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los caballeros catalanes, que los aragoneses. El mismo rey don Alonso congregó catorce mil de caballo sin muy mucha infantería y sin las gentes de Navarra y algunas de Portugal, y de personas de sangre, eran hijos dalgo dos mil y quinientos de caballo entre los catorce mil. La congregacion destas gentes comenzó en la ciudad de Toledo, por el mes de febrero del año siguiente de mil y doscientos y doce, adonde llegó el rey de Aragon ocho dias despues de la pascua de Espíritu Santo, domingo de la santísima Trinidad, y fué recibido con solemne procesion, y en la huerta del rey, que está junto á la ciudad en la ribera de Tajo, aguardó á su ejército, que á toda diligencia caminaba. Alaban grandemente todos los coronistas la mucha liberalidad y largueza que el rey don Alonso usaba, con todos los que venian al santo viaje, porque sin los estraordinarios dones y presentes, que cada uno segun su calidad daba, pagaba á todos los estranjeros de caballo, cada dia veinte sueldos de aquel tiempo, que eran un maravedis y un tercio de la moneda que entonces corria en Castilla, y á la infantería daba á cada uno cinco sueldos, y hasta las mujeres y gente inútil gozaban

biendo celebrado cortes en la ciudad de Toledo, mas tambien mediante la santa cruzada, que al papa pretendia pedir, mover los ánimos de los príncipes cristianos de la Europa á esta católica guerra. Despues que con los prelados y grandes y procuradores de las ciudades y villas de sus reinos hubo el rey don Alonso consultado y ordenado las cosas de la guerra, partió con acuerdo de todos el arzobispo don Rodrigo á la corte romana á la espedicion y solicitacion de la santa cruzada. Refiere Alcocer, que en estas cortes reformó el rey don Alonso el exceso sobrado de los vestidos y trajes, y otras cosas superfluas, que mandó hacer en sus reinos muchas procesiones y ples arias y limosnas y ayunos, deseando tener á Dios propicio, y que todos estuviesen muy en órden para el año futuro con armas y caballos y todo lo necesario para la guerra. Cuando los moros tuvieron aviso de semejantes prevenciones y apercibimientos que contra ellos se hacian, comenzaron ellos á hacer lo mismo, no solo en España donde les restaban muchas tierras del reino de Toledo, y las provincias de Extremadura, Andalucía, y los Algarbes, y los reinos de Granada, Murcia y Valencia, mas tambien en Africa en las muchas y espaciosas regiones que allí podesto, y si la letra no está errada, dice el arzobispo seia su rey, el cual hizo despues con tiempo pasar á España grandes ejércitos de caballería y peonaje, juntando con el poder, que en España tenia. En tanto que el arzobispo don Rodrigo Jimenez era en el viaje de Roma, el rey don Alonso que de Madrid habia ido á Guadalajara, no queriendo estar ocioso, entró en tierras de moros por la ribera de Jucar, y ganó en este año una fortaleza, llamada Alcalá y las Cuevas de Algarande, y Tubas, y saqueó otros pueblos, desta misma parte del reino de Valencia, y con grande despojo volvió á la ciudad de Cuenca, á donde le salió don Pedro rey de Aragon, preferiéndose á le ayudar en la guerra contra moros. Lo mismo le envió a decir don Sancho rey de Navarra.

La diligencia del arzobispo de Toledo, que á Roma habia llegado, y la santa liberalidad de los tesoros espirituales del papa Inocencio tercero, sucesor de Celestino tercero, pudieron tanto, que con la publicacion y predicacion de la santa cruzada, comenzaron á caminar á España muchos príncipes eclesiásticos y seglares, así de Italia, y en especial de Francia, como de Alemania, y tierras que los ingleses tenian en Francia, y de otras partes y provincias: porque el arzobispo don Rodrigo en todo el camino de Roma, hasta su iglesia de Toledo habia venido predicando, y encargando la predicacion á los prelados y religiosos de todas las partes que podia. Hizo tanta impresion en el ánimo de los devotos fieles esta diligencia y santa predicacion, que sin las gentes de los reinos de Castilla y Aragon, y algunas de Portugal acudieron á Toledo de las dichas naciones estranjeras cien mil infantes, y diez mil de caballo, cuyo número mucho acrecientan algunos, y otros le disminuyen: diciendo, que los estranjeros eran doce mil de caballo, y cincuenta mil infantes, todos signados en los pechos con la salutifera señal de la santa cruz, y porque dentro de la ciudad comenzaron á causar algunas contiendas, fueron alojados por mandado del rey don Alonso en las huertas y arboledas frescas de la ribera de Tajo y sus comarcas conjuntas á la ciudad. De don Pedro rey de Aragon, refieren algunos, que juntó veinte mil infantes, y tres mil y quinientos de acaballo suyos, y de las ciudades, villas, prelados, órdenes, y grandes de sus estados, aun que fueron entre ellos muchos mas

don Rodrigo, que dió el rey don Alonso sesenta mil carros para llevar las vituallas, y el fardaje: pero otros queriendo corregir esto, escriben, que sesenta mil bestias de carga, aunque lo uno y lo otro es notable número. Habiendo el arzobispo don Rodrigo puesto grande diligencia en conservar en paz tantas naciones de lenguas diferentes, hubo siempre entre los españoles y estranjeros quietud y tranquilidad.

Partieron los dos reyes católicos con estas gentes de la ciudad de Toledo en miércoles, veinte dias del mes de junio, y no mayo, como algunos han escrito, y llevando los estranjeros, á quien nuestros autores llaman ultramontanos, por general á don Diego Lopez de Haro, señor de Vizcaya, que ya estaba reconciliado con el rey, y era general de todo el ejército, llegaron á Malagon. Los estranjeros llevando la avanguardia tomaron el castillo de Malagon, que está á catorce leguas de Toledo, en veinte y tres dias del mes de junio, matando á cuantos dentro hallaron, y habiendo allí reposado un dia, caminaron á Calatrava, que está poco mas adelante, y pasaron el rio de Guadiana. Aunque hubo pareceres, que hasta acabada la guerra, no se debia combatir el pueblo, porque en semejantes trances suele peligrar la mejor gente, todavía se resolvieron en ello, no obstante que aquellos decian, que de la fin de la guerra pendia el tomar de los pueblos. Desta manera la villa de Calatrava fué de tal manera combatida por los cristianos, que los moros viéndose muy angustiados, se dieron á partido, salvando solas las vidas, contra el parecer de los estranjeros, que los quisieran pasar á cuchillo, pero los reyes de Castilla y Aragon teniendo otras consideraciones, fueron por don Diego Lopez de Haro puestos en salvo, segun el convenio. Fué cobrada la villa de Calatrava, en primero de julio dia domingo, que fué el siguiente dia despues de la conmemoracion de san Pablo, y no dos dias antes, como algunos escriben. El pueblo se restituyó á la orden de Calatrava, cuyo era, dando á los estranjeros y aragoneses todo el despojo, que dentro se habia tomado. Los estranjeros por ocasiones, especialmente de achaque de alguna falta de vituallas, no queriendo pasar adelante, tornaron á sus tierras, escepto don Arnaldo arzobispo de Narbona, con otros algunos nobles suyos, y del condado de Putiers.

Este negocio resultó despues en mayor gloria de la nacion española, que sola ella vino á gozar de la gloria de tan grande y católica guerra, y con tanto caminaron contra Alarcos, la cual habiendo hallado sin moros, fué tomada. Aquí alcanzó á ambos reyes don Sancho rey de Navarra, y no ántes, como en sentir lo contrario recibe engaño la corónica general, segun del arzobispo don Rodrigo se ve claro lo contrario. El rey de Navarra, como católico y magnánimo príncipe, no pudiendo su grande corazon tolerar ser ausente de guerra tan santa, y de concurso de tantas gentes y príncipes de España y de fuera delia, alcanzó en el dicho lugar á los reyes con muchas gentes de su reino, y de otras partes. Entonces los tres reyes habiendo tomado algunas fortalezas de la comarca, fuéron sobre Salvatierra, y hecha reseña y alarde general, se acercaron á la sierra Morena junto à un lugar, llamado Guadalfajar. En el espacio de tiempo que estas cosas se bacian, Aben-Mahomad rey de Marruecos, y miramamolin de África, congregó sus gentes en las montañas cerca de Jaen, donde aguardaba al ejército cristiano, teniendo por perdido, todo lo que habia poseido, de la sierra Morena, hasta Toledo. Al principio temió esperar en lo llano á los reyes católicos, mas cuando supo de la retirada de los estranjeros, cobrando ánimo, no solo descendió á lo llano, viniendo á Baeza, mas saliéndoles al camino, hizo tomar el paso de Losa en las Navas de Tolosa, anticipándose a los cristianos. El omnipotente Dios en cuyo servicio se hacia todo, encaminó á los príncipes católicos de tal manera que ha biendo subido al puerto por camino seguro, tomaron el castillo de Ferral, cerca de la Peña de Losa, y de allí despues de hartas dificultades y consultas, dejando el castillo, tomaron lugar cómodo y llano y decente para la batalla, siendo encaminados de un pobre pastor y cazador, cuyo busto de piedra está ahora en la capilla mayor de la santa iglesia de Toledo, que para esto envió Dios á los suyos.

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faquíes, y varones de su secta y religion, represento la batalla en el dia siguiente, mas tampoco los reyes se la aceptaron, hasta que otro dia, diez y seis del mes de julio, dia lúnes deste año de doce, que fue mes en que la batalla pasada de Alarcos, habia sucedido, vinieron á la santa batalla, habiendo los cristianos oido misa y confesado, y comulgado. Ordenaron los príncipes cristianos sus escuadrones en toda buena órden de la disciplina y órden militar deste siglo, segun la disposicion del tiempo y lugar. Lo mismo hicieron los moros, cuya innumerable gente así de pié como de caballo cubria los llanos, valles y cerros. En la corónicageneral donde siniestramente se cita el arzobispo don Rodrigo, se halla lo que de otras semejantes batallas se escribe, que estando para darse la batalla, apareció en el cielo una cruz de diversos colores, y que con tal anuncio, fueron muy alegres y consolados los cristianos como no seria maravilla; pero téngolo á ficcion, pues el arzobispo don Rodrigo Jimenez, que fué presente en todo no hace mencion de maravilla tan divina. Venidos á la batalla, de tal manera, siendo el primero don Diego Lopez de Haro, arremetieron los unos contra los otros, que la victoria estuvo pendiente por algunas horas, peleando muy esforzadamente los unos contra los otros y aun algun rato estuvo inclinada á los moros, pero por el valor de los capitanes y presencia de los reyes católicos se valieron muy bien las haces las unas á las otras. Fué tanto el ardiente ánimo del real corazon del rey don Alonso, que tres veces quiso en persona arremeter á los escuadrones de los moros, sino fuera por el arzobispo don Rodrigo, el cual, y otros cabalteros le detuvieron. Testifica el mismo arzobispo, encareciendo la grande fortaleza y magnanimidad del rey don Alonso, que en todo esto no se le demudó el vulto ni gesto acostumbrado, ni la habla, sino que es tuvo con el semblante pasado. Entonces con la cruz, que el arzobispo como primado de las Españas traia delante de sí, pasó milagrosamente las haces y escuadrones de los moros un canónigo, y capiscol de la santa iglesia de Toledo, llamado Domingo Pascual, varon de grande y heróico ánimo, cuya sepultura hoy dia muestran en la capilla de Santa Lucía de la misma santa iglesia.

Cuando el rey Mahomad vió esto, ordenando sus gentes, él mismo se puso en un fuerte escuadron de moros muy valientes, que muchos dellos estaban ligados unos con otros, porque ajenos de la esperanza de la huida, peleasen con mayor esfuerzo. No faltan autores, que quieren afirmar estar ligados estos moros con cadenas por las piernas. Habia un fuerte palenque y cerralle para su mayor defensa, que dice la historia general ser de hierro, y otros sienten lo mismo, y en este escuadron en un cerro estaba el rey Mahomad en una rica tienda, puesta á manera de atrio y solemne portada, y los demás escuadrones ordenó de otra manera. Puesto el rey Mahomad en esta órden, con grande soberbia representó la batalla á los cristianos, pero los reyes católicos, no se la aceptaron á la sazon, por tener la caballería é infantería algo fatigada del paso de la sierra. De lo cual estando muy soberbio el bárbaro rey, escribió á las ciudades de Baeza y Jaen, y á las demás provincias de España, que eran de su dominio, certificándoles que dentro de tres dias serian sus prisioneros los tres reyes cristianos. Con estas cosas estaban muy orgullosos los moros, entre los cuales habia muchos flecheros y ballesteros, pero algunos dellos, que con atencion miraban el ejército cristiano, dijeron á su rey, que los cristianos estaban puestos prudente y solí-los, y mulas, y oro, plata, y dinero, y otras cosas de citamente, y que mas parecian aparejarse para la batalla, que para la huida. Con todo esto de la misma manera el rey Mahomad, que muy acompañado estaba de muchos príncipes moros, y grande número de al

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Estando la batalla de los cristrianos en grande conflicto y discrimen, peleando ambas partes fuertemente por la victoria, era grande el estrago, que los cristianos comenzaron á hacer en los moros, y nuestro Señor con su misericordia inclinó á los moros, mostrándose superiores los cristianos, que al principio babian aflojado algo. Lo cual visto por el rey Mahomat, echó á huir á instancia é importunacion de su hermano Zeit Aben Zeit, que luego vino á ser rey de Valencia. Con tan grande quiebra y daño caminando el rey Mahomat el resto del dia, y la noche siguiente, llegó á la ciudad de Jaen, harto triste y afligido, habiéndole muerto los cristianos cerca de doscientos mil moros, con la mayor matanza de infieles, que jamás sucedió en los reinos de España hasta este dia, porque de solos los moros de acaballo, señalan algunos, haber sido treinta y cinco mil los muertos en esta batalla, sin los muchos prisioneros de precio, y grande presa de muchas riquezas y preseas de joyas preciosas, y caballos, came

gran valor. Murieron de los cristianos tan pocos, que se puede decir ningunos, porque segun el arzobispo don Rodrigo, que fué presente en esta santa batalla, y otros autores que á él siguen, fueron muertas solas

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