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nos se aplican iguales cuentos á otros profesores. Pero la cuento, para que ambos fundemos en ella nuestras conjeturas, que tal vez no iran descabelladas.

Desde luego podemos valernos de esta tradicion para dar por cierto el viaje que se supone de Fernandez á Valladolid. Viaje de otra parte muy verosímil, porque en aquellos tiempos anteriores à la fundacion de la Audiencia de Asturias, era muy frecuente el paso de los asturianos à Valladolid en busca del tribunal de apelacion de las sentencias de sus jueces ordinarios, demas que habian servido el mismo Vega y su padre oficios de república, desde el principio del siglo lo es tambien que pudiese hallarse mas de una vez en necesidad de ocurrir á aquella chancillería.

Mas no por esto me atrevere yo á fijar la época de esta enseñanza. Bastanie presumir que pudo ser durante el reinado del Sr. D. Felipe III, y mientras la corie residió en aquella ciudad, ya porque entonces habia en ella mayor copia de excelentes maestros, y ya porque la edad de nuestro artista no permite atrazarla á tiempos posteriores.

Usted mismo habiendo hallado en las esculturas de Vega, algo de la manera de Gregorio Hernandez, podrá por ventura inclinarse à creerle discípulo suyo y aun à hacerle representar el papel de maestro en la dichosa patraña. Pero no pudiendo determinarse el tiempo en que Vega pasó á Valladolid, ni por consiguiente combinarse con el de la residencia de Hernandez allí, fuera muy aventurado este juicio. Con todo pues, que algunas de las buenas obras de Vega se refieren al 1636 y en ellas no se puede desconocer la manera de Hernandez, no hay duda sino que el primero se debe colocar entre los escultores de la escuela ó secta de este último.

No diré yo que encuentro mas mérito en las obras de Vega que en las de Hernandez, pero aunque de estilo ménôs grandioso, sus proporciones me parecen alguna vez mas gallardas y sus paños mas lijeros y bien estudiados. El nuestro pudo muy bien haber estudiado las obras de Juni en Valladolid, y visto algunas de Cano, y sobre todas haber formado un estilo que sin duda se hace acreedor à ser colocado cerca de aquellos grandes maestros.

Como quiera que sea Vega se les pareció tambien en haber estudiado y ejercitado con gusto la arquitectura, de lo cual dan testimonio los retablos de las capillas de Santa Bárbara.y los Vijiles y el del altar de S. Martin en la catedral de Oviedo, los de las iglesias de S. Vicente y S. Pelayo de la misma ciudad, el de la capilla de Ntra. Sra. de la Barquera de esta villa de Gijon y otros varios en que se conoce su intelijencia en la buena arquitectura aunque no negaremos que en algunos siguió los malos ejemplos que empezaron á corromper el gusto del ornato.,

La excelencia de Vega fué mas señalada en la escultura, en la cual trabajó un gran número de obras para varios templos de la ciudad de Oviedo y de otros pueblos del principado que hoy se distin

guen todavía de cuanto se ve en este pais de antigua y moderna escultura.

No cansaré yo á V. con la menuda descripcion de todas estas obras que he logrado desenterrar, y conservo una memoria que comprende las mas de las que trabajo, con noticia de los años y precios en que fueron ajustadas. Pero si hablaré de algunas que entre todas me parecen dignas de particular, atencion y pueden servir para caracterizar la habilidad de nuestro artista,

Tales son las que V. vió en las iglesias de S. Vicente y S. Pelayo pertenecientes á dos ricos monasterios de monjes y relijiosas de S. Benito de la ciudad de Oviedo, cuyas estátuas, así come los retablos en que se pusieron pertenecen a los años de 1638 y siguientes: y aunque no se puedan citar como las mejores de Vega, ellas solas bastan para hacer conocer cuanto supo levantarse sobre el vulgo de los escultores de su tiempo, atenidos á imitar servilmente la naturaleza sin subir nunca á buscar la belleza ni la gracia,

La medalla de medio relieve que se ve en el altar de la capilla de los Vijiles de que hablé á V. en mi carta cuarta, es merecedora de singular aprecio por la graciosa proporcion de sus figuras. Aupque tampoco sea de las obras mas acabadas de Vega, se conoce sin embargo en ella la destreza y exactitud de su cincel. Por fortuna se conserva todavía en madera y por lo mismo ninguna mano estraña ha venido á corromper sus bellezas orijinales. Ojalá no estuvieran abandonadas al polvo y las arañas, como yo noté con disgusto de tan reprensible, descuido. Esta obra se ajustó en 1640.

Una Santa María Magdalena y un ánjel Custodio que hay en la capilla del Carmen, propia de D. Joaquin Alvarez Tejera, vecino, de esta villa de Gijon, me han parecido tambien de harto mérito, y por la gracia con que están ejecutadas tiran algo al estilo de Cano. Pero así estas como otras obras de Vega han perdido mucho en el estofado....... y cierto es cosa bien dolorosa que cuando un escultor de mérito ha sudado dias y noches para espresar en estátua los mas pequeños accidentes de la naturaleza alterada por las sensaciones del dolor o del placer, venga un bárbaro con nombre de dorador á llenar con sus plastas de yeso y almazarron las delicadas y sublimes huellas del cincel, borrando en un instante el trabajo de largos dias y robando al principal artista el fruto de su aplicacion y sus talentos.

Mucho mas de esto se nota en dos bellas estàtuas que existen en otra capilla pública de esta villa, perteneciente á la ilustre familia de los Valdeses. Representan un S. José y un S. Antonio, àmbos con su niño que S. José lleva de la mano y S. Antonio tiene en brazos; son ciertamente dos obras de mucho mérito y de una ejecucion dilijentísima. Solo los paños me han parecido mas pesados que lo son por lo comun los de otras efijies del mismo autor: acaso porque para mayor propiedad pretendió representar á los santos vesti dos de telas burdas y ordinarias cuales llevarian en su vida.

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Pero en esta parte se debe confesar que son intolerables casi todos los escultores modernos comparados con los antiguos. Que lijereza, que gracia, que facilidad no se admira en los paños o ropas de los escultores griegos y latinos! un leve soplo parece que puede moverlos, pues todos representan delicadísimas telas airosamente sostenidas sobre los hombros y llevadas despues por su peso como sin estudio sobre las demas partes del cuerpo.

El cuidado de señalar, el desnudo de las figuras, daba tambien nuevas gracias á los paños que para acomodarlos á las diferentés for

de sus miembros y ceñirlos á las partes ya prominentes ó ya retiradas de ellos, se veian en la necesidad de engrandecer los partidos y variar los ángulos de los pliegues y sobre todo de buscar aquellas graciosas curvas que siguen siempre las grandes y bellas formas de la naturaleza.

Cuán al contrario nuestros escultores! Sus ropas cubren y sepultan enteramente la figura sin dejar aparecer la humana forma mas que en manos y cabeza. De aquí resulta que las ropas parezcan siempre macizas y pesadas y que las efijies no tengan aquella gallardia que resulta de la esbelteza cuidadosamente buscada en las proporciones. Resulta tambien que estas proporciones menores se descuiden y que solamente se observen las proporciones grandes y generales más no las parciales y pequeñas. Por esto las figuras suelen parecer ruines y enanas y á veces contrahechas ó descoyuntadas, sus cuerpos abultados, sus manos y caras pequeñas y en todo disconformes del tipo de la naturaleza misma que imitaron sus autores.

El abuso de contrahacer estofas y brocados tan del gusto de nuestros modernos doradores ó estofadores, ha aumentado considerablemente este defecto, pues teniendo que multiplicar las manos ó capas de imprimacion. de oro y de color que pide este gusto, rellenan poco à poco los pequeños vacíos de los pliegues, y hacen désaparecer enteramente aquellas suaves y lijeras degradaciones en que consiste principalmente su fiexibilidad y su gracia.

Todavía el mal gusto añadió á estas otras estravagancias mas ridículas. Tal es la de sobreponer balonas y vueltas de encaje álas vestiduras de talla: la de engalanarlas con lazos y cintas clavados sobre ellas, y la de afear la belleza de la escultura con adornos igualmente distantes de su sencillez que de la Santidad de los objetos que representan. Semejantes abusos me parecen á mi no solo estravagantes sino tambien muy dignos de la censura de los Sres. Prelados y visitadores eclesiásticos, porque ningun cuidado-ningun celo parecerá excesivo cuando se trate de restituirá los templos la seriedad y el decoro que la supersticion y el mal gusto han casi desterrado de ellos.

He dicho esto no con descredito de las dos efigies de que hablaba poco ha, sino porque siendo en sí tan bellas y tan dilijentemente trabajadas se echan mas y mas de ver los malos accidentes que las afean: Ciertamente que el capitan D. Fernando de Valdes

que las encargó para adornar su capilla de Ntra. Sra. de Guadalupe estaria muy lejos de quererla injuriar con semejantes adornos, pues su buen gusto se puede colejir no solo del artista á quien las cometió, sino tambien del espíritu con que recompesó su noble trabajo.

Por escritura que dicho Sr. otorgó ante el escribano Lucas de Jove en 8 de mayo de 1636 consta que en pago de ellas dió y vendió al Sr. Fernandez de la Vega un molino con su presa, sopresa, cauce y casa, la cuarta parte del monte del Caliero, y la octava parte de los montes tierra braba y árboles frutales que poseia en termino de Llamedo; y para que se vea euan bien sabía el artista apreciar su noble profesion y estimar su trabajo se halla en la escritura (de que tengo copia) la cláusula siguiente, y el dicho Sr. Fernandez de la Vega dijo que sin embargo de que la hechura de las dos imájenes y niños referidas con sus peanas valen mas cantidad del valor que tiene el dicho molino y hacienda que arriba se refiere de la tal demacía hizo ansí mismo graci y donacion al dieho Sr. D. Fernando de Valdes &a Así es, amigo mio, como se criaban buenos y honrados artistas cuando los dueños de obras sabian apreciarlos y recomendarlós; y así es tambien como las artes lograban aprecio y recompensa cuando habia artista que sabian honrarlas y ponerlas en crédito.

El retablo ya citado de Ntra. Sra. de la Vasquera es tambien de lo mas escojido de nuestro escultor y su medalla me ha parecido de mucho mérito. Representa el nacimiento de la Vírjen y además de las figuras del primer término que están casi aisladas, hay otras en 2.0 representadas en bajo relieve entre las cuales se vé la de Sta. Ana en su cama y algunas criadas que la asisten. Hay tambien en los intercolunnios del retablo estatuilas de doctores y evanjelistas todas preciosamente inventadas y ejecutadas con el mayor gusto y correccion. Este retablo se conserva todavia en madera como el de los Vijiles. Finalmente son muchas las estátuas y retablos que se conservair en várias iglesias de este Principado de mano de nuestro Vega entre las cuales me. pareció muy estimable una imájen de Nuestra Señora de la Concepcion que ví á mi paso por Salas en la capilla que posee la ilustre familia de los Prados de la casa de Malleza en la iglesia colejiata de aquella Villa. Pero lo dicho basta para que V. forme juicio del hombre benemérito que tenia obscurecido la ignorancia, y que debe revindicar de la posteridad la ilustre memoria de que se hizo digno.

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No he podido ver el testamento de D. Luis Fernandez de la Vega aunque estoy seguro de que le otorgó en 1675 que fué el mismo año de su muerte. Le sobrevino esta en la ciudad de Oviedo donde habia fijado su residencia. Habiendo hecho yo reconocer los libros de sus parroquias se halló en el de finados de la de S. Isidro una partida que dice asì. En dicho dia murió Luis Fernandez de la Vega, maestro de escultura à la puerta nueva y reeibió todos los Sacramentos, Doctor Rato Casso. Y vistas las

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partidas que anteceden y siguen á esta se infiere que nuestro artista falleció en 27 de junio de 1675.

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He completado su historia y creo ya haber hecho un servicio á las artes. La conservacion de las memorias de los hombres de mérito debe ser tanto mas apreciable entre nosotros cuanto son muy pocos los que han trabajado en favor de ella. ¡Cuantos nombres dignos de buena y larga fama no habrá sepultado en el olvido el torpe descuido de que en este punto adolecemos! Trabajemos pues en desterrarle de entre nosotros o por lo menos descarguemonos de la parte que nos cabe en la nota de ingratitud que ha contraido nuestro siglo respecto de los que han pasado.

Tal vez habrá ocasion mas adelante de hablar de otros artistas de este pais igualmente obligados que Vega, y que de mérito inferior á él son todavía dignos de aprecio y de memoria. V. entre tanto envieme noticias agradables y sobre todo quiera mucho á su fino y afectísimo amigo.

ADVERTENCIAS

de D. Manuel de Torres, célebre literato a quien el autor sometió el fuicio de estas cartas.

Mi mas venerado Dueño y Señor. Para satisfacer el encargo con que V. S. me honro, formé los reparillos que incluyo, sin poder reflexionarlos bien: porque al tiempo en que debia hacerlo, me ocupé en hacer los baules para mi marcha.

Sírvase V. S. de perdonar su impertinencia porque procede del interés que tomo en todas sus cosas; y apreciaré mucho poder servirle de alguna cosa para las cartas que sigan ya que voy al pais donde es mas fácil comunicar las noticias.

Seria por demas ponderarle á V. S. el gusto que recibí con la lectura de sus cartas: los reparos que busqué sin embargo de la pasion prueban que no soy adulador, y sí el mas sincero apasionado favorecido y seguro servidor. Q. B. L. M. de V. S.-Manuel de Torres.-Madrid y mayo 10 de 1789,-Sr. D. Gaspar Melchor de Jove-llanos.

REPAROS.

Prólogo-Pliego 1., plana 1a, línea 16: "Y singularmente à los del pequeño rincon que ocupamos en ella...." puede mudarse

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