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arrollo de los trabajos públicos, han acrecido sin duda las dificultades; pero estos males mas bien han servido para poner en claro los obtáculos que se oponen á la felicidad pública que para crearlos; son pues estos hechos, graves mas bien considerados como síntomas que como ajentes directos é inmediatos.

La insuficiencia de las cosechas es el hecho mas aparente, y que llama mas la atencion del observador superficial; á él se inclina el vulgo á imputar todo el mal que esperimenta; y es un error: la insuficiencia de las cosechas tiene sin duda su parte en la crísis actual, pero esta parte es la menor de todas.

La insuficiencia de las cosechas no es un hecho completamente imprevisto, por el contrario se reproduce de un modo mas ó ménos regular, en el curso de cierto numero de años; un pais que se deja sorprender y se admira de un hecho semejante es un pais evidentemente mal organizado.

Las importaciones de trigo que se han verificado desde la cosecha de 1846, hasta hoy no han escesido de seis millones de hectólitros; calculando que cada hectolitro comprado en el estranjero, cueste veinte francos al comerciante frances, son ciento veinte miIlones lo que la Francia ha debido pagar este año al estranjero.

Es dificil suponer que toda esta suma haya sido satisfecha en especies; que los paises estranjeros que han vendido sus trigos à la Francia, no, la hayan comprado nada. Admitiendo la hipótesis estrema de que todo el trigo importado de paises estranjeros haya sido pagado en dinero contante, ¿qué son 120 millones para un pais como la Francia en la que las evaluaciones mas cortas indican que posee mas de dos mil millones de numerario?

La compra de trigos al estranjero ha sido sin duda alguna una circunstancia desagradable; pero esta circunstancia no ha creado por sí sola la triste y embarazosa situacion actual.

El desarrollo exajerado de los trabajos públicos ha ejercido sobre ella una influencia mas indirecta y decisiva.

Hemos dicho anteriormente que la primera condicion de una buena constitucion económica en un pais, es la de establecer una proporcion conveniente entre sus capitales fijo y circulante.

El irreflexivo desarrollo de los trabajos públicos, en un pais tiende á alterar estas proporciones, y á turbar la armonía que debe existir entre estos dos grandes elementos de la riqueza nacional.

Un pais que exajera sus trabajos públicos, se coloca en la misma situacion que un comerciante, que despues de haber construido una magnífica fábrica no tiene absolutamente fondos para comprar la materia primera ó para pagar á sus obreros.

Dos motivos se alegan por lo comun para justificar estos desarrollos escesivos de grandes trabajos: es necesario, se dice, proporcionar ocupacion á los obreros; ademas el dinero que asi se gasta no sale del pais.

El axioma de que es necesario proporcionar trabajo á los obreros es en Francia una voz màgica, cuya ilusion conviene disipar.

Háse dicho con razon que el trabajo no es un fin sino un medio. No se trabaja por el placer de trabajar; por lo que se trabaja es por producir, y nadie produce sino para aumentar los medios de subsistencia. El problema que hay que resolver no es pues el de aumentar el trabajo, sino mas bien el de aumentar los medios de subsistencia.

Un hombre que emplease cien obreros en mover con palos las aguas de un estanque, les daria trabajo y les pagaria jornales; pero semejante hombre haria una locura, porque como á la conclusion del trabajo no hallaba ninguna produccion, se encontraria bien pronto que se le agotaban los medios de proporcionar jornales á los obreros.

Los grandes trabajos públicos aunque mas útiles en sí mismo ofrecen sin embargo en sus relaciones con el trabajo de los obreros, un inconveniente análogo. Los trabajos públicos no aumentan la masa de los medios de subsistencia de un pais: no reproducen el capital que se ha empleado en su produccion: este capital se encuentra absorvido y por lo mismo los medios que posee un pais para pagar los salarios de sus obreros, se encuentran disminuidos; los grandes trabajos públicos producen un incremento momentáneo en los salarios, pero agotan el manantial de donde se alimentan disminuyendo el capital circulante.

El capital circulante es, pues, para los obreros de un pais la fuente de todo trabajo y de todo jornal; cuando el capital de un pais se aumenta, los jornales suben, cuando disminuye, bajan. Al intentar un gobierno la ejecucion de grandes trabajos públicos, ¿de dónde toma el capital necesario para ello? Del pais: Si dichos trabajos no hubieran sido ejecutados, este capital en vez de haber entrado en las arcas del tesoro, hubiera ciertamente quedado en poder de los contribuyentes, pero no por eso hubiera quedado ocioso: los contribuyentes le hubieran empleado; quizas el empleo que estos hicieran seria diferente, pero no por eso seria menos productivo de trabajo y de jornal: en vez de invertirle en nivelar caminos de hierro serviria para plantar viñas o moreras, para regar prados, para criar ganados, para construir barcos, para establecer nuevas fábricas, en una palabra el empleo seria otro, quizas mejor, pero la masa de los jornales seria siempre la misma. (1)

(1) Lo que está sucediendo ahora en Irlanda confirma plenamente esto que decimos: el gobierno ingles ha consagrado considerables sumas en organizar trabajos públicos en Irlanda para proporcionar ocupacion y jornales á las clases pobres: esta medida no ha producido otro resultado que el de separar á los jornaleros del cultivo del campo, atrayéndolos a estos trabajos mas fáciles y mejor retribuidos, y preparar así para el año próximo una situacion mas dificil y una escasez mayor y mas cruel.

Los grandes trabajos públicos no promueven el trabajo; le hacen variar de destino: no crean jornales, sino que les dan una nueva direccion. Los grandes trabajos públicos no hacen pues nada por el bienestar del pueblo. Solo hay un medio de trabajar en beneficio de éste, y es el aumentar el capital nacional: porque este aumento del capital es el único remedio para que se multiplique el trabajo y suban los jornales.

Esta observacion se aplica en sentido inverso á los partidarios furibundos del sistema protector, que se titulan fastuosamente defensores del trabajo nacional. ¿Cuál es el grande elemento para promover el trabajo nacional? ¿Lo es acaso la proteccion; la prohibicion de los productos estrangeros? No ciertamente. Lo es el capital. En tanto que el capital nacional no se destruya el trabajo del pais permanecerá siempre activo. El libre comercio podrá quizá producir el resultado de darle una direccion nueva: influirá en que se transporten los capitales desde las industrias malas y estériles hácia otras mejores y mas fecundas. Pero esta transformacion lejos de dañar á su desarrollo favorecerá por el contrario su acumulacion y proporcionará en un porvenir no lejano, trabajos mas abundantes y jornales mas subidos.

La segunda consideracion que se manifiesta para justificar el desarrollo de los trabajos públicos, no es mas fundada. El dinero empleado en los grandes trabajos públicos, dicen, no sale del pais.

Aqui es donde està esa eterna confusion, que se hace del capital real que se forma del conjunto de alimentos y vestidos destinados al sostenimiento de los obreros productores y el dinero que no es sino el signo y el agente de la circulacion.

El escudo destinado á hacer circular los productos no sale del pais, es verdad, pero los alimentos y los vestidos destinados al sostenimiento de los obreros, empleados en abrir canales ó construir caminos se consumen y no se renuevan: hay pues disminucion, absorcion del capital nacional y cuando esta absorcion es demasiado considerable el malestar del pais es inevitable.

Si esta porcion de alimentos y de vestidos absorvida de este modo hubiese sido empleada en sostener obreros que trabajasen en el cultivo de la tierra, ó en poner en movimiento las fábricas, el producto creado por ellos como que reemplaza la masa de alimento y de vestidos consumida por ellos no disminuye, antes por el contrario, aumenta el capital nacional.

Pero hay mas; esta disminucion del capital nacional concluye á la larga por arrojar los escudos fuera del pais. En efecto; una nacion que emplease la mayor parte de su capital, y de sus obreros en construir esta clase de trabajos y en desarrollar su capital fijo, como en este caso no podria producir bastantes subsistencias para alimentar la poblacion, se veria obligada á comprarlas al estrangero. Para pagar estos géneros alimenticios le seria necesario dar en cambio productos industriales: pero como los obreros ocupados en

construir caminos no los produciria, se veria en la necesidad á dar dinero en cambio del trigo que recibiera.

апо.

Pues bien este hecho es el que se ha verificado en el presente

La Inglaterra ha comprado en el estrangero doble cantidad de trigo que la Francia: ha recibido por mas de 12 millones de hectólitros, y sin embargo su crísis monetaria ha sido menos grave que la de Francia, porque aquella tiene siempre mayor reserva de mercancías que dar en pago á los paises estrangeros. Y hé aquí como se revela otra de las ilusiones del sistema protector. El mercado interior, dicen los proteccionistas, es el mejor de todos; es preciso reservánosle y escluir de él á los estrangeros: pero escluir del mercado propio á los estrangeros es ponerse en la imposibilidad de penetrar en el suyo: el no querer comprarlos nada es el medio mas seguro de no venderlos nada: de consiguiente cuando llega el momento de la escasez, cuando se echa encima el dia en que hay que pedirles trigo, y no hay nada que venderles, forzoso será pagarles en dinero y sustituir á cada mala cosecha una crísis desastroza.

Hay un pais que no produce trigo y que sin embargo jamás ha esperimentado escasez ni crísis monetaria, tal es la Holanda. La razon de este hecho consiste en que la Holanda tiene siempre en sus almacenes con que saldar en mercancías los trigos que pide á los paises estrangeros. (1)

Si la conversion demasiado rápida del capital circulante en capital fijo, á consecuencia del desarrollo exajerado de los trabajos públicos es una falta, dicha esta falta es mucho mas grave aun, cuando estos trabajos son mal concebidos, ejecutados sin economía, y no reportan al público sino dudosas ó pequeñas ventajas.

Toda empresa de utilidad pública que no reporta un beneficio proporcionado al trabajo que ha costado, no es una transformacion del capital sino una destruccion total o parcial del capital nacional. En este caso se encuentran la mayor parte de los trabajos ejecutados en Francia de treinta años à esta parte.

La restauracion gastó 315 millones en construir canales y para el mismo objeto se han gastado 60 millones desde la revolucion de julio acá. Estos canales no producen ni aun lo necesario para pagar el coste de su conservacion. Representan pues una destruccion del

(1) En contra de esto suele decirse en Francia que la Rusia consume muy pocos productos franceses. Mas qué importa si en lugar de esta nacion los consumen otros? No es indispensable para saldar el trigo que se recibe de un pais enviarle directamente vino, paño ó telas; basta hallar en el mundo un consumidor cualquiera que tome estos productos, Supongamos que este consumidor sea respecto de la Francia la Inglaterra, y que en razon de los productos que la primera hubiera enviado á la última fuese esta deudora á aquella. En vez de pagar la Francia en este caso los trigos de Rusia en dinero, los pagaria en letras sobre Lóndres y no sufriría de este modo crisis monetaria.

capital nacional. Muchos caminos de hierro construidos recientemente se hallan poco mas ó ménos en el mismo caso: el pais se ha empobrecido en tanto cuanto han costado.

El desarrollo exajerado de los trabajos públicos y su mala ejecucion fué una de las principales causas de la crísis americana en 1836. Condy Raguet que la describe con tanta precision discute este punto importante con sagacidad suma.

"Hay, dice este autor, una cuestion que está íntimamente ligada á la de la circulacion; tal es la opinion de que un pais no esperimenta daño alguno con la construccion de obras públicas ni con las mejoras que permanecen improductivas en atencion á que estas empresas proporcionan ocupacion á un gran número de obreros, sin ocasionar pérdida alguna de capital; toda vez que el dinero no se consume sino que solo cambia de manos. Esto es un error; el oro y la plata no forman el capital; las funciones que desempeñan pueden compararse á las de los carruajes ó navíos que transportan de un poseedor á otro las mercancías que cada uno necesita. El verdadero capital es el conjunto de materias primeras empleadas en la construccion de una obra cualquiera y los objetos que han servido para el sostenimiento de los obreros. Cuando se construye un camino, este representa la cantidad de pan, de carne, de vino, de vestidos y de materiales que se han consumido por los obreros en su construccion, y si dicho camino es inútil todas estas cosas que en su principio tenian un valor, se encuentran luego representadas por una construccion que no tiene ninguno.

¿Se dirá que esta construccion ha proporcionado ocupacion á un gran número de brazos? Convenido: pero estos brazos ocupados en la produccion de objetos que no tienen valor no han sido mas provechosos al pais que si se les hubiera empleado en dar vueltas á las piedras de un molino que no tuviera cibera que moler. En vano se pretenderá que sin estas empresas aquellos obreros no hubieran encontrado ocupacion; este hecho es imposible: el mismo capital consumido en un negocio improductivo hubiera llamado á aquellos obreros á otros en los cuales no hubieran dejado de emplear sus brazos; su suerte en último resultado seria la misma con la diferencia de que en este último caso habrian realizado una obra útil, y el pais en vez de empobrecerse se habia enriquecido.

Dícese con bastante frecuencia que todos los beneficios conseguidos por la comunidad no se miden solo por la renta que sacan los accionistas de una empresa pública, sino por las ventajas que el público esperimenta.

Esto no seria cierto sino en el caso que las tarifas de peaje à que se sujetasen los accionistas fuesen estremadamente bajas; pues bien, este hecho es sumamente raro; cuando una tarifa se halla arreglada á un precio razonable, la utilidad que una construccion de canal ó de camino proporciona al público solo puede determinarse por la suma que este consiente en pagar por servirse de él.

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