Boletín de la Real Academia Española, Volumen 12

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Real Academia Española., 1925
 

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Pasajes populares

Página 116 - La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
Página 114 - Apurar, cielos, pretendo. Ya que me tratáis así, Qué delito cometí Contra vosotros naciendo; Aunque si nací, ya entiendo Qué delito he cometido: Bastante causa ha tenido Vuestra justicia y rigor, Pues el delito mayor Del hombre es haber nacido.
Página 98 - En Jaén, donde resido, Vive don Lope de Sosa, Y diréte, Inés, la cosa Más brava de él que has oído. Tenía este caballero Un criado portugués... Pero cenemos, Inés, Si te parece, primero.
Página 96 - Daban olor sobejo las flores bien olientes, refrescaban en omne las caras e las mientes, manaban cada canto fuentes claras corrientes, en verano bien frías, en invierno calientes.
Página 249 - ERA pura nieve, y los soles me hicieron cristal. Bebe, niña, bebe la clara pureza de mi manantial. Canté entre los pinos al bajar desde el blanco nevero; crucé los caminos, di armonía y frescura al sendero. No temas que, aleve, finja engaños mi voz de cristal. Bebe, niña, bebe la clara pureza de mi manantial.
Página 99 - Oh! ¡cuánto fueron mis entrañas duras, Pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, Si de mi ingratitud el hielo frío Secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate agora a la ventana! Verás...
Página 348 - Teresa me pusieron en el bautismo, nombre mondo y escueto, sin añadiduras ni cortapisas, ni arrequives de "dones" ni "donas"; Cascajo se llamó mi padre; ya mí, por ser vuestra mujer, me llaman Teresa Panza — que a buena razón me habían de llamar Teresa Cascajo, pero allá van reyes do quieren leyes...
Página 97 - Románticos somos... ¿Quién que Es, no es romántico? Aquel que no sienta ni amor ni dolor aquel que no sepa de beso y de cántico, que se ahorque de un pino: será lo mejor...
Página 98 - En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín.
Página 306 - Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid.

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