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1 Alonso VII-2 Sancho III y Fernando II.-3 Alonso VIII.- Enrique I.-3 Berenguela y Alonso IX.-6 Alonso X.

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no de Castilla residia, despues del divorcio de don Alonso rey de Leon su marido. Á esta reina habia hecho merced el rey don Alonso su padre de la villa de Valladolid, Muñon, Curiel, Gormaz, San Estevan, y del castillo de Burgos, y Hita, y de las rentas de los puertos del mar, y otros derechos. La reina doña Berenguela de tal manera comenzó á regir y gobernar al

muerte de su padre, el grande rey don Alonso, porque mediante su prudencia, siendo muy celadora de la justicia distributiva, así al grande como al menor y mediano, conservaba en toda equidad en su estado, aunque algunos caballeros procuraron revolver la tierra.

en romería á Santiago de Galicia, casó con ella, despues de la muerte del padre con algun tiempo, segun se verá en su lugar. Despues de habidos estos hijos, se disolvió tambien este matrimonio, por mandado del papa Inocencio tercio, por la conjunta parentela que habia entre ellos. Tuvo un hijo bastardo, llamado don Rodrigo Alonso de Leon. Este rey ganó, como queda dicho, de moros á Al-rey y reinos, que casi no parecia en esto hacer falta la cántara, y fundó aquella órden de santa milicia, y despues de la muerte del rey de Castilla don Alonso, conquisto, siendo ya viejo, á Montanges, Mérida, Badajoz, y Cáceres, y venció á Aben Hut rey moro, que con Ja Andalucía contra los moros almohades se habia alzado, y dél ganó los dichos pueblos, y pobló á Salvaleon, y Salvatierra, cerca de Mérida, y tambien á Sabugal, con otros muchos lugares, y amplió mucho los términos de sus reinos. Tuvo hartas guerras con los reyes de Castilla, y tambien con don Alonso rey de Portugal, y como en su historia se dirá, envió contra él al infante don Fernando su hijo en favor de los infantes de Portugal, hermanos del rey de Portugal, sobre que hubo tomadas de pueblos, y otras muchas diferencias, y porque desto se hablará en la historia de Portugal, y de parte de los hechos deste rey, la historia ha dado cuenta, y de otras algunas dará adelante en las vidas del rey don Henrique, y del infante don Fernando su hijo, que en Leon y Castilla reinó, cediendo primero al rey don Henrique en Castilla, y en Leon al mismo rey don Alonso su padre, no hablaré aquí mas, y con tanto pasaré á escribir las historias de los otros reyes restantes. Ya que se vió cercano á la muerte, hizo sus cosas como cristiano, y nombró por heredero de los reinos á su hijo, que muchos años habia que reinaba en Castilla, y á sus hijas doña Sancha y doña Dulce, habidas en la primera mujer. Hechas estas cosas como príncipe católico el rey don Alonso, habiendo reinado cuarenta y dos años, falleció en Villanueva de Sarria, en la fin del año de mil y doscientos y treinta, y fué enterrado en la santa igle-triarca de Antioquía por grande dolencia no pudo venir

su

sia compostelana de Santiago de Galicia, con el rey don Fernando su padre, y con el conde don Ramon su bisabuelo, que yacen en la capilla real, donde esta venerable iglesia acostumbra hacer su cabildo y congregacion.

CAPÍTULO XXVII.

Como el rey don Henrique fué alzado por rey, y muerte de la reina doña Leonor, y concilio lateranense, y cosas que en él trató el arzobispo don Rodrigo.

En el año de mil doscientos y quince doña Toda Perez señora de Vizcaya, mujer de don Diego Lopez de Haro, señor de Vizcaya, hizo donacion al monasterio de Nájara del lugar de Torrecilla de sobre Alesanco, con todos sus términos y sernas, y de las sernas de Alesanco, y Azofra, por dos aniversarios anales, por la anima de su marido, y por la suya misma, que se celebrasen, como á los reyes que yacen en aquella casa, en diez y ocho de octubre por el marido, y en veinte de enero por ella. En este año de quince el dicho papa Inocencio tercio, celebró concilio máximo generalísimo en el mes de noviembre en la iglesia de San Juan Lateranense de la ciudad de Roma, donde se congregaron grande número de prelados para reformar las cosas de la iglesia, y dar órden en cobrar la ciudad, santa de Jerusalen, puesto caso, que en lo tocante á la santa ciudad, no se pudo obrar nada, pero en los demás ordenáronse algunos sacros decretos. Entre los cuales se trató largo sobre el patronazgo de los legos en llevar frutos eclesiásticos. Fuégrande la congregacion deste santo concilio lateranense en el cual sin la persona del mismo papa Inocencio, fueron presentes selenta y un primados y arzobispos, y cuatrocientos y doce obispos, y los patriarcas de Jerusalen, y Constantinopla, y porque el pa

envió por vicario suyo al obispo Antarodeno, y el de Alejandría, que tampoco pudo venir, envió á Pedro diácono hermano suyo. Congregáronse tantos abades y religiosas personas, y deanes, priores, prepósitos, y arcedianos, que el número de solos prelados fué de mil trescientos, sin la otra gente de diversas partes del mundo, que fué de admirable número, con los | embajadores de ambos imperios, de Roma y Constantinopla, y de los reyes de España, Jerusalen, Inglaterra, Francia, Chipre, y de otras partes, y potentaDon Henrique primero deste nombre, sucedió al rey dos, y repúblicas cristianas. Entre los primados que don Alonso su padre en los reinos de Castilla y Toledo al santo concilio acudieron, fué presente don Rodrigo en el dicho año pasado del nacimiento de mil doscien- Jimenez de Navarra arzobispo de Toledo muchas veces tos catorce. Era de edad de once años el rey don Hen- nombrado. El cual con licencia del papa predicó la rique, cuando comenzó á reinar, y luego que fué palabra de Dios en presencia suya, y de todo el santo enterrado el rey su padre, los prelados y condes y concilio, y el sermon comenzó y acabó en lengua latigrandes del reino le alzaron y juraron por rey en la na, pero porque se hallaban presentes gentes de dicindad de Burgos, quedando por gobernadora del rei- versas partes del mundo, que no todos entendian lano y guarda del rey la noble reina viuda doña Leonor tin, y queriendo satisfacer á todos y mostrar su su madre. La cual en diez y siete de octubre, dia vier- facundia. esponia lo mas esencial del sermon en dines deste mismo año de catorce que fué veinte y cinco versas lenguas, en que él era muy universal. En dias despues del fallecimiento del rey don Alonso su la romana é italiana, que es una misma, en la tumarido, falleció en Burgos, y fué enterrada en el mis- desca, que de otra manera decimos alemana, en mo monasterio de las Huelgas, cerca de su carísimo la francesa, é inglesa, y en la castellana, y tambien marido. Con la muerte de la reina doña Leonor, en en la navarra, llamada de otra manera cantabra, que cumplimiento de lo que ella mandó, fué dada la guar- comunmente decimos vascongada, la cual era su nada del rey y gobernacion del reino á la reina doña Be-tural y materna lengua. Este reverendísimo prelado, Lenguela su hija hermana del mištaquer, que en el rei- que tanto en este dia honró la nacion española, de tal

neral es llamado obispo de Tuy, aunque él mismo se nombra en su corónica, indigno diácono, cuya historia al maestro Antonio de Nebrija, no es tan acepta, cuanto a otros historiadores destos reinos, pasados y modernos. Escribióla por mandado de la reina doña Berenguela, hermana deste rey don Henrique.

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Trató en este santo concilio el mismo arzobispo don Rodrigo con el papa Inocencio, sobre la primacía de las Españas, y de la Francia de los godos, quejándose de los arzobispos de Tarragona, Narbona, Braga y Santiago de Compostela, que no le querian obedecer como á primado de las Españas y de la Francia de los godos. En razon de su derecho mostró muchos privilegios de la santa sede apostólica, especialmente de los papas Urbano segundo, Gelasio segundo, Honorio segundo, Lucio tercero, Adriano cuarto, é Inocencio segundo, concedidos á la santa iglesia de Toledo, y á sus prelados, como á primados. Sin esto alegó muchos antiguos concilios celebrados en España, y otras escrituras é historias auténticas, fundando el derecho de su justicia. Visto esto por el papa, quiso oir á las partes para la determinacion de negocio de tanta calidad, y mandando dar traslado á los dichos arzobispos, respondió el de Braga por sí, como prelado que se halla- | ba presente en el santo concilio, y por el de Tarragona, que era ausente. respondió el obispo de Vich, que es su sufragáneo, y negó la primacía, y los arzobispos de Santiago y Narbona se escusaron con la ausencia. Tuvo el arzobispo don Rodrigo necesidad de volver á España, á cuya causa quedó el pleito indeciso, aunque despues otros pontifices mandaron á los arzobispos de Braga y Santiago, que obedeciesen al primado de Toledo, y el de Braga, porque fué rebelde, estuvo suspenso y privado de la dignidad, hasta que obedeciendo, fué restituido en su silla.

CAPÍTULO XXVIII.

De la legacia apostólica del arzobispo don Rodrigo, y de don Lucas de Tuy escritor, y como el rey don Henrique, vino á poder del conde don Alvar Nuñez de Lara.

Cuando el primado de las Españas don Rodrigo Jimenez arzobispo de Toledo tornó del santo concilio lateranense, trajo potestad de legado por diez años para los reinos de España, con facultad de poder legitimar hasta trescientos y mas, alcanzó, que segun en la historia de Chindasvinto vigésimo octavo rey godo de España queda escrito, cuando la ciudad de Sevilla viniese á poder de reyes cristianos, fuese en cuanto à la primacía sujeta á Toledo llanamente, sin estrépito, ni contencion de juicio, y que en las iglesias que de nuevo se ganasen en España de poder de moros pudiese proveer obispos, y otras cualesquiera dignidades y prebendas. Con tanta autoridad florecia en España este primado, cuanta dejando aparte su grande valor y dignidades de arzobispo de Toledo, primado de las Españas, canciller mayor de Castilla, y legado apostólico, por sus grandes letras era muy célebre, el cual escribió en lengua latina las historias de España, y tambien las de los árabes, llamada comunmente de moros, desde el tiempo del falso profeta Mahoma hasta los suyos. En estos mismos tiempos, floreció tambien en letras el maestro don Lucas de Tuy, escritor, de las historias de España que en el prólogo de la historia ge

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En cuyos tiempos tres grandes señores de los principales del reino don Fernando, don Alvar Nuñez y don Gonzalo Nuñez de Lara hijos del conde don Nuño de Lara diversas veces nombrado, hermano del conde don Manrique de Lara, pudieron, é hicieron tanto, que segun ántes su padre y tios hubieron en su poder al rey don Alonso su padre, obtuvieron tambien ellos ahora á su hijo el rey don Henrique, mediante un caballero, natural de Palencia, llamado don García Lorenzo, que por ser muy privado de la reina doña Berenguela, era ayo del rey. A don García Lorenzo prometieron los tres condes de le dar por esto para él y sus sucesores la villa de Tablada, que otros dicen Calzada, y como los dones corrompen corazones, si no son los de los muy constantes varones, don García acabó con la reina, que en él se fiaba mucho, de les dar al rey su sobrino, lo cual tambien le aconsejaron los prelados y grandes del reino. Para esto ante todas cosas hizo jurar, y tomó homenaje á los condes en manos de don Rodrigo Jimenez arzobispo de Toledo, de no quitar las tierras á ningunos caballeros sin consejo della, ni darlas á otros, ni harian guerra á los reyes circunvecinos, ni añadirian ni impondrian nuevos tributos, pechos y derramas sobre el reino, ni parte dél, y reverenciarian y acatarian á la reina doña Berenguela, y mirarian por su estado y cosas, y que haciendo lo contrario, incurriesen en caso de aleve. Desta manera siendo la reina doña Berenguela molestada de grandes persuasiones, é importunaciones de los caballeros y prelados, entregó la persona del rey don Henrique su sobrino al conde don Alvar Nuñez, con estas condiciones.

CAPÍTULO XXIX.

De las tiranias que los tutores del rey don Henrique, comenzaron en los reinos, y casamiento suyo.

El conde don Alvar Nuñez, saliendo de Burgos, comenzó á procurar destierros de algunos grandes, y echar del reino á los ricos hombres, y poner en servidumbre las religiones é iglesias, tomando las primicias eclesiásticas, que son de la fábrica de los templos, muy al contrario de lo que habia prometido y jurado al tiempo de la entrega de la persona del rey. A esta causa descomulgándole don Rodrigo dean de Toledo, que las veces y substitucion del arzobispo su prelado tenia, le fué forzado, restituir y jurar, de no tentar adelante tal cosa, pero despues á los patronos legos de las iglesias comenzó á vejar con grande servidumbre, cogiéndoles y tomando sus rentas eclesiásticas. Despues el conde don Alvaro celebró corte en Valladolid con algunos grandes del reino, que con voz de mandato del rey don Henrique se habian juntado, pero don Lope Diaz de Haro, señor que despues fué de Vizcaya, hijo del conde don Diego Lopez de Haro, y don Gonzalo Ruiz Giron y sus hermanos don Rodrigo Ruiz, don Alvar Diaz de los Cameros, y don Alonso Tellez de Meneses, y otros notables de los reinos, viendo sus tiranías grandes, deseando obviarlas, suplicaron á la reina doña Berenguela, se condoliese de las miserias y trabajos de los reinos, por lo cual la reina escribió á don Nuño de Lara, recordándole del homenaje, que

enia hecho, y encargándole la buena gobernacion, pero don Alvar Nuñez, à quien poco habia, que el rey le hiciera en Avila conde, indignándose mas contra la reina, comenzó á empecerla en tanta manera, que aun le ocupó las tenencias, que el rey don Alonso su padre le habia dado, mandándole con temeridad grande, | saliese de los reinos. Entonces la reina con mucho sentimiento con la infanta doña Leonor su hermana, que siempre estaba doncella, fué á Otella, donde estuvo hasta la muerte del rey su hermano.

El rey don Henrique, habiendo en él mas prudencia que dias que entendiendo las cosas siniestras del conde don Alvaro, quisiera ser restituido á poder de la reina su hermana, pero venido à sentir esto, hizo tanto, que aun estando privado de su libertad la persona real, no alcanzó lo que deseaba, mas antes llevándole á la ciudad de Plasencia, le desposó con doña Malfada, infanta de Portugal, hija de don Sancho, segundo rey de Portugal, y de Plasencia, venidos á Medina del Campo, se hizo la boda. La reina doña Berenguela, contra cuya voluntad se habia hecho el matrimonio, escribiendo por ello al dicho papa Inocencio tercio, le informó del deudo que entre el rey y la infanta habia, por lo cual por mandado suyo, despues de haber consumido matrimonio, se disolvió, y la infanta, que hermosa dama era, tornó á Portugal bien triste é indignada, así por esto, como porque el conde don Alvaro habia intentado, de quererse casar con ella á falta del rey don Henrique.

CAPÍTULO XXX.

De los males que los tutores del rey don Henrique causaban en los reinos de Castilla, y la diferente manera que esto refieren, y muerte del rey.

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Suero Tellez, se la dió de grado. Despues que el conde don Alvar Nuñez de Lara hizo mucho daño en la tierra, llegó á Carrion, y habiendo estado allí algunos dias, fué à Villalva de Alcor, contra don Alonso Tellez de Meneses, al cual hallándole con poca gente, y descuidado, fuera del pueblo y fortaleza, dieron sobre él de repente, y tomándoles los caballos y armas, huyó el mismo á la fortaleza, siendo herido, y tuvieronle algunos dias combatiéndole fuertemente, pero sin le poder tomar, se retiraron el rey y el conde à Palencia, donde posó el rey en las casas episcopales.

Dicen otras historias, que acabado el casamiento, fué el rey contra don Lope Diaz de Haro, que vino a ser señor de Vizcaya, y que pasando por Burgos donde la reina doña Berenguela estaba, fué sin la hablar á Calahorra, cuya fortaleza tomando de poder Garci Zapata, quitó la tierra á Rui Diaz de los Cameros y á su hermano Alvar Diaz, y que vuelto á Burgos, hizo la reina con el papa Inocencio, que el matrimonio del rey fuese desecho, y que entonces el conde con mandato del rey, quitó sus tierras y rentas à la reina, la cual aunque sabia nacer aquello del conde, dió por ser el mandamiento del rey, pero que retuvo á Valladolid. Escriben mas, que despues desto el conde concertó al rey nuevo casamiento con doña Sancha infanta de Leon, hija de don Alonso rey de Leon, habida en su primera mujer, con condicion, que despues de los dias del rey don Alonso, hubiese el reino de Leon el rey don Enrique, y que él diese al rey de Leon, para en su vida, á Sanctivañez de la Mota, que estuviese en fieldad de un caballero, llamado Sancho Fernandez, grande servidor de la reina, y que con esto pensaba el conde, hacerle de su parte, aunque despues pesando desto al conde, que acabó con el rey de Leon de dar en trueco á Tiedra, con mas de diez mil maravedís. Todo esto se trazaba por hacer daño á la reina doña Beren

Volviendo ahora á lo poco que me resta de decir del rey don Henrique, sucedieron á estas cosas muchas revueltas y odios, y entendiendo la reina doña Berenguela, y desheredar al infante don Fernando su hijo,

y heredero del reino de Leon, siendo Tiedra de la reina, la cual por habérselo pedido el rey su hermano dió, y tambien al infante dou Fernando, que en su poder se hallaba, entregó al rey de Leon su padre, que se lo pidió. Despues que los reyes de Castilla y Leon se vierou, escriben, que vino el de Castilla á Palencia, y la reina á Otilla, donde se le quejaron don Gonzalo Ruiz Giron, y sus hermanos, de los daños que el conde, con la cubierta del rey les hacia, y que el conde don Alvar Nuñez, envió á su hermano el conde don Gonzalo, contra don Lope Diaz de Haro, que con alguna caballería, y mucha infantería habia llegado á Miranda de Ebro, y que llegados à punto de pelear, fueron despartidos por

guela, que el rey era mal guardado, envió á Maqueda, donde el rey estaba, á saber de su estado. Lo cual siendo sabido por el conde, hizo unas cartas con falso sello de la reina, fingiendo, que ella escribia á algunos privados del rey, que con veneno matasen al rey, para con esto indignar al rey don Henrique contra la inocente reina su hermana. Para mayor color de la maldad, aborcaron al hombre, pero con todo ello, no fué creido el conde don Nuño, porque la reina estaba tan saneada de semejante cosa, que presto conocieron ser negocio ordenado del conde, por lo cual los consejos de aquella tierra, haciéndole salir de aquella comarca, hubo de ir á Huete. Donde morando el rey en algunos dias, acudió allí un caballero, llamado Rodrigo Gon-religiosos, con que el conde don Gonzalo tornó al rey, zalez de Valverde, que con el rey se entendia, para la llevar a poder de la reina doña Berenguela, pero sintiéndolo don Fernan Nuñez de Lara, sobrino del conde, le prendió de improviso con mano armada, y le llevó preso á Alarcon, y dicen algunos autores que despues desto, fué el casamiento del rey. Mucho pesó al conde destos negocios, por lo cual poniendo mayor custodia en la persona del rey, vino á Valladolid en la cuaresma del año de mil y doscientos diez y seis, y pasando la pascua de Resurreccion, comenzó la guerra contra los que seguían la voz y parte de la reina doña Berenguela. Despues que en algunas tierras hizo mucho daño, cercó a don Suer Tellez Giron en Montalegre, al cual pudiendo sus hermanos don Gonzalo Ruiz y don Alonso Tellez dar todo favor, dejaron de hacer, por la reverencia del rey, el cual pedido la fuerza al mismo

y don Lope Diaz á la reina, que estaba en Otilla. La cual cercaron el rey y el conde, aunque no tardaron de alzar el asedio, é ir á Frechilla, donde derribando las casas de don Rodrigo Gonzalez Giron, fué el rey á Palencia, y la reina habia enviado á pedir ayuda al rey de Leon su marido, y él lo ofreció, pero sabido esto no hubo necesidad. Antes del cerco de Otilla, dicen, haber pasado un grande reencuentro en Monzon, entre la avanguardia del rey don Henrique y Rui Diaz de los Cameros, y otros caballeros de la parcialidad de la reina.

Como quiera que hubiesen sucedido estas cosas, pasaron en el reino por causa de la violenta gobernacion de los condes de la familia de Lara, grandes trabajos y adversidades. El rey don Enrique, venido á la ciudad de Palencia, posó en las casas del obispo, donde

hubieron fin sus dias, poco logrados, porque en fin |pañas, como su abuelo. Traido al infante don Fer

del mes de mayo del año de mil y doscientos y diez y siete, un dia jugando con ciertos criados de su servicio, y coetaneos suyos, estando ménos guardado y recatado de lo que era razon, un caballero mancebo que algunos escriben, ser del linaje de Mendoza, tirando una tejuela de la torre, dió en el tejado de la casa, de lo cual sucediendo caer una teja, no se escusando la desgracia futura, dió al rey en la cabeza. Desta herida, que sucedió ser mortal, á cabo de once dias, que el rey don Enrique estuvo muy trabajado, siendo cosa incurable, habiendo dos años y nueve meses y quince dias que reinaba, falleció en la misma ciudad de Palencia en siete de junio, dia sábado, del dicho año de mil y doscientos diez y siete. Despues pasados algunos dias, fué enterrado en el real monasterio de Santa María de las Huelgas de la ciudad de Burgos, cerca del infante don Fernando su hermano mayor, como luego se contará mas copioso, y cada año en este dia de su fallecimiento se le celebra un aniversario en el mismo monasterio por su ánima.

CAPÍTULO XXXI.

Como la reina doña Berenguela, y el rey don Fernando, sucedieron en el reino de Castilla, y juramento que hicieron al rey.

Don Fernando tercero deste nombre, cognominado el Santo, y la reina doña Berenguela su madre, sucedieron al rey don Eurique su tio y hermano en el reino de Castilla, en el dicho año del nacimiento de mil doscientos y siete. Los grandes de los reinos de Castilla y Toledo, que á la libertad y honor de los reinos tenian celo, y respetaban sus cosas, diéronse en los negocios futuros tal presteza y diligencia, que no dieron lugar, á que los reinos de Castilla y Toledo se juntasen con el reino de Francia, porque la infanta doña Blanca, primogénita del rey don Alonso, que en estos dias vivia en Francia, con su marido el infante Luis heredero de aquel reino, hijo del rey Felipe segundo deste nombre, cognominado Augusto, que en este tiempo reinaba en Francia, pudiera venir á reinar en estos reinos con su marido el infante Luis, que de aquí á seis años, vino por muerte del rey Felipe su padre á reinar en Francia. De la union destos reinos con el de Francia, consideraban bien los grandes inconvenientes y daños, que seguir se pudieran, viniendo á caso franceses á gobernar á estos reinos, por lo cual sin demora ni dilacion por evadir y atajar inconvenientes, que despues fueran mas difíciles de reparar, admitieron por reina á la infanta dona Berenguela, hermana de la infanta doña Blanca. Cuando el rey don Henrique falleció, no se pudo tanto ocultar su muerte, que sin demora no tuviese noticia su hermana la reina doña Berenguela, la cual como princesa de mucha prudencia, ántes que la infeliz muerte se divulgase, envió con grande secreto y diligencia al reino de Leon, á don Diego Lopez de Haro, y a don Gonzalo Ruiz por el infante don Fernando su hijo, que estaba en Toro, con el rey don Alonso su padre. Al cual los caballeros de la embajada, significando que el rey don Henrique queria tornar á cercar á la reina doña Berenguela en Otilla, pidieron al infante don Fernando en su ayuda, y el rey de Leon dió al infante, no creyendo la verdad de las infantas sus hijas, que le decian, ser muerto el rey don Henrique, y que ahora era tiempo de apoderarse de Castilla, y hacerse emperador de las Es

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nando para Otilla, donde la reina su madre le esperaba, fué alzado por rey de Castilla y Toledo, y Nájara, debajo de un olmo, por mandado de la reina su madre.

En este medio el conde don Alvaro tomando el cuerpo del rey don Henrique, llevóle secretamente à Tariego, pensando encubrir y disimular su muerte, mas como era caso, que no se podia ocultar, vinieron los reyes madre, é hijo brevemente con algunos grandes á Palencia, donde siendo recibidos con mucha reverencia y procesion del obispo don Tello, fuéron á Dueñas, y la tomaron luego por fuerza. Entónces los grandes, aunque trataron de medios de paz con el conde don Alvaro, no quiso hacer nada, á ménos que la persona del rey don Fernando le fuese entregada, como ántes la del tio: mas ellos considerando sus tiranías, y aun habiendo verguenza de lo pasado, en ninguna manera consintiendo tal cosa, posaron á Valladolid, y des– pues fueron hacia las riberas de los confines últimos de Duero, y llegados á Coca, no les dando lugar para entrar en la villa, pasaron à San Juste. Aquí tuvieron dos avisos, el uno, que no fuésen hácia Segovia ni Avila, ni los confines de Duero, y el otro, que el infante don Sancho Fernandez, hermano de don Alonso rey de Leon, hijo de la reina doña Urraca Lopez, venia contra ellos con grande gente, por lo cual tornaron luego á Valladolid. En este tiempo comenzaron algunos movimientos contra la reina, y su hijo el rey don Fernando, pero ella con su prudencia no solo los apaciguó, mas haciendo juntar en Valladolid á los grandes, y procuradores del reino, considerando, que para el bien y universal utilidad de los reinos, convenia que ella reinase, fué de comun concordia y union de todos reconocida por legítima reina, y heredera de Castilla, así por no haber el rey don Enrique dejado hijos, como por otras justas causas y razones, dignas de consideracion. Entonces la reina deseando mas la magestad de la corona real para el rey don Fernando su hijo, que para sí propia, renunció en el hijo el reino, haciendo el auto en presencia de todos fuera de la villa donde se hacia el mercado. Siendo este caso tan heroico, aprobado de todos, llevaron al rey don Fernando á la iglesia de Santa María, llamada Mayor, donde con grande alegria de todos fué alzado por rey de Castilla, siendo segun algunas historias, de edad de diez y ocho años, aunque segun la concordancia de los tiempos, tendria diez y seis, y le juraron todos, haciéndole homenaje. Cuyos tiempos fueron tan felices y bienaventurados, que escriben, que en todos los años de su vida, no hubo en sus reinos hambre ni peste.

CAPÍTULO XXXII.

De la guerra que don Alonso rey de Leon comenzó contra su hijo don Fernando rey de Castilla, y como el rey don Fernando se apoderó de sus reinos, y tregua que hizo con el rey su padre.

En este tiempo caminaba con grande gente contra el rey don Fernando, don Alonso rey de Leon su padre, teniendo sentimiento de las forinas, que la reina doña Berenguela y sus caballeros habian usado con él, en sacar de su poder al rey don Fernando su hijo. Por obviar los daños, que se esperaban, envió la reina á don Mauricio obispo de Burgos, y a don Domingo obispo de Avila, á suplicarle, no quisiese inquietar al rey su hijo, de cuyo bien antes debia holgar, como buen padre, y que tornase con lo hecho á sus reinos.

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