que Raimundo segundo, conde de Tolosa, y San Gil, casó con doña Elvira hija del rey don Alonso VI, de los cuales nacieron don Bertrando el hijo mayor, y don Alonso Jordan, que fué el segundo, siguió las guerras de Siria y tierra santa con su padre, y que con la ausencia que don Ramon hizo de su condado, se alzó con él Guillelmo conde de Putiers deudo suyo. Volvió a estas partes don Bertrando, y hallando ocupado el condado de Tolosa, que como á hijo mayor le venia, estando el rey don Alonso de Aragon en la ciudad de Barbastro se hizo su vasallo, y puso en su servicio. Vino don Alonso de Aragon á ser rey de Castilla por su mujer doña Urraca, sirvióle en todas las guerras, casóle con doña Elvira, nieta como ella se llama del rey don Alonso el VI, deste casamiento hecho por el rey don Alonso da noticia una carta desta señora, que es una donacion que hizo al monasterio de San Facundo, y Primitivo de Sahagun, y á su abad don Gutierre, en que le da los lugares de Magar y Olmillos con todo lo á ellos añexo, y segun y como mejor ella lo habia tenido y poseido (1), y habido del emperador don Alonso, en casamiento con el conde don Bertrando; y dice que se los da con todos los términos como lo tuvieron (2) en tiempo de su abuelo el rey don Alonso, y es la data de esta escritura á veinte y cinco de enero era mil doscientos y seis, como parece por el privilegio original que tiene el monasterio real de Sahagun. Y la historia de Toledo, escrita de mano que en ésta voy ingiriendo, dice, que este don Bertrando era nieto del rey don Alonso, y así venian á ser primos hermanos el conde don Bertrando, y doña Elvira, y ella fué hija de una de las hijas de don Alonso VI. De don Bertrando y doña Elvira fueron

Sucedió en lo de Portugal al conde don Enrique su hijo don Alonso, príncipe tan valeroso, y de gran corazon como lo hubo en su tiempo, y muy semejante á su primo hermano el de Castilla, con quien tuvo una batalla (segun algunos dicen) por ir en defensa de doña Teresa madre del de Portugal, que andaba mal avenida con su hijo, hasta tomar las armas, y que le venció en la vega de Valdevez, ribera del rio Limia, y que salió huyendo herido en una pierna. Con esto tomó don Alonso Enriquez ánimo para negar el reconocimiento, y vasallaje que debia, como conde de Portugal, al rey de Leon. Queriendo el rey don Alonso pues satisfacerse de la quiebra pasada, y hacer que los portugueses le reconociesen el vasallaje, y feudo debido, que su abue-hijos Poncio primogénito, éste dicen que heredó el con

lo habia cargado sobre el condado de Portugal cuando lo dió en dote con su hija doña Teresa, volvió las armas contra don Alonso Enriquez, y tambien por enfado que tenia dél, por haberse mostrado favorable al rey de Aragon, y aun dicen algunos, que hizo liga con él, y con otros rebeldes de Castilla y Leon. Entró poderosamente en este año de la era mil ciento y sesenta y cinco por la parte de Galicia, en Portugal. Y don Alonso Enriquez no se hallando con fuerzas para esperarlo en el campo, fortificóse en el castillo de Guimarans, donde le apretó tan fuertemente que viéndose ya sin remedio los cercados, salió un caballero llamado don Egas Monez, ayo de don Alonso Enriquez, y con su prudencia, y mucha discrecion habló tan bien al rey don Alonso que le aplacó, y hicieron asientos de paz, entre los dos primos, allanandose el de Portugal

dado de Tripol, y tierras de Sicilia, y que casó con Cecilia hija del rey de Francia llamado Felipe, y viuda de Tancredo príncipe de Antioquía, y que hudo della un hijo que se llamó Raimundo, que casó con hija de Balduino rey de Jerusalen, de quienes nacieron otros muchos señores de Tripol. Y este conde Bertrando fué el que trajo á Castilla al conde don Ponce, que muchas veces se nombrará en esta historia, y valió con el emperador don Alonso, y fué mayordomo de su casa, y ayo de su hijo el infante don Hernando, y todo su gobierno en Leon cuando fué allí rey, y por eso se llamaron los que dél despues nacieron Ponces de Leon. Con el ayuda y amistad destos caballeros se levanta

(1) Sicut Ego habui ab imperatore Adefonso, in casamento. (2) In tempore avi mei Regis doni Adefonsi.

ron Burgos, Castro Jeriz, y otros lugares, y tomada la voz del rey don Alonso de Aragon, se apoderaron de Palencia, y se hicieron fuertes en ella. Esta voz de Burgos, y Castro-Jeriz por el rey de Aragon, y que él decia reinar en estos lugares, consta por una donacion que Teresa Gonzalez hizo al monasterio de Oña de la orden de San Benito de unos solares en Valdeblagio, en la era mil ciento sesenta y cinco, dice: Adefonsus Rex Aragoniensis, regnante in Naxara, et in Castro Xeriz, et in Burgis: dominante in Poza Sancio Joannis, et in Petralada Petro Ennencoz. Que reinaba don Alonso rey de Aragon en Nájara, en Castro-Jeriz, y en Burgos, dominaba en Poza Sancho Juannes.

El rey don Alonso de Castilla con presteza increible acudió á Palencia con mucha gente de guerra y los desta ciudad fueron tan leales que abrieron las puertas, y entregaron al rey los condes, escapándose don Rodrigo Gonzalez con otros muchos el rey mandó que con muy buena guarda llevasen los condes á las torres de Leon, donde los pusieron á buen recaudo, y poniéndose de por medio muchos parientes y amigos de los condes, entregando ellos las fortalezas y lugares que tenian tomados de la corona real, el rey los soltó; y como el conde don Pedro se vió despojado de las fuerzas que tenia, no se quietando su ánimo, salióse del reino, y fuése á Bayona adonde estaba el rey don Alonso de Aragon, con intento de inducirle á que entrase en Castilla, y la hiciese guerra. Vino á la defensa de Bayona que combatía el rey don Alonso Jordan, hermano del conde don Bertrando, y primo hermano del rey don Alonso de Castilla, y como entendiese la pretension del conde don Pedro, pareciéndole mal, habló al conde don Pedro, de manera, que agraviándose don Pedro, desafió á don Alonso Jordan á batalla entre los dos á solas. No pudo excusar la pelea don Alonso, y saliendo armados de todas armas, á los primeros encuentros don Alonso hirió malamente al conde don Pedro, y dió con el del caballo en tierra, con tanta fuerza que se le quebró un brazo, del cual quedó tan herido y quebrantado, que dentro de pocos dias murió. Este fin tan desgraciado tuvo el conde don Pedro de Lara, y en esto pararon los favores que la reina doña Urraca le hizo, y los altos pensamientos de casar con ella, que semejantes sucesos tienen las cosas mal fundadas, y desvanecimientos desta vida. Y en este conde don Pedro se acabó la baronía de Lara, que por los condes don Alvaro, don Nuño, don Gonzalo hasta don Pedro habia corrido.

La muerte del conde don Pedro fué despues de la era mil ciento sesenta y seis, lo cual consta porque en este año, á diez y nueve de octubre jueves luna XI diciendo que reinaba don Alonso en Leon, Castilla y Galicia, don Pedro Gonzalez gratia Dei Larensis comes, dió una carta de fuero á los de Jaramillo lugar cerca de Lara, que diesen cada año á su señor cinco sueldos, y un yantar, que no tuviesen sobre si otros pechos, conf. el conde don Rodrigo su hermano, el conde don Rodrigo Gomez de Sandoval su primo.

CAPÍTULO XLVIII.

El rey don Alonso allanó otros rebeldes del reino de Leon. Cuando en un reino comienzan las cosas á desmandarse, y salir de la debida órden, perdiendo el respeto á Dios, y á sus reyes, con dificultad vuelven á concertarse y como los reinos de Castilla habian venido en tanta perdicion con la entrada en ellos de los aragoneses, y dificultades que hubo para que el rey don Alon

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so fuese recibido por rey, y lanzar dél á los extranjeros, y finalmente haber entrado á gobernar mozo de poca edad, sin experiencia, contra voluntad de tantos, eran muchos los rebeldes que en cada parte se levantaban.

En el reino de Leon habia una fortaleza y lugar de importancia donde los reyes solian acudir con su corte. Llamábase Coyanza, y estaba en el sitio, ó cerca donde ahora está la villa de Valencia de don Juan : que por un caballero de los de Acuña deste nombre se llamó así. En este lugar se habian hecho fuertes, desobedeciendo al rey muchos caballeros gente de guerra, siendo caudillo dellos Pero Diaz caballero principal. Florecian en el reino como siempre los de la familia de Osorio, cuya cabeza era don Rodrigo Martinez con su hermano Osorio Martinez, caballeros ricos, y muy emparentados, y valientes por sus personas: á los cuales mandó el rey, que juntando la mas gente que pudiesen de guerra, cercasen y rindiesen el castillo de Coyanza, prendiendo los que estaban en él, y matando los que se resistiesen. Eran bandos contrarios, y enemigos capitales, don Rodrigo Martinez, y Pero Diaz, que era hijo del conde don Diego de Asturias, y hermano de Jimena Diaz, mujer que fué de Rodrigo Diaz de Vivar. Al punto acudió el conde don Rodrigo con mucha gente de á caballo, y peones ballesteros, y puso cerco al castillo de Coyanza. Los cercados se defendian valientemente, y los cercadores los apretaban, porque, fuera de la resistencia, los del castillo los afrentaban con palabras injuriosas que desde los muros les decian, y en particular contra el conde don Rodrigo y su hermano. Defendíanse valerosamente, de suerte que el conde hallaba dificultad en poderlos entrar. Dió de ello aviso al rey, que oyendo esto partió con mucha gente de guerra para Coyanza, y llegando mandó apretar el cerco dando recios combates á la fortaleza con los ingenios y máquinas que entonces se usaban, siendo tantas las saetas, y piedras que tiraban que no habia quién se atreviese á ponerse á una almena. Cayeron alguna parte de los muros, de suerte que ya Pero Diaz comenzó á desmayar, y sentir su daño, y perdicion. Determinó rendirse y ponerse en manos del rey para esto envió sus mensajeros con palabras de mucha humildad conociendo su culpa, pidiendo misericordia, y suplicando que ni á él, ni á ninguno de los suyos pusiese en poder del conde don Rodrigo Martinez su gran enemigo. Era el corazon del rey verdaderamente noble, mas inclinado á misericordia que á rigor. Recibió muy bien el recado de Pero Diaz, mandóle parecer ante sí, y á Pelayo Frolez, que era otro gran caballero que estaba con él. Venidos á la tienda del rey recibiólos mansamente, y reprehendiendo su rebeldía, confiscándoles sus bienes, conforme a la ley goda que pone perdimiento de bienes á los que se levantaron contra el rey, mandólos soltar libremente. Y el triste de Pero Diaz viéndose afrentado y sin hacienda, salióse fuera del reino, y acabó su vida con harta miseria. El conde don Rodrigo, como general deste campo, hizo notables justicias en los soldados y gente comun que estaban en el castillo. Dice la historia de Toledo que voy siguiendo, que unos encarceló hasta que satisfaciesen los daños que habian hecho; á otros tomó por esclavos: y á los que contra él y su hermano habian dicho desvergüenzas, los mandó uñir como bueyes, y arar la tierra, y que paciesen la yerba como bestias, y comer en los pesebres, etc. y otras cosas semejantes á estas dice que les hizo padecer.

España: para esto trajo del monasterio dicho de Cluni varones de conocida y señalada virtud, y entre ellos fué el principal don Bernardo, que dentro de breve tiempo que llegó, lo hicieron abad de Sahagun; y luego que el rey don Alonso ganó á Toledo, le puso por arzobispo en aquella santa iglesia, y tuvo muchos años con esta dignidad la de legado del papa en 'España. Reformó muchas cosas tocantes al culto divino. Ganó de los moros la villa de Alcalá la vieja acometiendo á aquel fuerte sitio por lo alto de una montaña, donde puesto en oracion con su ejército, vió una cruz muy resplandeciente en el aire en señal de la victoria que habia de tener. Fué este santo arzobispo el que dejó á los monges de san Benito hermanos con la santa iglesia de Toledo, y aquel ilustrísimo cabildo, que es una calidad de las mas honradas de que la congregacion, y monges se precian. Favoreció (como queda dicho) la causa de la reina doña Urraca, y de nuestro emperador don Alonso contra los de Aragon. Quien mas deseare saber deste singular prelado luz de España, y honra del hábito de san Benito, donde he dicho lo hallará. Murió cargado de dias y de obras santas por el mes de abril era mil ciento sesenta y seis, que es el año de Cristo mil ciento veinte y ocho. Sepultóse en su iglesia de Toledo. que entonces estaba en poder de monges, aunque dicen en Sahagun que ellos los tienen. Tengo por mas cierta la sepultura de Toledo, que siendo en aquel tiempo las dos iglesias de una religion, y de unos mismos ministros, no se mandaria llevar de la de Toledo á la de Sahagun. Sobre su sepultura está el letrero siguiente:

En la villa de Coyanza (que es Valencia de don | terios, el de Sahagun lo fuese de todas maneras en Juan) fuera del castillo estaban fortificados otros, cuyo capitan era Jimeno Iñiguez, caballero aragonés ó navarro. Viendo estos que los del castillo se habian rendido y entregado, hicieron lo mismo, y el rey don Alonso los perdonó, y á los extranjeros dejó ir libremente á sus tierras. De aquí partió con sus gentes para Asturias de Santillana, entrando en ellas por la ribera del rio Ezla, que nace en aquellas montañas donde se habia levantado el conde don Rodrigo Gonzalez Giron, con otros muchos rebeldes: y el rey comenzó á proceder contra ellos abrasando sus heredades, y arruinando sus casas, y tomóles algunos castillos, y lugares fuertes en que ellos fiaban. Viendo el conde que de ninguna manera podia escaparse de las manos del rey, envióle á pedir con dos caballeros que fuese servido de oirle en cierto lugar cerca del rio Pisuerga, donde le pedia que saliese con seis caballeros, y que él saldria con otros tantos, y allí tratarian los medios de paz, para que él seguramente se pudiese poner en sus manos. El rey holgó dello y al tiempo y lugar señalado se juntaron donde el conde don Rodrigo Gonzalez con poco conocimiento de su eulpa habló al rey con tanta libertad y desenvoltura, que el rey se encendió en cólera, y arremetió al conde, y abrazándose con él, cayeron ambos de los caballos. Viendo esto los caballeros del conde espantados y atemorizados huyeron: luego acudieron los caballeros del rey, y prendieron al conde, y cargándole de prisiones le pusieron en una fortaleza, y el rey le tomó los castillos y lugares que tenia; y por ser tan principal, y emparentado en el reino, despues de algunos dias le soltó. Conociendo el conde su culpa, se echó á los piés del rey, y él lo perdonó, y le hizo muchas mercedes, y le dió en tenencia la ciudad de Toledo (que era la plaza mas honrada del reino, y otros honores, que así llamaban los gobiernos, y tenencias que los reyes daban á los caballeros) donde el conde don Rodrigo Gonzalez Giron mostró su extremado valor, y grande esfuerzo, porque fué uno de los valientes caballeros que en sus tiempos tuvo el reino, y el rey don Alonso le amó, y honró por verse tan bien servido dél.

Era señora en este año de la villa de Olmedo la infanta doña Sancha hermana del emperador, así lo dice Alvaro Ovequez en una donacion que hizo de unas casas de Olmedo al monasterio de san Millan, y que don Alonso reinaba en Leon y en Burgos y en toda Esрапа.

CAPÍTULO XLIX.

Muerte de don Bernardo arzobispo de Toledo.

El arzobispo don Bernardo fué uno de los señalados varones que ha tenido España, cuyas raras virtudes se dijeron largamente en el libro de las fundaciones de los monasterios de San Benito y de los varones ilustres dellos. Brevemente diré ahora para decir su muerte, cual fué su vida. El rey don Alonso el VI, abuelo de nuestro emperador, fué monge de san Benito algunos meses en el monasterio de Sahagun, y con la aficion y ánimo que les hizo merced toda la vida, luego que se vió pacífico rey de Leon y Castilla, dió muestras del amor que tenia á su casa, donde habia tomado el hábito, comenzándola á ilustrar, y engrandecer con ricos dones y edificios que mandó hacer en ella: sobre todo quiso poner piedras vivas, para que como San Pedro de Cluni era tan gran monasterio en Francia, y cabeza de dos mil monas

Primo Bernardus evit hic primas venerandus. Su muerte fué, conforme à las memorias de Toledo escritas curiosamente en aquel tiempo, en el mes de abril era mil ciento sesenta y seis. Sucedióle don Raimundo, monge de la misma órden, y obispo de Osma.

Entraron los moros en esta era mil ciento diez y seis con su rey Texufin en el reino de Toledo, y tomaron á Ceca, Elquelca Fernandez, y mataron ciento y ochenta hombres. Despues tomó á Vargas, y mató cincuenta, y despues se puso sobre Servando, y mató veinte hombres.

CAPÍTULO L.

Concilio ó cortes que el rey don Alonso celebró en Palencia.

Era mil ciento sesenta y siete, dice la historia compostelana, que deseando el rey don Alonso quietar su reino, y que á todos constasen los agravios que del rey de Aragon recibia, no le queriendo restituir sus fortalezas, y dando color y ayuda á sus vasallos para que se levantasen y desobedeciesen, mandó juntar todos los prelados y ricos-hombres del reino en la ciudad de Palencia, y envió á pedir á los obipos y abades de los demás reinos quisiesen hallarse en estas cortes, para que en las cosas tocantes á la fé tratasen de la reformacion de los abusos, y se estableciesen las leyes que mas convenian al servicio de Dios. Dice esta historia que se comenzó el concilio, y fué la primera sesion en la primera semana de la cuaresma. Y que en este concilio se determinaron muchas cosas tocantes al servicio de Dios, y al estado y pacificacion del reino, mas no dice en particular, qué cosas,

ni qué prelados ó caballeros se hallaron en él. Y en este mismo año á veinte cinco de marzo (que debió de ser estando en estas cortes, pues comenzaron en este mes, y no se acabarian tan presto) el rey don Alonso con la reina doña Berenguela su mujer dieron á la iglesia de Santiago todo el derecho real, que pretendian tener en la ciudad de Mérida, cuando moros la conquistasen. Llama el rey en esta escritura tio al papa Calixto, porque dice, que hace esta donacion porque el papa Calixto su tio habia trasladado la iglesia antigua metropolitana de Mérida á la de Santiago en el concilio que hizo celebrar en Palencia.

Y en este año á siete de junio, el rey don Alonso con su mujer doña Berenguela estando en Astorga hizo merced á la iglesia catedral de la heredad del Pozolo de Ripa de Tera, y los ricos-hombres que se hallaban con él eran don Alonso obispo de Astorga, el conde don Rodrigo Martinez Osorio, el conde don Gomez, don Osorio Martinez, don Bermudo Perez, Poncio Cabrera, Juan Perez, Pedro Alonso alférez del rey, Pedro Estelanez, cancelario del rey, Tello Fernandez, Gutierre Heriz, Rodrigo Bermudez mayordomo del rey, don Diego obispo de Leon. Y es mucho de notar que ya lo llaman emperador; tanta autoridad y crédito tenia ya entre los suyos. Y del rey don Alonso de Aragon tiene el monasterio de Oña una carta, en que le da el monasterio de San Roman, y una serna en Toviellas, y dice reinaba en Aragon, Pamplona, Sobrarbe, Ricapurcia, Alava, y Castilla Vieja. Esta Castilla Vieja que tantas veces se nombra son las merindades cerca de Oña, que desde el rey don García de Nájara quedó en la corona de Navarra, por heredarlo de su madre la reina doña Mayor, hija del conde don Sancho, y heredera de su tierras, y condado de Castilla.

En las cortes de Palencia primer dia de mayo desta era mil ciento sesenta y siete llamándose emperador de las Españas con su mujer doña Berenguela hizo merced á Gomez Cidiz, de libertarle las heredades que tenia, por los buenos servicios que le habia hecho. Firma este privilegio despues del emperador el conde don Rodrigo Gonzalez Giron, el conde don Gomez, Bermudo Perez, Sancho Nuñez, Rodrigo Bermudez mayordomo del rey, Pedro Braolez, Munio Tacon, Pedro Alonso.

La fortaleza de Castrojeriz, que quieren que sea obra de Julio César, lugar fuerte à quien conquistó con trabajo y sangre el conde Fernan Gonzalez, solar nobilísimo de los caballeros propios, y antiguos Castros que hay en Galicia, Portugal, San Juste y Celada, cerca de Burgos, y en la misma ciudad: estaba rebelde en estos dias, y era grande, particularmente la del castillo, por estar fundado en un risco 6 cuesta muy alta y sin padrastros, de donde la pudiesen hacer daño con las bastidas, máquinas é ingenios que entónces usaban. En el levantamiento dicho del conde don Pedro de Lara, el rey de Aragon con su ayuda se habia apoderado desta fuerza, y puso por alcaide en ella á un Oriolo García con muy lucida gente de guarnicion y presidio. Estos salian de ordinario y robaban la tierra, haciendo grandes daños en ella. No pudo el rey don Alonso conquistar á Castro, ni á su fortaleza, basta allanar las que dejo dichas, porque se esperaban en esta empresa mayores dificultades. Hallándose, pues, el rey desocupado, y forzándole las quejas de los robos y daños que de Castrojeriz se hacian, juntó un buen ejército de gentes de á pié y de á caballo, y fué derecho á poner cerco á Castrojeriz; y como

TOMO III.

viese la dificultad que habia en los combates, por ser fuerte el lugar, y mucha y muy buena la gente que lo defendia, mandó que con toda diligencia se cercase el lugar, de suerte, que hombre humano no pudiese entrar ni salir del: y el mismo cerco puso al castillo, que desta manera solian conquistar lugares fuertes, y así duraban los cercos ó asedios años. Lo que el rey ordenó se hizo con tanta presteza y fortaleza, que los cercados jamás pudieron romper la cerca que se les habia echado, ni atravesar los grandes fosos que se les habian hecho; estando la gente del rey en continuo cuidado á la guarda y defensa de las cercas que habian puesto. Apretaron tanto el cerco que los cercados llegaron á extrema necesidad; y comenzó á picarles la hambre y peste, de tal arte, que ya se veian sin remedio. Con esto comenzaron á tratar de concertarse con el rey, pidiéndole, diese lugar, para que ellos pudiesen enviar al rey de Aragon, que los socorriese, y que si dentro de un cierto término no enviase, entregarian llanamente el lugar, y castillo. El rey vino en esto; mas el de Aragon ocupado en otras guerras, no pudo socorrerlos, con que el capitan Oriolo García entregó el castillo y lugar, saliéndose libremente con los suyos de todo el reino. Y el rey dejando órden en todo, pasados seis meses que lo habia tenido cercado, levantó el campo: y desta vez limpió el rey su reino de todos los extranjeros, sin que les quedase un pié de tierra; y comenzó á ser temido y amado (atributos propios de un rey) de todos los suyos, y de los reyes sus vecinos (que son virtudes propias de un rey para ser bueno en sí, y á su reino): y así Castilla comenzó luego á medrar, y crecer su grandeza de la cual no cayó, llegando alestado y monarquía en que ahora la vemos. Y por declararme mas digo, que dicen, que este castillo de Castro fué fundado por Julio César, que así se llamó Castrum Cæsaris; y corrompiéndose el vocablo Castro-Jeriz, y que habia en él unas barras de hierro grandísimas con letras, que decian esto: Ganólo el conde Fernan Gonzalez de los moros con mucho trabajo y derramamiento de sangre, como digo en su historia es lugar antiquísimo, y hay en él señaladas sepulturas de gente muy noble: fué de Diego Gomez de Sandoval con título de conde, adelantado mayor de Castilla: dió nombre á la ilustrísima familia de los de Castro de Castilla, por tener en él su solar y asiento. Y otros, que deste apellido hay en Aragon, no son desta sangre, sino los que dije, aunque tienen tambien sangre real. Y en esta historia se verán dos hermanos valerosísimos, que sirvieron al emperador en todas las guerras. Fueron sus mayordomos, y ayo el uno del infante don Sancho el Deseado, alcaide de Toledo; y finalmente tal, que mereció casar con la infanta doña Estefanía hija del emperador, como todo se dirá.

CAPÍTULO LI.

El rey Zafadola despojado por los suyos, se vino para el rey, é hizo su vasallo.

En los años dichos de las revueltas entre los reyes cristianos, fué Dios servido que las hubiese tan grandes entre los moros, que no tuvieron lugar de hacer notable daño en nuestras tierras, por los muchos que entre sí unos á otros se hacian, mas de algunas entradas y correrías lijeras, que los caballeros fronteros bastaban á resistirles, y echarlos de la tierra. Viéndose ya el rey don Alonso señor absoluto, querido y obedecido de los 7

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