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Finalmente dijo, que Gimena, y asimismo la reina doña Inés, fueron naturales del reino de Leon, y aun de la parte del Vierzo, que es un pedazo de tierra, montañas y valles que caen entre Astorga y los puertos ó montes asperisimos del Cebrero, entrada de Galicia, á la parte del norte las de Asturias. Es tierra rica de vinos, frutas, caza, ganado. Persuádome á esto por el entierro que escogió Jimena, que es en el monasterio de San Andrés de Espinareda, de la orden de san Benito, que está de tiempos muy antiguos en el Vierzo fundado. En una capilla antiquísima, que servia de capítulo á los monges, estaba esta señora sepultada con la humildad que en aquellos siglos ios principes tenian. Con las obras nuevas que el monasterio ha hecho, se desbarató esta capilla; no sé si ha quedado señalada la sepultura, que fuera bien, pues está en ella la que dió la piedra, sobre que se fundó el reino de Portugal.

man, cuya hija dicen fué doña Teresa, mujer del conde don Henrique, primeros fundadores del reino de Portugal. Y aun viene muy conforme al tiempo, y edad de doua Teresa, ser esta mujer su madre, porque en la era mil ciento treinta y tres se halla casada doña Teresa con el conde don Henrique, y que gobernaban en Portugal, como dejo dicho; y en este año de la era mil ciento treinta y tres tendria doña Teresa diez y siete, ó diez y ocho años, que era harto moza, y edad propia para ser casada; y viene al justo con el tiempo, en que don Alonso estaba viudo y en amistad con doña Jimena, y se queria casar con ella, y el papa lo contradecia, por el deudo cercano que doña Jimena tenia con doña Inés reina difunta. Yo hice otro discurso fundándome en que no habia en Castilla mujer con quien el rey don Alonso pudiese casar; si bien comenzase por barragana ó amiga, y que no lo podia ser la que está sepultada en san Andrés de Espinareda. Mirando bien en ello tengo por cierto y verdadero que esta Jimena es la amiga noble, parienta de doña Inés, con quien el rey quiso casar y el papa lo contradijo, y la madre de doña Teresa, condesa de Portugal, y que está sepultada en el mismo monasterio de Espinareda, y que murió muy vieja, despues de la muerte del rey don Alonso, y que estimó tanto su amistad, que la dejó escrita en la piedra de su sepultura: Requiescat in |

pace.

Y digo mas que el parentesco de Jimena con la reina doña Inés debió de ser muy cercano, pues el papa Gregorio escribió, condenándole con tanto fervor, y tan escandalizado; y que duró la amistad del rey con Jimena largos dias, pues hubo della dos hijas; y que era Jimena de lo mas ilustre y generoso del reino de Leon, pues la deuda tan cercana mereció ser la mujer primera del rey don Alonso, y por ser tan principal Jimena, casaron sus hijas tan altamente, doña Elvira con el conde de Tolosa don Ramon, y doña Teresa con el conde don Henrique, y ambas tuvieron título de reinas. Y la de Portugal dió principio á un reino tan rico y poderoso, y de tan excelentes reyes.

jicere, qui tibi ultra mille hominum millia subjecit, et judicio tuo commissit.

De cætero Regiæ munificentiæ tuæ gratulamur, cujus, animi devotionem in eo plane satis agnoscimus, atque agnoscentes amplectimur, quod quanti Beatum Petrum fecerit ex dono, patenter ostendere voluit; et certe, cum tui cordis amorem munus illud per se satis suficienter ostendat; tum etiam tuæ fidei meritum, illud ipsum mutua vice longe vero magis commendat, multisque gentibus è cunctis mundi partibus ad gremium matris Sanctæ Romanæ Ecclesiæ venientibus, ad honorem tuum clare manifestat. Et quidem, licet illud munus tam amplum et magnificum fuerit, ut et te Regem dare, et Beatum Petrum recipere convenienter decuerit; tamen in illo animi tui devotienem multo magis amplectimur, quæ, quanti Beatum Petrum fecerit ex dono, patenter ostendit. Eo igitur, ut dignum est, decenter suscepto, donum, quod Domino largiente, Sedes habet Apostolica syncer tuæ devotioni remittit. Omnipotens omnium rerum creator et rector, omniumque dignitatum ineffabilis dispositor, qui dat salutem Regibus, meritis altissimæ genitricis Dei Mariæ, omniumque Sanctorum, auctoritate Beatorum Apostolorum Petri et Pauli nobis licet indignis, per eos qualicumque commissa, te, tuosque fideles in Christo, ab omnibus peccatis absolvat, detque tibi victoriam de inimicis visibilibus et invisibilibus, mentem tuam semper illuminet, ut ejus bonitatem, et humanam fra. gilitatem diligenter perspiciendo, mundi gloriam despicias, et ad æternam Beato Petro duce, pervenias.

CAPÍTULO XXX.

Historia de la reina doña Urraca, heredera de Castilla. La reina doña Urraca, sucesora en Castilla, Leon, Asturias y Galicia, por el rey don Alonso su padre, estaba en Aragon con el rey don Alonso su marido, cuando sucedió la muerte del rey en Castilla (1); luego el conde don Pedro Assurez, á cuyo cargo quedó el gobierno del reino, avisó á los nuevos rey es que estaban en Aragon. No sé qué disgusto cuentan de la reina doña Urraca con don Pedro Assurez; porque en este aviso hizo mas cuenta del rey, que della. Era don Pedro muy aficionado servidor del rey don Alonso de Aragon; y se eatendió, que él habia aconsejado á don Alonso sexto, que hiciese este casamiento; y por esto valió mucho con don Alonso el de Aragon: y en la persecucion que padeció en Castilla, quitándole la reina los lugares y castillos que tenia, porque la iba á la mano, y aconsejaba lo que convenia á su honor y reino, don Alonso el de Aragon le acogió, y honró, y dió mas de lo que en Castilla habia perdido, y aun entiendo, que lo que han hallado en Navarra deste conde, por donde han querido hacerle su natural, será por lo que el rey don Alonso le dió en aquel reino, en satisfaccion de lo que habia perdido en Castilla.

Luego se pusieron los reyes en camino, viniendo con grandísimo acompañamiento y gente de armas, como si en Castilla no estuvieran muy de paz. Entraron en ella, fueron muy bien recibidos con solemnidad, y voluntades de leales vasallos; y se vieron los mayores señores, que, desde que España se perdió, hubo entre los cristianos en ella: porque fueron reyes de Castilla, Leon, Aragon, Navarra, Galicia, Asturias y otros lugares, quedando solo lo que cristianos poseian en Portugal con el conde don Enrique, y su mujer la infanta doña Teresa y si el diablo no se atravesara entre estos príncipes, este poder, y el valor grande, é inclinacion á las armas, y ventura del rey en ellas, bastaran para echar los moros de toda España. Llamóse don Alonso emperador della, como se lo habia llamado su suegro don Alonso el sexto. Garibay quiere contarle en el número de los reyes Alonsos de Castilla y de Leon, importa muy poco, y creo que nos importa mas quedarnos con la costumbre antigua, que Castilla nunca contó

(1) La reina doña Urraca ni estaba en Aragon con el rey don Alonso. ni aun casada con él; lo contrario consta de su razonamiento al conde don Fernando, que trae la historia compostelana al cap. 64, y de varios instrumentos que cita Risco, tomo primero de la Historia de Leon en la vida de

esta reina.

mas de once reyes deste nombre, que en ella y en Leon reinaron. Ya dije en un librillo, que saqué del empe- | rador don Alonso Ramon algunas razones; la mayor es, que pues pesa tan poco, no nos cansemos, en si han de ser once ó doce estos reyes.

No puedo decir los cuentos de los reyes don Alonso de Aragon y doña Urraca, sucedidos en la corona de Castilla, sin tocar al infante don Alonso Ramon, que tenia sus apasionados; y comenzaron luego las pen-❘ dencias en el año siguiente. Y era mil ciento cuarenta y ocho, que es mil ciento y diez y en el de mil ciento cuarenta y nueve ardian las guerras, y llegaron á darse sangrientas batallas, como aquí diré.

Dije, escribiendo del monasterio de San Millan, como en la era mil ciento cuarenta y ocho estaba la reina doña Urraca en la Rioja, y hizo merced al monasterio de los pechos, que pagaban al palacio real de Nájara los vecinos de Villa-Gonzalo y Cordovin; y la poblacion de Nájara, en que habia cristianos, moros y judíos; y que se hallaban con la reina el infante don Ramiro, hijo del rey don Sancho, que es el que fué monge, hermano del rey don Alonso, y cuñado de la reina; el conde don Pedro Assurez de Carrion, el conde Gomez Gonzalez, llamándose conde de los castellanos, que es el que tantas veces he referido de Sandoval. ó Salvador, ó Campdespina, y acabaremos presto con él; Pero Gonzalez, conde de Medina, Rodrigo Muñoz, conde de Asturias, Sancho, conde de Pamplona, Diego Lopez, señor de Nájara, señor Iñigo Jimenez, que dominaba en Calahorra, Garci Lopez en Marañon, Sancho, obispo de Nájara, García, obispo de Burgos, Efredo, prior de Santa María, García Garces; ydice la escritura: Regina exivit cum suo exercitu para Cesar-Augusta medio Augusto, omnes congregati in Najara; roboraverunt istam cartam. Era MCXLVIII. Que salió la reina con su ejército, mediado agosto para Zaragoza, y juntos todos en Nájara confirmaron esta carta. Sin duda ninguna que el rey don Alonso cercó este año á Zaragoza, ó le corrió la tierra; porque el cercarla, y tomaria fué adelante; y la reina pasó por Najara con el ejército de los castellanos para juntarse con el rey, y campo de aragoneses, y la acompañaba el infante don Ramiro de Aragon: y no debía de tener el hábito de monge, sino es que con él le llamasen infante. Y va asimismo el conde don Gomez Gonzalez, que le hacen muy servidor de la reina, y no con tanta limpieza, como es razon que se traten los príncipes: ni sé cómo hacen los Hurtados sus hijos, pues es nombre tan poco ha usado en Castilla. De que reinase este año por mayo llanamente don Alonso de Aragon en Toledo, Leon y Castilla consta por muchas escrituras deste tiempo. Atrevióse este año, con la ausencia de los nuevos reyes, un rey moro, llamado Hali, á ponerse sobre Toledo, y con tanto poder, que la tuvo sitiada ocho dias, y le vantóse por la resistencia grande que halló en ella: no dice la memoria de donde era rey este moro.

Ya dije lo que sentia del infante don Ramiro, casado con hija de Rodrigo Diaz (1) y su jornada á la conquista de la tierra santa, en la historia antigua de la lengua portuguesa, que es la mas acertada de todas cuantas he visto de mano; despues de haber dicho mi parecer del casamiento del infante de Navarra con la hija del Cid, leyendo el capítulo de la batalla de Ataporta (2), dice así,

(1) Murió era mil ciento y cuarenta y ocho. (2) Atapuerta se llamaba antiguamente, y asi se ha de llamar, y no Atapuerca.

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hablando del rey don García, que murió allí: Ešte rey don Garcia ouvo dous fillos. don Sancho, et don Ramiro, que casou despois con à filla do Cide. Porque se note lo que puede la verdad, y como la busca el entendimientoGanóse la ciudad de Jerusalen, conforme á lo que dice una memoria, en el año mil y ciento. Volverfase don Ramiro á su tierra pobre y desheredado; trajo una gran devocion de la tierra santa, y en la suya, entre la Rioja y Navarra, instituyó la célebre divisa de la caballería, llamada de Nuestra Señora de la Piscina, cuyo patronazgo ha quedado (á lo que entiendo ) en el licenciado Gil Ramirez de Arellano del consejo supremo de Castilla, despues de haber tenido otras muchas plazas, desde que salió del colegio de Cuenca y cátedras de Salamanca, por haber sido en estos tiempos de los eminentes varones del reino, así en letras como en virtud y nobleza de su sangre, descendiente del fundador de la Piscina. En Cardeña dicen que vivió retirado el infante don Ramiro, y que murió ordenando su testamento desta manera.

Llámase rey de Navarra, conde de Vigorria, duque de Cantabria, (títulos que hasta ahora no usaron los reyes de Navarra); encomienda su alma á Dios, y que su cuerpo sea en aquel monasterio sepultado con su suegro el Cid, y su mujer doña Elvira ; que se den al monasterio las reliquias que trajo de la tierra santa. Que se dén al prior y convento de Cardeña mil maravedis de oro. Que al monasterio de Santa María de Nájara se dén doscientos maravedis por las almas de sus padres y abuelos. Que se dén á San Millan cincuenta. Que en el dia de su muerte y tránsito se dén al prior y convento de Cardeña doscientos maravedis de oro, demás de lo que dejaba ordenado que se le diese cada año. Que en el dia de la Asuncion de nuestra Señora se celebre una misa solemne por su alma, y otra dia de la Purificacion. Nombra por su legítimo heredero á su primogénito don García (en esto se ve que su padre de don Ramiro no fué Sancho, sino García), de la manera que le habian tenido sus pasados; y le cede, y pasa su derecho para sacarlo de poder de don Alonso rey de Aragon y Castilla: porque estando ausente (así dice) cuando en Rueda mataron á traicion al rey don Sancho, lo habia tomado por fuerza don Sancho Ramirez; y no se hallando con fuerzas para cobrarlo, se habia retirado à Valencia. Mandó á otro hijo, llamado Sancho, los bienes que tenia en Peñacerrada, desde Mendavia á Subiza, y otras muchas villas. A una hija que llama Elvira manda de su tesoro, que habia traido de Jerusalen, y ganadolo alla peleando contra los enemigos, siete mil maravedís de oro, para que se casase con ellos; manda las joyas y vestidos de su mujer doña Elvira hija del Cid. Otorgó este testamento delante del abad Virila, y del prior Sancho y todo el convento, y del restante de sus bienes encarga al abad, que funde una iglesia dedicada á nuestra Señora; y que la iglesia tenga su territorio, y en ella hay una imagen y representacion de la sagrada Piscina; dentro de la cual, por representacion divina, halló una parte de la cruz del Señor, divisa de los reyes de Navarra, sus predecesores, hasta Iñigo Arista, que fué de la sangre real de Francia por los condes de Vigorria, que fué el primer ungido, y que así la dejaba á sus sucesores reyes y caballeros que fuesen de su sangre, con que guarden la policía y leyes de la caballería, como fué guardada desde los tiempos de Clodoveo entre los reyes de Francia. Manda que en la casa y divisa de la Piscina, despues que fuere fabricada, sea el rey su

hijo sucesor y patron della, y despues dél sus sucesores jure perpetuo; y que no pueda entrar en ella ningun judío, moro, ni bastardo, ni de bajo nacimiento, ni villano, sino tan solamente los que fueren de su generacion por línea recta y les deja la insignia honrosa, como la tuvo él de sus mayores ; que ya que habia perdido el reino, nó empero el título y honor, que no podia negarle. Hace su albacea al abad Virila y su testamentario; y que despues de haber cumplido estas mandas, le hacia gracia y donacion del remanente para él, y para que su hija doña Elvira con su diligencia casase honrosamente. Es la fecha en el capítulo de Cardeña á trece de noviembre, era mil ciento cuarenta y ocho. Y dice, la sella con su sello, que entonces no los habia.

De malísima gana he referido esta escritura, por hallar en ella cosas que notoriamente la hacen falsa; otros lo sentirán de otra manera; y por no enojarlos, no digo, y compruebolo que deste testamento siento; solo pido que reparen, que si este don Ramiro fuera hijo de don Sancho, llamara á su hijo mayor Sancho; y por ser hijo de don García, le llamó García.

Desta era mil ciento cuarenta y ocho no hallo otra memoria que notar, ni sé lo que la reina hizo con su ejército en Aragon; pero en el año que viene veremos los castellanos y aragoneses revueltos; y en el principio dél, mediado enero, estaba la reina con el rey en Oña, como parece por una carta, en que dió á este monasterio y á su abad don Juan la heredad de Navas, y se hallaban con ella don García, obispo de Burgos, don Pedro, obispo de Palencia, Fernan García, el conde Rodrigo Muñoz, Alvar Fañez, Gutierre Fernandez, mayordomo de su palacio, este caballero es de los de Castro, dice, Fernan Petrez, escriban de illa Regina, que tal latin y tal romance se sabia entonces.

Ya digo, que los bandos mortales entre castellanos y aragoneses, como llegaron á las manos, llegarian á soltar malas lenguas, y peores y temerarios juicios. Pudo la reina dar en tal flaqueza, que suele ser cuando es moza la mujer, hermosa, mal casada, perseguida de enemigos, que son las balas con que el demonio combate, derriba, impugna, y expugna fuertes, y roqueras murallas. Lo que firmemente puedo decir, es, que el apellido de Hurtado sonó muchos años despues entre los grandes de Castilla; y no se tomaria de ocasion tan atrasada, que tales hurtos como este se deben de haber hecho por las damas de Castilla. Vióse el rey fatigado, que no hay enemigo mas pesado que la mujer sin amor en casa. Queria dejarla, y hallaba dificultades: y el vivir con ella le era, como dije, penoso. Apartáronse; pusiéronse de por medio prelados, y caballeros para concordarlos: vueltos á juntar, volvieron á lo que solian; y así el rey la repudió públicamente en Soria, de donde resultó entre los dos mortal discordia, y en el reino grandes males y guerras; y como el rey don Alonso estaba apoderado de las fuerzas y castillos mas importantes, teniendo en ellos alcaides aragoneses, era poderoso para ejecutar cualquier crueldad, cuando la pasion le movia. Robaban los templos, profanaban las iglesias, como tambien lo dice el vanerable Pedro abad de Cluni (1) en la vision de Pedro Engelberto, monge de Santa María la Real de Nájara, cuando en vision se le aparecieron los soldados (ó sus espíritus) que en este ejército andaban en pena por los excesos, robos y males que en Castilla habian hecho en estas guerras. Muchos de nuestros coronistas se quejan de los aragoneses, y de su rey don Alonso, y le notan de mas soldado, que cristiano: y aun dicen que llegó á tanto el poco respeto que tenia á las igle

conde su marido, porque tambien era del bando de la reina: que no es pequeño argumento de su inocencia, y justa causa; pues dos tales prelados la defendian, y otros muy nobles caballeros del reino. Y en ódio de los santos prelados, por haber sido abad el uno de Sahagun, y amar su monasterio, y por ro

Algunas historias de Aragon, y aun de las castella-sias, que las hacia caballerizas para sus caballos; nas culpan á la reina doña Urraca de no sé que livian- por donde tuvo mal fin en sus dias. Desterró de Esdades, indignas de la magestad real; y que por no las paña al santo arzobispo de Toledo don Bernardo monpoder remediar el rey don Alonso su marido, vivia ge del real monasterio de Sahagun, y así anduvo dos descontento, y entre ellos habia poca conformidad, años fuera del reino, porque defendia la causa de la causando escándalo en todos. Procuraba el rey refor-reina. Persiguió á don Diego Gelmirez, arzobispo que mar sus demasías, de que resultó entre los dos mortal❘ fué de Santiago, y criado antiguo de la reina, y del discordia. Y el rey don Alonso, viendo el poco amor que la reina le tenia ( y con él otros muchos caballeros y prelados), temiendo perder estos reinos, quitó á todos los castellanos y leoneses las plazas que tenian, y puso en ellas navarros y aragoneses; que se llevaba muy mal en Castilla. El conde don Pedro Assurez quiso corregir, y ir á la mano á la reina en algunas li-bar la riqueza que habia en él, fué el rey en persona, bertades; y ella le quitó los castillos y tierras que el rey su padre le habia dado, no mirando á sus servicios y canas, y á que el conde la habia criado. En odio de la reina se las volvió el rey, y la reina lo sintió á par de muerte. Púsola el rey con guarda en el castillo del Castellar. Ella vivia tan descontenta con él, que en su presencia suspiraba por el conde don Ramon su primer marido, diciendo: ¡Ay buen tiempo pasado y aun llegó á decir de manera que el rey lo oyese: Ay conde don Gomez, cuan bien casada estuviera yo con vos! Sé lo que dice el arzobispo don Rodrigo libro 7 capítulo 2, y que nació de la amistad de la reina con el conde don Gomez un niño, que se llamó Fernando Hurtado, y deste autor lo tomaron los que lo afirman, autores oscos y modernos; que algunos destos tiempos, porque los ven mal encuadernados, con lenguaje antiguo, y estilo bárbaro, los admiten, creen y reciben como evangelios.

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y entró en él, y echó dél al abad, y puso al infante don Ramiro su hermano, que ya debia de ser monge, y le robó lo precioso que tenia hasta las cruces, cálices, y santas reliquias, y ornamentos: y en el castillo de Zea mandó estar gente de guerra, que juntándose con unos hombres infernales de Sahagun, que se llamaban los burgeses, judíos y moros, borgoñones, y gente de toda suerte, robaban el monasterio, perseguían los monges, y procuraban ejecutar en ellos todos los males posibles, hasta querer matar á su abad, como si fueran ministros de satanás. He visto en este monasterio memorias destos tiempos miserables, en que lloran la calamidad y miseria del reino: y dicen las crueldades, que estas gentes en ellos ejecutaban, que no fueran mayores si los moros los conquistaran; y parece ser estas memorias por quien

1) Lib. II de Miraculis, c. 28.

las vió y padeció los trabajos que dicen. Desto tratan largamente las historias. Esta lo deja por ser solo su intento decir lo que toca al emperador don Alonso, que en estos tiempos se criaba en su condado de Galicia debajo de la tutela de su buen ayo el conde don Pedro de Trava. Lo dicho fué causa, para que entre los reyes hubiese divorcio, poniéndose el papa Pascual monge de san Benito, de por medio, y solicitándolo el arzobispo de Toledo don Bernardo, que disolvió el matrimonio, y lo dió por incestuoso y nulo, por ser los reyes primos en tercer grado, enviando sus letras á don Diego Gelmirez obispo de Santiago, en que le dice: «Para esto te constituyó el Omnipoatente Dois por prelado de su Iglesia, para corregir los >pecados del pueblo, y que les digas cual es su volun»tad: estudia, pues, y procura segun el poder, que »divinamente se te ha dado; que tan incestuoso peacado como la hija del rey ha cometido, con debido acastigo corrijas; para que ó se aparte dél, ósea priavada de la potestad real, y consorcio de la Iglesia.» Mas aunque el rey don Alonso se apartó de la reina. nó del reino, ni quiso soltar las ciudades, y fuerzas que en él tenia, que eran las mas y mas importantes. Salió el conde don Pedro de Trava con todo el poder de Galicia, ligando, y confederando todos los príncipes del reino con el obispo de Santiago don Diego Gelmirez, secretario que fué del conde don Ramon, y tomaron consigo al infante don Alonso que se criaba en Caldas del Rey (dejo dicho el año de su nacimiento, y en él se vió una gran luz, como estrella, que duró mucho, que parece fué buen pronóstico del que nacia), aclamándole, y levantándole por su rey, y señor; siendo deste parecer la reina su madre. Y llegaron á Leon, donde entendian hacer la fiesta de la coronacion del infante don Alonso. El rey don Alonso de Aragon juntó un poderoso ejército, y entró por Castilla, atravesando el reino de Leon, y Galicia hasta el castillo de Monteroso, que lo combatió, y entró por fuerza de armas, porque era fuerte. El conde don Pedro de Trava viendo el poder del rey don Alonso de Aragon, y que algunos grandes del reino de Castilla y Leon no querian recibir por su rey al infante don Alonso; y aun su misma madre la reina doña Urraca estaba algo dudosa, y casi de contrario parecer de lo que habia comenzado; procuró ganar la voluntad de don Enrique conde de Portugal, tio del infante don Alonso, y primo de su madre la reina doña Urraca, para que lo ayudase en estas contiendas: y con su parecer y ayuda, el conde don Pedro hizo guerra á los que no querian jurar al infante; y prendió en el camino, junto al castillo que llamaban Soriz (1) algunos caballeros principales, por cuyo rescate le entregaron el castillo de Miñor en el obispado de Tuy cerca de Bayona, en el cual, por ser muy fuerte y seguro, puso al infante don Alonso, y juntándose con el obispo don Diego Gelmirez, fuéron á la reina doña Urraca, que estaba en el castillo de Zea; y tratando con otros caballeros, y con mucho calor la reconciliacion entre ella y el infante don Alonso, con buenas razones la persuadieron, que se juntase con su hijo, y procurase su libertad, y tuviese por bien, que fuese coronado por rey, y que los dos juntamente reinasen; en lo cual vino la reina, y ganaron de su parte al conde don Fernando Osorio, que era un príncipe poderoso, y tenia

(1) Soriz es el Castrum Serici ó Sorici, hoy Castro Jeriz.

en honor el señorío y tierra de Santa Marta, Cabrera, y Trasancos, con otros estados en Galicia, como en muchas escrituras destos tiempos he visto; y deudo muy cercano del conde don Pedro de Trava; y todos de la honradísima y antigua familia de los de Osorio. Estos caballeros persuadieron á la reina, que se pusiese en poder del obispo don Diego Gelmirez, con el infante su hijo; y se concertase con Pedro Arias, y Ares Perez, Fernan Sanchez, y Alvaro Ordoñez, caballeros gallegos, en cuya guarda estaba la persona del infante don Alonso. Desta manera salió el infante del castillo de Miñor, donde estaba retirado, y lo llevaron á la iglesia de Santiago, donde con gran concurso de gente fué recibido por rey de Castilla y Leon; y el obispo don Diego le ungió ante el altar del apóstol, y recibió de su mano la espada, y cetro real; y don Rodrigo Osorio, hijo del conde don Pedro de Trava, hizo el oficio de paje de lanza, teniendo á las espaldas del rey su lanza y escudo, conforme à la ceremonia que en semejantes actos se usaba en aquellos tiempos; y de ahí vinieron á Leon, donde tambien lo aclamaron por rey en presencia de la reina su madre.

Despues desto ordenaron estos señores gallegos de sacar al infante, y á su madre de Leon; mas los agentes del rey don Alonso de Aragon tuvieron manera como se apoderasen de la reina, y la llevaron á Soria, donde en acto solemne y público, el rey don Alonso, cansado de sus cosas, la repudió públicamente. Sintiéronse mucho dello todos los caballeros castellanos, recibiendo por gran afrenta esto que el rey hizo en Soria; y así, todos los caballeros castellanos y leoneses, que seguian la parte del rey, se apartaron dél, y entregaron a la reina y á su hijo el nuevo rey las fortalezas y castillos que tenian: y señaladamente el conde don Pedro Asures de Valladolid, que hasta ahora habia seguido la opinion del rey don Alonso de Aragon, se volvió á la de la reina y del infante, siguiendo su bando, como leal, y verdadero castellano. Los que hacian las partes de don Alonso Ramon, se metieron con él en la ciudad de Avila, fiando de la fidelidad y fortaleza de sus caballeros y muros, y del amor grande que al nuevo rey tenian, por haber su padre reedificado, y poblado aquella ciudad, y haberse criado en ella algunos años de su niñez el nuevo rey don Alonso, y de Avila determinaron ir á juntarse en Leon con muchos gallegos y asturianos, que bajaban en su ayuda.

CAPÍTULO XXXI.

Continuáronse estas guerras entre los reyes madre y hijo con el de Aragon.

En tanto que el rey don Alonso estaba en Soria, y los caballeros gallegos caminaban con el infante para Leon, con acuerdo de juntarse allí con todos los caballeros castellanos, y leoneses; y que el infante don Alonso fuese recibido por rey con general consentimiento de todos; se habian juntado en la ciudad de Lugo otros caballeros de la parcialidad del rey don Alonso de Aragon, enemigos de los que tenían la voz del infante don Alonso, donde se fortificaban : mas el obispo don Diego, y don Pedro de Trava tuvieron traza, que ántes de pasar á Leon se les entregó la ciudad de Lugo.

Dicho tengo quién fué don Gomez Gonzalez, hijo del conde Gonzalo Salvadores, señor propietario de Campdespina, tierra de Sepúlveda, que por eso se llamó Gomez, que en lengua antigua, que se usó en las Cantabrias, quiere decir gran señor, 6 señor de vasallos, que habia pocos en estos tiempos que lo fuesen y dije

los pensamientos, y valedores dellos, que tuvo para
casar con doña Urraca en vida del rey don Alonso el
sexto; pues lo que entonces no se hizo, por no querer
el rey viejo, pensaba don Gomez gozar en estos dias
tan revueltos; valia mucho con la reina, y aun decian,
que mas de lo justo. Todo se gobernaba por su volun-
tad; y así le pesaba tanto, de que hubiesen alzado por
rey al infante don Alonso, como holgádose de apartar
á la reina del de Aragon. Hízose dueño de todo, y qui-
so, como leal, amparar al reino, y resistir al poderoso
aragonés; pareciéndole deuda, á que, conforme á
quien era, debia de acudir; no teniendo por tan mala
la pretension del de Galicia. Juntó la gente que pudo,
sabiendo que el de Aragon venia poderosamente con-
tra Castilla, y echó del reino los aragoneses que pudo.
Otro pretensor levantó tambien los pensamientos para
apoderarse del reino y reina, que era el conde don Pe-
dro Gonzalez, señor de Lara, sobrino del conde don
Gomez, hijo del conde don Gonzalo Nuñez, nieto del
conde don Nuño, que murió con su primo hermano el
conde don Gonzalo Cuatro manos en Roda, como dejo
dicho; y que desta ilustrísima sangre traen los Man-
riques lo que tienen de Lara (1). De suerte que el reino |
estaba dividido en tres parcialidades. La primera, mas
sana y segura, era la del infante don Alonso. La se-
gunda del conde don Gomez; y la tercera del conde
don Pedro de Lara: procurando cada uno destos dos
caballeros quitar al infante el reino, y hacerse señor
dél, y de la triste reina, que por verse oprimida en-
tre tantos rebeldes, debió de sujetarse á cosas, que
dieron ocasion á la nota que hubo en su honra. Viendo
el rey don Alonso de Aragon la perdicion deste reino,
y division, que entre los grandes habia, ó por reme-
diar tantos males, y corregir los excesos, ó por vengar
las ofensas, que de algunos habia recibido; y final-
mente, y lo mas cierto, por volver á ser señor de Cas-
tilla, levantó un poderoso ejército de navarros y ara-
goneses, y entró por Castilla arruinándolo todo á fue-
go, y á sangre. Y como los caballeros castellanos sin-
tieron los aparejos de guerra que el rey don Alonso ha-
cia, determinaron concertarse, y hacerse á una hasta
echar del reino al comun enemigo. Juntáronse de pres-
to sus gentes, siendo los principales caudillos don Go-
mez de Campdespina, y don Pedro Gonzalez de Lara: y
caminando el ejército del rey de Aragon en busca de los
condes, vinieron á verse en los campos de Campdespina,
cerca de Sepúlveda. Ordenadas todas sus haces, tomó
el conde don Pedro de Lara la vanguardia, hicieron
otras dos batallas; y en la retaguardia estuvo el conde
don Gomez, como señor y gencral del ejército. Comen-
zándose á herir de ambas partes la batalla, desamparó
luego el conde don Pedro Gonzalez de Lara el estan-
darte real, y salió huyendo del campo: y el conde don
Gomez con los suyos estuvo firme sustentando el peso
de la batalla; pero el poder grande del rey de Aragon
les dió tanta carga, que no la pudiendo sufrir los del
conde, comenzaron á huir, y fueron vencidos; quedan-
do el conde don Gomez con otros muchos que valero-
samente pelearon, muertos en el campo. Fué muy no-
table el esfuerzo del alférez dei conde don Gomez, que
era caballero de los de Olea, y de la misma sangre de
Sandoval; porque habiéndole muerte el caballo, cayó
en tierra abrazado con el pendon, que tenia tres fajas,

(1) Don Luis de Salazar y Castro en la genealogía de la casa de Lara no adopta la opinion de Salazar en esta parte: véase su tomo I.

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negra, azul y colorada, en campo de oro, y un cuervo vandeado de arriba á bajo dividido en nueve partes: y no se le pudiendo quitar de las manos, se las cortaron y levantándose en pié, con los trozos de los brazos se asió del pendon, diciendo á voces: Olea, Olea; que fué un hecho señalado. Murió con el conde don Gomez en esta batalla Diac Salvadores su hermano, y ambos están sepultados en el monasterio de Oña en | el claustro. Dejó un hijo, que se llamó don Rodrigo Gomez, esforzado caballero, como se verá en esta historia. El tumbo negro dice, era mil ciento cuarenta y nueve, Cæciderunt Comitem Gometium. Y otra memoria. El rey don Alonso de Aragon; é el conde don Manric, mataron al conde don Gomez en Campdespina, era mil ciento cuarenta y nueve. Este conde don Manrique fué el primero que entró en Castilla deste apellido; habrá dél mucha memoria de aquí adelante (1). Vencida esta batalla, pasó el aragonés á Leon, robando y destruyendo la tierra; y lo que mas es las iglesias. El infante don Alonso con los suyos habia salido de las montañas del Vierzo, donde habia recogido su gente, á los llanos de Leon, viniendo en su ejército el obispo de Santiago don Diego Gelmirez, y los condes don Pedro de Trava, y don Fernando Osorio, y otros muchos caballeros del reino de Leon, Galicia y Asturias; y llegaron á toparse los dos campos cerca del lugar llamado Villadargas, ó Via-aquias, que otros dicen Carrera de aguas, que es entre Leon y Astorga (2), donde se dieron una sangrienta batalla, en que murió el conde don Fernando Osorio, y quedó preso el conde don Pedro de Trava, y el obispo sacó de la batalla al infante don Alonso, y lo llevó á su madre al castillo de Orcilion (3), donde estaba retraida por ser inexpugnable esta fuerza. El emperador don Alonso, ganada la victoria, llegó á Astorga, y sitióla. La reina doña Urraca, dejando al infante su hijo en el castillo, fué á Santiago con el obispo don Diego; y juntando todo el tesoro que pudo, comenzó á recoger las gentes que en las dos rotas pasadas se habian derramado, y junto con esto un buen ejército, con el cual vino en socorro de Astorga, donde se llegaron otros muchos caballeros castellanos y asturianos, y de tierra de Campos, siendo los principales caudillos de su ejército don Gutierre Fernandez de Castro y don Gomez de Manzanedo. El de Aragon juntó las gentes de Nájara, Burgos, Palencia, Zamora, Leon y Sahagun, que le seguiau. Y pasando trescientos de á caballo aragoneses bien armados de lorigas ó cotas de malla, cuyo capitan se llamaba Martin Muñoz, para juntarse con el ejército del rey, los de la reina los acometieron en ciertos pasos, y fueron todos rotos, vencidos y presos con su capitan. Con este suceso el rey de Aragon levantó el campo, y se retiró siguiéndole el ejército de la reina, hasta cercarlo en Carrion, donde le tuvieron muy apretado. En este tiempo vino á España un legado del papa que llamaban el abad cluniacense, y seria el venerable Pedro, abad de San Pedro de Cluni, monasterio muy señalado en Borgoña, á quien estuvieron sujetos mas de dos mil monasterios de la orden de San

(1) Tienen su cuerpo entero las monjas benitis Ansinas, que ahora estan en Burgos. (2) El nombre verdadero de este pueblo es Viadangos, y aun subsiste con él entre Astorga y Leon. (3) Este castillo de Orcilion, tantas veces mencionado en la historia compostelana, estaba en Galicia en la provincia de Orense, legua y media de Ribadavia: hoy está arruinado, pero denomina una jurisdiccion, que pertenece a los condes de Monterey.

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