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LA ISLA DE CUBA ACTUAL.

Comparada en todos sus ramos con las épocas anteriores.

AGRICULTURA.

ARTICULO III.

CULTIVO DE LA CAÑA Y FABRICACION DEL AZUCAR.

(CONTINUACION.)

AL

esponer el sistema observado en la siembra de la caña se habrá visto que casi para nada hemos hecho mencion del arado, ni de sus útiles é importantes funciones, á pesar del papel que representa en todo sistema agronómico; esta no ha sido una omision de nuestra parte, ni pudieramos haber incurrido en ella reconociendo los servicios que presta este instrumento en la agricultura, comprobados desde la mas remota antigüedad. Pero no habiéndose empleado el arado en nuestros injenios, con pocas escepciones, sino en aquellas tierras que han estado sometidas por algun tiempo á un barbecho inútil, ó en los campos de caña ya desvirtuados, con objeto de constituir otros nuevos, no siendo posible por otra parte arar terrenos recien desmontados, que son los que generalmente se emplean en esta siembra, el uso del arado no ha debido ser el primer punto de nuestras observaciones.

Esto no quiere decir que se hayan dejado de emplear las labores con este instrumento, pero de una manera imperfecta casi hasta nuestros dias. No creemos que sea necesario esponer toda la imperfeccion y los inconvenientes anexos al arado que se ha empleado

en esta Isla, y que continúa todavía ejerciendo un imperio que parece indestructible en las labores de nuestros campos. Desde los primeros dias en que el Sr. La Sagra comenzó à publicar sus Anales, cuando se ensayaba la Institucion agronómica, institucion que no ha debido tener por resultado, cualesquiera que hayan sido las causas, el abandono y total destruccion, comenzaron á darse pruebas de la necesidad de perfeccionar los instrumentos aratorios, y á demostrarse las mejoras y la perfeccion que habian adquirido en otros paises mas adelantados; y fueron tan útiles estos esfuerzos que por parte de esta Administracion rentística, como lo ha hecho siempre con todos los útiles, máquinas y aparatos necesarios al progreso de la industria agrícola, dispuso que la importacion de los arados de Roville estubiese exenta de derechos en esta Isla. Pero es preciso confesar que á pesar de esto su uso no se ha propagado como correspondia.

Esto proviene, no de que se ignorasen las ventajas del proce dimiento y la necesidad de labrar la tierra convenientemente, sino de una causa que ya hemos manifestado y que tendremos que repetir con frecuencia, á saber: la abundancia de terrenos vírjenes y la facilidad de adquirirlos por todas partes. ¿Quien pensaba en arados ni en ningun otro modo de beneficiar la tierra, cuando con el hacha y el fuego, la hazada ó el jan (1) bastaba para establecer estensos campos de caña? Nadie precisamente; por que es muy natural que el hombre que vive en la abundancia no se ocupe de economías. El jóven marcha erguido, vigoroso y ágil jugando entre los dedos una flexible y delgada ballena; solo el anciano necesita el baston para ayudar su debíl é incierto paso y sostener sus cansadas fuerzas: el robusto y fogoso corcel que no ha llevado por mucho tiempo el albardon ni se han gastado sus molares tascando el freno, corre veloz y á largo trote, bebiendo el aire y saltando las distancias, llevando el ginete espuela y foete solo por elegante atavío; pero entrado en años el rocinante, necesita ser apremiado para salir de su paso; y si vence sus jornadas es al estallido del látigo y al estímulo de la punzante estrella.

Exageradas han sido las inculpaciones hechas á nuestros hacendados, caracterizándolos de apáticos y de faltos de conocimientos é instruccion: han nadado en la abundancia de medios, todo lo obtenian con facilidad, y un capital de cien mil pesos, invertido en sumas parciales, ha sido suficiente para labrar su fortuna y proporcionarles una renta equivalente á mas de un 20 p. 8 de aquel capital.

(1) Tosco instrumento reducido á un palo de diez á doce pulgadas de circunferencia y dos varas ó mas de largo, rematando en aguda punta una de sus estremidades, con la cual se daba fuertemente en la tierra en sentido diagonal para formar un hueco en donde se clavaban los trozos de caña. Algunas veces esta estremidad se reforzaba con un regaton de hierro rematando en punta.

Despues que las circunstancias han variado, cuando en beneficio general del consumo, se ha aumentado la produccion, cuando la necesidad asomó su desapasible semblante, entonces y solo entónces comenzaron las dcclamaciones y los pronósticos de esos profetas, que anuncian los sucesos luego que ya los ven venir, aparentando el don de penetrar en los "abismos de la futuricion"

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No negaremos que por repetidas veces muchos escritores, y aun nosotros mismos, han recomendado las prácticas y procedimientos mas convenientes para mejorar el cultivo en sus diferentes operaciones; desconoceriamos la verdad si no confesásemos, que á pesar de haber ya algunos años que la rivalidad ó competencia estranjera comenzó á ejercer su influjo, esos medios económicos, ésos récursos consignados à mejorar la produccion, á facilitar las operaciones y á multiplicar los productos no eran adoptados, ni aún lo son todavia en la generalidad; pero se han propagado considerablemente hasta hacerse familiar su uso.

El arado para preparar la tierra á la siembra de cañas se emplea ya en todas las fincas en que lo permite el terreno, y aun para la operacion de depositar la semilla en la tierra; pero se usa el mismo arado que se conoce hace dos siglos, con todos sus inconvenientes, con toda su imperfeccion. No por esto han dejado de introducirse en el país algunos de estos instrumentos, sometiéndolos á juiciosos ensayos, y sancionando por último la preferencia de los de Rovilles, que ya hemos citado, y que numerosos hacendados emplean ya con sucesos. (1) Dos grandes ventajas entre otras muchas ofrece el uso de este arado; la prontitud y seguridad en las siembras, la estraordinaria economía de brazos; agréguese á esto el considerable beneficio que reciben las tierias en su preparacion por este arado, ya respecto á lo material de su labor, ya con relacion á la facilidad con que se estirpan las yerbas, evitando los trabajosos chapéos con el imperfecto instrumento llamado machete, en que por dias consecutivos entra en los campos una numerosa dotacion á ejecutar una tarea dilatada, doblando el cuerpo, la cabeza inclinada bajo el ardiente sol de los trópicos, y moviendo ambos brazos en continuada fatiga; dígasenos despues de esto si el arado de Roville, ó cualquiera otro equivalente, no es un instrumento agronòmico re

(1) Dos excelentes y recomendables amigos nuestros merecen de justicia una cita honrosa en este lugar: tales son: los Sres. D. Antonio María de Escovedo y D. José Pizarro y Gardin que como propietarios ilustrados, no solo usan actualmente en sus injenios la Providencia y el Triángulo, el arado de Roville y otros, con los resultados mas satisfactorios, sino que tambien han logrado inducir á otros, ya por medios de eficaces comunicaciones, ya por sus escritos que nosotros mismos hemos procurado dar á luz, sin que en este momento podamos recordar la ocasion ni el motivo. Como estos hacendados de talento y buen juicio contamos otros muchos; el bien del pais exije de elios el ejemplo de lo bueno y conveniente y las lecciones de lo util y provechoso.

clamado enérjicamente en economía bajo de todos conceptos y en beneficio de la produccion.

Acerca de la estacion en que se verifica la siembra de la caña no podriamos establecer una regla fija si nos guiásemos por la prácti ca en el pais. Este es un punto en que las necesidades de atender esclusivamente á la elaboracion del azúcar, en tantas y tan diferentes operaciones y tan variados y multiplicados trabajos ha hecho proverbial el dicho de que las siembras se hacen cuando es posible hacerlas, y no cuando es conveniente que se hagan. Se procura solo que sea en la estacion de aguas, sin cuyo auxilio perece necesariamente el plantío. En las localidades situadas al norte, se verifican las grandes siembras en los meses de octubre á diciembre; lo cual no solo es ventajoso en razon á que con los chubascos, y no pocas veces las abundantes y continuadas lluvias, se ayuda la germinacion y el crece de las plantas, sino tambien se procura por este medio que esas mismas cañas á la subsecuente zafra tengan toda la madurez conveniente si se somete su jugo à la elaboracion á los catorce ó diez y seis meses de sembrada.

El hacer las siembras, por otra parte, en esta época del año trae la ventaja de que no han comenzado todavia los trabajos de la elaboracion del azucar, y puede emplearse en ella toda la dotacion; pero tambien es cierto que este plantío se mantiene frecuentemente entre la yerba hasta fines de mayo cuando ménos, porque no hay tiempo, ni brazos con que verificar las escardas, en circunstancias de estar dedicada toda la atencion á recojer el fruto de las cosechas. Sin embargo como en los meses de diciembre á mayo que se emplean en la zafra suelen interponerse algunos dias de lluvias, en que presenta dificultades la conducion de las cañas al trapiche, suelen de dedicarse estos dias á limpiar los campos recien sembrados. Si estos plantíos han recibido este beneficio, se cree por lo comun que son los mas convenientes y los que mas ventajas ofrecen; por que al llegar la próxima zafra estarán en estado de madurez perfecta y rinden la mejor produccion.

En general, desde el mes de mayo á noviembre es la época del año en que se verifica la siembra de la caña en esta Isla, sin que à nuestro juicio influya en otra cosa la estacion, que en la falta de lluvias ó su exceso, en el crecimiento mas o menos rápido de la caña, en su mayor o menor vejetacion, lo pues por que toca à la duccion, la estacion de la siembra no ejerce papel alguno cuando el plantío tiene el tiempo suficiente para dar sazonado fruto.

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Como nuestro objeto no es esponer un tratado sobre el cultivo de la caña, no indagaremos las reglas que deberán ensayarse ó establecerse para la conservacion y mayor producto de los campos: nos corresponde solo referir las prácticas mas generalizadas en esta grande industria agrícola.

A los cuarenta dias poco mas o menos de sembrada la caña se ven ya los renuevos elevándose solo algunas pulgadas en su veje

tacion. Cuando los terrenos son recien desmontados, esta vejetacion es rápida, así por la virjinidad del terreno como por la ausencia de plantas estrañas. Nada es mas bello que esa estension dilatada de verdor en diferentes matices, de tiernas plantas de un solo tallo, que crecen uniformemente abriendo sus largas hojas. Pocas operaciones se emplean para benificiar el plantío como no sean las escardas ó chapeos, no siempre practicados con oportunidad en los campos en que han germinado ya las yerbas. Hemos observado sin embargo que en las prolongadas sequías, cuando los trabajos urjentes han impedido limpiar los cañaverales nuevamente planteados, siempre que las yerbas no hayan crecido mas que las cañas, no ha resultado perjuicio notable de este inconveniente; podria decirse que esas plantas estrañas que ocupan el terreno libre que deja la caña, mitigan la influencia de los abrasadores rayos del sol, neutralizando en parte los perjuicios de la prolongada seca. Sin embargo no dariamos este procedimiento como una regla general.

Nada hay mas sencillo en nuestras grandes fincas que la conservacion y cuidado de los campos cuando se emplean tierras nuevas: luego que nacen las plantas y que crecen por si mismas, paseando los trabajadores por el campo dos veces en distintas épocas, para verificar lo que se llama chapeo, y que en tales circustancias se reduce á destruir una que otra planta estraña, y los renuevos que presentan los troncos de los árboles del bosque que allí existia, se multipli-. can los renuevos que son otras tantas cañas, se entretejen las hojas, y allí queda vejetando el cañaveral, recibiendo las satisfactorias miradas del agricultor y llenando de esperanzas al propietario. Sucede con los cañaverales una cosa totalmente opuesta á lo que exijen otros plantíos. Todo el cuidado, toda la atencion que reciben, cesan desde el momento que las plantas han crecido y mezclan y entretéjen unas con otras sus hojas: el tabaco por el contrario, requiere una asistencia continuada; planta por planta exije una visita diaria del agricultor, para andar á caza de los numerosos insectos, que con tanta frecuencia destruyen en una sola noche el trabajo de algunos meses, para separar y destruir los renuevos ó chupones que roban la vejetacion, la calidad y el crecimiento de la hoja selecta que cons-' tituye la buena cosecha; es tambien de necesidad contener á cierta altura el único vástago que se deja á cada planta, por que de lo contrario esas mismas hojas serian mezquinas y débiles: el café por su parte quiere tambien una educacion particular, en esa simétrica distancia, en esa uniforme y contenida elevacion que se permite al precioso arbusto de la Arabia, que circunstancias distintas va espulsando de nuestra tierra, despues de haber costado tantas fatigas su aclimatacion y conservacion, despues de haber colmado por tantos años las esperanzas de los agricultores.

Solo la caña se ostenta magestuosa en nuestros campos, cultivada y cuidada solo con la vista, si se nos permite la espresion; y si la ciencia agronómica contiene algunas reglas que pudieran con

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