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Esta embajada antes encendió y elevó en soberbia al rey don Alonso, el cual destruyendo las tierras, corrió por Campos hasta cerca de Burgos, donde estaban en presidio suyo don Lope Diaz de Haro, señor de Vizcaya, y otros grandes señores, por lo cual se retiró á sus reinos, á mayor priesa de la que habia traido, habiendo sido bien escusada, y muy dañosa su entrada en Castilla.

En tanto que estas cosas pasaban, la reina doña Berenguela, de Valladolid habiendo vuelto á palencia, le vinieron muchos caballeros de Avila y Segovia ofreciéndose á su servicio. Entonces envió á ella á Tariego á los obispos de Burgos y Palencia, por el cuerpo del rey don Henrique, los cuales trayéndole á Palencia, los reyes hijo y madre fueron contra Muñon, en cuyo cerco quedando el rey, fué la reina á Burgos, donde en el monasterio de las Huelgas hizo sepultar honoríficamente el cuerpo del rey su hermano. Despues la reina tornó á Muñon, y hallando ser tomado el pueblo, luego con las gentes del reino, que estaban en Burgos, celebrando cortes, fueron contra Lerma y Lara, las cuales habiendo tomado con fuerza de armas, tornaron á Burgos, donde fueron recibidos con mucha solemnidad. De la ciudad de Burgos partieron despues los reyes con acuerdo de los grandes, para la Rioja, y habiendo recibido en su poder á Belorado, Nájara, y Navarrete, aunque nó las fortalezas, y tambien otras tierras, dándose los vecinos de buena voluntad, tornaron á Burgos, no cesando grandes guerras, sediciones y revueltas entre el rey y los condes Manriques y los de su parcialidad, basta que en un rencuentro, caminando el rey de Burgos á Palencia, fué preso el condo don Alvaro. De Palencia pasaron los reyes á Valladolid, donde pusieron en prision al conde. El cual despues fué suelto con condicion, que al rey restituyese todas las tierras y tenencias que tenia, pertenecientes al patrimonio real, especialmente, Amaya, Tariego, Cerezo, Villafranca de montes de Oca, la torre de Belorado, Navarrete, Nájara, y Pancorvo. Su hermano el conde don Fernando, tenía á Castro Jeriz y Orcejon, los cuales tambien hubo el rey, recibiendo en su amor al conde, y dejándole de nuevo las mismas fortalezas en tenencia, se hizo universal paz en Castilla por seis meses, con que el rey don Fernando libremente comenzó á ejercer la jurisdiccion real.

Cuando los condes vieron disminuida su autoridad y poder, y aun casi todo deshecho, tornaron de nuevo á rebelarse, destruyendo la tierra de Campos, á cuyo remedio acudiendo, vinieron á Medina de Rio-Seco el rey y reina, y algunos grandes, los cuales haciendo cesar tantos daños, les compelieron á pasarse al rey de Leon. De nuevo comenzó la guerra entre castellanos y leoneses, mas sin venir á toda rotura, se hizo tregua, habiendo adolecido el conde don Alvaro. El cual haciéndose llevar á Toro, venido el artículo de la muerte, hizo voto, de tomar el hábito y regla de la caballería de Santiago, en la cual murió, y fué enterrado en el convento de Uclés. Luego sin mucha demora, el conde don Fernando de Lara, su hermano, pasó á África, siendo bien recibido del rey de Marruecos, y sucediendo su asistencia ultramarina larga, adoleció, y haciéndose llevar á un barrio de cristianos, cerca de Marruecos, que Elbora se decia, viendo propincua la hora de su muerte, tomó el hábito de la órden del Hospital de la caballería de San Juan Bautista de Jerusalen, que ahora llaman de Rodas y Malta, y muerto, fué traido su cuerpo á Castilla, y en la casa de la ór

TOMO III.

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den de la Puente de Fitero del obispado de Palencia, fué enterrado por la condesa doña Mayor su hija, y por don Fernando y don Alvaro de Lara sus hijos (1). CAPÍTULO XXXIII.

Del tiempo de la institucion de la orden de Calatrava, y casamiento del rey don Fernando con hija del emperador Felipe, é hijos que hubo en ella.

En la era de mil y doscientos y cincuenta y seis, que fué el año pasado de mil y doscientos y diez y ocho, siendo don Nuño Hernandez duodécimo maestre de la orden de Calatrava, don Alonso rey de Leon, hizo donacion de la villa de Alcántara, y de otros pueblos á la orden de Calatrava. Despues venido el dicho año siguiente de mil y doscientos y diez y nueve, el rey don Alonso interviniendo entre don Nuño maestre de la or den de San Julian del Pereiro de Portugal, y el de Calatrava hizo convenio, que Calatrava diese á Pereiro, que era de la misma regla cisterciense la villa de Alcantara, con todo lo demás que tenia en el distrito del reino de Leon, y que el maestre y orden del Pereiro y sus sucesores quedasen perpetuamente en la obediencia y visita de los maestres de Calatrava. Desta manera tuvo principio la orden de Alcántara con distintos maestres de mayor patrimonio que antes, y la insignia de la cruz verde que ahora traen, ya queda escrito el tiempo, en que la vinieron á tomar, que fué ciento y noventa y dos años despues deste.

El rey don Fernando por muerte de los condes don Alvaro y don Fernando de Lara, gozando pacíficamente de sus reinos de Castilla, Nájara, y Toledo, llegado á edad, de poder contraer matrimonio, deseando esto la prudente reina doña Berenguela su madre por impedir algunos inconvenientes, y obviar las flaquezas que la juventud suele de ordinario causar, envió al dicho obispo de Burgos don Mauricio en uno con don Pedro abad del monasterio de San Pedro de Arlanza y al prior de la orden de San Juan, con acompañamiento de otras personas de mucha cuenta á Alemania, á pediral emperador Federico, segundo deste nombre rey de Nápoles y Sicilia á la infanta doña Beatriz, dama muy hermosa, y prima bermana suya, hija del emperador Felipe, segundo deste nombre, aunque único entre los emperadores alemanes, que en el año pasado de mil y doscientos y ocho fué muerto á traicion, habiendo traido muchas guerras y competencias sobre el imperio. Este emperador Felipe fué hermano del caballero llamado Conrado, con quien fué desposada en las cortes de Carrion esta misma reina doña Berenguela, y despues se disolvió el desposorio, segun todo queda escrito. El emperador Federico Barbarroja tuvo cinco hijos varones, de los cuales Conrado y este Felipe, que despues fué emperador, eran los menores, y de los cinco el mayor, llamado Henrique, que fué sexto deste nombre, que de otros autores es contado por quinto, y el me. nor, que fué Felipe, fueron emperadores. En poder deste Federico segundo estaba la infanta doña Beatriz su prima. la cual siendo pedida por los embajadores de Castilla, para mujer del rey don Fernando, aunque la resolucion se les diferió bien cuatro meses, al cabo les fué da da. A esta princesa, reina de España, descendiente de la casa de Suevia, y tambien de Borgoña, por parte de la abuela trajeron por Francia, siendo recibida con mucha fiesta en la ciudad de París, por Felipe segundo

(1) En estos tiempos nstituyó santo Domingo la órden de Predicadores.

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deste nombre rey de Francia, consuegro del rey don Alonso el noveno. Entró en España en la provincia de Guipúzcoa, siendo recibida con mucha alegría de sus naturales, y de los caballeros que al recibimiento suyo estaban esperando, y llegada á la de Alava, la salió á recibir á Victoria la reina doña Berenguela su suegra, con muy grande acompañamiento, y llevada á Burgos, donde el rey don Fernando su esposo la aguardaba con grande corte, se hicieron fiestas de grandes costas. Al tercero dia antes de la festividad de san Andrés, el rey don Fernando se armó caballero á si propio en el monasterio de las Huelgas, habiendo dicho misa pontifical el obispo don Mauricio, y en treinta dias del mes de noviembre fiesta de san Andrés del año de mil y doscientos y veinte, tomaron las bendiciones de la iglesia en el templo mayor de la misma ciudad, por el mismo obispo, que tambien celebró esta misa. Hubo el rey don Fernando de la reina doña Beatriz su mujer noble generacion de hijos, siendo el primogénito don Alonso que del nombre de su padre don Alonso rey de Leon y de su abuelo materno don Alonso rey de CastiIla, fué así llamado, que en los reinos le sucedió, habiendo sido su nacimiento, fiesta de san Clemente. El segundo hijo fué el infante don Federico, que del nombre de los emperadores Federicos, su bisabuelo y tio, le resultó el suyo, al cual llaman siempre el infante don Fadrique que todo es uno; y mas al infante don Fernando, que como el rey su padre, fué así llamado, y al infante don Henrique, que del nombre del rey don Henrique su tio, le dieron el suyo: y mas al infante don Felipe, que como el emperador Felipe su abuelo, fué así Hamado, y al infante don Sancho, que como el rey don Sancho el Deseado, su rebisabuelo fué así llamado, y el infante don Manuel, que fué el menor, quien le dieron este nombre por la parentela que la reina doña Beatriz su madre tenia con los príncipes de Constantinopla, que por evadir mucha digresion, no me detengo á referir. Tuvo el rey dou Fernando de la reina doña Beatriz su mujer dos hijas, siendo la mayor la infanta doña Leonor, que murió niña, y la infanta doña Berenguela, que fué religiosa en las Huelgas de Burgos. Destos infantes, que fueron siete hermanos, se hará adelante la necesaria mencion, especialmente del infante don Henrique, se tratará mas copioso en las vidas de los reyes don sancho el cuarto, y su hijo don Fernando el cuarto.

CAPÍTULO XXXIV.

Del matrimonio de la infanta doña Leonor, y nuevas se

dándole y señalandole en arras muchos pueblos de sus estados, y la llevó á la ciudad de Tarazona, donde despues se veló en la iglesia de Santa María de la Vega. Poco tiempo despues destas fiestas de bodas del rey don Fernando, Rui Diaz de los Cameros, que muchas tierras del rey tenia en su poder, comenzó á hacer grandes daños en la tierra, por lo cual, aunque estaba signado con la divisa de la santa cruz, para ir á la tierra santa á las guerras de ultramar, fué citado á la corte, que de Burgos se habia trasladado á Valladolid, adonde fué á dar su descargo, de lo que era acusado. Este caballero remordiéndole sus culpas, y siendo de su condicion temido é inconstante, y juntamente mal aconsejado, echó á huir de la corte, por lo cual el rey don Fernando le privó de las tierras, pero haciéndose fuerte en algunos castillos, puso en cuidado al rey, el cual se concertó con él por dineros, porque dándole catorce mil monedas de oro, rindió cuanto en su poder habia. No con esto acabó el rey don Fernando de apaciguar totalmente á sus reinos, porque en el que fué año siguiente del nacimiento de nuestro Señor, de mil y doscientos y veinte y dos, Gonzalo Perez, se→ ñor de Molina á inducimiento del conde don Gonzalo Nuñez de Lara, comenzó á correr las tierras del rey, que con su señorío confinaban, y aunque del rey don Fernando fue requerido á cesar de los males y restituir los daños, nunca con él se pudo efectuar nada, por lo cual el rey pasando contra las tierras de Molina, despues de haber comenzado la guerra, se puso de medio la reina doña Berenguela, la cual con ciertas condiciones ordenando la paz, se retiró el rey de las tierras de Molina. El conde don Gonzalo Nuñez de Lara, que tambien habia huido á tierra de moros, procuró algunos dias despues la gracia y perdon del rey don Fernando, el cual nunca queriendo perdonarle, tornó á tierras de moros á la Andalucía, donde en la ciudad de Baeza falleció miserablemente. Desta manera acabaron sus dias con infelicidad los tres hermanos de Lara, condes y señores tan principales en Castilla, y así harán los inquietos y sediciosos, como ellos, que con daño de los prójimos, y desobediencias de sus príncipes, buscan acrecentamientos, é intereses.

En este tiempo, como queda visto, presidia en la iglesia de Burgos el dicho obispo don Mauricio, que por excelencia de sus notables cosas es cognominado el Famoso, el cual deseando ilustrar á su iglesia con nueva y magnífica fábrica, comenzó á fundar el insigne tem

diciones que el rey don Fernando apaciguo, y fundacion plo desta ciudad, que ahora es iglesia mayor. Cuya pride la iglesia de Burgos.

Doña Leonor infanta de Castilla, hermana de la reina doña Berenguela, estaba sin tomar estado, aunque habia algunos años que el rey don Alonso su padre era fallecido, por lo cual la noble reina doña Berenguela, queriendo colocarla en estado, concertó su matrimonio en este mismo año de veinte, con don Jaime rey de Aragon, primero deste nombre, que vino á ser cognominado el Conquistador, que fué octavo rey de aquel reino. Para efectuar este matrimonio el rey don Fernando, y la reina doña Berenguela llevaron a la infanta doña Leonor con grande acompañamiento á la villa de Agreda, adonde vino con mucha nobleza de sus estados el rey don Jaime. El cual en seis del mes de febrero dia sábado del año de mil y doscientos y veinte y uno, siendo de edad de doce años, poco mas ó ménos, se desposó con la infanta doña Leonor,

mera piedra del cimiento fué echada en once del mes de julio, dia lunes deste año de veinte y dos, y segun se refiere, acabóse en tiempos del mismo obispo, cuyo pontificado fué en esta su diócesi de veinte y seis años, segun don Alonso de Cartagena obispo de la misma iglesia. Era el venerable prelado don Mauricio de nacion inglés, y señalóse entre los obispos sus predecesores en la fábrica deste templo, trasladando la iglesia catedral desde san Lorenzo, que solia ser la mayor (1).

(1) En estos tiempos se instituyó la órden Seráfica, y florecieron san Francisco de Asis, santa Clara, y san Antonio de Padua.

CAPÍTULO XXXV.

De la entrada que los de Cuenca hicieron en tierras de moros, y victorias grandes que el rey don Fernando ganó en la Andalucia, tomando muchos pueblos en tres entradas, que hizo en sus tierras.

El rey don Fernando fué felicísimo y bienaventurado príncipe, pues le permitó Dios, poder gozar personalmente de la santa conversacion y doctrina destos santos patriarcas, á los cuales como católico rey ayudó, y favoreció en el aumento que de sus religiones trataban de hacer en sus reinos, conociendo la grande utilidad, que á la religion cristiana habia de resultar de tan santas religiones en predicacion de la palabra de Dios, y ejemplo de vida. En este tiempo los vecinos de la ciudad de Cuenca, y las gentes de su territorio, especialmente de Huete, Alarcon, y Moya, haciendo un cuerpo, entraron en el reino de Valencia, á cuyos moros habitantes en las fronteras hicieron mucho daño, y con grande cavalgada de cautivos y otras haciendas de mueble y ganados, tornaron victoriosos á sus tierras. Esto sucedió á tiempo que á la reina doña Berenguela, viendo en quietud los reinos del rey don Fernando, parecia que sin mas prolongar la tregua de los moros, el rey su hijo, á ejemplo de los católicos reyes de España sus progenitores, debia moverles guerra. Del mismo parecer fueron los prelados y señores del reino. Con este acuerdo, juntando el rey don Fernando sus gentes, comenzó la primera guerra contra infieles, llevando en su compañía á don Rodrigo Jimenez arzobispo de Toledo y otros prelados y personas de religion, y á los maestres de Santiago y Calatrava, y á las demás religiones militares de sus reinos, y las gentes de las ciudades, y villas, y los grandes, y caballeros de mucha cuenta, especialmente de don Lope Diaz de Haro, señor de Vizcaya, don Rui Gonzalez Giron, y don Alonso Tellez de Meneses, y pasando el puerto del Muradal, se dió luego Aben Mahomad, rey de Baeza por vasallo del rey don Fernando. El cual tomó despues por fuerza á Quesada con muertes de muchos moros, y prision de siete mil. Luego hallando vacíos de gente á Lacra, Toba, y Palhes, derribó el castillo de Esnader, y diéronsele Esclamel, y Espulci, que tambien fueron derribados. De allí envió á don Lope Diaz de Haro, y á los maestres de las órdenes militares don Fernan Coci de Santiago, y don Gonzalo Ivañez de Calatrava, á Bivoras donde habia mil y quinientos alárabes africanos, los cuales siendo vencidos, fueron muchos los prisioneros. Con tanto el rey don Fernando, volvió á Toledo, donde las reinas su mujer y madre se hallaban, esperando su vuelta. Fué tanto el terror, que los moros tuvieron de la entrada de los cristianos, que no solo el rey de Baeza se hizo vasallo del rey don Fernando, mas á su ejemplo el rey de Valencia, à quien poco habia que los cristianos le habian corrido la tierra, hizo lo mismo, viniendo á Cuenca, á cuya ciudad el rey don Fernando habia ido con intencion de entrar en tierras de Valencia. Don Jaime rey de Aragon, en tanto que el rey don Fernando estaba en la Andalucía, habiendo corrido las comarcas de Soria, por la entrada que los de Cuenca, y los demás pueblos habian hecho en tierras de Valencia, estaban desabridos los dos reyes, quejándose el rey don Jaime que los castellanos entraban en tierras pertenecientes á su conquista, pero ahora se hicieron amigos.

Ya que llegó el mes de marzo del año siguiente, que fué de mil doscientos y veinte y cuatro, el rey don Fer

nando con el católico gusto del viaje pasado, tornó á congregar sus gentes, y partiendo de Toledo, llegó á la Andalucía, en compañía del arzobispo don Rodrigo, y de otros grandes de los reinos de Castilla. A cuyo rey tenia tanta reverencia el rey de Baeza, que luego allanó todas sus tierras para el servicio del rey don Fernando. El cual tomando las villas Andujar y Martos, hizo mucho daño en la tierra, y dió á la órden de Calatrava á Martos, y despues destruyó á los moros muchas fortalezas, sin hallar resistencia campal, con que volvió victorioso y triunfante para Castilla. Este bienaventurado rey tomó tanto contentamiento en la santa guerra contra los moros, que sus pensamientos ordinarios no eran en otra cosa, sino en ordenar, y continuar la guerra contra infieles, como lo manifestaron sus grandes sucesos: no habiendo cosa, que tanto le agradase, y contentase, como hablar y obrar en ello, y espender su patrimonio en tan católicas empresas, Por lo cual tornando tercera vez à la Andalucía, en el año siguiente de mil doscientos y veinte y cinco, tomó á Jodar, y otros pueblos de moros, y hizo muchas talas y destrucciones, segun habia hecho las veces pasadas, y poniendo fuertes presidios en todo lo conquistado, tornó á la ciudad de Toledo, con intencion de volver presto á la guerra comenzada. En este tiempo Juan Abatis-villa, obispo, y cardenal sabiniense, legado del papa Honorio tercero, residió tres años en España, celebrando concilios nacionales en cada reino, y habiendo con potestad de legado à latere ordenado las cosas de los reinos de España, tornó á Roma.

CAPÍTULO XXXVI.

De otras grandes entradas que el rey don Fernando hizo en la Andalucía, y pueblos que ganó de moros, y nueva fábrica de la santa iglesia de Toledo.

Cuarta vez el santo rey don Fernando deliberó volver contra los moros, enemigos de la fé católica, á los cuales con su grande potencia traia muy apremiados, por la declinacion de sus reyes moros almohades, y divisiones y parcialidades civiles, que trataban sus príncipes. No perdiendo esta comodidad, congregó las gentes de sus reinos el rey don Fernando, poniendo en esto mucha diligencia el primado don Rodrigo Jimenez, que tambien fué presente en este santo viaje. y llegados á Guadalfajar, adoleció el primado de una aguda calentura, de que pensó morir, por lo cual envió sus gentes con don Domingo obispo de Plasencia, su capellan, á quien cometió sus veces pontificales. El rey don Fernando en este dicho año de mil y doscientos y veinte y seis, ganó de moros á Exnatorafe y la torre de Albep, y á san Estévan de Exnatorafe, que ahora llaman del puerto, y á Chicrana, é hizo mucho daño á los moros, contra los cuales no cesando de pelear, puso cerco sobre Jaen, ciudad que muy fuerte se habia parado, vistos los daños, que los pueblos de su circunvecindad padecian los años pasados, y ahora tenian dentro grande número de moros, de pié y de ca→ ballo, y ciento y sesenta cristianos de caballo, con Alvar Perez de Castro, que desnaturándose de Castilla, andaba entre moros.

En este medio los cristianos del cerco de Jaen quemaron todas las casas de la campaña de la ciudad, y derribaron sus molinos, y pasaron muchas recias escaramuzas, y teniendo por imposible tomarla desta vez, alzó el rey don Fernando el cerco', con intento de ocuparse en talar la tierra. En la cual se hiciera harto daño, si el rey moro de Baeza no hubiera intercedido,

y así llegado á Alcaudete, pasó el rey don Fernando pero Salvatierra, no se rindió hasta que pasaron quinPriego, pueblo fuerte, donde habia muchos caballece dias, y como Capilla no se quisiese dar, quedó el ros moros almohades, y grandes riquezas. Con todas alcázar de Baeza en poder del rey don Fernando. El ellas fué tomado el pueblo el dia tercero, con prision | de mucha gente, excepto la que se encerró en el alcazar, el cual se rindió á partido, pero otros refieren que matando á todos fué asolado el pueblo. De donde pasó el ejército sobre Loja, y tomando el pueblo, retiráronse al castillo los moros que podian. Despues que anduvieron en tratos y conciertos de poca firmeza, dándose unas veces, y otras no se queriendo dar, fué tanto el enojo del rey don Fernando, que tomándolos por fuerza, fueron muertos y presos catorce mil moros y moras.

No contento el rey don Fernando con lo hecho, fué sobre un fuerte pueblo, llamado Alhambra, cuyos moros temiendo del suceso de los de Priego, aun no teniendo lugar, para poder llevar sus haciendas, echaron à huir á Granada, por lo cual los cristianos tomando sus bienes, entraron por la vega de Granada, donde hicieron muchas talas, y asolaciones de castillos, y otras casas de placer y muertes de moros. En esta sazon hallándose en Granada el dicho don Alvar Perez de Castro, temian tanto los moros, que el rey don Fernando no talase una rica huerta, que cerca de la ciudad tenian, que por esto, y por evadir los daños, que esperaban alcanzaron, mediante don Alvar Perez de Castro, treguas, quedando él mismo por vasallo del rey don Fernando, dando tambien mil y trescientos cristianos cautivos, que habia en la ciudad. En estos convenios, fué perdonado don Alvar Percz, el cual en compañía del rey don Fernando, fué á correr otras tierras, entre las cuales fué destruida Montija. Escriben algunas historias, que esta vez el rey moro de Baeza, dió al rey don Fernando á Martos y Andujar, en los cuales pueblos dejando por capitanes al maestre de Calatrava y á don Alvar Perez de Castro, tornó el rey á Toledo, donde estaban las reinas su madre y mujer. Estos capitanes y otras personas de cuenta no queriendo pasar el tiempo en ociosidad, tomaron sus gentes, y corrieron las tierras de Sevilla, donde reinaba un poderoso moro, llamado Aben-Llale, el cual enviando contra los cristianos á los moros de Sevilla, Jerez, Carmona y Ecija, hubieron una recia batalla, en que fueron vencidos los moros, con muerte de veinte mil dellos.

cual dando órden en las cosas de la frontera de los moros, tornó á Toledo. En el año siguiente de mil doscientos y veinte y siete tornando el rey don Fernando á juntar sus gentes, cercó á Capilla, que es en el arzobispado de Toledo, y por ser fortísimo el castillo, y estar en peña viva, hicieron los moros grande resistencia, no queriendo obedecer á los mandatos de su rey. El cual desde Córdoba enviaba al ejército de los cristianos muchas vituallas, y otras cosas necesarias al combate, y al cabo fué tomado, y el rey con sus gentes tornó, á cabo de catorce semanas á Toledo. Donde supo, que sus propios vasallos habian muerto á Aben Mahomad rey de Baeza, yendo huyendo de Córdoba á Almodovar del Rio, de temor de sus moros, que se habian alborotado por las vituallas que envió á los cristianos contra los moros de Capilla.

En este tiempo estando el rey don Fernando, y el arzobispo don Rodrigo Jimenez en la ciudad de Toledo, comenzó á fabricarse la santa iglesia de aquella ciudad, que ahora la vemos tan real y magnífica, y derribaron la de antes, que estaba con la misma fábrica de cuando era mezquita de moros. La primera piedra del nuevo fundamento echaron el santo rey, y el venerable primado con sus propias manos, y con la largueza del rey y del arzobispo, comenzó á crecer maravillosamente aquella insigne obra, ornamento admirable de la religion cristiana, y honor de los reinos de España.

CAPÍTULO XXXVII.

De las entradas que el santo rey continuaba en tierras de moros, y pueblos que dellos ganó en Extremadura su padre don Alonso rey de Leon.

Cuando los moros de Baeza supieron la muerte de su rey, combatieron al alcazar, que á la sazon se hallaba en poder del maestre de Calatrava, el cual defendiéndose valerosamente, tuvo aviso el rey don Fernando destas novedades. De las cuales pesándole, fué á la Andalucía con don Alvar Perez de Castro, y otros caballeros y gentes, de cuyo temor, no solo dejaron al pueblo los moros de Baeza, que luego fuéron á Granada, pero aun los de Martos huyeron. A esta causa quedaron á los cristianos Martos y Baeza, cuya tenen

la de Martos á don Alvar Perez de Castro, y á don Tello Alonso de Meneses, y poniendo el rey el debido presidio en las fronteras, tornó á Toledo. Don Tello Alonso de Meneses, queriendo hacer mal á los moros, entró corriéndoles la tierra por Baena, Lucena, Castro del

En esta sazon los moros cercando un castillo, lla-cia se dió á don Lope Diaz de Haro señor de Vizcaya, y mado Garcez, fuéron los cristianos de la frontera en su ayuda, y lo mismo procuró hacer el rey don Fernando, que con don Lope Diaz de Haro, señor de Vizcaya y otros muchos caballeros pasando para la Andalucía, tuvo aviso en el camino, pero antes de llegar cualquiera de los socorros, pudieron los moros to-Rio, pueblos de la jurisdiccion de Aben-Llale rey de mar la fortaleza. El rey llegado á Martos, pasó á Exaldalilla, adonde vino el rey de Baeza, con tres mil de caballo almohades y alárabes, y mucho peonaje, con deseo de servirle, por lo cual el rey don Fernando, saHéndole á recibir, fué de muchas caricias el acogimien to que le hizo. Para que su amistad quedase mas firme, concertaron ambos reyes, que el rey de Baeza diese al rey don Fernando los castillos de Salvatierra, Capilla, Burgalhimar, y hasta la entrega de las fortalezas destos pueblos, diese en rehenes el alcazar de Baeza, y que el rey don Fernando le amparase de todos sus enemigos. En cumplimiento desto, el rey de Baeza dió luego el alcázar de Baeza, donde fué puesto el maestre de Calatrava, y Burgalhimar se dió luego,

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Sevilla. El cual por otras partes comenzó á hacer lo mismo en las de los cristianos, entrando por las de Bivoras, Baeza, y Martos, por retirar á los cristianos de las suyas, continuando los cristianos con grande valor estas santas guerras. Al rey don Fernando, que á la Andalucía habia vuelto, luego se le dió por vasallo el rey de Sevilla, con tributo de trescientos mil maravedís, tan grande fué el temor, que los moros le habian. Esto pasó en el año de mil doscientos veinte y ocho.

En estos dias, muerto Aben Mahomad rey de Baeza, que era del linaje de los reyes almohades, nieto de Abdelmon primer rey de almohades, se levantó en Ricot, fortaleza del reino de Murcia, un poderoso moro del linaje de los reyes moros de Zaragoza, llamado

en la iglesia de Santiago de Galicia. El obispo don Alonso dice haber pasado esta muerte dos años despues, pero es descuido, ó yerro de la pluma de sus copiadores, porque en el mismo en las computaciones que adelante señala de la union de los reinos de Castilla y Leon parece lo contrario. Falleció este rey don Alonso viejo, habiendo cuarenta y dos años que reinaba, segun queda dicho, y nó veinte y ocho como otros dicen: porque del año de mil ciento y ochenta y ocho en que comenzó á reinar, al de mil doscientos y treinta de su fallecimiento, corren cuarenta y dos años.

Aben-Hut, el cual socolor de publicar, ser falsa la re- Villa-nueva de Sarria, en fin deste dicho año de treinligion y ritos de los moros almohades, se llamó reyta, y así sucedió, y como queda escrito, fué enterrado contra ellos. Tanto pudo, que en muchas ciudades de las tierras de Murcia, Granada, y Andalucía, fué acogido por rey, y acabando de deshacer la religion y gente de los almohades, se hizo señor de la mayor parte de las tierras, que los moros poseian en España. Para resistir á este nuevo tirano, el rey don Fernando pasando á la Andalucía, corrió las tierras de los moros hasta la ciudad de Granada, que con Almería, y otros muchos pueblos de aquella tierra, se habia dado al rey Aben-Hut, habiendo antes los de Granada, como se ha visto, quedado por vasallos del rey don Fernando. El cual con tanto dió la vuelta á Toledo, no habiendo sido parte, para deshacer al tirano, que en muy breve se habia apoderado de muchas tierras, pero en el año siguiente de mil y doscientos y veinte y nueve el rey don Fernando nunca alzando la mano, de hacer guerra á los enemigos de nuestra santa fé, congregó sus gentes, con las cuales tornó á la Andalucía, y entrando en tierras de moros, destruyó y taló las tierras de Ubeda, que aun en poder de moros estaba, y lo mismo hizo en otras partes.

Algunas crónicas dicen, que esta vez ganó á Exnatorafe y Jodar, y de cualquiera manera que hubiese pasado. el rey Aben-Hut, juntó las mayores gentes que pudo, con propósito de resistir al rey don Fernando, aunque despues, no se atreviendo a pelear con sus gentes, pasó á Extremadura, en cuya conquista, se hallaba don Alonso rey de Leon, ya viejo, padre del rey don Fernando. En tanto que el hijo los años pasados habia guerreado á los moros de la Andalucía, él habia hecho lo mismo á los de Extremadura, donde habia tomado á Badajoz, y Cáceres y otras tierras de aquella provincia, á la cual acudiendo el rey Aben-Hut, dió batalla al rey don Alonso, del cual siendo vencido cerca de Mérida, echó á huir, y la ciudad de Mérida fué tomada por el rey don Alonso, que despues vivió pocos dias. A esta sazon Aben-Llale, rey de Sevilla, envió trescientos mil maravedís de las parias que debia al rey don Fernando, que despues habiendo talado las tierras de Jaen, tornó á Castilla (1).

CAPÍTULO XXXVIII.

Como el rey don Fernando volvió á la guerra de los mo-
ros, y muerte de su padre don Alonso rey de Leon, y
última union de los reinos de Castilla y Leon.
Sucedian á los cristianos tan prósperamente sus co-
sas en las guerras de los moros, siendo nuestro Señor
servido, que su santa ley fuese restituida á los anti-
guos y nobles pueblos de la Andalucía, que ello mismo
era grande ocasion y estímulo, para no alzar el rey
don Fernando mano de guerras tan católicas. Por lo
cual en este mismo año de mil doscientos y treinta,
volvió sobre la ciudad de Jaen con muchas gentes en
compañía del arzobispo don Rodrigo, y de don Lope
Diaz de Haro, y de muchos grandes de los reinos de
Castilla, y comenzaron muy de propósito á combatir
la ciudad, con intento de no alzar el asedio, hasta to-
maria, pero estando la ciudad impugnable, y viendo
que á la sazon era imposible tomarla, segun los moros
la habian fortificado, fué el rey sobre Daralferza. Aquí
se comenzó á publicar, que don Alonso rey de
Leon, padre del rey don Fernando, era fallecido en

(1) En estos tiempos se instituyeron las órdenes de los Tentónicos y de la Merced, y floreció Raimundo de Peñafort.

El rey don Fernando entendiendo la muerte del rey su padre, luego con los grandes que en su compañía se hallaban, consultando el negocio, á todos pareció. que antes que en el reino de Leon, que de derecho le venia, se apoderasen las infantas sus hermanas, ó se ofreciesen otras novedades, partiese para allá á toda diligencia. Con esta buena deliberacion, caminando el rey aprisa, topó en Orgaz, villa á cinco leguas de Toledo, con la reina doña Berenguela su madre, que iba por él, á causa que apresurase la venida, á tomar la posesion de los reinos de Leon, Galicia, y Asturias, porque las infantas sus hermanas, no se le alzasen con ellos, visto que el rey don Alonso su padre en desamor del rey don Fernando su hijo, poco ántes que falieciese, habia procurado casar a su hija la infanta doña Sancha con don Jaime rey de Aragon, á quien en dote le ofrecia estos reinos, para despues de sus dias, aunque le llevó Dios, antes de dar fin á este matrimonio. Por esto el rey don Jaime, que dias habia que estaba sin mujer, se casó despues con hija de Andrés rey de Ungría, de la cual hubo noble generacion, como en su historia se mostrará, porque á la reina doña Leonor su mujer, infanta de Castilla, habia dejado por mandado del papa Honorio tercio, por ser primas segundas, y haberse casado sin dispensacion, y ella habia vuelto á Castilla á la compañía desta reina doña Berenguela su hermana.

El rey don Fernando venido de la villa de Orgaz á la ciudad de Toledo, caminó con toda diligencia al reino de Leon, saludándole por el camino como á su nuevo rey, y entregándole algunas tierras y fortalezas, y pasando por Villalar, llegó á la ciudad de Toro, donde siendo recibido con mucha alegría y honra de aquella noble ciudad, que le habia enviado á llamar, fué luego alzado por rey de Leon en la misma ciudad. No halló el rey don Fernando todas las voluntades de las ciudades y villas de los reinos de Leon tan benévolas, como la ciudad de Toro, porque hubo algunas que se recataron en recibirle por rey, á causa que las infantas sus hermanas doña Sancha, y doña Dulce, que el rey don Alonso su padre hubo en la reina doña Urraca su primera mujer, pretendian igual parte en los reinos de Leon, por haberlo así ordenado y mandado el rey su padre. Con todo eso, cuando las tales ciudades consideraron bien que el rey don Fernando era el heredero varon y propietario, y príncipe tan excelente y poderoso, fué recibido por rey de muchos prelados, especialmente de don Juan obispo de Oviedo, don Rodrigo obispo de Leon don Nuño obispo de Astorga don Martin obispo de Salamanca, y otro don Martin obispo de Mondoñedo, don Miguel obispo de Lugo, otro don Miguel obispo de ciudad Rodrigo, don Sancho obispo de Coria, cesando con esto la guerra, que se presumió a principio. Luego pasando el rey don Fernando á la ciudad de Leon,

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