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cuatro mil pesos fuertes. Agréguese lo que se considere justo en razon á las inexactitudes ú omisiones inherentes á todos los censos que entre nosotros se practican generalmente, y con todo se formarà una idea de esas fincas que todavía se titulan injenios y que tanto abundaban en el número de los que se contaban en los primeros tiempos de la industria azucarera. Deducimos de todo lo dicho que no es el número de las fincas el que debe servirnos para calcular el gran fomento que ha tenido la produccion azucarera, sino la cantidad misma de estas producciones. Lo que si demuestra este considerable progreso en la industria y la riqueza es que en el espacio de veinte y cinco años, segun los datos mas positivos, verídicos y esac-" tos la produccion de azúcar se ha duplicado ventajosamente.

Al contraernos ahora al cultivo de la caña en esta Isla no entraremos en la cuestion de si esta planta es indíjena del NuevoMundo y principalmente de esta Isla, ni nos perderemos tampoco, en el intricado laberinto de buscar en los datos que ha destruido la poderosa accion de los tiempos la primêra época en que comenzó á cultivarse entre nosotros como objeto de la industria. Basta saber como cosa curiosa, que segun nuestro historiador Urrutia, no solo existian injenios en 1592, sino que tambien sobre el rio de la Chorrera y Zanja descubierta que abastecia de agua á esta ciudad ántes de la gran cañería de hierro, que con tan notables ventajas lena hoy esta necesidad, habia trapiches que se movian por el agua; y se cita un injenio construido por los años de 1598 en el golpe del Cerro y de la propiedad de Hernan Manrique de Rojas, en donde se esprimian las cañas en trapiches impulsados por la potencia 'del agua.

Tampoco nos dedicaremos aquí á esplicar la naturaleza y propiedades de la caña y sus distintas variedades en todas las rejiones en que es conocida esta planta; porque no corresponde al objeto que nos hemos propuesto. (1) Pero designaremos sucintamente las diferentes especies que en mayor ó menor estension se han cultivado en esta Isla.

La primera y mas autigua es la denominada criolla y fué la que esclusivamente se empleaba en los injenios, proscrita despues por las que hoy se cultivan. Son delgadas y de poca elevacion, pero ahijan abundantemente: sus fibras son endebles y dejan poco resídno óbagazo para combustible. La mayor de las desventajas que tiene en su contra esta especie es que despues de algunos cortes se aproximan demasiado los nudos á espensas necesariamente de la canti

(1) Nuestros antiguos suscritores que conservan la coleccion completa de este periódico encontrarán en la entrega num. 17 de la 13 serie (Marzo de 1837) que no tardarán en ver reproducida los que nos han favorecido al comenzar la 23 y presente serie, un estenso, artículo sobre la historia y orígen de la caña, su naturaleza y variedades (Tomo 3.o página 346) que escribimos despues de examinar numerosos datos y noticias, y no nos parece que debemos repetir aquí aquel trabajo, sin em→ bargo de ser interesante.

dad del jugo y del principio sacarino, porque estos nucleos son el gérmen de multitud de raicecillas, que brotan con la edad de la planta, y lejos de contener ese mismo principio sacarino ofrecen un amargor notable y otros elementos opuestos á la cristalizacion.

Se conocía tambien antiguamente una especie de caña de un color morado en su corteza, cuyo oríjen es dudoso todavia (sacharum violaceum) y que participa de las propiedades de las de Otahyti y la criolla. Pero se formaron pocos plantíos de esta especie y creemos que ha ido desapareciendo paulatinamente.

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La especie conocida con el nombre de caña de Otahyti es mucho mas sólida, mas elevada, mas gruesa que ́la criolla y por consiguiente mas abundante en jugo. Es mas precóz en su crecimiento y mucho mas separados sus nudos. Como su corteza es con mucho mas gruesa y asimismo mas abundante y espeso su balago ó bagazo, deja un resíduo mas considerable, que a pesar de salir de las máquinas en que se esprime por la accion del vapor estremadamente desecho, es un excelente auxilio para el combustible, así como puede ser un fecundo manantial para abonar la tierra. Apesar de sus incuestionables ventajas sobre la caña criolla, la de Otahyti ofrece un inconveniente que disminuiria en gran manera toda su supremacía si los adelantos de la industria no hubiese contribuido á disminuirlo. Nos contraemos á la estraordinaria dureza que adquieren estas cañas en los últimos meses de la zafra, haciéndose leñosas sus fibras y escaseando notablemente su jugo, de tal modo, que solo puede estraerse completamente por medio de la irresistible potencia de las máquinas de vapor. Por esto nuestro melogrado amigo D. Alejandro B. Dumont, cuya muerte recordamos con sentimiento por la infelicidad inmerecida con que llevó sus últimos dias, aconsejaba que en los injenios debian cultivarse, siempre algunos plantíos de caña criolla para someterlas á la elaboracion del azúcar en los últimos meses de molienda. (1)

La caña listada casi en todo semejante á la vista ménos en el color de su corteza, que como lo indica su nombre, tiene listas de color amarillo, morado bajo y verdoso, es otra de las especies que se emplean en la elaboracion del azúcar. En los primeros tiempos de su introduccion tuvo grandes partidarios y se formaron plantíos parciales; pero en la actualidad se han destruido en muchas partes y en otras permanencen mezcladas con las comunes de Otahyti. Por lo demas tienen la mismas propiedades y naturaleza en su constitucion y en los principios de su jugo; pero nosotros hemos notado algunas diferencias que aunque no son esenciales quisiéramos ver comprobadas para no decidirnos por nuestra sola opinion. Nos parece. que la caña listada ó de cinta crece con mas precocidad, con mas vicio, como suele decirse, y brota sus cañas con mas abundancia.

(4) Guia de Ingenios, por D. A. B. C. Dumont-Impreso en Matanzas.-Año de 1832.

Hemos observado sobre esto último que los hoyos ó surcos en que se introdujeron uno o dos trozos de esta caña ofrecian mas renuevos que los de la de Otahiti en que se sembraron tres. Creemos tambien haber notado que crecen y maduran con mas rapidez; y acaso por esto se encuentran demasiado duras al tiempo de la zafra y con los nudos sumamente aproximados en los campos viejos. Esto ha inducido á algunos á formar la opinion de que la caña listada debe em-, plearse al comenzar la zafra. Por nuestra parte hemos reconocido en ellas hace algun tiempo una ventaja en la economía de las fincas y que no debe despreciarse; tal es la de que siendo sus hojas y cogollo mas suave, y resistiendo mas los rigores de la seca, se hacen mas adaptables al pasto del ganado.

Una nueva especie de cañas ha sido introducida en esta Isla hace algunos años con todo el aparato de la novedad y de la excelencia, cual es la conocida con el nombre de cristalina, porque en rea lidad tal es el aspecto que ofrece al quebrantarla, si bien su jugo no se diferencia del de las demas cañas. No hemos tenido ocasion de examinarlas en ningun plantío; pero se ños asegura que son demasiado duras y quebradizas y que el balago se divide en menudos pedazos cuando se someten á la presion. No sabemos que se hayan recojido observaciones respecto á la calidad y cantidad de azúcar que rinden, bien que tenemos motivos para decir que no han ofrecido todas las ventajas que se preconizaban, equilibrándola, acaso con algunos inconvenientes, cuando no hemos visto que hayan merecido una preferente adopeion.

Despues de esponer las diferentes especies de cañas que son objeto de cultivo en nuestros ingenios nos ocurre indicar aquí una opinion del mismo Sr. Dumont, ya citado, y que hemos manifestado en otra parte, sobre el partido que podria sacarse de cada una de estas especies. "Las cañas listadas, dice, deben sembrarse en tierras de mediana calidad y llevarlas al trapiche con antelacion á las otras; las de Otahyti en las buenas, y empléese despues de aquellas; y por último las criollas, en terrenos superiores para terminar la zafra. "Pero nosotros repetimos ahora lo que dijimos la primera vez que dimos à conocer esta opinion. "No tenemos espirimentos con que corroborarla; pero nos parece juiciosa y digna sobre todo de ponerse en ejecucion por vía de ensayo,

Cuando nos proponemos esplicar el cultivo de una planta que ha dado orígen á la industria que principalmente ha contribuido al engrandeccmiento y á la riqueza del pais en todos sentidos, lo primero que nos ocurre es considerar los diferentes géneros de terreno que se han puesto en contribucion. El color de la superficie de la tierra fué en los primeros tiempos lo que hacia elejir ó desechar una localidad para el establecimiento de los injenios: preferíanse ordinariamente las tierras negras, y no dejaban de tener partidarios las de color arcillosos denominadas vulgarmdnte mulatas. Estas localidades estuvieron mucho tiempo en boga con total esclusion de los demas;

pero esto sucedia cuando por todas partes habia terrenos donde escojer, cuando no se tocaban los perjudiciales resultados de empobrecimiento, esterilidad y falta de combustible, que sea dicho de paso, ́se consumia en grande cantidad por el atraso en que se hallaban los medios de elaboracion del azúcar: esto sucedia en fin, ántes que á virtud de la animacion de la industria y de los adelantos de la época ⚫ se entregasen al cultivo esas numerosas haciendas que conservaban improductivas los poseedores, manteniendo dos réses, si nos es permitido decirlo, ó diez cerdos en cada caballería de tierra. Desde entonces se multiplicaron los injeníos, eoinciendo con estas circunstancias el aumento de los capitales y de la poblacion, la facilidad en las comunicaciones marítimas y terrestres y la abundancia de brazos, primer elemento á que es preciso atribuir el enorme acrecentamiento de los injenios, causa primordial que reconocemos, cualesquiera que sean nuestras convicciones, del estraordinario desarrollo de la industria azucarera.

Se comenzó á elejir terrenos bermejos, (tierra colorada) en las imediacione á los puertos, rios navegables y embarcaderos; la tierra negra dejó de ser la esclusiva, y aun mereció el anatema de algunos espíritus exajerados ó que se deslumbraban con la apariencia de los primeros resultados satisfactorios. Pero ya hoy nos ha enseñado otra cosa la esperiencia: esta sábia maestra ha demostrado que no es el color de la superficie de los terrenos lo que decide de su buena o mala calidad para el cultivo de la caña. Las tierras negras, lo estamos viendo ya á corta distancia de la Habana, cuando han teni una capa superior poco profunda, descansando en barro blanco, lajas ó granito son de poca duracion, principalmente si son colgados los terrenos; esterilizada 6 perdida aquella capa han venido á ser del todo inútiles con el transcurso de pocos años. La tierra bermeja cuando predomina mucho el principio ferrujinoso (perdigones) cuando es demasiado suelta y seca, sin embargo de ofrecer buenas cañas en los primeros años despues de desmontada, y mientras conserva la superficie aquella capa de humus ó mantillo formada por los despojos vejetales del bosque que antes la ocupaban, se esteriliza despues completamente, y cualquiera que sea el plantío resiste muy poco los rigores de una sequia. Si los hacendados de las imediaciones de la Habana y principalmenie los que están situados en tierras negras de escaso fondo han tenido tristes desengaños, no faltan tampoco arrepentidos en los que elijieron terrenos bermejos de la calidad que indicamos últimamente, con la desventaja de que su lozanía ha sido ménos duradera.

Nos parece pues que queda demostrado que el color de la superficie de la tierra no es una cualidad esencial para el cultivo de la caña. Hay todavia injenios que cuentan mas de cincuenta zafras asi en la tierras rojas como en las negras. "Pero á pesar de todo cuanto dejamos manifestado (así hemos dicho en otra parte) no se conoce aun científicamente el terreno mas á propósito para la caña, ó á

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lo ménos, pocos habrá que puedan esplicar en términos sencillos y demostrativos las razones de preferencia sobre tal ó cual calidad; y todo proviene de la falta de esperimentos y de estudio sobre un objeto tan esencial, de la falta de observaciones sobre los principios constitutivos en los diversos terrenos y sobre las circunstancias que se requieren, así para el progreso y cultivo de la caña, como para la buena y abundante produccion de azúcar. La generalidad de los agricultores se contenta con encomiar sus terrenos cuando obtienen buenos resultados; y si por el contrario la esperiencia confirma su mala eleccion se consuelan con vanas lamentaciones. A los que dichosamente se ven en la primera posicion nada les importa indagar las causas que han concurrido á su prosperidad, y al cabo no les viene perjuicio alguno; pero aquellos que tienen que sufrir los inconvenientes que les ha proporcionado su mala suerte, ya que es preciso atribuir á la influencia de esta Diosa de caprichos todo lo que el hombre se procura, deberian analizar cuidadosamente la composicion intima de sus terrenos hasta encontrar el remedio." Para esto existe una ciencia, estrechamente unida à todos los ramos industriales y que cada dia engrandece mas y mas su luminosa esfera. Se conocerá ya que hablanos de la química.

Generalizados los conocimientos de esta ciencia como pudieran estarlo, porque contamos con elementòs sólidos para su estudio debidos á la ilustracion de nuestro Gobierno, que ha sostenido y sos-* tiene una cátedra dirijida por un profesor distinguido, de notoria reputacion entre los sábios químicos de Europa, nuestra agricultura podria sacar inmensos beneficios de la aplicacion de esta ciencia en que la verdad mas escondida, mas oscurecida, por decirlo así, entre elementos variados y numerosos, sale al fin á luz, á la pericia del profesor, al poder de los medios que emplea y á la prodijiosa accion de los reactivos.

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No pretendemos nosotros que los agricultores han de ser profundos químicos, y aun acaso tampoco les exijiriamos que tuviesen los primeros rudimentos; pero si se hubiese propagado este estudio, si se formasen químicos, como se forman abogados, como se forman médicos, estos profesores estudiarian la naturaleza de los terrenos, y los propietarios sabrian hoy cuales son los elementos que predominan en los que sòn convenientes á los cultivos, y cuales son los principios con que se puede suplir su falta. Un hacendado que contempla floreciente el campo de su vecino, que se admira al ver la buena vejetacion con que se conservan las cañas, á pesar de los años y cortes sucesivos, y que dando pávulo á la fabricacion del azúcar rinden un considerable producto, á la vez que con los mismos cuidados no ha podido obtener en su heredad las iguales ventajas, supuestas las mismas circunstancias locales y los mismos medios industriales y económicos, este hacendado no tiene otra causa á que atribuir sus resultados inferiores, sino à la constitucion íntima de sus terrenos.

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