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designos en la guerra de los moros, estando con algun el año siguiente de mil y trescientos y cincuenta. En el descanso y dinero, y porque tenia atencion á Gibral- | cual no menos que en el precedente, andando el ruido tar, que en su juventud se perdiera, por lo cual le las- y estruendo de las católicas armas, fué nuestro Señor timaba el corazon, acordó de la cercar. Pues juntando servido de enviar grande peste, y mortandad sobre copioso ejército en el dicho año de mil y trescientos y el ejército cristiano, estando los moros muy apretacuarenta y nueve, puso cerco sobre Gibraltar, por dos, y en condicion de rendirse, por faltarles socorro mar y tierra, pero si en vida del rey don Fernando su de África, á causa de las grandes guerras y diferencias padre estaba fuerte la ciudad, mucho mas se hallaba que se continuaban en África entre el rey Albohacen, y ahora, como pueblo muy mirado de los cristianos. el infante Alboanen su hijo, tambien en España estaPara mover y hacer guerra á los moros de Gibraltar, ban divididas las fuerzas de los moros africanos, estomó ocasion el rey don Alonso, diciendo que Alboanen, tando sus gentes repartidas en presidios, los mas en hijo de Alboanen rey de Marruecos, rebelándose contra Gibraltar, y los otros en Ronda, y otros en Jimena, su padre, le habia tomado en África el reino de Fez Marbella, Zahara, Estepona, Castellar, y otros puecon muchas tierras, y lo mismo habia hecho en Espa- blos y castillos, que los otros de África poseían en ña, apoderándose de Ronda, Gibraltar, Marbella, Es- España en estos dias, de los cuales y de los suyos el tepona, Zahara, y Jimena, que eran del padre, y rey de Granada hacia la guerra posible á las tierras pues él no tenia treguas con el hijo, sino con el padre, del rey don Alonso. Al cual le aconsejaban mucho su que bien podia hacer guerra á las tierras del bijo, por- sobrino don Fernando infante de Aragon y marqués que Gibraltar era suya y no del rey Albohacen. Para de Tortosa, y señor de Albarracin, hijo de la reina proseguir esta guerra, envió al rey de Aragon sus em- doña Leonor su hermana, y don Juan Nuñez de Lara, bajadores, que fueron Velasco Martinez alcalde de cor- señor de Vizcaya, y otros grandes señores, y prelate, y Alonso Gonzalez de Gallegos, chantre de la iglesia dos, y maestres de las órdenes, que alzase el cerco, de Sevilla, á rogar al rey de Aragon, que segun las pues fallecia tanta gente, con que corria manifiesto alianzas pasadas, le ayudase con diez galeras para la riesgo de su real persona. guarda del estrecho. Tambien llevaron órden, para tratar de nuevo sobre el casamiento del conde don Henrique, hijo del rey, con una de las infantas de Aragon, hijas deste rey don Pedro. El cual enviando con la respuesta su embajador á Castilla, halló al rey don Alonso en el cerco de Gibraltar, donde en veinte y nueve dias del mes de agosto deste año se concertó, que el rey de Aragon dejase libre á la reina doña Leonor su madrastra, y á los infantes don Fernando, y don Juan sus hijos, todo lo que en Aragon les pertenecia, y que si dende adelante la reina y los infantes sus hijos fuesen causa de movimientos y perturbaciones de los reinos de Aragon, no les diese el rey don Alonso ningun género de favor. En lo que tocaba al matrimonio del conde de Trastamara, no se hizo nada, porque el rey de Aragon pedia, que al conde se le diesen el señorío y condado de Molina, y Requena, y Cuenca, y todos los pueblos de las fronteras de los reinos de Valencia y Aragon hasta Soria. El rey de Aragon por esta nueva liga envió á la armada del rey don Alonso, que estaba en el estrecho de Gibraltar, con Ramon de Villanova cuatro galeras, donde vinieron cuatrocientos ballesteros.

Los moros de Gibraltar, que muy fortalecidos estaban, hacian grande resistencia, aunque con muchos instrumentos y máquinas militares de aquel tiempo, eran fuertemente combatidos, yendo el asedio con continuas escaramuzas, y muertes á la larga, hasta venir

El rey don Alonso no solo no queria hacer esto, mas ni aun oirlo, y estando resoluto y deliberado de no se retirar del cerco, hasta tomar á Gibraltar, fué herido de una landre, que dió remate á sus heroicos dias, como se escribe en su corónica. Á esto añade Alvar Gutierrez de Toledo, haberse muerto este católico príncipe, con tósigo que los moros le dieron, ó cualquiera suerte, y de ambas que hubiese sido, habiendo treinta y siete años, siete ineses diez y nueve dias que reinaba, falleció en veinte y seis de marzo, dia del viernes santo del dicho año. El cual fue el primer año quincuagésimo en que se ganó el santo jubileo, que como hasta la sazon estaba ordenado, que de cien en cien años se ganase, mandó el papa Clemente sexto, arriba nombrado, que en estos dias pontificaba, que dende en adelante se ganase de cincuenta en cincuenta, comenzando desde este año. Fué su muerte siendo de edad de treinta y ocho años, siete meses y trece dias. Despues los caballeros habiendo alzado pendones por el infante don Pedro su hijo, y levantado el desgraciado cerco, trajeron el cuerpo del rey á la ciudad de Sevilla, donde fué enterrado en la capilla de los reyes, pero en el año future de mil cuatrocientos setenta y uno, fue trasladado á la iglesia mayor de la ciudad de Córdoba, donde se habia mandado enterrar cerca del túmulo del rey su padre, haciéndole llevar su hijo el rey don Henrique, como en su historia se referirá.

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CRÓNICA GENERAL

DE ESPAÑA.

J

LIBRO XX.

QUE CONTIENE LAS CRÓNICAS DE DON PEDRO PRIMERO Y DON ENRIQUE SEGUNDO
ESCRITAS POR DON PEDRO LOPEZ DE AYALA.

ADVERTENCIA DEL EDITOR.

H

EMOS dejado el texto de estas dos crónicas en su pri- | la certidumbre y notoriedad histórica apetecible. Afirmitiva pureza, teniendo á la vista las enmiendas de Zurita, las observaciones de Llaguno Amirola, y una que otra variante de la edicion de Pamplona de mil quinientos noventa y dos, sin permitirnos ninguna licencia ortográfica, para que nuestros lectores tengan aquellos escritos en toda su perfeccion posible, siendo los reinados de que tratan los que han dado lugar á mas controversias, y su autor de mucho peso y autoridad. Creimos, pues, atendido el grande interés que inspiran ambas crónicas, que debíamos sus pender aquí la narracion de los cronistas generales, y volver á ella en don Juan I. Nuestros lectores tendrán presente que de las crónicas de Ayala hay dos relaciones que discrepan muy poco en la sustancia de los hechos. Una es esta, llamada Vulgar, copiosa y bien ordenada, que seguiremos hasta la muerte de Enrique II. Otra es la llamada Abreviada, que se debió de ordenar primero, y de la cual se quitaron despues, al formar la Vulgar, algunas cosas que, estando ya fundada la sucesion del reino, parecia que podrian ofender. Si alguna es digna de saberse se declara en nota. La ocasion se nos viene aquí á la mano para dar respuesta á una pregunta que nos fué hecha con buena fé sobre si daríamos la llamada crónica verdadera de don Pedro. Cinco siglos ha que esa crónica se busca, y no ha parecido: y dado que pareciese no podria negar los hechos afirmados por Ayala, pues tienen toda

TOMO III.

mase que debió ser autor de aquella deseada crónica
el obispo de Jaen Juan de Castro. Seria otra prueba
del amor que profesaron á don Pedro algunos Castros.
Uno de ellos, don Fernando, fué preso en Montiel sir-
viéndole, soltóse, guerreó contra don Enrique en Por-
tugal y en Galicia, y murió en mil trescientos setenta
y seis en Inglaterra, mereciendo que sobre su sepul-
tura se pusiese esta leyenda: Aquí yace la fidelidad
de España. Éste sirvió á don Pedro con la espada: el
obispo de Jaen lo haria con la pluma. Pero el funda-
mento de esta creencia de que existia una nueva cró➡
nica, no fué tan liviano que no se halle admitido por
el autor de una Abreviacion de las historias de Casti-
lla, ordenada en tiempo de don Juan segundo, en don-
de se dice: «Segun que mas largamente está escrito en
»la corónica verdadera deste rey don Pedro: que hay
»dos corónicas, la una fingida por se disculpar de los
>>yerros que contra él fueron hechos en Castilla, los
>>cuales causaron que este rey don Pedro se mostrase
»tan cruel como en su tiempo fué.» Zurita opina que
este autor siguió una voz y opinion introducida entre
las gentes, sin averiguarla, á no ser, añade despues,
que la diversidad entre las crónicas Vulgar y Abrevia-
da de Ayala persuadieran á algunos que habia dos
historias entre sí muy diferentes. Mientras, pues, no
aparezca con todas sus pruebas de limpieza de sangre
esa suspirada crónica, la de Ayala es la única.
28

EN EL NOMBRE DE DIOS, AMEN, COMIENZA LA CRÓNICA DEL
REY DON PEDRO FIJO DEL REY DON ALFONSO DECENO
DE ESTE NOMBRE EN CASTILLA.

AÑO PRIMERO.

CAP. I. Como el rey don Alfonso finó en el real que lenia sobre Gibraltar.

El muy alto príncipe, é muy noble caballero rey don Alfonso deceno (1), que así ovo nombre de los reyes que regnaron en Castilla é en Leon, fué fijo del rey don Ferrando que ganó á Gibraltar é Alcaudete, é nieto del rey don Sancho que ganó á Tarifa, é visnieto del rey don Alfonso que seyendo iufante ganó el regno de Murcia, é trasnieto del rey don Ferrando que ganó á Sevilla, é á Córdoba, é la Frontera. El cual señor rey don Alfonso, de quien fabla ahora este libro, venció en batalla á Abulhacen, que era rey de Fez, é de Marruecos, é de Tunez, é de Tremecen, é de Sujulmeza (2), é al rey de Granada, que decian don Juzaf Abenhabit Abenazar, los cuales reyes moros le tenian cercada la su villa de Tarifa con muy gran poder de caballería, ca eran cuarenta mil de caballo, é doscientos mil de pie. É fué esta batalla ante la villa de Tarifa lúnes treinta dias de octubre, año del nascimiento de nuestro Señor Jesu-Christo de mil é trescientos é cuarenta, é de la era de Cesar mil é trescientos é setenta é ocho, é del criamiento del mundo segun la cuenta de los hebreos en cinco mil é cien años, é del año de los alárabes setecientos é cuarenta é dos. Este rey don Alfonso ganó á Alcala de Benzayde, que es agora llamada Alcalá la Real, é Teba, é Priego, é Olvera (3), é Cañete, é Aymonte, é Pruna, é Matrera, é la Torre del Alhaqui, é Carcabuey, é Rute, é Zambra, é la Torre de Cartagena, é Castellar: é cercó la cibdad de Algezira, é ganóla: é fué la cibdad de Algezira ganada con muy gran trabajo que el rey don Alfonso é todos los suyos pasaron en la cerca de la dicha cibdad. Otrosi en su tiempo deste rey don Alfonso pasó el infante Picazo fijo del rey Abulhacen, que llamaban Abomelic, con ocho mil caballeros moros, é peleó con ellos don Gonzalo Martinez de Oviedo maestre de Alcántara, que era capitan del rey en el Andalucía, é algunos caballeros de Castilla vasallos del rey que estaban con él, é los concejos, é ricosomes, é caballeros é escuderos de Sevilla é de Córdoba, é de las otras cibdades é villas de la frontera: é vencieron los cristianos, é morió ende el infante moro, é mucha gente de la suya. É fué esta pelea del dicho maestre don Gonzalo Martinez con el Infante Picazo

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allí (1). Otrosi vino y (2) el duque de Alencastre, que fué conde de Dervi, un gran señor, é noble caballero de armas, que avia nombre don Enrique: é entónce cuando vino en Algezira era conde de Dervi, é despues fué duque de Alencastre (3), é era de la casa real de Inglaterra. É vinieron y otros grandes señores de Francia, é de Inglaterra, é de Alemaña, é de Aragon. É finó allí don Pedro de Castro, que decian de la Guerra, un gran señor de Galicia, vasallo del rey. É finó y el arzobispo de Santiago, que decian don Martino (4), é muchos ricosomes é caballeros de Castilla é de Leon. É estuvo el dicho rey don Alfonso sobre Algezira ante que la ganase veinte meses; ca la cercó fin de marzo, que eran cumplidos veinte meses. E gaen el comienzo de agosto, é tomóla al segundo año en nóse la cibdad de Algezira en el año del Señor de mil é trecientos é cuarenta é cuatro, e de la era de Cesar mil é trecientos é ochenta é dos, sábado víspera de Ramos, que pusieron los sus pendones en la cibdad á veinte é siete dias de marzo, é otro dia domingo entró el rey quistas que el noble príncipe rey don Alfonso fizo, en la cibdad. Despues de todas estas batallas é con

ñor de mil é trecientos é cuarenta é nueve, cuando cercó la villa é castillo de Gibraltar en el año del Seandaba la Era de César, segun costumbre de España, en mil é trecientos é ochenta é siete. E este logar de Gibraltar es una villa é castillo muy noble é muy fuerte, é muy notable é muy preciada entre los cristianos é moros: é aquel fué el primero logar dó Tarif Abencied (5) en el tiempo del rey Rodrigo pasó, é allí posó, por non facer daño en Algezira, que era del conde don Illan, que fué el malo, por cuyo consejo venian los moros: é por eso ha este nombre Gibraltar, que llaman los moros Gebeltarif, que quiere decir, el monte ó la sierra de Tarif, ca cerca de aquel monte puso su real Tarif Abencied : é otros le llaman Gebelfat, que quiere decir, la sierra de la abertura, porque allí se comenzó á abrir la conquista que los moros ficieron en España. E teniendo el rey don Alfonso los moros que estaban cercados en la villa de Gibraltar tan afincados que estaban ya para se le dar, que non avia acorro ninguno; ca Abulhacen, rey de Fez, avia guerra con su bjo Aboanen (6), en tal guisa, que el fijo le avia tomado el regno de Fez, é era grande division entre los moros, como quier que el dicho rey Abulhacen tenia muchas gentes suyas aquen del mar en los sus logares, los cuales eran, Ronda, é Zahara, é Gibraltar, é Jimena, é Marbella, é Estepona (7), é otros; é otrosí el rey de Granada facia muy gran guerra de todos estos logares del rey de Benama

fijo del rey Abulhacen martes veinte dias de octubre (4), rin, é de los suyos á los cristianos: estando así el fe

año del Señor de mil é trescientos é treinta é nueve, é de la era de César de mil é trescientos é setenta é siete años. É ovo otras muchas buenas dichas él é los suyos en su tiempo, segun que los fallaredes en la corónica que fabla deste rey don Alfonso. É estando este rey sobre el real de Algezira vinieron allí por ser vicio de Dios, é por nobleza de caballería á la cerca de Algezira el rey don Carlos de Navarra, é don Gaston conde de Fox é señor de Bearne, é fincaron

(1) En algunas impresas se lec onceno; pero es probado que Ayala puso deceno, no reconociendo por rey de Castilla ni á don Alonso de Aragon que casó con doña Urraca, ni à don Alonso de Leon, marido de la reina doǹa Berenguela de Castilla, B. (2) Las impresas dicen Sigalme za; y la de 1592 impresa en Pamplona dice Segalmeza. B. (3) En las impr. é Olvera, é Alcaudete, é Ayamonte, 6 Utrera, é la Torre... (3) En las impr. veinte é ocho.

cho desta cerca de Gibraltar, fué voluntad de Dios que recreciese pestilencia de mortandad en el real del rey don Alfonso muy grande en el año siguiente que pusiera su real sobre Gibraltar. E esta fué la 'primera é gran pestilencia, que es llamada la gran mortandad; como quier que dos años antes desto fuera ya pesti

(1) En algunos libros de mano está fincaron, y no finaron como en el impreso de Toledo y en el de Pamplona contra la verdad del hecho. (2) La y, siempre que se usa en esta crónica de Ayala, es adverbio de lugar, que vale tanto como ahi. Algunos creen que este pasaje debe leerse asi: Otrosi vino y el fijo del duque etc., pues se aviene mas esta version con la verdad histórica. B. (3) No llegó á ser duque, porque murió en vida del padre. sino conde, admitiendo la enmienda de la nota anterior. B. (4) En las impr. don Nuño. (5) En las impr. Abenzeit. (6) En las impr. Abuaven. (7) Estepona, Castellar, é otros castillos é lugares. P.

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