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habiéndosele hecho mucha honra en todas las ciudades | ciembre tornaron los moros á acercarse al real, deseando dar socorro á los cercados, que les habian dado aviso, estar en mucha necesidad de vituallas, y despues que pasaron el rio Palmones, se retiraron, Do | osando aventurarse con los cristianos, cuyo valor temian de la grande batalla pasada. Tanto mas el rey don Alonso apretaba el cerco, haciendo guardia de noche y de dia, en estorbar, que por mar no se les entrasen vituallas, y aun á veces á las guardas de las noches asistia él mismo en persona, andando armado en un bajel.

y villas de los reinos, por donde pasó, hasta entrar en Navarra. La armada que en África, habia dias, que preparaba el rey Albohacen de sesenta galeras, surgió en Estepona en tres de octubre, con mucha caballería, gentes, vituallas, y armas, por cuyo capitan venia un hijo del rey Alboha cen, y sino fuera por descuido suyo, con facilidad hubieran bastecido á Algecira, por no estar al tiempo la armada de los cristianos toda junta. La cual reforzó el rey don Alonso con nuevas gentes de caballeros de sus reinos mandando á los del real que siempre estuviesen en órden, porque la caballería de los moros, llegaba á doce mil con la que en esta armada pasó. El rey conservó en su servicio á los genoveses de la armada, que se querian despedir so color de no les ser pagado entero sueldo, pero todo lo cumplió el rey por su prudencia y paga. Durante este asedio, el rey don Alonso mandó hacer en la provincia de Guipúzcoa, otra nueva poblacion y villa en la ribera del rio Deva, en las tierras llamadas Soraluce y campo de Herlaivia, ordenando, que los hombres de Marquina, que habitaban en Soraluce, y los que moraban en el campo de Herlaivia hiciesen esta poblacion y villa, á la cual mandó llamar Plasencia. Dióle sus términos y el fuero de la ciudad de Logroño, por su privilegio librado, dado en este real de Algecira, en quince dias del mes de octubre, de la era de mil y trescientos y ochenta y uno, que es este año del nacimiento de cuarenta y tres, ante Sancho Mudarra su secretario, siendo merino mayor en Guipúzca don Beltran Velez de Guevara, que con las gentes de la misma provincia se hallaba en este asedio largo, en servicio del rey don Alonso. El cual mandó, que á esta villa cercasen y torreasen, y hiciesen su iglesia, y decíase en este tiempo Marquina todo este valle hasta Elgoivar y Mendaro.

Con todo el socorro que el rey de Granada tuvo, no se atreviendo venir á pelear con los cristianos, envió sus embajadores al rey don Alonso, pidiendo treguas, á lo cual respondió él cautamente, por cojer alguna suma de dinero, que le placia, con que fuese su vasallo, como solia, y el rey Albohacen le diese trescientas mil doblas, para las grandes costas que en el cerco habia hecho. Con esta respuesta, y seguridad dada, pasando á Ceuta el rey de Granada, á verse con el rey Albohacen, y traer las doblas, una galera genovesa de la armada del rey don Alonso, con sobrada codicia, raiz y fundamento de todos los males, no curando de la seguridad que el rey don Alonso diera, pensó cojer las doblas y aun al rey de Granada, aunque no surtiendo efecto su mal deseo, huyó á Génova, sin osar parecer ante el rey, que al capitan, que se decia Valentin, y á su galera hubiera mandado anegar. Sucedió á estas cosas grande falta de mantenimientos en el real y otros trabajos, con sobrevenir el invierno, supliendo todos los negocios la diligencia y grande cuidado del rey, El cual pensó en un dia del mes de noviembre venir á batalla con los moros, que se le habian acercado al real, mas no se atreviendo ellos arriesgarse, cesó la batalla. Cuando esto se escusó, procuró el rey de quemar la armada de los moros, pero siendo dello avisados, la defendieron muy bien, de cuanto los cristianos llevaban trazado. Despues desto las veinte galeras de Aragon, queriendo á tal ocasion tornar á su tierra, las entretuvo el rey, dándoles dos meses de paga, porque el sueldo de su rey, habian servido las gentes de las galeras. En el principio del mes de di

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Como el rey de Marruecos rindió las Algeciras al rey don Alonso, y quedó el rey de Granada por su vasallo, y de los presentes que el rey don Alonso y el de Marruecos se hicieron.

Estando las cosas en estos méritos, siendo por mar combatidos los moros de Algecira, tornaron á venir las gentes de príncipes moros al rio Palmones en doce de diciembre, por lo cual el rey don Alonso, sacó sus gentes, y atravesando el rio se trabó una buena batalla, donde fueron vencidos los moros, con muerte de muchos dellos, quedando con este suceso tan quebrantados, que los cercados y el rey de Granada y todos los moros se vieron en afliccion. A esta causa venido el mes de enero del año de mil y trescientos y cuarenta y cuatro, procuraron los moros de meter de noche en Algecira vituallas en una galera, que de todas viandas, que los moros acostumbraban comer de ordinario, iba cargada, pero antes que pudiese acercarse á la ciudad fué presa, por permision divina. En el mes de febrero tomando los cristianos en una noche otra galera, que cargada de lo mismo venia de Ceuta, los moros de ambas Algeciras, venian á comenzar á sentir grande falta de mantenimiento, y aun de gente. Destas cosas el rey don Alonso fué sabedor, por ciertos moros, que saliendo de la ciudad le avisaron, el cual habiendo ido un dia á montear, pensaron los moros cogerle, aunque no fueron partes para ello. Vuelto el rey á su campo, fué certificado, que cinco zabras de Ceuta, habian entrado cargadas de vituallas en aquel dia, que era veinte y cuatro de febrero, siendo capitan un moro, llamado Muza, el cual vuelto á Ceuta habiendo descargado las zabras, refirió al rey Alboacen el estremo grande en que las Algeciras estaban. El rey Albohacen, que deseaba enviar mas vitualla á sus moros, rogó al mismo Muza, tornase á meter mas mantenimientos y él se preferió á ello, aunque se le hizo muy áspero. Grande fué el sentimiento interior del rey don Alonso, cuando estas cosas supo, pero los moros, así cercados como del ejército, que con todo eso no habian hecho nada, enviaron á tratar de partidos, en especial el rey de Granada, hizo esto con un caballero suyo en veinte y dos de marzo, pidiendo al rey don Alonso, que dejando salir libres á los moros, con sus haciendas, le entregarian la tierra, y seria su vasallo, con las condiciones que ante solia, con que al mismo y al rey Albohacen les otorgase tregua por quince años. El rey queriendo deliberar la respuesta con acuerdo de los del su consejo, juntólos, significándoles lo que pasaba, y despues de diversos pareceres se determinó, que se aceptase lo que el rey de Granada ofrecia, con que la tregua fuese por diez años. Desto siendo contento el rey de Granada, envió dos caballeros á besar de su parte las manos del rey don Alonso. Siendo lambien de lo mismo contento el rey Albohacen, entregó

las Algeciras al rey don Alonso, en veinte y seis, y
veinte y siete de marzo, sábado, víspera de domingo
de Ramos, habiendo diez y nueve meses y tres dias du-
zy
rado el asedio. En el cual tiempo pasaron grandes
trances de armas por tierra y mar, como se refieren co-
piosamente en la propia corónica del rey don Alonso,
porque solos los de dentro en escaramuzas, que tuvie-
ron con los del real en los primeros doce ó trece me-
ses pasaron de diez y seis reencuentros, que casi algu-
nos dellos se podrian contar por batallas: mas fué
tanto el ánimo y constancia del rey don Alonso, que
no cesó hasta surtir efecto su invencible ánimo. En
tanto que los moros pasaban con sus haciendas á Gi-
braltar, el rey don Alonso deseó ver á un infante moro
hijo del infante muerto Abomelique, rey que se lla-
mó de Algecira, y nieto del rey Albohacen, para le ha-
cer la honra y cortesía, que nieto de su abuelo me-
recia, por un caballero moro ayo suyo, no queriendo
dar lugar á esto, le llevó á Gibraltar por mar, diciendo,
que pues le desheredaba de las Algeciras, no habia para
qué le viese.

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CAPÍTULO XСІІІ.

De la paz que el rey don Alonso gozó en algunos años, y
fundaciones de Eibar y Elgoibar en Guipúzcoa, y con-
cesion de las Canarias á don Luis de la Cerda.
Ivan Nuñez de Villaizan, que por mandado del rey
don Henrique el segundo, hijo deste rey don Alonso,
hizo sacar la corónica del rey su padre, y otros que
despues la copiaron, pasan en silencio los hechos casi
todos, y cosas que pasaron desde el dicho año de cua-
renta y cuatro, en que se ganaron las Algeciras, hasta la
muerte deste rey. En este tiempo sin duda, sucedieron
notables hechos, que por descuido del coronista del rey
don Alonso, 6 de los copiadores, ó por otras causas y
razones, ó incuria de los tiempos faltan en la dicha
historia, por lo cual prestarán los lectores la pacien-
cia, que yo, si en todo no se satisfaciere á su gusto, no
dejando de contar algunas cosas, que en este intervalo
de tiempo sucedieron. Conquistadas las Algeciras, ve-
nido el año siguiente de mil y trescientos y cuarenta y
cinco, y en otros despues el rey don Alonso se ocupó
en gobernar sus reinos, y dar algun descanso á su real
persona y gentes de sus reinos, que tan fatigados que
daban de las largas guerras, así de sus personas, co-
mo de sus haciendas, habiendo hecho el rey y los su-
yos tan grandes costas, que bien tenian barta necesi-
dad de descanso y reposo, porque sin lo demás de
las guerras precedentes, con lo que en solo el asedio
de las Algeciras se gastó, se pudieran haber compra-
do muchos tales pueblos, si fuera cosa de redencion.
Entre don Pedro rey de Aragon, y sus hermanos don
Fernando y don Juan infantes de Aragon, sobrinos del
rey don Alonso, hijos de la reina doña Leonor su her-
mana, nunca habia buena concordia y paz, por lo cual
el rey don Alonso envió á la villa de Perpiñan, don-
de el rey de Aragon se hallaba, á Diego García de Tole-
do su repostero mayor y grande privado, para tratar
de algun asiento de concordia. Diego García habló al
al rey de Aragon en su villa de Perpiñan en la pascua
de Navidad principio deste dicho año de cuarenta y
cinco, pero sin poder concluir, ni dar fin á su embaja-
da, quedaron los negocios, como primero. Al mismo
tiempo don Juan Manuel, que no se queria anegar de
la sombra del rey de Aragon, le envió sus embajadores,
pidiéndole, que su hijo don Fernando Manuel casase con
alguna señora de la sangre real de Aragon. Don Pedro
rey de Aragon, estimando la amistad de don Juan Ma-

En el dia siguiente, dia domingo de Ramos, veinte y ocho de marzo, entró el rey don Alonso en Algecira, con solemne y triunfal procesion de los prelados que en el real se hallaban, y habiendo puesto muchas banderas y estandartes por las torres, bendicieron la mezquita mayor en iglesia, que mandó el rey, que fuese llamada Santa María de la Palma. En esta iglesia, habiendo el rey oido misa, y celebrado la fiesta de aquel dia, fué á comer y á posar á la fortaleza. Cargaban tantas gentes por haber vecindad, casas y tierras en lo nuevamente conquistado, que siendo imposible dar allí órden, el rey vino á Tarifa, por evadirse de importunaciones y molestias. Despues repartió el rey don Alonso las casas y tierras, dando grandes privilegios á los nuevos vecinos y moradores, y reparó los muros y torres, y todo lo demás que habia que fortalecer, y dió la vuelta á Sevilla. A esta ciudad le tornaron á venir embajadores de Eduardo rey de Inglaterra, pidiendo casamiento de una hija suya, llamada doña Juana con el infante don Pedro, heredero de los reinos, y aunque el matrimonio se concertó, no vino á efectuarse. El rey don Alonso estando en Sevilla, queriendo revalidar el amor, que con el rey Albohacen habia puesto, en mayor documento dello, dos hijas suyas, que habian sido presas en la batalla de Tarifa, le restituyó ricamente aderezadas. El rey Albohacen, que al tiempo en Fez estaba, viendo la liberalidad y magnifi-nuel, no tuvo necesidad de muchos ruegos para concencia del rey don Alonso, no solo loó y alabó su nobleza, pero aun en reconocimiento dello le envió un riquísimo presente de vasos de oro y plata, y joyas, perlas, piedras preciosas, caballos ricamente enjaezados, espadas, cosas de seda, olores aromáticos, leones, y otras muchas cosas, y á los mismos embajado- El rey don Alonso se hallaba en la Andalucía, en res dió otros muchos dones de valor. Los moros que principio del año de mil y trescientos y cuarenta y con este presente vinieron á España, hallaron en Villa- seis, dando cobro á los negocios de las fronteras, y á Real, llamada ahora Ciudad-Real, al rey don Alonso, el la sazon á suplicacion de los que habitaban en las casecual dando muchas joyas ricas á los embajadores y rías de las montañas de la tierra de Marquina de Suso, gracias al rey Albohacen, él en breves dias tuvo gran- que eran de la comarca donde estaba la ante-iglesia de des guerras en sus propios reinos con un hijo suyo, San Andrés de Heibar, que en esta sazon por ser iglesia llamado Alboanen, que despues de largos debates, y monasterial, se nombraba monasterio, mandó el rey concertaciones quitó al padre el reino de Fez, por lo cual poblar y hacer una villa, junto á la iglesia de San Anvinieron los moros de los reinos de la casa real de Mar- drés, y que la cercasen, y torreasen, y hubiese nomruecos en grandes divisiones, bandos y parcialidades.bre Villanueva de San Andrés. Dió el rey don Alonso

descender, á lo que don Juan Manuel pedia, y así se ordenó el matrimonio con su sobrina doña Juana, hija mayor de su tio el infante don Ramon Berenguer, y de su mujer la infanta Despina de Romanía, sobrina del déspota de Romanía.

á los vecinos sus exenciones, y el fuero de Logroño, por su privilegio dado en la ciudad de Jaen, á cinco dias del mes de febrero de la era de mil y trescientos y

ochenta y cuatro, que es este año del nacimiento de cuarenta y seis. Despues esta villa dejando el nombre de Villanueva de san Andrés, se llamó Heibar, de su primitivo nombre. Hizo el rey don Alonso en Guipúzcoa otra poblacion en la ribera del rio Deva, á una legua de la dicha villa de Heibar, mandando, que en el sitio, llamado Campo de Helgoibar, que era tierra de su iglesia de San Bartolomé de Olaso, hiciesen una poblacion, los que moraban en el pueblo de Marquina y Mendaro, con que no fuese en perjuicio de su iglesia, que en este tiempo se decia monasterio, y que la cercasen y torreasen, y se llamase Villamayor de Marquina. Dioles sus franquezas y el fuero de Mondragon por su carta de privilegio, refrendado de Sancho Mudarra su secretario, dado en Valladolid en este mismo año, que es la era susodicha, y ahora esta villa, dejando el nombre de Villamayor de Marquina usa del antiguo nombre de Helgoibar. En el año pasado de cuarenta y cinco don Luis de la Cerda conde de Telamon, á quien otros llaman conde de Claramonte, y de algunos es llamado Luis príncipe de la Fortuna, que era nieto del infante don Alonso de la Cerda, tentó de querer pasar á la predominacion de las islas de Canaria, cuya conquista le habia dado el papa Clemente sexto, de nacion francés. A este caballero llaman prín- | cipe de la Fortuna, por decir de las Fortunatas, por haberle el papa asignado y hecho concesion destas islas de Canaria, llamadas Fortunatas, por los antiguos escritores. Para la conquista suya procuró este príncipe, que en Cataluña el rey de Aragon le diese lugar para hacer la armada, y los demás aparejos necesarios. A la ejecucion y efecto suyo, vino él mismo á Aragon en este año de cuarenta y seis, y siendo muy bien acogido del rey de Aragon, obtuvo todo lo que pidió, así para armar naves, como para hacer vituallas en Cerdeña. Puesto caso, que don Luis de la Cerda príncipe de las Fortunatas tentó esta navegacion, cuya conquista para predicar el santo Evangelio y estirpar la paganía de aquellas islas le habia adjudicado el dicho pontífice, no se tiene entedido, que pasó allá, sino que volvió á Francia, y cesó esta conquista, la cual los reyes de Castilla siempre tenian por propia, y de su jurisdiccion por diversos respetos.

tilencia en muchos pueblos de España, especialmente de las tierras de Castilla y Leon y Estremadura, causando graves daños.

CAPÍTULO XCIV.

De los movimientos de guerra, que hubo entre Castilla y Aragon, y fundacion de Cumeya en Guipúzcoa, y auto del rey de Aragon en favor del convento de Calatrava. En estos dias el rey don Alonso trataba de casar á su sobrino don Fernando, infante de Aragon, con doua Elvira infanta de Portugal, hija del rey don Alonso. Para ordenar este matrimonio, se vió el rey don Alonso, con su hermana doña Leonor, reina de Aragon, madre del infante, en Tordelaguna, adonde acudieron embajadores del rey de Aragon, para estorbar este matrimonio, de que mucho pesaba al rey de Aragon, por la grande liga, que temia, que por ventura habria en daño suyo entre Castilla y Portugal, por lo cual el rey de Aragon, que viudo estaba, trató de casarse él mismo con la infanta de Portugal. Á estorbar este matrimonio envió el rey don Alonso sus embajadores, á Fernan Sanchez de Valladolid al rey de Aragon, y a don Juan Alonso de Alburquerque á Portugal, pero los embajadores del rey de Aragon, anticipándose á don Juan Alonso, concluyeron brevemente el matrimonio de la infanta de Portugal con el rey de Aragon, de que el rey don Alonso tuvo mucho sentimiento, por ser cosa, que ya era de competencia. Sucedió á estos negocios, que los reinos de Aragon se revolviesen, agraviándose los grandes de aquellos estados, de no se les guardar sus antiguos privilegios y fueros, para cuya conservacion uniéndose muchos caballeros, alcanzaron grande favor de los infantes don Fernando y don Juan, que llevaron de Castilla mas de quinientos de caballo, que el rey don Alonso su tio les dió de los ordinarios presidios de sus reinos. De las ayudas que los de la union de los reinos de Aragon podian cada dia tener de Castilla, receló tanto el rey de Aragon, que por ello envió á Castilla á Blasco Fernandez de Hérida, á tratar con el rey don Alonso y con la reina doña María, y con todos los privados del rey, especialmente con doña Leonor de Guzman, que en virtud de la paz y ligas, que entre ellos habia, no se les diese favor. Aunque este embajador de parte del rey de Aragon, trató en mucho secreto con el infante don Fernando, que fuése á Aragon, y que el rey don Pedro su hermano le haria muy crecidas mercedes, no lo pudo acabar con él, porque tambien de los de la union era grandemente solicitado, hasta enviar embajadores á Castilla á la reina doña Leonor, y al infante don Fernando su hijo. Hallábase en Madrid el rey don Alonso, cuando el infante y la reina su madre, vinieron á él, á consultar este caso, al cual el rey don Alonso queriendo favorecer, dió al infante su sobrino ochocientos de caballo, que estaban en las fronteras de Soria, para que fuése al reino de Valencia, á dar favor á los de la union de aquel reino, de donde era muy instado.

En estos dias y en algunos despues, el rey don Alonso, conservaba paz y quietud, no solo con los reyes de Navarra, Aragon, y Portugal, mas aun con los reyes moros de Granada y Marruecos, pero no faltaban quienes le deseaban revolver con el de Aragon, pesándoles de la quietud que habia entre ellos. Señaladamente el que con grande silencio tentaba estos negocios, era don Juan Manuel, que estaba de ordinario en desgracia con el rey don Alonso su señor, por lo cual envió á un caballero vasallo suyo, llamado Diego Flores à la ciudad de Valencia, donde se haHaba el rey de Aragon, y con una carta de creencia, por el mes de marzo del año de mil y trescientos cuarenta y siete, le dijo de parte don Juan Manuel entre las demás cosas, que el rey don Alonso queria mover guerra, no solo á él, mas tambien al rey de Portu- Siempre el rey don Alonso procurando aumentar las gal, y que si se viese libre del todo en las treguas que poblaciones de Guipúzcoa, á ejemplo de los reyes sus tenia con el rey de Marruecos, pondria luego en ejecu- progenitores que habian hecho lo mismo, en las maricion sus pensamientos. El rey de Aragon no dando nas suyas en la ribera del rio Urola, mandó hacer una crédito á esto ni á otras cosas, que don Juan Manuel poblacion en el sitio y lugar, que se llamaba Zumaya, le envió a decir, respondió, que él se maravillaba de- y que fuese cercada y torreada, y hubiese nombre Villo, y que en todo tiempo cataria amistad al rey don lla-Grana de Zumaya. Dióles sus exenciones, y el fueAlonso, hasta que por su parte se rompiese, y enton- ro de la villa de San Sebastian, como lo habian las vices él se defenderia dél. En este año hubo grande pes-llas de Guetaria y Motrico, por su privilegio dado en

Valladolid en cuatro de julio de la era de mil trescien- | tre el rey don Alonso y el rey de Aragon, se movió tos y ochenta y cinco, que es este año del nacimiento plática, de una firme liga, y confederacion, tratando de cuarenta y siete, refrendado de Sancho Mudarra su secretario. Mandó por esta su carta real, que las apelaciones fuesen ante los alcaldes de San Sebastian, y de allí á la corte, pero dejando los demás nombres, conserva ahora solo el antiguo, llamándose Zumaya.

En el año siguiente, que fué de mil trescientos y cuarenta y ocho, como los reinos de Castilla y Leon gozaron de tranquilidad y sosiego, así muy al contrario los de Aragon y Valencia estuvieron llenos de guerras civiles, porque los caballeros y otras gentes de la union suya se vieron ayudados de Castilla. Donde la reina doña Leonor, hallándose en la ciudad de Cuenca, fue muy rogada de los de la union del reino de Aragon, que les enviase al infante don Juan, para capitan general suyo, por ser ido el infante don Fernando al socorro de los de la union del reino de Valencia. Queriendo el rey don Alonso, que estas guerras, que en Aragon iban tan adelante, vinieran á cesar, envió á Fernan Perez Puerto carrero del su consejo al rey de Aragon, á poner concordia entre él y los infantes sus hermanos, y la reina doña Leonor envió á lo mismo á Lope Perez de Fontecha dean de Valencia. El rey de Aragon ofreciendo de hacer al infante mercedes, envió á Castilla á Muñon Lopez de Tauste, rogando al rey don Alonso, que la gente que tenia en Aragon, tuviese por bien de sacar, dejando á los infantes sola la de sus casas, pero los infantes no por eso dejaron de tener favor del rey don Alonso su tio, que con diversas causas y razones justificaba lo que hacia. Con todo esto por contemplacion del rey de Aragon, dió lugar el rey don Alonso, para que el rey de Aragon pudiese á su sueldo sacar gente de caballo de Castilla, donde en este año el rey de Aragon hubo mas de seiscientos de caballo á su sueldo, siendo capitan dellos Alvar García de Albornoz. Venidos los del rey y de la union á una batalla, cerca de Epila, en la ribera de Jalon, fueron vencidos los de la union, con prision del infante don Fernando, capitan general de la union, que siendo preso en poder de castellanos, luego Alvar García de Albornoz por librarle de la ira del rey de Aragon su hermano, le envió á Castilla al rey don Alonso su tio. Sucedió los años pasados grande diferencia en la eleccion de don Juan Nuñez del Prado maestre de Calatrava, porque en Aragon en la villa de Alcañiz los comendadores de Aragon, que allí se hallaron, habian elegido por maestre contra todo derecho á don Juan Fernandez, caballero de la misma órden. En la curia romana y en las cortes de Castilla y Aragon habiendo sobre esta cisma resultado grandes altercaciones, vinieron ambas partes á comprometer el caso, en manos del rey de Aragon, que estaba en Zaragoza. Á cuya ciudad, sin el mismo maestre don Juan Nuñez, y otros caballeros de la órden, que por todo el convento de Calatrava, tenian bastantes poderes, fueron de parte del rey don Alonso Gonzalo Fernandez alcalde mayor de Toledo, y García Gomez. Don Pedro rey de Aragon en veinte y cinco del mes de agosto deste año, no solo pronunció por auto público que el maestre don Juan Nuñez del Prado, quedase con el maestrazgo, mas aun declaró, que dende en adelante las elecciones de los maestres de Calatrava se hiciesen en el convento de Calatrava, y que don Juan Fernandez dende en adelante dejando el título de maestre, fuese comendador mayor de Alcañiz, y de la misma manera declaró otras cosas, siendo estas dos las mas principales. En estos dias en

que una de las infantas de Aragon, hijas del rey don Pedro casase con don Henrique conde de Trastamara, hijo del rey don Alonso. El cual pedia al rey de Aragon, que á la reina doña Leonor y los infantes don Fernando y don Juan hijos della se diese todo lo que el rey su padre les habia mandado, y mas la procuracion de los reinos de Aragon. Á lo primero venía el rey de Aragon pero nó á lo segundo, y quisiera el rey don Alonso, que no se procediera contra los de la union de Valencia, á quienes con mano armada, queria castigar el rey de Aragon. El cual por otra parte quisiera tambien, que el rey de Castilla, no solo le ayudara con gente de caballo, contra los de la union, mas aun para efectuar el matrimonio platicado, procuraba, que el rey don Alonso diese al conde don Henrique su hijo el reino de Murcia, con título de rey, por lo cual vinieron despues de la una parte y de la otra á cesar estos tratos y negocios.

CAPÍTULO XCV.

De las cortes que el rey don Alonso congregó en Alcalá, y y origen de las diferencias entre Burgos y Toledo, y pueblos que se juntan en cortes.

Pasadas estas cosas, habiendo cinco años, que el rey don Alonso guardaba tregua con los moros, acordó de volver á la santa guerra, no sabiendo su católico y real corazon pasar el tiempo en ociosidad. Habian tambien los reinos descansado en este intervalo de tiempo de los grandes trabajos del cerco de las Algeciras, por lo cual queriendo recuperar mas la ciudad de Gibraltar, los años pasados, por las sediciones de los reinos perdida, que ganar otros pueblos, del reino de Granada, deliberó de asediarla muy de propósito, sabiendo que los moros africanos la guardaban con mayores presidios, dende la guerra de las Algeciras. Movióse á esta guerra, por las grandes diferencias que Albohacen rey de Marruecos trataba en esta sazon desde los dias ántes con su hijo el infante Alboanen, príncipe belicoso, que como desobediente al rey su padre, le queria privar de los reinos, y no queria el rey don Alonso perder esta ocasion, para aventajar sus cosas, á trueco de romper la guerra. Para cuya prosecucion congregó el rey don Alonso cortes de sus reinos en la villa de Alcalá de Henares. Fueron estas cortes tan generales, que por mandado del rey vinieron á ellas muchas ciudades y villas, que antes no solian ser llamadas, porque hasta el tiempo presente, segun algunos autores, los pueblos que en cortes se juntaban, eran los desta otra parte de los puertos, siendo ellos, los que principalmente contribuian en los servicios y otras contribuciones reales, siendo en esto mas relevados los del reino de Toledo, y mucho mas los de la Andalucía, por la frontera de los moros, estando tan conjuntos dellos, con quienes tenian mas pendencias que los otros, por la vecindad propincua. El rey don Alonso, queriendo en estas cortes pedir la alcabala sobre todos los reinos, segun Castilla y Leon le habian concedido ántes, y pagado por cierto tiempo, quiso juntar á todas las ciudades principales de los reinos.

Entre las demás ciudades, que antes solian ser llamadas á cortes, vinieron á estas los procuradores de la ciudad de Toledo, los cuales entrando en la sala, donde se hacia la congregacion, pidieron el primer asiento y voto, estimando, que por la grandeza y magnificencia de su ciudad le tuvieran las demás este

niestra. Esta sentencia que el rey don Alonso dió, confirmaron y revalidaron despues los reyes sus sucesores, y en la primera sesion que se hace en todas las cortes, hay estas mismas diferencias, y esta misma orden de hablar y responder, despues de la primera proposicion, mas luego se conciertan, haciendo sus capítulos generales y particulares de los negocios, y cosas que á cada uno cumplen. Alcocer siente que aun el mismo rey don Alonso procuró estas diferencias, y que dió con cautela este tenor de sentencia, porque si Toledo, que habia sido ciudad franca y libre, hubiera en estas cortes hablado primero, que pudiera ser, que hubiera contradecido la introduccion general de las alcabalas, en defensa de su libertad y exencion antigua, y que despues se le adherieran por ventura tantos votos, que el rey don Alonso hubiera quedado sin lo que deseaba, pero que hablando Burgos, que ya ántes la pagaba, obligándola con este beneficio y honra, que no le contradijera, y á su ejemplo los demás consintieran en ello. Toledo contradijo á esto al principio, pero despues vistas las notorias y grandes necesidades del rey, consintió en ello, y lo mismo hicieron los de. más pueblos, vistas las causas legítimas, que el rey representaba. Dióse orden en estas cortes en la prosecucion de la guerra futura contra moros.

respeto. A lo cual contradijo animosamente la ciudad de Burgos, que por ser la primera de las ciudades, que ántes en cortes se solian juntar, queria defender su antigua posesion. Sobre esto toda la corte se puso en bandos y parcialidades, defendiendo y favoreciendo la parte de Toledo don Juan Manuel, que en el reino de Toledo tenia grandes tierras, y la de Burgos don Juan Nuñez de Lara señor de Vizcaya, que su naturaleza y tierras tenia cerca de Burgos. Decia la ciudad de Toledo, que habia de ser preferida por la antigüedad de su fundacion, y grandeza y magestad y populosidad suya, y por su grande fortaleza, y por la santidad y grandeza de su santa iglesia, cuyo pastor era, y siempre fué primado de las Españas y de Francia de los godos, y despues canciller mayor de Castilla, y el prelado de mas renta que habia en la Iglesia de Dios, fuera del pontífice romano. Allende desto alegaba, que en tiempo de los romanos, fué colonia dellos, gozando de las exenciones y privilegios de los vecinos y moradores de la ciudad de Roma. Decia mas, que en tiempo de los godos, fué ensalzada con título real y cabeza de las Españas en lo espiritual y temporal, y fué habitacion y domicilio de los reyes godos. Representaba tambien la santidad de los muchos sacrosantos concilios de los reinos de España y Francia de los godos, que en tiempo de los reyes godos se celebraron en ella. Tambien referia y alegaba, que aun cuando España se conquistó de moros, fué asiento y silla real, cuyos reyes moros eran los primeros y mas poderosos despues de los de Córdoba. Allende desto decia, que despues que por los príncipes cristianos, vino á ser recuperada, era única ciudad en todos los reinos de Es-des y dos las villas. Nueve dellos son de los puertos á paña, en gozar de título y cognomento imperial. Sin esto alegaba Toledo otras muchas prerogativas y causas y razones en comprobacion de su intento y pretenso de justicia, y sobre todo se fundaba en haber sido en los tiempos pasados aquella ciudad cabeza de las Españas.

é

Decia la ciudad de Burgos, que ella era cabeza del reino de Castilla, de donde y del reino de Leon babian procedido las conquistas de las tierras ganadas á moros, que eran anexas á la corona de Castilla, y que ella era la cámara de Castilla, y gozaba de título y cognomento real, por gracia y merced de don Alonso noveno deste nombre, cognominado el Noble rey de Castilla. Tambien alegaba otras muchas razones y causas, pero sobre todo fundaba el pretenso en su antigua, inmortal posesion, de haber sido primer voto en todas las cortes, que antes se celebraron. El rey don Alonso oidas las partes despues de diversos acuerdos y consultas, deseando satisfacer y apaciguar las grandes diferencias, dió como prudente príncipe esta sentencia. Los de Toledo harán lo que yo les mandaré, y así lo digo yo por ellos, hable Burgos. Deste auto y sentencia del rey fueron contentas ambas ciudades, Burgos, porque era guardada en su antigua posesion, y Toledo porque el mismo rey como su natural señor y patron, se constituia por procurador de cortes de aquella ciudad, como se colije, é infiere destas palabras, y así lo digo yo por ellos. Así que Toledo se contentó con decir, que pues el rey era su procurador, era primer voto, y Burgos con la conservacion de su posesion. Sobre el asiento hubo las mismas diferencias, y como el rey defendiese en su silla á Burgos, y Toledo no quisiese silla inferior, fué acordado, que á Toledo se le diese silla frontero del rey, y no colateral al lado de Burgos, ni tampoco quiso la primera á la parte si

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En estos tiempos y en muchos despues solíanse congregar en cortes muchas ciudades y villas de los reinos, pero con el discurso suyo, viniendo á conocer, que la muchedumbre siempre producia confusion, se redució el número de los pueblos que tienen voto y asiento en cortes á solos diez y ocho, siendo diez y seis las ciuda

esta parte en el primitivo distrito de los reinos de Castilla y Leon, Burgos, Soria, Segovia, Avila y Valladolid en lo de Castilla, y Leon, Salamanca, Zamora y Toro en el distrito de Leon. Los otros nueve pueblos son de los puertos allá, Toledo, Cuenca, Guadalajara, y Madrid en el reino de Toledo, y Sevilla, Granada, Córdoba, Murcia y Jaen, en lo restante destos reinos. Los pueblos que gozan de asientos conocidos son, Burgos, Leon, Granada, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaen, y Toledo, que en banquillo se asienta en el lugar señalado. Las demás ciudades, que son Soria, Segovia, Avila, Salamanca, Toro, Zamora, Guadalajara, y Cuenca, y las dos villas de Valladolid y Madrid no tienen asientos conocidos, ni votos señalados, sino que cada pueblo se asienta, como se le ofrece la oportunidad del asiento, llegando primero, ó postrero, y votan como se ofrece hallarse asentados. Las ocho ciudades tienen voto y asiento conocido, por ser cabezas de reinos, pero Toledo, que de la manera que visto queda, se asienta, suele tambien votar el último. Los votos son personales, porque tanto puede el voto de Soria, como el de Sevilla, y tanto el de Guadalajara, como el de Granada, y tanto el de Toro, como el de Toledo, que por ser una ciudad mayor, no por eso su voto es mayor.

CAPÍTULO XCVI.

Del cerco que el rey don Alonso puso sobre Gibraltar, y muerte suya herido de peste.

Concluidas las cortes generales de Alcalá de Henares, el rey don Alonso antes y despues habiéndose ocupado en las cosas de la gobernacion y administracion de justicia de sus reinos, y en pagar sus deudas, y desempeñar su patrimonio y joyas, como era príncipe belicoso, acordó de poner en ejecucion sus intentos y

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