PROSPECTO. N. Ọ creemos necesario hacer una larga disertacion sobre la utilidad que el estudio de las ciencias y de la literatura produce á la sociedad ya en el órden moral, ya en el político, en la reforma de las costumbres y en la buena administracion de los gobiernos; porque no creemos que haya un solo hombre tan ignorante, que tenga el temerario arrojo de negar una verdad dictada por la naturaleza y sancionada por el intachable testimonio de todos los siglos y de todos los pueblos. No citarémos, por tanto, el ejemplo de Atenas, que á pesar de la corta estension de su territorio, dominó á las repúblicas de la antigua Grecia con las inmortales obras que la filosofia y el genio hicieron salir de sus escuelas. No hablaremos de Roma, que señora del universo por sus conquistas, lo fué aun mas por su sabiduria, y obligó si no á bendecir, á respetar al menos un yugo que doraba la gloria, y que hacian menos sensible las arengas de Tulio, los cantos de Virgilio y los suspiros de Ovidio. No llamaremos á juicio al Egipto, que cuna del saber en otro tiempo, llora hoy aquel su antiguo poder que desapareció con las ciencias. Basta echar una |