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droso, por ejemplo, ensayó por mucho tiempo el sistema de sacar las cañas á lomo de bueyes, y aunque estamos bien persuadidos de los buenos resultados que obtendria respecto á la duracion de sus campos no tenemos sin embargo datos ciertos que nos autorizen á sacar conclusiones demostrativas.

En esta materia, como en casi todas las que conciernen á la industria azucarera, lo fácil, lo hacedero, lo acostumbrado ha triunfado siempre de lo mas conveniente y provechoso. Hemos dicho ya demasiado sobre este particular, considerándolo solo bajo el punto de vista de los perjuicios ó inconvenientes que sufre el plantío de cañas, lo cual no puede negarse; todo lo demas que pudieramos agregar corresponde al lugar en que tratemos del corte y conduccion de las cañas, como operacion de los injenios en la elaboracion de azúcar.

No omitiremos sin embargo la observacion de que esas faltas que aparecen á poco tiempo en los cañaverales, esas calvas, para hablar en el sentido vulgar, en que en vez de cañas aparecen yerbas, ó la tierra limpia y desnuda de vejetacion, no serian tan abundantes si se alejasen los perjuicios que acabamos de indicar: esto nos induce naturalmente á tratar de las resiembras como punto concerniente al cultivo de las cañas.

Cuando los cañaverales presentan esos espacios frecuentes en que han perecido las plantas, se surca el espacio libre por medio de la hazada y se introduce la semilla con las mismas precauciones que para la siembra. No en todas partes hay la estricta observancia de esta regla, por que de ordinario la repugnan los mayorales; cubren cuando mas el precepto haciéndolo en las orillas del cañaveral para ocultar aquellos vacíos dejando en el centro muchos espacios que sin embargo se notan despues en los cortes de la caña, ó cuando despues de esta operacion comienzan á brotar los renuevos. La edad del plantío es la causa principal de esas faltas, de esa muerte parcial; pero débese tambien atribuir una parte á empobrecimiento del terreno; y así es que en muchas fincas se practican las resiembras abonando parcialmente, la tierra y se obtienen los mejores resultados; y ya se vé que con esta operacion continuada con esmero y constancia todos los años, se habrian de beneficiar indudablemente los plantíos asegurándoles una larga existencia.

Pero confesemos que no son las resiembras lo que mas ocupan la atencion de los encargados de los injenios; "este trabajo no luce, dicen, y vale mas dejar al cañaveral que dé lo que pueda y sembrar otro nuevo." Aquí entra tambien la facilidad á ejercer su influjo, la abundancia de terrenos, y la costumbre de estender los campos.

Nosotros hemos visto injenios con mas de doscientos negros de dotacion, con una abundancia asombrosa de cañaverales, y que produce de zafra de 40 á 42,000 arrobas de azúcar (2,500 cajas 6 poco mas;) en estas fincas es de obligacion sembrar de nuevo en campo limpio, esto es, aumentar la estension del campo; y examinando

los cañaverales existentes, se notan tantos espacios sin ofrecer produccion alguna, que pueden considerarse estos como una décima parte del terreno ocupado en el cultivo de la caña; de manera que si este terreno consta de veinte y cinco caballerías, por ejemplo,á la vez que todas son ó deben ser objeto del cultivo, hay en ellas dos caballerías y media que nada producen. Véase ahora si la siembra de una caballería en terreno nuevo compensa esta pérdida: dígasenos si el hacendado sufriria estos perjuicios si no se descuidasen las resiembras, y si éstas se hiciesen, no por ceremonia, y acaso con la no muy sana intencion de que sean inútiles ó poco provechosas, sino con todo esmero y beneficiando convenientemente el terreno; ya que no es posible abonar una grande estension, ni muchos cañaverales a la vez, estas mejoras parciales y continuadas contribuirian á sostener las propiedades de la tierra, y acaso pocas veces sobrevendria la destruccion de campos enteros, sino cuando la influencia de los años, influencia fatal que todo lo abruma, produjese el empobrecimiento y muerte de la planta.

Esta práctica, seria un medio de establecer los abonos, con intelijencia y provecho, ya que no se observa en todas las fincas, ni aun en todas aquellas que han perdido la fuerza primitiva de vejetacion, y no tienen espacio para estender los plantíos.

Un barbecho inútil, abandonando los cañaverales hasta quedar completamente destruidos, dejar descansar la tierra para volverá ponerla en contribucion despues de pocos años, tal ha sido el sistema favorito, supliendo el abono con las labores del terreno para variar su superficie. Ha producido buenos resultados este método; pero no es todo lo que debe buscarse, porque la duracion de estos campos es efimera y al cabo concluye el terreno por desvirtuarse enteramente desapareciendo la capa vejetal con las continuadas labores. Seriamos injustos, á pesar de lo que hemos dicho, si no manifestásemos tambien que en algunos injenios se emplean los abonos en campos parciales; pero es cuando no hay tierra nueva en donde ir á buscar la vírjen vejetacion, ó entra la necesidad de economizar los bosques.

Nada podemos decir de alternativa, ó alternacion de cosechas en nuestros injenios. En ellos no hay mas plantíos que los de caña; y se obliga, por decirlo así, al terreno á sostenerlas hasta que ya están agotadas todas sus virtudes y queda condenado á la improduccion. Es tal la rijidez con que observa esta pràctica, que aun en aquellas fincas en que se siembran viandas y granos para el sostenimiento de la dotacion, no se cuenta regularmente para nada con estos terrenos cansados para la caña, y se establecen sitios ó estaneias distantes de las habitaciones, como si fuese una profanacion que un plantío cualquiera viniese á alternar con el estenso campo de cañas. Ni aun se aprovechan siquiera para el pasto de los animales destinados al trabajo de estas fincas. Hemos visto en muchos injenios no muy viejos, terrenos perdidos y abandonados, que ofrecen é pueden ofrecer pastos abundantes, y sin embargo, el propietario

paga anualmente una suma no despreciable para alimentar y sostener sus boyadas despues de concluida la zafra, sin adoptar siquiera una medida en consonancia con el sistema de asociar el cultivo á la crianza del ganado, cuyas ventajas hemos manifestado tan detenida

mente.

Por mucho que querramos observar el propósito de reducir el presente trabajo solo á referir lo que son nuestros injenios, ó lo que se practica en ellos, no podemos prescindir algunas veces, y con bastante frecuencia, de salir de nuestro círculo de narracion, y esponer algunos procedimientos que exije imperiosamente esta industria agrícola. Esto es muy natural en cierto modo: no hay prácticas que referir, no hay operaciones que someter á la relacion; preciso es que digamos lo que en nuestra opinion ó en la de mas aventajados conocedores pudieran ensayarse y adoptarse en provecho de tan preferentes y considerables intereses.

El que esto escribe ha tratado en otra ocasion de todas las operaciones anexas á los injenios, tocante al cultivo; y contrayéndose al empobrecimiento que al cabo de pocos años sufrian los cañaverales, proponia un sistema capaz de remediar estos inconvenientes; y queriendo evitar á nuestros lectores el trabajo de acudir à otros escritos, sin embargo de estar comprendidos en la série anterior de estas Memorias (Año de 1837) queremos trascribir aquí una parte del capítulo que tiene relacion con el último punto que aquí he mos tocado.

"En tales circunstancias no dudo que se obtendrian ventajas incalculables, si al momento que se presentase uno ó mas cañaverales en estado de decadencia y mezquina produccion, desentendiéndose el hacendado de las pobres cañas que pueden ofrecer, se cercasen de un modo conveniente y se constituyesen en corrales para mantener las mismas reses de la finca.

"Estos potreros serian provechosísimos en los injenios y harian innecesaria la inversion de algunas sumas en este objeto; y si á esta medida se agregase el cuidado de sostener un campo limitado de cañas de cinta con destino al alimento de los mismos animales, se obtendrian muchas ventajas, así respecto á ellos como en mejoramiento del terreno.

"He preferido la caña listada para este objeto porque sus cogollos son mas suaves, estàn casi siempre verdes aun en las grandes secas y porque ofrecen renuevos multiplicados en mas abundancia que las otras especies conocidas. Por este medio cuando se aniquilasen las pocas cañas del terreno destinado á estos corrales ambulantes, si puede decirse así, se cortarian los cogollos de aquel cañaveral destinado á las reses y se repartiría con economía y órden."

Advertimos á los juiciosos hacendados que con razon se oponen á todo lo que sea introducir nuevos trabajos que aumenten los numerosos que tienen estas fincas, que los que aquí se proponen se veri ficarian en los meses que dejan libres las zafras, y que al fin nin

gun trabajo es reprobable cuando tiende á aumentar la produccion sin causar nuevos costos. Pero continuémos nuestra cita.

"Al cabo de pocos años de esta operacion sucesiva y gradual ¿que beneficios no resultarian en la calidad de los terrenos? Cuales! no serian las mejoras adquiridas por un trabajo tan sencillo? Los resíduos del alimento repartido á las reses, mezclado con el abundante estiercol por tiempo continuado, es un medio poderoso para rejuvenecer la tierra; y suponiendo que la operacion se haga sucesivamente en todo el campo que tiene necesidad de reponerse, puede muy bien quedar beneficiada anualmente una caballería de tierra ó mas, con solo el cuidado de construir cercas provisionales, y ayudar con el alimento à la boyada, traido á brazos ó en una sola carreta, si escasease el pasto: para lo cual seria siempre conveniente que se hiciesen dos divisiones que alternativamente sirviesen de corrales.

"Es verdad que las innovaciones se miran siempre con desden y que aun cuando, produzcan el convencimiento, y la sana razon ceda á esta imponente fuerza, el espíritu se resiste á abandonar procedimientos sancionados como principios ciertos por la rutina, aunque evidentemente perjudiciales. Conozco hacendados instruidos que, con la mayor sinceridad confiesan los beneficios que se obtendrian por esta renovacion de cañaverales, á los siete años, por ejemplo, de estar ofreciendo continuadas producciones; que por otra parte poseen fundamentalmente la doctrina de la alternativa de cosechas y los luminosos principios agrícolas en que descansa esta operacion, la mas importante en el cultivo de los campos, y que á pesar de todo no se mueven á introducir novedad alguna en su práctica. Y aunque parezca que insisto demasiado sobre este punto no puedo prescindir de la indicacion de que se emprendan y repitan los ensayos dirijidos á renovar el campo en nuestros injenios.

....

"Muy poco cuesta cortar del bosque y conducir unas varas y estacas á dos ó tres cañaverales, por ejemplo, que por arruinados deben abandonarse, y cercarlos convenientemente solo para contener las reses. Los bueyes no pueden ménos de recibir provecho en estos corrales, porque en tiempos de zafra, que es cuando mas trabajan se mantienen solo con el cogollo de la caña, y no hay razon para que no suceda lo mismo con las cañas que aun quedan en pie y las yerbas de que debe abundar el cañaveral arruinado. Despues de agotado el pasto de uno de estos corrales se mudan á otro las reses, cercándolo del mismo modo y así sucesivamente...

"De este modo y cuando ya se crea que el terreno ha recibido suficiente beneficio, dése una labor no muy profunda á uno de estos corrales de madera que se arranquen las pocas cepas que no hayan perecido, y se mezclan con la tierra, los resíduos vejetales y los estiércoles; lo que procurarà hacerse en tiempo de lluvias para que salga algun pasto á virtnd de esta labor. Así que vuelva á estar en disposicion de recibir las reses y alimentarlas, siempre ayudadas de algun cogollo se trasladan allí, y se practica la misma opera

cion en el que han dejado. Estos sencillos trabajos demandan muy cortos afanes y cuidados: basta un poco de atencion y buen sentido. Si los resultados no corresponden á las esperanzas, lo que ciertamente es muy remoto, se habrá perdido muy poca cosa con relacion al tiempo, y nada absolutamente con respecto á los trabajos y producciones ordinarias de las fincas. Enemigo como el que mas de las innovaciones aventuradas siempre las miro con la mayor cautela; pero me lamento amargamente cuando veo desechar las prácticas mas juiciosas sin intentar siquiera una prueba en medio de tanta facilidad para ensayarlas."

Las ideas y el procedimiento que acabamos de indicar nos inducen á volver á esponer aquí lo que dijímos respecto á la renovacion de bosques artificiales. En esos espacios que han sido beneficiados de la manera que dejamos espuesto, podrian plantarse árboles de las muchas especies que tenemos, que prontamente germinan y crecen, y que pueden servir de utilidad para el combustible y volver á dar á la tierra toda las fertilidad que ha perdido; y esta medida no solo es útil, es conveniente en las fincas en que existen ya pocos bosques, sino que la juzgamos de toda necesidad.

Pero si se cree mas conveniente volverá ocupar esos terrenos mejorados ya con la siembra de cañas, creemos que ofrecerán todas las ventajas necesarias para producir de nuevo hermosas y productivas cañas; y si á esta circunstancia se agrega la abundancia de bosques en la finca, esos mismos terrenos, ya mejorados en gran manera, pueden ser objeto del sistema alterno de cosechas, sistema tan provechoso que bastaria por si solo para que las tierras de un injenio produjesen constantemente una utilidad considerable, sin dar muestras de esa esterilidad, que reconoce por causa principal la produccion continuada de unos mismos frutos y la vejetacion de unas mismas plantas sobre el terreno.

Al describir los procedimientos á que se somete el cultivo de la caña en este pais, no podemos ni remotamente designar la alternacion de cosechas, como una de las prácticas usuales. Son muy palpables las ventajas de este sistema; algunos escritores instruidos han probado con sólidas doctrinas la grande utilidad que presta, y conocemos propietarios que están instruidos en este como en los demas ramos de la agricultura; pero no sabemos que en los injenios se observe esta práctica; y aun podremos decir mas, no la hemos visto ensayada en ninguna de esas fincas en que apénas se ven otros plantíos que los de caña. Sucede con esto como con los abonos: se reconocen sus utilidades, se toca con frecuencia la necesidad de emplear estos medios tan poderosos para reanimar la fertilidad de los campos; y sin embasgo, se desecha hasta la idea de emplear, por temor de introducir operaciones que no sean sembrar caña en abundancia en un estenso campo, cortarla, llevarla al trapiche y hacer azúcar, mientras haya bosques y fertilidad en la tierra. Cuando ha desaparecido una y otra cosa se destruye el injenio y van á buscarse terrenos nuevos y montuosos.

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