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<< desembarcó en Cádiz, y no atreviéndose a detenerse en Madrid, se fué a Valencia ». Por fin, esa es también la opinión de los más recientes y autorizados biógrafos del gran poeta, los señores Hugo Alberto Rennert y Américo Castro 1, que dicen que << Lope desembarcó en Cádiz, desde donde marchó a Toledo, según nos cuenta en su Filomena ». Por otra parte, Montalbán 2 refiere que después del desastre el poeta volvió a Madrid (cosa improbabilísima, puesto que en la Corte tenía su asiento el tribunal que lo había desterrado), y Schack 3 opina que << acaso residió después largo tiempo en Sevilla y en Toledo (según La Filomena, parte segunda), regresando luego a Madrid ».

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La principal autoridad aducida en apoyo del supuesto desembarco en Cádiz es la del propio poeta en cierto pasaje de La Filomena, que sigue inmediatamente al que con anterioridad transcribí :

Volví desde los blancos albiones

a la torre famosa del tebano,

donde puso el romano

eternas inscripciones;

y desde allí a las selvas y montañas

por donde manso y ledo

el Tajo celebrado,

dormido entre mastranzos y espadañas

pretina de cristal ciñe a Toledo...

Otro argumento se basa en la elegía fúnebre que publicó en la Fama póstuma (1635) cierto don Francisco Miracles Soto

mayor:

1 Vida de Lope de Vega, ed. cit. 61.

2 Fama póstuma (en Comed. escog. t. I, pág. XI).

3 Hist. de la liter. y del arte dram. en España, trad. esp. Madrid, 1886, II, 327.

▲ Obs. no drams., 489.

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A mi juicio el error se debe a una mala interpretación de lo que Lope dijo de sí en 1621, en La Filomena. Quizá fuese Miracles Sotomayor - que escribía ya casi cincuenta años despés de los hechos relatados- el primero que incurrió en ella. La torre famosa del tebano a que alude Lope es, sencillamente, la torre de Hércules que aun subsiste en la Coruña, en la que todavía pueden verse las eternas inscripciones que atestiguan su restauración, en tiempos del emperador Trajano, por un arquitecto, llamado, a lo que parece, Cayo Servio Lupo Eminente 2.

La confusión ha nacido de que fueron dos las torres cuya fundación se atribuye a Hércules, estando situadas una, la que aun subsiste, en la Coruña, y la otra en Cádiz 3. Pero al paso que la primera ha llegado, más o menos modificada, hasta nuestros días, no ha sucedido así con la segunda. Ya al tiempo (1598) de escribir Fray Agustín de Horozco su Historia de Cádiz parecía dudosa su situación, y modernamente se citan no menos de cuatro emplazamientos probables de ella. Ni tampoco se sabe nada de que en la tal torre de Cádiz existiesen inscripciones romanas 1.

1 Obras sueltas, XX, 348. Aunque, en puridad, Miracles sólo afirma que Lope terminó en Cádiz la Angélica, puede darse por implícita la afirmación de que desembarcó allí. El error de Miracles nacería, sin duda, de la mala comprensión del ya citado pasaje de La Filomena.

2 Dicc. Encicl. Hisp. Amer., y Enciclop. Univers. Ilustr. de la casa Espasa, ambos en el artículo « Coruña ». Baedecker, Manuel du voyageur en Espagne et Portugal, Leipzig, 1900, pág. 179.

3 Primera crónica general, publ. por D. Ramón Menéndez Pidal (Nuev. Bibl. de Auts. Esps. V) t. I, Madrid, 1906, págs. 8 y 9.

• Vid. : España. Sus monumentos etc. Sevilla y Cádiz, por don Pedro de Madrazo, Barcelona 1884, pág. 69; Adolfo de Castro, Hist. de Cádiz y su provincia, Cádiz 1858, pág. 90; y Cejador, op. cit., III, 130.

Lo que acaba de decidir la cuestión es que, naturalmente, la arribada a Cádiz, en el Sud Oeste de España, resulta absurda, tratándose de una expedición desgraciada a Inglaterra, en que las naves volvían averiadísimas y las tripulaciones desfallecidas por el hambre, la sed y los trabajos del mar y de la guerra. Lo probable, y lo que en realidad sucedió, es que los destrozados restos de la Armada se apresuraron a tomar tierra en los puertos del Norte de España, llegando a fines de Septiembre de 1588 unas naves a Laredo, otras a San Sebastián, a Santander y a otros puertos. Erraron en eso, porque llevaban rumbo a la Coruña, donde habían quedado abundantes bastimentos, que pensaban aprovechar; pero las apuradas circunstancias en que se encontraban disculparían ese y otros mayores errores 1. No incurrieron en él, sin embargo, algunas naves que llegaron con posterioridad, quizá por haberse detenido, como el bajel de Lope, en Irlanda. Venían bajo el mando de el Almirante general de toda la flota, el bravo Juan Martínez de Recalde, y llegadas a la Coruña, desembarcó allí el Almirante, cuya salud estaba resentida desde el principio de la expedición, tanto que, no pudiendo resistir a semejantes calamidades, murió a los pocos días de llegar, a fines de Octubre de 1588 2.

Una relación nos ha conservado los nombres de las naves que arribaron a la Coruña. Fueron el galeón San Juan, almiranta general, o sea la nave en que iba nuestro poeta; la Regazona, capitana de don Martín de Bertendona; el galeón San Bernardo; las naves San Bartolomé y Nuestra Señora de Begoña; y las urcas Sansón y Paloma blanca 3.

1 La Arm. Invenc. I, 119; II, 226-227 y 328. 2 La Arm. Invenc., I, 210; II, 330.

3 La Arm. Invenc., II, 330. Debe advertirse que de las restantes naves que llevaban nombre igual o parecido al del San Juan, ninguna fué a arribar a Cádiz. Los galeones San Juan, de la escuadra de Andalucía; San Juan Bautista, de la de Castilla; y San Juan Gargarín, de la de Andalucía, arribaron a Santander (t. II, 328). El San Juan, de la de Castilla, y el San Juan de Sicilia, de la levantisca, se hundieron (t. II, 330-333).

Volvían en el San Juan la compañía de arcabuceros del capitán don Juan de Luna, la de don Gómez de Carvajal, y la de don Diego Manrique, hijo del conde de Paredes, además de la mandada por don Diego de Bazán, hijo del marqués de Santa Cruz, que transbordó en los mares de Irlanda, al hundirse la nao en que iba embarcada, como ya recordamos 1. Y quizá formando parte de alguna de esas compañías de arcabuceros, regresó también uno, llamado con el nombre, entonces poco notable, de Lope de Vega, que entristecido sin duda con las desdichas de la patria, pero mucho más con las propias desdichas, usaba, despechado y colérico, para tacos de su arcabuz los versos que le había inspirado la funesta pasión, causa de su destierro 2.

XI. LA VUELTA A LA PATRIA

Quedamos, pues, en que el San Juan, y Lope con él, llegaron a la Coruña. Podría sospecharse que continuasen después su viaje hasta Cádiz. Algo representaría en contra de ello la circunstancia de que el tal galeón pertenecía a la escuadra de Portugal, que no había de abandonar las costas de aquel reino precisamente cuando se anunciaba que los ingleses habían de atacarlas de seguida 3; pero una circunstancia casual me permitirá demostrar, sin recurrir a ese argumento, que, a lo menos en Mayo de 1589, se hallaba el San Juan en la Coruña, de donde probablemente no se habría movido desde su llegada, juntamente con otros buques de los que ya vimos que arribaron juntamente con él al puerto gallego, además de algunos otros que se le

1 La Arm. Invenc. II, 333. Las compañías citadas parece que debieron quedar guarneciendo la Corunña, donde estaban algunas de ellas en 1589, cuando el ataque de los ingleses a esta plaza (Cabrera, Felipe II, t. III, 339 y sigts.) 2 Vid. el pasaje ya recordado de la «Égloga a Claudio ».

3 Instrucciones del Rey a Medina Sidonia, fecha 28 de Septiembre de 1588 (La Arm. Invenc. II, 309).

reunirían después. Eran el galeón San Bernardo, la nave San Bartolomé, y dos galeras Diana y Princesa, mandados todos por don Martín de Bertendona, uno de los más bravos jefes de la expedición del año anterior 2.

Efectivamente, apenas derrotada la escuadra española, los ingleses comenzaron sus preparativos para enviar otra expedición semejante contra Portugal, reino recién conquistado, que conceptuaban, con razón, como el más vulnerable de los dominios de Felipe II. Sabido es que esta expedición atacó primeramente a la Coruña, que se defendió heróicamente, distinguiéndose durante el asedio aquella brava hembra Mayor Fernández Pita, que cuando se dió el asalto « peleó entre los soldados con su espada, pica y morrión », dando muerte a un abanderado inglés y apoderándose de su bandera 3. La escuadra inglesa llegó a la vista de la ciudad el 4 de Mayo de 1589, y el galeón San Juan fué cañoneado enseguida por los enemigos, y como estos consiguiesen tomar el barrio de la Pescadería, el hermoso galeón hubo de ser incendiado, por orden del gobernador de la plaza, marqués de Cerralbo, y ardió durante dos días hasta quedar destruído, evitándose así que cayese en manos del enemigo, como sucedió a dos de las otras naves, San Bartolomé y San Bernardo 4. Tal fué el destino final de la nave que condujo al través de tantos peligros a nuestro poeta.

El cual, al desembarcar en la Coruña hacia Octubre de 1588, desterrado como estaba hasta Febrero de 1590 de los reinos de la corona de Castilla, es muy creíble que quedase alistado entre

1 Vid. La Arm. Invenc., relación del t. II, pág. 60 y sigts. La galera Diana se perdió en Bayona según otra relación que figura en la misma obra (II, 330332), pero quizá sería después puesta a flote. El San Bartolomé se nombra unas veces como « galeón » y otras como « nave ».

2 A. Martínez Salazar, El cerco de la Coruña en 1589 y Mayor Fernández Pita, La Coruña, 1889, págs. 72, 74 y 76.

3 Martínez Salazar, op. cit. 124; Forneron, 358.

♦ Martínez Salazar, op. cit., 72, 74, 76 y 80.

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