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esas grandes líneas, hoy, si quieren trabajar, no son meros carreteros porque dedicados al cultivo para obtener producciones menores, no estarán condenados á verlas perecer por falta de un mercado, pues que pueden concurrir al de la capital sin grandes costos y en breve tiempo. Cuenten en fin los débiles antagonistas las posesiones que existian en esos partidos y comarcas antes de la creacion de los caminos de hierro y las que hay hoy, precisamente en puntos en donde seria imposible sostener los precios de conducción por otros medios.

Pero volviendo á nuestro objeto debemos decir que no solo las costas del norte y sus cercanias han sido los puntos en que se há desarrollado la industria azucarera: hácia el sur pregonan tambien los esfuerzos industriales la estensa y bella comarca de Cienfuegos, la dilatada de Trinidad, cuyas producciones se incrementan cada dia. Estas numerosas fincas han venido á desvirtuar la opinion demasiado exajerada de que los terrenos hácia la costa del norte por el rumbo oriental de nuestra Isla, producian, comparados con los de la del sur en razon de 5 á 4. Tenemos buenos datos de que en algunos puntos se demuestra lo contrario, y á tal grado de exactitud en los términos de la comparacion, que casi nos determinaríamos á creer lo contrario; si los cálculos que poseemos no se refiriesen á un año solo, en que los injenios de la parte del sur pudieron verse favorecidos por circunstancias atmosféricas de que carecieron las del norte. Mas adelante tendremos ocasion de comprobar estos hechos referentes al mayor o menor rendimiento de azúcar, segun las diferentes localidades en que se cultiva la caña. Esta es una investigación curiosa y de alguna importancia, sobre lo cual no tenemos noticias que se hayan hecho observaciones práticas, recojiendo hechos que pudieran determinar si existen realmente esas localidades privilejiadas en razon á la situacion geográfica y topográfica, ó si en el hecho no hay otra causa que contribuya al mayor o menor rendimiento de las cañas, suponiendo siempre les mismos medios para estraer su jugo y convertirlo en azúcar, que las cualidades intrínsecas del terreno, o las circunstancias fisicas ó geolójicas.

Los terrenos bajos en que se conserva la humedad, merecieron en los primeros tiempos cierta preferencia para el cultivo de la caña; y aun parecian muy apropósito aquellas localidades en que detenidas las aguas por falta de corriente en las grandes y continuadas Iluvias, ofrecian el aspecto de verdaderas ciénagas, si bien cubiertas de alterosos bosques. Es verdad que en muchos puntos el arte ha correjido este inconveniente, y en algunos ha cesado del todo, despues que se han abatido los bosques, empleando el fuego para limpiar el terreno y abriendo largas zanjas para el desagüe; pero prescindiendo del gran trabajo y de los costos de estas operaciones, estos mismos medios no han sido suficientes para conseguir completamente el objeto. Si el nivel del terreno es inferior al de los demas que lo rodean, resultará siempre el inconveniente de que vendrá á ser el de

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pósito de las aguas en la estacion de lluvias, sin que la gran venta ja de recibir materias vejetales con aquellas y aun el mantillo de las tierras vecinas que tanto concurren á fecundizar un terreno y á vivificar un plantio, puedan mitigar el grave mal.

Si no queda estancada el agua, que la absorve el mismo terreno, nada parece mas benéfico á la vejetacion, en un clima tan ardiente en la rigorosa estacion. En efecto las cañas que se cultivan en estas tierras tienen un grosor y elevacion que admiran, sufren sin resentirse el mal de las grandes sequias que se han hecho ya tan frecuentes en esta Isla, y la duracion del plantío es incomparablemente mayor que en las localidades elevadas y secas. Pero en los trenes de elaboracion, que es precisamente donde se debe decidir de las buenas ó malas cualidades de las cañas, no son las dimenciones de estas las que mas producto brindan. El principio acuoso predomina en ellas; la operacion de evaporar en las grandes calderas se prolonga mas; el aumento de combustible es consiguiente, y los tropiezos en los maestro de azúcar encuentran fundados medios para su disculpa. Agréguese á esto, aunque parezca que nos anticipamos en dar una idea sobre un punto de que todavia no nos corresponde tratar, que las cañas en que abunda con exceso el principio acuoso, son tambien las que contienen mas elementos estraños á las sales sacarinas, inconveniente que aquellos peritos que no conocen otro reactivo ni otro medio de neutralizacion quieren corregir constantemente à fuerza de cal, proviniendo de aquí como consecuencia de su falta de instruccion lo que se llaman pérdidas, palabra perfectamente aplicada á nuestro juicio por el doble sentido que envuelve: se pierde el Maestro, y pierde el hacendado una parte de sus próductos.

No han faltado tampoco sus partidarios à otra clase de terrenos en los primeros tiempos de la industria azucarera. Cuande solo se buscaba como circunstancia primordial de los terrenos la imediacion á esta capital, por la poderosa razon de dar facil salida á sus producciones, se eligieron las tierras quebradas ó de lomas, sancionando su excelencia los buenos resultado obtenidos en algunos pocos años. Los que han transitado á no mucha distancia de este ciudad, ya en el camino que se titula de Vuelta de Arriba, ya en el llamado de la Vuelta de Abajo no habrá dejado de contemplar desde Jesus del Monte ó el Luyanó esas eminencias, áridas, estériles é incultas: muchas de ellas han sido parte de ingenios que duraron menos que los propietarios que los fundaron. Los que se han internado aun algo mas y han transitado por esos ingenios establecidos en tierras quebradas desde Arroyo Arenas a Bahia-honda, desde la salida de Gua nabacoa á los pintorescos Arcos de Canasí y Matanzas, habrán observado innumerables de esas sierras que solo presentan el barro blanco o amarillo en que descansaba su primitiva tierra vegetal, el cocó, la arena y aun el granito que no admiten ya cultivo alguno; y hecha esta observacion nos parece que estamos dispensados de ale

gar las razones en que fundamos nuestra opinion al deshechar esta clase de terrenos. Ellos ofrecen tambien el inconveniente de no poderse labrar por el arado, de hacer dificultosísimo todo medio de abono, de ocasionar trabajo para el trasporte de las cañas al trupi che y para todas las demas operaciones.

No negaremos que en las suaves colinas y á la faldas de estas eminencias el terreno conserva sus virtudes, se mantiene, siempre una humedad conveniente, y están de contínuo enriqueciéndose á merced de los despojos que le envian las sierras en la corriente de' las lluvias, pero estos espacios límitados no compensar las grandes pérdidas del terreno que queda esteril y que á poco tiempo es forzoso abandonar. Si en los primeros dias de fomentada una finca ofrecen un aspecto satisfactorio esos frondosos cañaverales planteados en alterosas lomas rindiendo corpulentas caña y de un jugo precioso y prvilejiado, no hay que halagarse con esta perspectiva; esta lozanía es 'efimera con rarísimas escepciones, y el tiempo, no muy lejano, destruirá tan magnífico y pintoresco cuadro, reduciéndose los ⚫ terrenos á la improduccion. Llamanos en nuestro apoyo a la esperiencia de los propietarios que se ven situados en semejantes localidades.

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Los que han tenido la fortuua de encontrar llanuras dilatadas atravesadas por algun rio, supuestas las buenas cualidades fisicas, se felicitan por el contrario de su elección. Esta es la situacion mas.. favorable á todo género de cultivo y no parece necesario que nos detengamos en probarlo.

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Muchas veces los terrenos de algunas posesiones sufren la desventaja de ofrecer una masa compacta y fuerte que entre otros inconvenientes tiene la de ser impermeable. En este caso conviene mucho la situacion topográfica particular en que se hallan muchos injenios de tener en sus contornos tierras arenosas, materias ferrujinosas, principios calcáreos y aquella especie de piedra desmenuzable conocida con el nombre de cuabal; pero para conseguir este beneficio es preciso que esos, materiales que concurren naturalmente à mejorar la calidad de los terrenos acudan por medio de las lluvias y permanezcan allí sin escaparse a otro punto. Nosotros mismos nos hemos admirado de ver eañaverales frondosísimos y de muy larga existencia en una tierra cuya superficie llena de piedrecillas y de aquellas pequeñas particulas ferrujinosas que se conocen con el nombre de perdigon, no anunciaban, ciertamente una buena cualidad para el cultivo. Inquirimos el motivo de este fenómeno de vejetacion y nos cercioramos que aquel terreno en su fondo era de una masa negra y compacta predominando el barro no muy distan te de la primera capa; y se nos mostráron espacios de tierra en el litoral desnudos de toda señal de vejetacion que a pesar de su esterilidad y de su pobreza retenian aun la yirtud de beneficiar á los vecinos campos.

Hay tambien terrenos riquísimos que se hallan al pié de una ó

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mas eminencias cubiertas todavía con el bosque natural y que acaso deben á esta situacion las ventajas de que gozan por estar recibiendo contínuamente con el descenso de las aguas, el mantillo, los despojos vejetales y aun la tierra misma. En estas localidades los injenios son imperecederos los plantíos de caña, si la tierra es permea ble para que no se detengan allí las aguas, teniendo una facil filtracion ó un suave descenso. Hemos citado en otro lugar una de estas posesiones en el partido de la Jagua á dos leguas de la ciudad de los Palos y Bagaez y á seis poco mas o menos de Matanzas que se halla atravesada casi en toda su estension por una sierra de considerable altura y que parece, cortada por el arte casi perpendicularmente, ofreciendo el aspecto de un enorme paredon. Por allí descienden las aguas en las grandes lluvias, y con ellas todos aquellos princi pios de fecundidad y vida que roban al bosque de la montaña. Una cosa semejante hemos observado en la Vuelta de Abajo entre Caba ñas y San Diego de Nuñez, sin embargo de no ser terrenos del todo llanos. A las faldas del Rubí, sierra de bastante celebridad por su elevacion, y de otras y otras no menos alterosas, se han fomentado. en estos últimos años los injenios San Claudio, del Excmo. Sr.conde de Villanueva y el de D. Francisco de Santiago Aguirre, que si bien tienen algunos inconvenientes en tortos espacios de terreno. bajo, inconvenientes que desaparecerán en breve tiempo con la continuacion del cultivo, seràn de eterna fertilidad para las cañas, mejorando de año en año la calidad y abundancia de sus productos.

No creemos haber descrito las circunstancias fisicas, geográfi cas o topográficas en que se han establecida los injenios de esta Isla, porque acaso esto seria impracticable en medio de la diversidad con que se presenta este objeto, pero creemos haber dado á conocer las principales y tal vez las que corresponden al fin que nos hemos propuesto en el presente trabajo. Tiempo es ya de que tratemos del cultivo de la caña para presentarlo bajo el aspecto en que se ha practicado desde que contenzó á ser objeto de la grande industria azucarera hasta nuestros dias.

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SOFISMAS ECONOMICOS

POR

M. FEDERICO BASTIAL. (*)

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I. ABUNDANCIA, ESCASEZ.

UÉ es mejor para el hombre y para la sociedad, la abundancia o la escasez?

Qué! se esclamará, se debe hacer semejante pregunta? Hay alguno que jamás se haya atrevido á sostener que la escasez es el fundamento del bienestar de los hombres?

Sí, esto se ha hecho; sí, esto se ha sostenido y se sostiene diariamente, y no temo decir que la teoría de la escasez es la mas popular. Ella hace el gasto en las conversaciones, en los periódicos, en "los libros, en la tribuna; y aunque parezca estraordinario es cierto que la economia política habrá llenado su encargo y su mision práctica cuando haya vulgarizado esta proposicion tan simple y la haga irrefutable: "La riqueza de los hombres, es la abundancia de las cosas."

(*) Tal es el título de un pequeño volúmen publicado en Paris desde el año de 1846, y que traducido á nuestro lioma hemos visto reproducido en algun periódico de la Península. Desde que recibimos de uno de nuestros amigos esta pequeña obra en su primitivo idioma, formamos el designio de emprender su traduccion; pero no nos lo han permitido circunstancias de algun peso, y hoy mismo que nos hemos determinado á ejecutarlo, no trasladaremos, sino aquello que á nuestro juicio puedo servir de instruccion, eliminando algunos puntos que están en armonia con nuestros principios, mas no en cuanto al modo de espresarnos; pero sin disminuir por esto el vigor de las luminosas doctrinas con que el autor ha sabido combatir con las armas del raciocinio errores profundamente arraigados hasta en hombres de la mejor buena fé. Creemos que M. Bastial ha ideado con fruto un nuevo medio de llenar la obra de misericordia de enseñar al que no sabe, destruyendo á la vez los sofismas económicos.

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