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quios inventados por la humanidad. Todos asisten despues á presenciar el funeral y dicho el último responso, los concurrentes, empesando por los mas allegados, van echando en la huesa un puñado de tierra, y dejando al sepulturero la continuacion de este oficio se vuelven á sus casas pausados y silenciosos. En los dias próximos llevan los parientes, y dejan sobre la sepultura algunas viandas prefiriendo aquellas de que mas gustó en vida el soterrado. Costumbreantigua derivada de la gentilidad y comun á otros pueblos, y que se tolera mirando estos dones como ofrendas hechas á la iglesia por via de sufragio: Tal es el modo que tienen estas gentes de llorar sus finados y si entre ellos son prolongados el dolor y la tristeza, verdaderas pruebas de su sensibilidad, son al mismo tiempo muy breves los lamentos y las lágrimas que tan mal se componen con la constancia varonil.

Tambien son públicos sus bautismos como si en ellos se solemnizase el nacimiento y la rejeneracion espiritual de un hermano comun. Así es que estos pueblos representan á cada paso la imágen de aquellas primitivas sociedades que no eran mas que una gran familia, unida por vínculos tan estrechos, que hacian comun los intereses y los riesgos, los bienes V los males.

Preténdese finalmente que para esperimentar la robustez y sanidad de sus jóvenes destinados al matrimonio; para asegurar la recíproca fé de los contratos, para prevenir ó alejar los males y desgracias y para indagar y predecir los tiempos á sus faenas rústicas, se valen estos pueblos de ciertas fórmulas y siguos de cierta observacion de los astros y de ciertas palabras misteriosas que el vulgo tiene por ensalmos y malas artes, y en que acaso ellos mismos ilusos creen encerrada alguna virtud desconocida y poderosa. ¿Pero que vale todo esto á los ojos de la filosofia? La supersticion ha sido siempre la lejítima de la ignorancia, y los pueblos tienen mas ó ménos en razon de su mayor o menor ilustracion. Yo no veo aquí otra cosa que aquella especie de vanas y supersticiosas creencias de que tambien abundan otros pueblos de nuestras mas cultas provincias, modificadas de este ó el otro modo, pero siempre derivadas de un mismo orijen: esto es de costumbres tan antiguas que tocan en los tiempos mas oscuros y bárbaros, y que no ha podido borrar del todo la luz de la verdadera fé; ó por que bebidas en la nieñz es muy dificil deshacer su impresion ó acaso porque familiarizados con tales objetos, ni echamos de ver su fealdad, ni aplicamos á su remedio todo el desvelo que merecen. Tal union, tan fraternal concordia como se advierte entre los individuos de cada braña debiera persuadir que un espíritu comun las unía y ensalzaba á todas muy estrechamente. No es así: cada pueblo reducido á sus términos y contento con su sola sociedad vive separado de los demás, sin que entre ellos se advierta relacion, inteligencia, trato ni comunicacion alguna. Acaso por esto no han podido hasta ahora vencer la adversion y desprecio con que generalmente son mirados. Nunca se con

gregan, jamás se confabulan, no conocen la accion ni el interes comun; y de ahí es que defendiéndose por partes siempre separados y nunca reunidos, la resistencia de cada uno no puede vencer el influjo de los aldeanos que conspiran á una á menospreciarlos y envilecerlos.

Esto amigo mio, esto son los Vaqueiros en sí mismos; ahora debe V. ver que cosa sea esta desestimacion en que los tiene el restante pueblo de Asturias. ¿Pero acaso necesita V. que le diga yo su oríjen para inferirle? Separados de los demas aldeanos por su situacion, su género de vida y por sus costumbres: tratándolos allí como vendedores estraños que solo acuden á engañarlos y llevarles el dinero; era inferible que hubiesen de empezar aborreciéndolos y acabar teniéndolos en poco. Cierto aire astuto y ladino en sus tratos, cierto tono arisco en sus conversaciones, cierta rudeza agreste, efecto de su vida montaraz y solitaria, debieron concurrir tambien à aumentar el desprecio de los aldeanos, que al cabo han venido á mirarlos y tratarlos como ajentes de ménos valor y poco dignas de su compañía.

Un abuso bien estraño nació de esta aprension y es que en algunas parroquias se haya dividido la iglesia en dos partes por medio de una varanda ó ponton de madera que la atraviesa y corta de un lado á otro. En la parte mas próxima al altar se congregan los parroquianos de las aldeas como en la mas digna à oir los oficios divinos y en la parte inferior los de las Brañas. Distincion odiosa y reprensible entre hijos de una misma madre y participantes de una misma comunion; pero que la vanidad ha llevado mas allá de la muerte no concediendo á los Vaqueiros difuntos otro lugar que el que pueden ocupar vivos, y notándolos como de infames hasta en el sepulcro. Gracias à la simplicidad de estas gentes que les hace menospreciar tan vanas distinciones y de quienes pudiera tambien decirse lo que Tácito de los Germanos. Monumentorum arduum et opresum honorem ut gravem defunctio adspernantur. Tan bárbara costumbre era digna por cierto de desterrarse del pais culto á quien infama harto mas que á las familias que lo sufren, pues la razon llamada á pronunciar su voto, no podrá vacilar un punto entre el vano orgullo que la inventó y la sencilla generosidad que la desprecia.

Como quiera que sea esta, y semejantes distinciones han levantado otra barrera mas insuperable entre los dos pueblos que serà eterna mientras la religion ó la filosofia no venza el desprecio de los que ofenden y el desvío de los ofendidos. Entre tanto toda alianza, toda amistad, todo enlace, están cortados entre unos y otros. Los Vaqueiros no tienen mas mujeres à que aspirar que las de sus brañas, y la virtud, la belleza y las gracias de la mejor de sus doncellas no serán jamás merecedoras de la mano de un rústico labriego. Viene de aquí que apenas haya matrimonio á que no preceda una dispensa, ora la hagan necesaria los antiguos vínculos de la sangre, ora los recientes

parentescos, que suelen hacer comunes el uso anticipado de los derechos conyugales. Quien diria que entre unos pueblos tan pobres, tan distantes y desconocidos, habia de hallar una pingüe hipoteca la codicia de los curiales?

Esta necesidad va estrechando mas y mas entre sí el amor recíproco de los Vaqueiros de cada Braña y alejándolos mas y mas cada dia de los aldeanos. Por eso la misma separacion hecha ya de necesidad en la iglesia, se observa por sistema recíproco en toda clase de concurrencias donde los Vaqueiros que junta el acaso hacen rancho aparte formando en aquel solo punto causa comun en los acaecimientos de cada particular, unidas entónces por la necesidad las fuerzas, cual si estuviesen en una guerra abierta y con el enemigo al ojo. Triste argumento de lo que puede entre los hombres la preocupacion cuando recibida en la niñez ha pasado á idea habitual y borrado aquella natural simpatia con que los hombres y hasta los animales de una especie se atraen, so buscan y se complacen en tratarse y solazarse juntos.

La gente aldeana acaso para cohonestar su desprecio ha atribuido á estos vaqueiros un oríjen infecto y los malos críticos menos disculpables en su ignorancia han pretendido autorizar este rumor fijándole. Pero cuan vanas, cuàn infundadas son las opiniones en que se han dividido!

Dicen algunos que estos hombres descienden de unos esclavos Romanos fujitivos, apoderados de las brañas de Asturias: pero la historia no solo no conserva rastro alguno de esta emigracion sino que la resiste. Los esclavos que tan valerosamente pelearon bajo la conducta de Espartaco en los últimos tiempos de la república, fueron por fin vencidos y muertos por Lacinio Crasa. De su ejército que habia crecido hasta 120,000 combatientes solo escaparon vivos 5,000 que al fin esterminó Pompeyo. Floro describe su fin con su elegancia acostumbrada diciendo: Tamdem exeptione facta, dignam viris obiere mortem: et quod sub gladiatore duce oportuit sine missione pugnatum est. Spartacus ipse in primo agmine fortissimé quasi superator occisus est. Lib. 3. Cap. 20.

Con que no pudieron ser estos esclavos los que vinieron á poblar nuestras brañas. Por otra parte es constante que los Astures no fueron sugetados hasta el tiempo de Augusto, y aun entonces la victoria solo pudo comprender à los Augustanos: esto es, á los que estaban de montes allende, en lo que hoy es Reino de Leon, hasta la villa del Ezla, que es sin disputa el Astura de que habla Floro. Si pues los Transmontanos no cedieron al ímpetu de los ejércitos de Augusto, ménos podrian ceder á un corto número de esclavos. Aunque se quiera considerarlos como acojidos por humanidad esta emigracion no puede suponerse anterior á aquel Emperador, porque entonces los esclavos habrian hallado un asilo mas próximo en los Astures Cimontanos no subyugados todavía, ni posterior porque despues fueron unos y otros amigos de los Romanos, unos rendidos á

sus armas y otros á sus negociaciones. Fuera de que Plinio supone en unos y otros Astures 240,000 habitantes todos libres é ingénuos, y esto prueba que no habia entre ellos tales colonias de esclavos. No tiene pues la menor verosimilitud esta opinion á cerca del oríjen de de los Vaqueiros.

Ménos inverosímil seria aunque no ménos infundada la que derivase estos pueblos de aquellos esclavos Moros que se revelaron contra sus dueños en tiempo del Rey de Asturias D. Aurelio. Ya sus antecesores habian hecho grandes conquistas y los esclavos por entonces no eran la riqueza ménos apreciable del botin. Debia por consiguiente haber en Asturias gran número de esclavos Moros, y esto mismo convence el arrojo de conspirar contra sûs dueños y emprender una guerra servil que el príncipe hubo de refrenar por si mismo. Pero al fin en esta guerra venció D. Aurelio, y los esclavos que salvaron la vida no recibirian ciertamente la libertad en prémio de su conspiracion. Agrégase à esto que el cronicon de D. Alfonso, llamado de Sebastiano no se asegura que los esclavos fueron vencidos, sino que los redujo á su primitiva esclavitud. No es pues posible que estos esclavos saliesen de su condicion á ser fundadores de nuevas colonias.

Pero yo confieso de buena fé no ser estas las opiniones mas válidas á cerca del oríjen de los Vaqueiros que descienden de Arabes 6 de Moriscos, es lo que cree el vulgo y lo que algunos han pretendido persuadir como mas probable.

Mas cuan varios, cuan inconstantes estàn en señalar la ocasion y la época de esta emigracion.

Dicen unos que al tiempo de la conquista de Granada vinieron à refujiarse á Asturias muchos de aquellos moros: pero la historia enseña, que á los que se sometieron á los pactos del vencedor, que fueron por cierto muchos, se los dejó tranquilos en sus mismos hogares, y es increible que los no sometidos, en lugar de seguir á sus gefes y de pasar á Africa corriesen tantas leguas por un pais enemigo á buscar en los montes de Asturias una suerte mas áspera é incierta que la que perdian. Otro tanto se puede decir à los que suponen que los Moros de esta emigracion eran de los levantados en la Alpujarra en tiempo de Felipe II, en cuyas circunstancias hacen todavía mas increible su retirada á Asturias; pues aunque el fin de aquella guerra civil, consta que fueron muchos espelidos de sus pueblos y dispersos por las provincias interiores, nadie ha dicho hasta ahora que viniesen á estas montañas, ni hay razon alguna de autoridad ni de analogía que pueda favorecer esta opinon. Así que no es creible que de estos Moriscos hubiese venido uno siquiera á refugiarse á este pais.

La última de todas las opiniones supone que una porcion de Moriscos huidos al tiempo de la general espulsion que se hizo de ellos en el principio del siglo pasado fueron los que poblaron las brañas. ¿Pero cuanto tiempo ántes habia en Asturias brañas y

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Vaqueiros? Muchedumbre de escrituras de arriendo y foro anteriores á aquella época lo atestiguan. Por otra parte. ¿Qué conveniencia hay, qué analogía entre el génio, las ocupaciones, el traje, los usos y costumbres de estos dos pueblos? Por fortuna la historia de esta cruel é impolítica espulsion está escrita con el mayor cuidado; sin lo que dicen de ella los historiadores generales y provinciales, la describieron con gran esactitud Bleda y Azuar. No hay rastro; no hay un solo indicio de que se hubiese escapado á Asturias ninguno de estos infelices espatriados. ¿Y qué buscarian en Asturias? Forzados á dejar su patria y sus hogares, cualquiera rejion del mundo les debia ser mas dulce que el suelo ingrato que los arrojaba de sí. La época es reciente, ¿porque no se señala una memoria, un documento escrito del establecimiento de estos advenedizos? Las brañas son muchas en número, sus moradoaes muchísimos: pero probablemente son poco mas ó ménos los que fueron muchos siglos ha: porque los pueblos que no aran ni siembran, que no conocen manufacturas ni artefactos, que viven solo de la cria de sus ganados, no pueden multiplicarse como otros donde la poblacion crece en razon de lo que se aumentan las subsistencias.

¿Como pues es posible que un pais hubiese admitido tantas bandadas de gentes estrañas sin que quedase alguna memoria de su establecimiento? Si se admitieron por lástima y humanidad, ¿quién lo hizo, donde se firmaron los pactos de su admision? Y si ganaron sus brañas á punta de lanza, ¿cómo no ha quedado vestigio, memoria ni tradicion alguna de este suceso? Desengañémosnos: el intento de dar á estas gentes un orijen distinto del que tienen los demás pueblos de Asturias, es tan ridículo que me haria serlo tambien si me detuviese mas de propósito á desvanecerlo.

No se me oponga lo que se ha escrito pocos años ha sobre el orijen de los Maragatos. El nombre, el traje, la ocupacion y el círculo preciso en que están confinados estos pueblos ofrecian un cargo vastísimo á las conjeturas y tentaban, por decirlo así la erudicion de los literatos para que se ocupase en ordenarlas. Y al cabo ¿cuál ha sido el efecto de esta investigacion aunque emprendida por uno de nuestros mayores sábios? Fuera de la etimolojía del nombre ¿que hay de probable en la curiosa disertacion del Rdo. Sarmiento? Harto mas fruto puede esperarse del defensor de los Chuetas, Agotes y Vaqueiros, que dirijiendo sus raciocinios contra la bárbara preocupacion que los envilece, siguió principios mas conocidos y seguros y hizo un servicio mas importante al público y mas grato á la humanidad.

Algunos han querido inferir del traje y lengua de los Vaqueiros la singularidad de su orijen, pero con igual estravagancia. Su traje compuesto de montera, sayo, fubon, cinto, calzon ajustado, medias de punto ó de paño y zapatos ó albarcas llamadas coricies por ser el cuero su materia, es en todo conforme al de los demás aldeanos fuera de la casaca ó sayo; este tiene la espalda cortada en cu

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