Parnaso venezolano, Volúmenes 9-12

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A. Bethencourt é hijos, 1889
 

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 14 - Cuando tenía que dar, lo daba todo; y cuando nada ya tenía, daba amor y libros. ¡Cuánta memoria famosa de altos cuerpos del Estado pasa como de otro y es memoria suya! ¡Cuánta carta elegante en latín fresco al Pontífice de Roma, y son sus cartas!
Página 103 - La partida de caza vocinglera la quinta deje al despuntar el día; ágil salga y festiva la jauría, atraviese del valle a la ladera, recorra sin ser vista la cañada, y tras de tramontar los altos cerros, saltando observes los pintados perros, entre alegres ladridos, la quebrada; y después de subir agrio repecho, de la cima en los altos miradores, divisen los cansados cazadores alzarse el humo del pajizo techo!
Página 101 - Palomas bajen a picar tu suelo, que al lado esté de tu casita blanca, ya poco veas que su vuelo arranca la turba inquieta hacia el azul del cielo! Mires cual sitio de encantada ninfa tersa laguna cual a veces vemos, y ánsares niveos de pintados remos cortando lentos la argentada linfa!
Página 123 - Que semeja en su luz á toda hora La mirada de un ángel cuando adora. Te vi tranquilo en el confín remoto, Después de cien borrascas siempre inmoto, Y al notar tu valor y paz serena, Disiparse sentí mi amarga pena. No me olvides jamás, astro divino, Sé propicio...
Página 102 - Haya manto de verde y de rocío en el momento que los campos dora la pura luz de la rosada aurora; y en calle de naranjos que va al río y se abre al pie de la felpuda falda, césped encuentres para muelle alfombra, follaje rico para fresca sombra; y fruta en que el color es de oro y gualda. A un lado está la vega; el campo raso; los ya formados surcos por la reja; el último que traza y detrás...
Página 105 - Que tengas frutas que en sazón maduren, y vayas con tu cesta a recogerlas; que tengas fuentes que salpiquen perlas; que tengas auras que al pasar murmuren ! Murmuren cantos bellos, celestiales, que sirvan a borrar fieras congojas, de esos que forman al temblar las hojas, o el arroyo al mover de sus cristales! Ante el altar que en sacras llamas arde, por...
Página 110 - Con los. aromas que el verjel exhala, Y, por verme temblar, con ala leve Jugando me conmueve. Yo nazco con el día, Tengo palacio en la arboleda umbría, Y en aguas bellas de matiz cambiante, Ya semejo al cristal, y ya al diamante.
Página 123 - ... la menor de ellas? Si acaso llama ardiente de afecto bien sentido y mal pagado, el ambicioso corazón calcina, tú arrancas al dolor la aguda espina, derramas miel en la doliente alma, y con callada voz que habla de lejos, envías tus consejos y restituyes la perdida calma. ¡Qué de veces también logré la mía contigo hablando!... Enfurecido el viento, sin velamen, sin jarcias y aun sin rumbo la nave en medio del fragor crujía...
Página 144 - Y al beso estremecida de la onda azul del piélago sonoro, despiertas a la vida, te engalanas del índico tesoro, y abres al mundo tus veneros de oro. En vano te aprisiona de fuerte lazo la coyunda estrecha, que ciñes la corona, tiendes el arco, y en la lid deshecha vibra en el aire tu salvaje flecha.
Página 121 - Aún le quedan reflejos, Morir queriendo con real decoro, Para lucir de lejos Y pintar cada varia, nivea nube, Cuya belleza así realza y sube, Con franjas de carmín y rosas de oro; Hasta que al cabo en el supremo instante, Ya vestido de púrpura esplendente, Despídese el gigante Y en el mar se sepulta de Occidente. No hay ya en el horizonte El variado matiz ni el colorido Con que dora la luz el arduo monte: Sólo pálidas quedan blancas huellas De un fulgor que ya es ido, Y con silencio santo...

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